QUE RECORTAN LA MEMORIA
El plan de acción anunciado por Claudio Avruj debió
haber impulsado una reconciliación sincera edificada sobre la verdad integral
para sanar el tejido social
La Nación, editorial, 16 DE DICIEMBRE DE 2017
El presidente Mauricio Macri encabezó el acto en el
que el secretario Claudio Avruj anunció el Primer Plan de Acción de Derechos
Humanos 2017-2020. El documento publicado comprende varios capítulos y
políticas referidas a derechos colectivos, igualdad, no discriminación y
reducción de la violencia. Pero sin duda la mayor expectativa se concentró en
el capítulo titulado "Memoria, Verdad y Justicia".
En efecto, al conocerse este título se abrió la
expectativa de observar avances hacia la pacificación y reconciliación, con el
reconocimiento hacia las víctimas ocasionadas por los grupos terroristas que
iniciaron y sembraron violencia y muerte en los años setenta. Pero no fue así.
El plan no hace ninguna mención de estas víctimas, cuyos familiares siguen
clamando el reconocimiento que legítimamente se les debe. Su contenido, por el contrario, parece surgido de la pluma de quienes
aspiran a profundizar el empleo del brazo de una justicia parcial para seguir
enjuiciando y condenando exclusivamente a militares, policías y gendarmes.
En
este plano de profundizar la condena hacia ellos, el gobierno nacional ha
confirmado que continuará querellando y que no intenta atender los derechos
humanos de las víctimas inocentes de los grupos subversivos armados. Nada dice ni plantea sobre el carácter de
lesa humanidad que la jurisprudencia internacional adjudica a los crímenes de
organizaciones armadas, que además contaron con apoyo y entrenamiento externo.
Los argentinos siguen divididos respecto de su visión
acerca de lo sucedido en los años setenta. Subsiste una grieta conceptual que
constituye un obstáculo para alcanzar la necesaria reconciliación de nuestra
sociedad.
Durante los doce años en los que los Kirchner
ejercieron la primera magistratura, el discurso oficial se caracterizó por una
interpretación ideologizada y alejada de la verdad de aquellos hechos. La
denominada política de derechos humanos abandonó los principios éticos que
debían caracterizarla y fue empleada para lograr espacio político y una
artificial cobertura moral para el ejercicio corrupto del poder. Desde el gobierno y en las escuelas se
difundió y todavía se mantiene, un relato sobre los setenta que presenta a los
grupos terroristas como jóvenes idealistas y a la represión como una acción
requerida para acallar la resistencia social frente a políticas económicas
impuestas por supuestos perversos poderes económicos.
Con esa falsa presentación de la verdadera historia,
se ignora a las víctimas ocasionadas por los Montoneros, el ERP y otros grupos
armados. Se omite decir que estos grupos
actuaron también contra gobiernos constitucionales, y se ignora que entre 1970
y 1973 hubo un fuero judicial que los juzgó y condenó, otorgándoles todas las
garantías para su defensa.
El relato tampoco recuerda que en mayo de 1973 ese
fuero fue disuelto por el gobierno de Héctor Cámpora, y que los terroristas
amnistiados retomaron las armas y procedieron a vengarse de los jueces que los
habían juzgado y condenado.
Puestas a combatir aquel terrorismo desbordado que
pretendía hacer de la Argentina otra Cuba, las Fuerzas Armadas fueron
reclamadas por el poder civil para aniquilar el accionar subversivo. Este se
desarrollaba por combatientes sin uniforme, que actuaban clandestinamente en
organizaciones celulares, en ámbitos principalmente urbanos.
Lamentablemente, tanto el gobierno constitucional como
las cúpulas militares descreyeron en 1975 que el camino pudiera ser nuevamente
el de recrear un fuero judicial. La respuesta al requerimiento de
aniquilamiento llevó a que las Fuerzas Armadas cometieran desde el Estado
crímenes aberrantes. Ciertamente esto no puede convalidarse, pero no por ello
hay que olvidar los crímenes y delitos cometidos por los movimientos
subversivos.
Sin
embargo, los integrantes de esos grupos terroristas se mantienen impunes y han
recibido cuantiosas indemnizaciones, e incluso han llegado a ocupar cargos de
gobierno, pese a la enormidad de sus repudiables conductas. Entre 2011 y 2016,
las indemnizaciones sumaron algo más de 4000 millones de dólares. Se estima que
en total, desde el inicio y hasta que se satisfagan todos los reclamos,
alcanzarán 11.200 millones de dólares. Para continuar lo que alguien denominó "el curro de los derechos
humanos", aún hay varios miles de solicitudes bajo análisis.
Mientras tanto, desde que se llevó a cabo la anulación
de las leyes de obediencia debida y punto final, se impulsaron y se continúan
abriendo cientos de causas judiciales contra miembros de las Fuerzas Armadas y
de seguridad, así como también civiles.
En
la actualidad hay alrededor de 2000 presos, de los cuales 1430 aún no tienen
condena y 728 de ellos han excedido holgadamente el tiempo admitido de prisión
preventiva. Ya han fallecido 428 en prisión, de los cuales 424 tenían aún
prisión preventiva. En gran parte de estos juicios hay denuncias de testigos
falsos y se manipulan las pruebas. Ha sido frecuente la realización de
audiencias y juicios orales en teatros o grandes locales en los que se convoca
a multitudes vociferantes.
Esas irregularidades deberían investigarse a fondo,
incluyendo tanto lo actuado desde la conducción política como desde el accionar
de la Justicia. En particular deberá revisarse la conducta de algunos jueces y
fiscales, cuya labor fue contraria a la imparcialidad.
El Plan de Acción de Derechos Humanos 2017-2020
debería impulsar como objetivo central, una reconciliación sincera edificada
sobre la verdad objetiva y la justicia. Se trata nada menos que de sanar el
tejido social y así hacer posible avanzar en paz hacia un futuro común.
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