Pablo S. Otero
La Prensa, 10.09.2017
La cercanía de Sampay con el peronismo comenzó tras su
ingreso, en 1944, a la Cátedra de Derecho Político de la Universidad de La
Plata.
Con esta investigación, Raanan Rein (historiador
israelí) y Claudio Panella, ambos con una extensa trayectoria dedicada al
estudio del peronismo plasmada en varias obras, presentan el segundo tomo sobre
la actuación de la segunda línea de liderazgo durante el primer peronismo.
El primer volumen, publicado en 2013 por Eduntref,
estuvo dedicado a dieciséis personalidades que contribuyeron de manera decisiva
al nacimiento y consolidación del justicialismo: Carlos Aloé, Angel Borlenghi,
Juan Bramuglia, Héctor Cámpora, Ramón Carrillo, John W. Cooke, Delia Paradi,
José Espejo, José Figuerola, José Gelbard, Domingo Mercante, Miguel Miranda,
Roberto Pettinato, Juan Pistarini, Alberto Teisaire y Juan Velazco.
En este nuevo trabajo, fueron trece los funcionarios
elegidos que en conjunto -sostienen Rein y Panella, los compiladores de los
diferentes trabajos reunidos en Los indispensables (275 páginas) publicado
recientemente por la Universidad Nacional de San Martín- permiten observar
entramados políticos, interrelaciones personales, modos de gestión, rivalidades
internas y formas de adhesión a Perón.
Hay entre estos integrantes de la segunda línea de
liderazgo dirigentes gremiales como Luis Gay, Cipriano Reyes, José Freire, y
Eduardo Vuletich; personalidades provenientes del ámbito universitario y
académico como Ricardo Guardo, Oscar Ivanissevich, Armando Méndez de San
Martin, Arturo Sampay y Alfredo Gómez Morales; políticos de carrera como Juan
H. Quijano y Jerónimo Remorino; y militares como Franklin Lucero y Juan San
Martín.
Uno de los personajes más destacados de esta
investigación, y a veces olvidado y poco reconocido de manera injusta, es
Arturo Sampay, considerado como uno de los mentores de la denominada
"Doctrina Justicialista" y alma intelectual de la Constitución de
1949. El capítulo dedicado al intelectual corresponde a Santiago Regolo
(sociólogo de la UBA e historiador de la USAL) quien presenta una completa
biografía, el aporte que realizó al peronismo y la conflictiva relación dentro
del propio partido.
ENTRERRIANO Y ABOGADO
Arturo Enrique Sampay había nacido el 28 de julio de
1911 en Concordia, Entre Ríos. Una de sus primeras y determinantes influencias
que recibió fue la de su tío abuelo, el sacerdote Carlos Sampay, quien
posibilitó el acercamiento al latín y el griego, y, sobre todo, a la filosofía
de Santo Tomás de Aquino y otros pensadores que fueron formando las bases de su
pensamiento filosófico-político.
En 1936, a los 25 años, se doctoró en abogacía en la
Universidad de La Plata y viajó por Europa para participar en diferentes clases
con los intelectuales de moda como Jacques Maritain.
Su primer escrito jurídico fue en 1936 dedicado a
explicar la reforma constitucional de Entre Ríos de 1933. "En este primer trabajo -explica Regolo- ya podía observarse la
mirada crítica de Sampay al liberalismo desde el pensamiento tomista del bien
común y la Doctrina Social de la Iglesia. Retomando las concepciones vertidas
en las Encíclicas papales Rerum Novarum y Quadragesimo Anno de los papas León
XIII y Pío XI respectivamente, el jurista entrerriano señalaba, según su
óptica, el agotamiento de la filosofía liberal como fundamento de la norma
constitucional. En su opinión, la organización del Estado debía reorientarse
hacia concepciones de tipo social como base del orden político-económico".
Este análisis se verá profundizado y más ampliamente
desarrollado en sus próximas obras: La doctrina tomista de la función social de
la propiedad en la Constitución Irlandesa de 1937 (1940) y La crisis del Estado
de Derecho Liberal-Burgués (1942), donde estudió las nuevas formas del estado
surgidas durante el siglo XX, como el corporativismo portugués de Oliveira
Salazar, que consideraba un modelo.
Para Sampay, el Estado debía ser un garante del bien
común y un conductor del orden social, que, como resultado de una construcción
histórico-social, debía intervenir y responder a las afectividades, necesidades
y valoraciones del cuerpo social.
Toda
forma política concreta, según Sampay, se corresponde con una determinada
cosmovisión que, para ser completa, sólo puede ser dada por la Teología como
complemento que "impregna el núcleo ético de sus disposiciones
funcionales". Estas consideraciones lo ubicaban en la vereda de enfrente
de la concepción liberal que propone un estado neutral y recortado a las
esferas individuales.
En 1944 ingresó a la Cátedra de Derecho Político de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de La Plata, donde
también comenzó a frecuentar el Seminario Mayor y entablar una relación de
amistad con monseñor Octavio Derisi, fundador de la Universidad Católica
Argentina. Además comenzó su cercanía con el peronismo. El coronel Perón, en
pleno ascenso de poder y popularidad, estaba al tanto de sus escritos y lo
llamaba el "eminente profesor universitario".
En 1945 fue nombrado subasesor del gobierno bonaerense
y luego Fiscal de Estado, cargo en el cual fue ratificado tras la asunción del
gobernador Mercante. A fines de 1948 fue electo convencional constituyente por
Buenos Aires por el bloque peronista para reformar la Constitución de 1853.
También presidió la Comisión de Estudio del Anteproyecto de Reformas a la
Constitución, encargada de elaborar el texto que finalmente fue sancionado.
Sampay fue el principal orador durante la Asamblea Constituyente.
Sus discursos elevaban "el debate a una cuestión
política y hasta filosófica. Retomando las concepciones aristotélicas, marcaba
la importancia de la Constitución como el orden creado para asegurar el fin
perseguido por una comunidad política".
REFORMA
El jurista entrerriano argumentaba, en el proyecto
presentado, que el avance del capitalismo moderno, al escindirse de la esfera
religiosa y por lo tanto de su matriz ética, fue imponiendo su lógica
instrumental en el resto de las diferentes esferas (políticas, sociales,
culturales) legitimando moralmente el lucro ilimitado y la usura. La reforma
constitucional, en definitiva, buscaba reestablecer una vida económica signada
por una ética económica cristiana.
Esta
postura con los años fue conocida como Constitucionalismo Social basado en la
cosmovisión cristiana y en la filosofía política clásica de los grandes
pensadores como Platón, Aristóteles, Cicerón, San Agustín y Tomás de Aquino, la
cual fue sistematizada contemporáneamente por la Doctrina Social de la Iglesia.
Alberto González Arzac, discípulo y el principal
biógrafo de Sampay, sostiene que la Constitución de 1949 estuvo entre las
pioneras del constitucionalismo social ya que incluyó capítulos consagrados a
los derechos especiales del trabajador, de la familia, de la ancianidad, de la
educación y de la cultura. Aprobada la nueva Constitución, en marzo de 1949,
Sampay viajó a Europa para presentarla, en persona, a líderes del viejo
continente como De Gaulle o Salazar.
Sin embargo, en pocos años, Sampay pasaría del
reconocimiento a la persecución y exilio. El motivo, posiblemente, haya sido la
aprobación del polémico artículo 40 (sobre la actividad económica, recursos
naturales y servicios públicos) sin el consentimiento de Perón, quien recibía
la presión internacional por el sistema de expropiaciones e indemnizaciones. En
1952, apenas asumió el nuevo gobernador Carlos Aloé, Sampay fue acusado por
manejo incorrecto en las expropiaciones y se le inició un juicio político.
Finalmente fue destituido como Fiscal de Estado e
inhabilitado para ejercer cargos públicos. Se debió exiliar primero en
Paraguay, gracias a la ayuda del cardenal Copello, luego en Bolivia y, por
último, en Montevideo. Tras la revolución de 1955, que derrocó a Perón, fue
proscripto al igual que sus obras.
La reforma de 1957 que derogó la Constitución de 1949
volviendo a implementar una matriz liberal, fue duramente criticada por Sampay
en el exilio.
Cuando el peronismo regresó al poder en 1973, él
volvió a las aulas, fue designado conjuez de la Corte Suprema y asesor
presidencial. Tras el golpe de 1976 volvió al olvido y falleció en La Plata el
14 de febrero de 1977.
EL LEGADO
Por un lado, se puede afirmar que Sampay fue una de
las figuras más destacadas que colaboraron en el surgimiento del cuerpo
político, filosófico e institucional del primer peronismo, incorporando las
ideas de una época que enfrentaba la decadencia del liberalismo.
Y
por otro lado, resulta oportuno recordar, como conclusión, las palabras de
monseñor Derisi, quien sostuvo que a Sampay le debemos "una de las más
auténticas contribuciones de nuestro tiempo para esclarecer filosóficamente -en
su faz ontológica y gnoseológica sobre todo- la sociología tomista del Estado.
La contribución de Sampay es haber incorporado todos los auténticos aportes de
las distintas teorías del Estado a la luz de aquellos principios de la
Philosophia Perennis (o escolástica) en un admirable cuerpo de doctrina, en
donde aquellos logran su auténtico valor".