de un soldado
POR AGUSTÍN DE
BEITIA
La Prensa,
12.06.2022
La resistencia de
once soldados salteños, sitiados durante horas por una columna de ciento veinte
guerrilleros del ERP en Tucumán, en 1975, es un episodio electrizante de esos
que en otro país suelen alimentar al mejor cine bélico. En la Argentina no. Con
la industria cultural en manos de la izquierda, no es raro que ese hecho siga
siendo incluso desconocido. Pasaron ya 47 años del Combate de Manchalá y pocos
van quedando de los protagonistas de ese enfrentamiento, que fue un punto de
inflexión en la guerra revolucionaria que asoló la Argentina en los setenta.
Los que sobreviven lo hacen en el anonimato, muchos de ellos como simples
jornaleros, que viven al día, en la misma patria por la que alguna vez dieron
la vida y que hoy les da la espalda.
José Adolfo Romero
(Salta, 1954) es uno de esos salteños. En una entrevista con La Prensa revive
aquellos hechos dejando la agridulce sensación de que asistió a un momento de
grandeza fugaz, seguido de un largo desencanto.
Romero está dando
en estos días las últimas puntadas a un pequeño libro en el que narra por
primera vez el desarrollo de ese feroz combate, que tuvo lugar el 28 de mayo de
1975 en una escuela rural cercana a la localidad tucumana de Río Colorado, en
momentos en que los atacantes se dirigían a dar un gran golpe contra el comando
del Ejército situado en la cercana Famaillá. Un golpe en pleno gobierno
constitucional de Isabel Perón.
Escrito a mano en
cuadernos de unas cincuenta hojas cada uno, el texto está ahora en proceso de
corrección, antes de ser entregado para su impresión. Su título, nacido del
orgullo y el desengaño, es ¿Quién ganó en Manchalá?.
El autor, hoy de
67 años, jubilado, dice que escribió el libro porque "ya murieron cinco de
los soldados que protagonizaron ese combate". Un número importante de
fallecidos si se piensa que inicialmente fueron solo nueve soldados, a las
órdenes de dos suboficiales.
"La primera
motivación para escribir fue dejar asentado lo que vivimos para nuestras
propias familias, pero también como un legado para los demás, para demostrar lo
equivocado que estaba el adversario y lo que nosotros hicimos por la
patria", dice Romero.
GOLPE
"Lo principal
es lo que iba a pasar: la intención de crear una zona liberada en Tucumán. El
golpe contra el comando de Famaillá era el más importante que habían
planificado ellos. Pocos resaltan que el combate que libramos impidió que
dieran ese gran golpe", continúa.
Tampoco suele
recordarse que el enfrentamiento dejó expuesta la utopía del Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP). Porque, como sucedería luego en Formosa y en
otros lugares, los más humildes, lejos de anhelar una supuesta liberación de
los guerrilleros, eran quienes los repelían a balazos. Hasta hoy se muestran
orgullosos de eso.
Sobre el combate
mismo, lo primero que Romero recuerda es la intensidad. "Cuando empezó el
tiroteo había fogonazos por todos lados" y fue tal la magnitud de la agresión
que "creímos que era un ataque conjunto contra otros lugares
también".
El salteño relata
que enseguida se desplegaron en semicírculo bajo las órdenes del cabo Gerardo
Lafuente. "A mí me mandó al techo y a Rodolfo Demayo le ordenó que
intentara escapar en un Unimog para pedir refuerzos, algo que no pudo cumplir
porque recibió dos andanadas de disparos que hicieron pedazos al
vehículo", explica.
Romero logró
llegar al techo, pero como los árboles que rodeaban al patio de la escuela eran
muy altos no encontraba ángulo de tiro, por lo que debió bajar. Pero los
atacantes estaban tan cerca que, desde abajo, alcanzaban a ver sus caras, según
cuenta.
"Estábamos a
sólo 15 metros de ellos. Se veían muy bien. Ahí lo reconocí por ejemplo a
(Hugo) Irurzún", alias Capitán Santiago, quien estaba al mando de la
Compañía de Monte del ERP.
Los atacantes
contaban con armas pesadas. "Tenían dos ametralladoras MAG 7.62 que habían
dispuesto a derecha e izquierda de la escuela. Con una de ellas tiraron sin
parar desde las 17.30 hasta después de las 20, También nos tiraron gran
cantidad de granadas, muchas de las cuales no explotaron", prosigue.
El autor está
convencido de que se salvaron de milagro. "Dios nos dio una gran
mano", reflexiona. "Hay cosas inexplicables. Donde estábamos Osvaldo
Alcalá y yo había una reja que terminó perforada. A nuestro alrededor había más
de cien disparos. En todos los árboles donde había soldados a cubierto había
muchos disparos. A Demayo, cuando trata de escaparse, un impacto le pega en la
"marmita" que llevaba atada a la cintura", comenta, en alusión
al juego de platos y utensilios de campaña, que son de acero.
"Después
-continúa- está la llegada fortuita, a eso de las 19 horas, de dos camiones con
diferencia de 15 minutos". Traían, entre los dos, una decena de hombres,
pero "el adversario lo tomó como el arribo de refuerzos, lo que provocó
una disminución del ataque", prosigue.
TENSION
Las horas que
siguieron hasta las once de la noche, en que llegaron los verdaderos refuerzos
desde Famaillá, fueron de "una tensión insoportable", con los
salteños replegados, en medio de la oscuridad, y esperando que el enemigo
lanzara el asalto final.
"Fue
tremendo. Esperar crea hasta fantasías. A mí me quedaban solo 13 disparos, de
los 280 disparos con que contaba al inicio. Y la orden era cuidar esos
disparos: dejarlos avanzar hasta que estuvieran muy cerca", revela.
Romero explica que
en su libro sigue los pasos de cada uno de los soldados desde que salieron de
sus hogares y fueron despedidos por sus padres, hasta los 45 días de
instrucción que recibieron en la entonces Compañía de Ingenieros de Montaña 5
de Salta, para luego continuar con su movilización a Tucumán y su llegada a la
escuela rural de Manchalá, donde realizarían tareas de mantenimiento como parte
de la Operación Independencia.
Para narrar el
enfrentamiento también dice que procuró seguir la actuación de todos y quiso
ser muy descriptivo. "Por ejemplo describo la nubosidad que quedó flotando
después del combate en el patio de la escuela, a media altura, con un olor
parecido al azufre, que nunca más volví a sentir", expresa.
Su reconstrucción
sale al paso de una serie de errores y mentiras que circulan desde hace años.
"Dicen que un suboficial corrió 17 kilómetros para ir en busca de ayuda.
Eso es mentira. ¿Cómo iba a escapar alguien? ¡Si estábamos rodeados!",
exclama riendo con sorna. "¿Otra mentira? En su parte sobre el combate en
la revista Estrella Roja, el ERP dice que nosotros tuvimos 28 bajas",
continúa. Veintiocho llegaron a ser en total con la llegada de los dos
camiones. No tendría que haber sobrevivido ninguno.
"Asi es con
todo", dice riendo. "Cierta vez fui a Tucumán y tuve que escuchar a
una persona que vendía libros que decía que nosotros éramos comandos
disfrazados de soldados y que habíamos emboscado a los otros. Qué raro: 11
milicos emboscando a 120".
HECHO FORTUITO
Su libro comienza
en 2005 con un hecho fortuito, cuando Romero estaba esperando el ómnibus en
Salta con otro hombre a su lado y, como la demora ya era larga, ambos deciden
compartir un viaje en remise. En el trayecto, el otro pasajero se lamenta de
que los jóvenes de hoy están todo el día en internet, mientras que en su
generación tenían ideales.
"Estábamos
decididos a todo -dijo el desconocido-. Yo hice muchas cosas en este bendito
país por los que estaban excluidos y hoy no tengo un mango, pero mis compañeros
están con mucha plata". A lo que Romero respondió que era la misma
historia que la suya, que también hizo mucho por la patria y no tenía ni un
vehículo para ir a trabajar. En medio de esa conversación, el hombre admitió
que había estado en Tucumán y que había pertenecido a una organización armada.
Romero comenta que
ambos se quedaron mirándose mutuamente. "Yo estoy seguro de que lo vi en
Manchalá", afirma. Pero, más allá de eso, reflexiona: "Entre los
combatientes de ellos, algunos están mal, como este hombre, que se las rebusca
todos los días. Y en el caso nuestro, yo también me las rebusco todos los
días".
Al respecto, el
autor expresa el desánimo que le produce ver cómo sus camaradas y él mismo han
sido siempre olvidados y cómo les han cerrado muchas puertas. "La rebeldía
ante tantas injusticias" fue otra de sus motivaciones para escribir, asegura.
"Carranza era
un peón rural. Quería ser policía. Un general le prometió que lo iba a ayudar a
lograrlo. Murió el año pasado y nunca lo ayudaron", expone. "Juan
Sulca fue herido en combate, tuvo dos balazos en el abdomen, y vive de changas.
Nunca le dieron ni un peso. Sergio Oñativia se suicidó, harto de que no le
alcanzara la plata".
DESAIRES
El propio autor es
otro caso similar. Cuando fue a Tucumán tenía 20 años, provenía de una familia
de clase media baja y estaba cursando el primer año de Medicina. Al volver
empezó a trabajar en YPF en el sector de seguridad. Años después pidió que lo
trasladaran a Córdoba, donde podría retomar sus estudios y seguir trabajando,
con la posibilidad de que también le facilitaran un lugar donde vivir. Pero su
superior en YPF, un general del Ejército, se lo negó. Ese rechazo, según
cuenta, lo "liquidó", tanto a él como a su familia. Tiempo después le
negarían también un crédito para ampliar su vivienda. Así fue como continuó en
YPF hasta que se retiró en 1991, y luego pasó a vender planes de ahorro. Hoy
solo cuenta con su jubilación.
"Hay una
ingratitud demasiado grande. Nadie pedía que le regalaran nada sino una ayuda
que podría habernos cambiado la vida. Pero hemos tenido dos enemigos. El
adversario y el enemigo nuestro", asegura.
Por esa
indiferencia, Romero dice que llegó un momento en que no quería ir más a los
actos de homenaje por Manchalá. "Éramos cinco los que no queríamos saber
nada más. Porque siempre era lo mismo. Una palmada en la espalda, un papelito
que decía que hemos combatido y chau. Nos usaron", dice.
Su libro termina
con la incógnita que figura en el título. "Este muchacho que menciono en
el comienzo volvió ese día a su casa con unos pocos pesos. Yo volvía a esa hora
también a mi casa no sabiendo qué plata iba a llevar a mi casa. Entonces:
¿Quién ganó en Manchalá? ¿Ellos, nosotros, o los de arriba que hicieron mucha
plata?", se pregunta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario