miércoles, 27 de septiembre de 2017

12 DE OCTUBRE, SEGÚN YRIGOYEN Y PERÓN


Por Aníbal Hardy

Parlamentario.com, 10 de octubre de 2016

Hace 524 años, el 12 de Octubre de 1492, un genial navegante español avistó el primer pedazo de tierra americana, desvelando a los ojos de la vieja Europa las maravillas de un Nuevo Mundo. Pese a que la presidente Cristina Kirchner cambió el nombre de Día de la Raza, hoy se denomina el “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”, decisión realmente desacertada, ya que al rebautizar esta fecha se estaría despreciando la historia, que con tanta sangre y sacrificio constituyeron los pilares irrenunciables de nuestra nacionalidad. 
Muchos militantes del Movimiento Nacional, hoy todavía dispersos y cansados de ver tergiversada hasta la historia más cercana, sostenemos con firmeza al 12 de Octubre, como “El Día de la Raza”, instituido por el expresidente Yrigoyen, reafirmado por Frondizi y ratificado por Perón, al decir de este último, “nuestro porvenir esta enraizado en el pasado”.

El Decreto del dos veces presidente Hipólito Yrigoyen, del 4 de octubre de 1917 reconoce taxativa y sabiamente las raíces de nuestra Argentinidad, cuando declara Fiesta Nacional el 12 de octubre, al decir: 

“El descubrimiento de América es el acontecimiento más trascendental que haya realizado la humanidad a través de los tiempos, pues todas las renovaciones posteriores derivan de este asombroso suceso, que a la par que amplió los límites de la tierra, abrió insospechados horizontes al espíritu” … "Que la España descubridora y conquistadora volcó sobre el continente enigmático el magnífico valor de sus guerreros, el ardor de sus exploradores, la fe de sus sacerdotes, el preceptismo de sus sabios, la labor de sus menestrales, y derramó sus virtudes sobre la inmensa heredad que integra la nación americana…”

Mediante un discurso memorable, el Teniente General Juan Domingo Perón en la Academia Argentina de Letras, el 12 de Octubre de 1947, ratificó nuestra nacionalidad, al expresar entre otros conceptos irrefutables: 
…“Para nosotros, la raza no es un concepto biológico. Para nosotros es algo puramente espiritual. Constituye una suma de imponderables que hace que nosotros seamos lo que somos y nos impulsa a ser lo que debemos ser, por nuestro origen y nuestro destino…” “Para nosotros, la raza constituye nuestro sello personal, indefinible e inconfundible. Para nosotros los latinos, la raza es un estilo. Un estilo de vida que nos enseña a saber vivir practicando el bien y a saber morir con dignidad.”… 
“Porque España aportó al occidente la más valiosa de las contribuciones: el descubrimiento y la colonización de un nuevo mundo ganado para la causa de la cultura occidental. Su empresa tuvo el signo de una auténtica misión…” Llegaba para que fuera cumplida y hermosa realidad el mandato póstumo de la Reina Isabel de “atraer a los pueblos de Indias y convertirlos al servicio de Dios”…

El General Perón, resumió el alma de nuestra Nación arraigada en nuestra historia al recalcar: “Son hombres y mujeres de esa raza los que en heroica comunión rechazan, en 1806, al extranjero invasor, y el hidalgo jefe que obtenida la victoria amenaza con “pena de la vida al que los insulte”. “Es gajo de ese tronco el pueblo que en mayo de 1810 asume la revolución recién nacida; esa sangre es la que vence gloriosamente en Tucumán y Salta y cae con honor en Vilcapugio y Ayohuma; es la que anima el corazón de los montoneros; es la que bulle en el espíritu levantisco e indómito de los caudillos; es la que enciende a los hombres que en 1816 proclaman a la faz del mundo nuestra independencia política; es la que agitada corre por las venas de esa raza de titanes que cruzan las ásperas y desoladas montañas de los Andes, conducidas por un héroe en una marcha que tiene la majestad de un friso griego; es la que ordena a los hombres que forjaron la Unidad Nacional, y la que aliente a los que organizaronla República; …; de esa raza es ese pueblo, este pueblo nuestro, sangre de nuestra sangre y carne de nuestra carne, heroico y abnegado pueblo, virtuoso y digno, altivo sin alardes y lleno de intuitiva sabiduría,…”

La lectura de estos notables documentos históricos, de auténticos políticos de raza, conforta el ánimo de los militantes del Movimiento Nacional, poniendo en claro que somos de la misma estirpe, el pueblo anterior a la independencia, y el posterior a la misma, es el mismo que luego sustentará la futura Unidad Nacional. Esperemos que en este día, los inquilinos de la Casa Rosada asimilen, lo que sintetizó otro gran presidente, el Doctor Arturo Frondizi: “…que los argentinos somos al mismo tiempo, protagonistas y herederos de la historia, de toda la historia, sin mutilaciones y sin retaceos…”.


Anibal Hardy es diputado nacional (MC) Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) Formosa / 1991/95

lunes, 11 de septiembre de 2017

EL INSPIRADOR DE LA CONSTITUCIÓN DE 1949



Pablo S. Otero
La Prensa, 10.09.2017

La cercanía de Sampay con el peronismo comenzó tras su ingreso, en 1944, a la Cátedra de Derecho Político de la Universidad de La Plata.
Con esta investigación, Raanan Rein (historiador israelí) y Claudio Panella, ambos con una extensa trayectoria dedicada al estudio del peronismo plasmada en varias obras, presentan el segundo tomo sobre la actuación de la segunda línea de liderazgo durante el primer peronismo.

El primer volumen, publicado en 2013 por Eduntref, estuvo dedicado a dieciséis personalidades que contribuyeron de manera decisiva al nacimiento y consolidación del justicialismo: Carlos Aloé, Angel Borlenghi, Juan Bramuglia, Héctor Cámpora, Ramón Carrillo, John W. Cooke, Delia Paradi, José Espejo, José Figuerola, José Gelbard, Domingo Mercante, Miguel Miranda, Roberto Pettinato, Juan Pistarini, Alberto Teisaire y Juan Velazco.

En este nuevo trabajo, fueron trece los funcionarios elegidos que en conjunto -sostienen Rein y Panella, los compiladores de los diferentes trabajos reunidos en Los indispensables (275 páginas) publicado recientemente por la Universidad Nacional de San Martín- permiten observar entramados políticos, interrelaciones personales, modos de gestión, rivalidades internas y formas de adhesión a Perón.

Hay entre estos integrantes de la segunda línea de liderazgo dirigentes gremiales como Luis Gay, Cipriano Reyes, José Freire, y Eduardo Vuletich; personalidades provenientes del ámbito universitario y académico como Ricardo Guardo, Oscar Ivanissevich, Armando Méndez de San Martin, Arturo Sampay y Alfredo Gómez Morales; políticos de carrera como Juan H. Quijano y Jerónimo Remorino; y militares como Franklin Lucero y Juan San Martín.

Uno de los personajes más destacados de esta investigación, y a veces olvidado y poco reconocido de manera injusta, es Arturo Sampay, considerado como uno de los mentores de la denominada "Doctrina Justicialista" y alma intelectual de la Constitución de 1949. El capítulo dedicado al intelectual corresponde a Santiago Regolo (sociólogo de la UBA e historiador de la USAL) quien presenta una completa biografía, el aporte que realizó al peronismo y la conflictiva relación dentro del propio partido.

ENTRERRIANO Y ABOGADO

Arturo Enrique Sampay había nacido el 28 de julio de 1911 en Concordia, Entre Ríos. Una de sus primeras y determinantes influencias que recibió fue la de su tío abuelo, el sacerdote Carlos Sampay, quien posibilitó el acercamiento al latín y el griego, y, sobre todo, a la filosofía de Santo Tomás de Aquino y otros pensadores que fueron formando las bases de su pensamiento filosófico-político.

En 1936, a los 25 años, se doctoró en abogacía en la Universidad de La Plata y viajó por Europa para participar en diferentes clases con los intelectuales de moda como Jacques Maritain.
Su primer escrito jurídico fue en 1936 dedicado a explicar la reforma constitucional de Entre Ríos de 1933. "En este primer trabajo -explica Regolo- ya podía observarse la mirada crítica de Sampay al liberalismo desde el pensamiento tomista del bien común y la Doctrina Social de la Iglesia. Retomando las concepciones vertidas en las Encíclicas papales Rerum Novarum y Quadragesimo Anno de los papas León XIII y Pío XI respectivamente, el jurista entrerriano señalaba, según su óptica, el agotamiento de la filosofía liberal como fundamento de la norma constitucional. En su opinión, la organización del Estado debía reorientarse hacia concepciones de tipo social como base del orden político-económico".

Este análisis se verá profundizado y más ampliamente desarrollado en sus próximas obras: La doctrina tomista de la función social de la propiedad en la Constitución Irlandesa de 1937 (1940) y La crisis del Estado de Derecho Liberal-Burgués (1942), donde estudió las nuevas formas del estado surgidas durante el siglo XX, como el corporativismo portugués de Oliveira Salazar, que consideraba un modelo.

Para Sampay, el Estado debía ser un garante del bien común y un conductor del orden social, que, como resultado de una construcción histórico-social, debía intervenir y responder a las afectividades, necesidades y valoraciones del cuerpo social.

Toda forma política concreta, según Sampay, se corresponde con una determinada cosmovisión que, para ser completa, sólo puede ser dada por la Teología como complemento que "impregna el núcleo ético de sus disposiciones funcionales". Estas consideraciones lo ubicaban en la vereda de enfrente de la concepción liberal que propone un estado neutral y recortado a las esferas individuales.

En 1944 ingresó a la Cátedra de Derecho Político de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata, donde también comenzó a frecuentar el Seminario Mayor y entablar una relación de amistad con monseñor Octavio Derisi, fundador de la Universidad Católica Argentina. Además comenzó su cercanía con el peronismo. El coronel Perón, en pleno ascenso de poder y popularidad, estaba al tanto de sus escritos y lo llamaba el "eminente profesor universitario".

En 1945 fue nombrado subasesor del gobierno bonaerense y luego Fiscal de Estado, cargo en el cual fue ratificado tras la asunción del gobernador Mercante. A fines de 1948 fue electo convencional constituyente por Buenos Aires por el bloque peronista para reformar la Constitución de 1853. También presidió la Comisión de Estudio del Anteproyecto de Reformas a la Constitución, encargada de elaborar el texto que finalmente fue sancionado. Sampay fue el principal orador durante la Asamblea Constituyente.

Sus discursos elevaban "el debate a una cuestión política y hasta filosófica. Retomando las concepciones aristotélicas, marcaba la importancia de la Constitución como el orden creado para asegurar el fin perseguido por una comunidad política".

REFORMA

El jurista entrerriano argumentaba, en el proyecto presentado, que el avance del capitalismo moderno, al escindirse de la esfera religiosa y por lo tanto de su matriz ética, fue imponiendo su lógica instrumental en el resto de las diferentes esferas (políticas, sociales, culturales) legitimando moralmente el lucro ilimitado y la usura. La reforma constitucional, en definitiva, buscaba reestablecer una vida económica signada por una ética económica cristiana.

Esta postura con los años fue conocida como Constitucionalismo Social basado en la cosmovisión cristiana y en la filosofía política clásica de los grandes pensadores como Platón, Aristóteles, Cicerón, San Agustín y Tomás de Aquino, la cual fue sistematizada contemporáneamente por la Doctrina Social de la Iglesia.

Alberto González Arzac, discípulo y el principal biógrafo de Sampay, sostiene que la Constitución de 1949 estuvo entre las pioneras del constitucionalismo social ya que incluyó capítulos consagrados a los derechos especiales del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la educación y de la cultura. Aprobada la nueva Constitución, en marzo de 1949, Sampay viajó a Europa para presentarla, en persona, a líderes del viejo continente como De Gaulle o Salazar.

Sin embargo, en pocos años, Sampay pasaría del reconocimiento a la persecución y exilio. El motivo, posiblemente, haya sido la aprobación del polémico artículo 40 (sobre la actividad económica, recursos naturales y servicios públicos) sin el consentimiento de Perón, quien recibía la presión internacional por el sistema de expropiaciones e indemnizaciones. En 1952, apenas asumió el nuevo gobernador Carlos Aloé, Sampay fue acusado por manejo incorrecto en las expropiaciones y se le inició un juicio político.

Finalmente fue destituido como Fiscal de Estado e inhabilitado para ejercer cargos públicos. Se debió exiliar primero en Paraguay, gracias a la ayuda del cardenal Copello, luego en Bolivia y, por último, en Montevideo. Tras la revolución de 1955, que derrocó a Perón, fue proscripto al igual que sus obras.
La reforma de 1957 que derogó la Constitución de 1949 volviendo a implementar una matriz liberal, fue duramente criticada por Sampay en el exilio.

Cuando el peronismo regresó al poder en 1973, él volvió a las aulas, fue designado conjuez de la Corte Suprema y asesor presidencial. Tras el golpe de 1976 volvió al olvido y falleció en La Plata el 14 de febrero de 1977.

EL LEGADO

Por un lado, se puede afirmar que Sampay fue una de las figuras más destacadas que colaboraron en el surgimiento del cuerpo político, filosófico e institucional del primer peronismo, incorporando las ideas de una época que enfrentaba la decadencia del liberalismo.


Y por otro lado, resulta oportuno recordar, como conclusión, las palabras de monseñor Derisi, quien sostuvo que a Sampay le debemos "una de las más auténticas contribuciones de nuestro tiempo para esclarecer filosóficamente -en su faz ontológica y gnoseológica sobre todo- la sociología tomista del Estado. La contribución de Sampay es haber incorporado todos los auténticos aportes de las distintas teorías del Estado a la luz de aquellos principios de la Philosophia Perennis (o escolástica) en un admirable cuerpo de doctrina, en donde aquellos logran su auténtico valor".