lunes, 16 de septiembre de 2019

NOVEDAD EDITORIAL



 "Perfiles identitarios", de Sergio Fernández Riquelme. Un libro sobre los líderes de las "nuevas derechas".

José Basaburua

La Tribuna del País Vasco acaba de publicar el libro Perfiles Identitarios, un revelador ensayo en el que el profesor Sergio Fernández Riquelme analiza en profundidad los orígenes, el presente y el futuro de los principales líderes del nuevo pensamiento conservador que se extiende por el mundo, de Brasil a Estados Unidos, pasando por países como Gran Bretaña, Hungría, Polonia, Francia o Rusia.

Perfiles Identitarios es un conjunto de magníficas y detalladas crónicas periodísticas, rebosantes de información, que revelan cómo se está labrando la gran respuesta global al consenso socialdemócrata, tanto de derechas como de izquierdas, representado por los viejos partidos políticos europeos.

Por las páginas de Perfiles Identitarios desfilan Donald Trump y los nuevos nacionalistas norteamericanos; Jaroslaw Kacynski y el renacer nacional-católico polaco; Viktor Orban y la Hungría cristiana, y, por supuesto, la dinastía Le Pen y el nacionalismo soberano francés.
Además, en los diferentes capítulos de este último trabajo de Sergio Fernández Riquelme se investiga en profundidad la modernización conservadora impulsada por Vladimir Putin en Rusia, el nuevo concepto de lo político promovido por Jair Bolsonaro en Brasil, la extraordinaria fuerza de “Il Capitano” Matteo Salvini en Italia y la dualidad sobre la que se asienta Vox, el gran partido español de la nueva derecha, a caballo entre la derecha liberal y el nacionalismo soberano.

 Sergio Fernádez Riquelme es profesor titular de la Universidad de Murcia y director de la revista La Razón Histórica. Historiador y doctor en Política Social, es autor de más de un centenar de artículos científicos, así como de varios libros como, entre otros, La ciencia histórica, El nuevo Imperio ruso, Hungría y la defensa de la civilización europea y La España soberana.


Chicos malos para tiempos oscuros


RAÚL GONZÁLEZ ZORRILLA. Director de La Tribuna del País Vasco
Domingo, 15 de Septiembre de 2019

Prólogo al libro "Perfiles Identitarios", de Sergio Fernández Riquelme, que acabamos de publicar en La Tribuna del País Vasco.


Las llamas que devoraron parte de la catedral de Notre-Dame eran el símbolo más dramático y evidente del fin de Occidente. Nuestras naciones se desmoronan desconectadas de su historia, apartadas de sus tradiciones, aisladas de su legado cultural y despojadas de sus grandes valores referenciales. Patrias milenarias se suicidan al mismo ritmo desolador que se aniquilan fetos o se inmolan sus ciudadanos, que han convertido el quitarse la vida, sus vidas, en una de las primeras causas de muerte no natural en Europa. 
Mientras las iglesias arden en Francia y miles de judíos vuelven a abandonar el viejo continente, ahora perseguidos por las hordas antisemitas alimentadas por la extrema-izquierda política, y cuando el islam generosamente financiado por los países del Golfo comienza a imponer la ley islámica en numerosas zonas de Francia, Gran Bretaña, Alemania, Bélgica o Suecia, la noche cae sobre nuestras ciudades. Con una clase media reducida a su mínima expresión, expoliada por los impuestos abusivos que las élites exigen para subvencionar sus objetivos y sus caprichos multiculturales, feministas, empoderadores, igualitarios, regeneracionistas y comunitarios, nuestras calles y plazas, cada vez más inseguras, más decrépitas, más extrañamente ruidosas y más confusas para quienes siempre hemos vivido, amado y trabajado en ellas, se hunden en la desidia, el olvido y el abandono.

En la hora del crepúsculo civilizacional que nos ha tocado vivir, vuelven los fantasmas de siempre arrasando la libertad, censurando opiniones, prohibiendo creaciones, insultando a nuestro Dios, imponiéndonos nuevas leyes y nuevos silencios y exigiendo nuevos tributos espirituales y materiales. Llega un invierno crucial para Occidente y trae con él un ingente frío moral que cae sobre nosotros en forma de avalanchas de ruina demográfica, de descomposición territorial, de consumo masivo de opiáceos y drogas sintéticas, de inmigración masiva, de reemplazo poblacional, de populismo sexual, de olvido de nuestro pasado, de insultos a nuestros ancestros y, sobre todo, de destrucción, desprecio y olvido de todo lo excelso y bello que a lo largo de más de 2.000 años nos ha legado nuestro acervo judeocristiano y grecolatino.

 Pero, como muy bien explica Sergio Fernández Riquelme en algunos momentos de este magnético Perfiles Identitarios, los viejos europeos se resisten a morir y buscan su identidad, su esencia, sus valores, sus banderas morales, sus costumbres, su forma de ser y su memoria colectiva entre las nieblas purulentas de una geografía globalizada, neutra y deslavazada donde el rostro obligatoriamente cubierto de una mujer es ahora un ejemplo de libertad, donde se cierran iglesias mientras se abren decenas de mezquitas, donde no hay padres ni madres sino progenitores uno y dos, donde reinan jemeres verdes y oenegés oscuramente subvencionadas, donde hay niñas con pene y niños con vulva, donde se escupe al cristianismo que nos hizo como somos, se manipula nuestra historia, se prohíben clásicos literarios y se humilla al europeo tradicional: por ser europeo, por ser blanco y por ser hombre, si es el caso. Y por ser, junto a los estadounidenses, el epítome de lo occidental.

Ninguna civilización muere sin luchar, y menos aún cuando estamos haciendo referencia al conjunto de creencias, tradiciones, valores y construcciones sociales que a lo largo de la historia de la humanidad, han alumbrado lo mejor del mundo. Y, por ello, tras décadas agazapados, ocultos, silenciosos y silenciados, convertidos en carne de impuestos y en carne de cañón socialdemócrata, manteniendo a sus familias tradicionales sin apoyo de nadie y con la cabeza agachada, sintiéndose olvidados por las instituciones, sufriendo el incesante aumento de la inseguridad en las calles, padeciendo el terror islamista en mercadillos navideños, aeropuertos y discotecas, sintiéndose profundamente despreciados por los medios de comunicación del Sistema que les tratan como a escoria ignorante, ultraderechista, odiante y fanática, y siendo humillados como lo fueron los ‘rednecks’ norteamericanos que dieron la victoria a Donald Trump (por cierto, excelentemente retratado todo ello en el apartado de este libro dedicado al presidente norteamericano),  el hombre y la mujer europeos vuelven a salir a la luz pública espoleados por la indignación, azuzados por el hambre de racionalidad, guiados por el sentido común, apoyándose en las redes sociales más cercanas, y negándose a seguir siendo por más tiempo los conejillos de Indias del multiculturalismo más soez, del marxismo cultural más aniquilador, del nihilismo más cruel y de la globalización más grosera.

 El viejo ciudadano europeo sale nuevamente a la calle vestido con los andrajos que jamás se anuncian en la CNN, The Finantial Times, El País, Le Monde o The New York Times, y lo hace liderado en la mayor parte de las ocasiones por estos “chicos malos” para el consenso socialdemócrata, por estos hombres y mujeres que Sergio Fernández Riquelme retrata modélicamente en este libro, como solamente lo saben hacer los ensayistas más finos que tienen corazón de analistas sociales y alma de periodistas diestros: otorgando al lector la información justa y necesaria, proporcionando al estudioso un marco de comprensión historiográfico de lo que se está tratando y, finalmente, opinando con sutil elegancia sobre el tema expuesto.

Sergio Fernández Riquelme sabe que detrás de los protagonistas a los que acertadamente perfila en este volumen se aglutinan millones de hombres y de mujeres, millones de europeos con la garganta quebrada tras años de silencio forzado y con los andares agotados de quienes presienten que el final puede estar cerca, pero con la fuerza telúrica de quienes se saben poseedores de secretos añejos, de códigos inmemoriales, de la sabiduría y las destrezas que la mejor de las civilizaciones nos ha legado. Y, por ello, los espíritus patrióticos, las conciencias identitarias, los estandartes algo ajados que representan lo que fuimos y lo que orgullosamente deseamos seguir siendo inundan cada vez en mayor medida las calles, las plazas y las urnas para decir que sí, que seguimos estando aquí, que hemos abandonado los escondites donde un día nos guarecimos de la lluvia ácida y torrencial que cae en forma de ideología de género, de feminismo radical, de anticristianismo, de antijudaísmo, de imposición de las minorías y de promoción de la mediocridad, para votar, para gritar y para reivindicar en voz alta y allí donde sea posible, principios, valores, propuestas y reclamaciones básicas de puro sentido común pero que llevan años siendo abandonadas y despreciadas, arrinconadas por el totalitarismo socialdemócrata en el estercolero de la “ultraderecha”, de los “fachas”, de los “perpetuadores del odio”, de los “fanáticos” o, en el caso español, en el gran vertedero sin fondo del “franquismo”.

Para La Tribuna del País Vasco es un honor y un orgullo publicar este Perfiles identitarios que es, sobre todo, un trabajo ímprobo sobre cómo un puñado de hombres y mujeres, liderando determinados proyectos políticos, han logrado aglutinar a su alrededor a millones de ciudadanos, de naciones, orígenes, ideologías, convencimientos, preocupaciones y esperanzas muy diferentes, con posiciones políticas absolutamente transversales, pero que siempre se abrazan en un puñado de certezas inamovibles: 

la defensa a ultranza de los valores clásicos ligados a la gran civilización occidental que tantos y con tanto empeño quieren aniquilar; el convencimiento de que libertad y seguridad no son caras diferentes de una misma moneda sino condiciones previas sin las que todo lo demás no existe; la reivindicación de la grandeza y de la historia de nuestras patrias; la asunción de la familia natural como la base sobre la que se asientan nuestras sociedades; la oposición radical a que se utilice política y económicamente a la inmigración ilegal como caballo de Troya para alentar el reemplazo de la población original europea; el convencimiento de que el gran proyecto civilizatorio occidental no puede ser entendido sin dos milenios de tradición cristiana; la oposición radical al totalitarismo comunista y a su gran afín histórico, el totalitarismo nacional-socialista y, sobre todo, la creencia firme de que solo el esfuerzo, el trabajo y la lucha de los individuos, amparados en sus familias tradicionales, puede vencer a la era de la oscuridad en la que estamos sucumbiendo.

Y, tal y como recoge Sergio Fernádez Riquelme, estos y apenas algunos más son los eslabones con los que se está construyendo la gran cadena que une, en ocasiones torpe y débilmente, a individuos y organizaciones tan dispares como Viktor Orbán, Donald Trump, Santiago Abascal, Marine Le Pe, Jair Bolsonaro, Vladimir Putin, entre los citados en este volumen,
Los análisis de Sergio Fernández Riquelme son como una fascinante muñeca rusa. Pueden leerse por su título, por su contenido más inmediato, pero según comienzas a escarbar van surgiendo nuevos temas, referencias complementarias, reflexiones relacionadas, argumentos paralelos y explicaciones que a veces pueden venir desde muy lejos, tanto geográfica como temporalmente, pero que siempre llegan en el mundo más oportuno para aclarar un concepto, para explicar una idea, para asentar un principio. Así están construidos estos “Perfiles identitarios” que, en el fondo, son solamente el espejo de un mundo con más de 2.000 años de historia que ahora no pocos quieren dinamitar en apenas unas décadas, pero que hoy siguen presentes, quizás algo cansados y con cicatrices y arrugas bien marcadas, pero con más fuerza, con más razones, con más rabia, con más argumentos y con las mismas ganas de libertad que siempre.

Frente a los nuevos marxistas, frente al Islam político, frente a la extrema-izquierda camuflada de terciopelo, frente al nihilismo burdo de las élites empresariales y financieras o frente a quienes tratan de dividir las viejas naciones para repartirse más fácilmente sus despojos, frente a los nuevos puritanos y los nuevos integristas, los viejos europeos que un día alumbramos Occidente hemos recuperado la voz. Y algunos de los protagonistas de este libro bien podrían ser algunos de nuestros abanderados.


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