para atacar el continente en 1982 y la
“Operación Pampero” para neutralizarlo
Mariano Sciaroni
Infobae, 24 de
Octubre de 2022
A cuarenta años
del conflicto por las Malvinas, se conocieron nuevos detalles de como la británica
Royal Air Force planeó el bombardeo con aviones Avro Vulcan sobre bases aéreas
argentinas (Comodoro Rivadavia, San Julián, Río Gallegos y Río Grande), que
confirman lo publicado en Infobae, donde además se contaba su contrapartida:
los planes que en aquellos años de 1982 formuló la Fuerza Aérea Argentina para
contrarrestar esta temida amenaza.
Es conocido que
los británicos consideraron el escenario de ataque a bases argentinas desde el
inicio de la crisis por Malvinas, pero la decisión política de no escalar el
conflicto, en base a la posición de Estados Unidos al respecto y el temor que
se activara el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), poniendo
a toda Latinoamérica contra Gran Bretaña, hizo que esos planes se dejaran de
lado.
Sin embargo, para
mediados de mayo, con grandes pérdidas navales británicas y sin avances
significativos en tierra, la Fuerza Aérea Británica decidió reactivar dicho
planeamiento. Dicha fuerza, asimismo, ya había ejecutado varias de las misiones
de bombardeo de largo alcance “Black Buck” (Ciervo Negro), por lo que las
preguntas iniciales acerca de largos vuelos sobre el mar, con múltiples
reabastecimientos en vuelo habían sido ya contestadas.
En ese orden de
cosas, es más que interesante el memo preparado en el seno de la Royal Air
Force (la Fuerza Aérea Británica) el 25 de mayo de 1982, que da cuenta que el
ataque a los aeródromos del sur continental era posible y que, hacerlo, se
justificaba porque “reduciría la efectividad de las fuerzas aéreas argentinas en
atacar nuestras unidades marítimas y la efectividad del apoyo terrestre y
logístico para las fuerzas argentinas en las Malvinas. Asimismo, esos ataques
en las bases continentales tendrían impacto en la opinión pública y oficial
argentina, así como serían un visible indicador de la determinación permanente
del gobierno de Su Majestad”.
El ataque sería
llevado a cabo mediante un cuatrimotor Avro Vulcan que despegaría desde la Isla
Ascensión y requeriría el apoyo de hasta once aviones reabastecedores Handley
Page Victor. Lo cierto es que la carga de bombas a llevar (por la distancia)
debería ser reducida, no más de siete bombas de 1.000 libras (el avión podía
cargar 21) de caída libre o solamente 3 bombas guiadas por láser (máxima
cantidad de estas bombas que admitía este avión). Las bombas guiadas
necesitarían, además, un equipo en tierra que las apunte.
Se volaría a gran
altura (también, para ahorrar combustible) y solo en la etapa final del ataque
se reduciría la altitud, aún cuando a no menos de 8.000 pies (2.438 metros), ya
que las bases argentinas (se conocía) contaban con defensas de artillería
antiaérea.
Las misiones, se
consideraba, podrían destruir las pistas y las instalaciones militares
cercanas, por lo cual era un riesgo aceptable para correr: un único bombardeo
podría destruir varios aviones y equipos y, con ello, aligerar en mucho la
presión sobre la Marina Real. Esos ataques serían realmente al límite de las
capacidades británicas y, vale decir, requerirían de tripulaciones altamente
entrenadas y motivadas.
Según información
desclasificada la semana pasada y comentada en revistas especializadas como The
Aviation Historian y diarios británicos, se consideraban tres opciones para el
vuelo de regreso (el limitante que tenían los militares a cargo del
planeamiento era que no se creía posible que se consiguiera autorización para
sobrevolar Uruguay, Paraguay o Brasil):
-La primera de
ellas era regresar en vuelo directo hacia donde habían despegado, la Isla
Ascensión, teniendo Río de Janeiro como aeropuerto de alternativa, para el caso
que existieran problemas en el reabastecimiento.
-La segunda opción
implicaba aterrizar en Chile, siendo los aeropuertos de Concepción o de
Santiago los preferidos para ello. Una vez con combustible completo, los británicos
despegarían, cruzarían Argentina a la altura de Mendoza y, una vez en el mar (y
previo tomar nuevamente combustible de otro avión), se dirigirían de vuelta
hacia Ascensión. Quienes lo planearon pareciera que no tomaron en cuenta que
estarían volando en la zona mejor defendida de Argentina (por su cercanía con
bases aéreas como El Plumerillo, Tandil, Mariano Moreno o Punta Indio) y con
mejor cobertura de radar.
-El último
escenario era el más largo, pero el menos complicado desde la logística. El
avión Vulcan aterrizaría en Concepción (Chile), se dirigiría hacia la isla de
Pascua y, a partir de allí aterrizaría en bases amigas en el Océano Pacífico,
luego en los Estados Unidos y volvería a Gran Bretaña cruzando el Atlántico
Norte. Prácticamente la vuelta al mundo, pero un mundo que los consideraba
aliados.
Como comentarios,
hay que señalar que un bombardero Vulcan aterrizó (por problemas en el
reabastecimiento y luego de atacar Puerto Argentino), en el Aeropuerto
Internacional de Galeão, en Río de Janeiro, el 3 de junio de 1982. Y que
aviones británicos utilizaron, durante el conflicto, las pistas de Concepción,
Santiago y de la Isla de Pascua (todas en Chile).
Si bien todo este
planeamiento era, obviamente, secreto, la Fuerza Aérea Argentina no desconocía
las capacidades británicas de atacar con bombarderos el continente. Es que no
era ajeno al avión Vulcan y su alcance (había estado interesado en adquirirlo
antes de la guerra, algo que fue finalmente vetado por Gran Bretaña), así como
había experimentado sus bombas sobre la pista de Puerto Argentino.
La defensa
argentina
Con dicha amenaza
presente, nació la Operación Pampero el 20 de mayo de 1982 en Merlo (Provincia
de Buenos Aires), en el seno del Comando de Defensa Aérea, y tenía como claro
propósito el de “Detectar, interceptar y destruir material aéreo de bombardeo,
reabastecimiento y/o reconocimiento británico en su ruta hacia o desde
territorio continental”. Recién en el año 2022 vió la luz.
La operación tenía
dos fases.
La primera de
ellas implicaba desplegar a la Base Aérea Militar (BAM) Mar del Plata dos
aviones Mirage III, armados con cañones y un misil Matra 530; dos aviones
Dagger armados con cañones y misiles Shafrir y un avión Learjet de apoyo (con
matrícula LV-OAS y de la firma Ledesma S.A.A.I.)
Los Mirage III,
franceses y los Dagger, una copia israelí del Mirage V, eran las únicas
aeronaves en el inventario militar argentino con posibilidades ciertas de
atacar a un bombardero ágil y veloz como el Vulcan.
La segunda fase
era la de ejecución.
Una vez detectado
un despegue de la Isla Ascensión (desde donde operaban los aviones de la Royal
Air Force que podían llegar al continente), los aviones argentinos saldrían y
se dirigirían a un punto de interceptación prefijado (Puntos A, B y C, según
cual fuera el objetivo previsto), para esperar a los enemigos y derribarlos.
La parte más
difícil era detectar un despegue de estos aviones y, los documentos de la
Operación Pampero solo mencionan que esa información sería dada por una “fuente
confidencial”. La Isla Ascensión está, realmente, en medio de la nada y no
había casi ojos curiosos que pudieran reportar esa información.
Los únicos ojos
que podrían reportarlo eran los de los marinos soviéticos del Zaporozhye, un
buque espía de 4.500 toneladas de desplazamiento, de la clase “Primorye”
(Proyecto 394B) que llevaba a 160 hombres a cargo del Capitán de Primera Clase
P. Zyryanov. Este buque se encontraba desde el 29 de abril frente al aeródromo
de la isla.
Sea o no fuera
esta la “fuente confidencial”, los documentos indican que la misma
proporcionaría específicamente la hora de despegue y el rumbo al cual se
dirigían los bombarderos británicos, con lo cual podría inferirse a que base se
atacaría.
La interceptación
y ataque se haría en medio del océano (entre 500 y 770 kilómetros mar adentro)
y, llegado el caso que no se pudiera interceptar a los bombarderos antes de
atacar las bases, se procuraría hacerlo en su viaje de regreso. La Fuerza Aérea
Argentina solo consideró que los Vulcan regresarían por donde vinieron: hacia
Ascensión. No se consideró que Chile podría dar apoyo a los bombarderos
enemigos.
Hay que tener en
cuenta que sería necesario por lo menos un mínimo de luz solar para poder
identificar a las CHINCHES (nombre clave que se deba a los aviones enemigos),
en tanto se requería identificación visual para poder disparar (y, a todo
evento, solo los Mirage III poseían radar, los demás aviones solo podían detectar
otros aviones a través de la visión de sus tripulantes).
Los indicativos y
claves asignados requieren un pequeño aparte. La escuadrilla de interceptación
serían los HALCON y el LearJet de apoyo sería LIBRA. Los aviones enemigos
serían, como se dijo, las CHINCHE, con diversos colores según el tipo de avión
(Vulcan: CHINCHE AZUL, Nimrod: CHINCHE ROJA, etc). Para el caso que se
destruyera alguna CHINCHE, se anunciaría que se fue AL BOMBO, si el combustible
estaba al mínimo se señalaría que estaba DESINFLADO, la meteorología podría
estar DULCE o ACIDA, según buena o mala, entre otros. En algún momento
pareciera que se acabó la imaginación, porque si el enemigo logró escabullirse,
pasando a los interceptores, solo se anunciaría PASARON.
Pero los británicos
nunca intentaron bombardear las bases continentales, ni los argentinos
desplegaron a los aviones interceptores a la BAM Mar del Plata.
Sin embargo, el
día 29 de mayo a las 6:00 hs, se emitió una alerta amarilla por despegue de dos
aviones bombarderos Vulcan, con rumbo sur, lo que habría ocurrido a las 3:00 hs
desde la Isla Ascensión.
Esta información
pudo bien haber provenido del buque de inteligencia Zaporozhye, que seguía en
las cercanías de dicha isla en ese momento. Lo cierto es que los datos llegaron
al CAE (Comando Aéreo Estratégico) vía el Brigadier Peña desde Estados Unidos
quien alertó específicamente que los enemigos llevaban misiles anti-radar. En
este caso, inteligencia parece haber alertado de la misión “Black Buck 4″, que
consistía en un ataque contra radares emplazados en Malvinas, por parte de un
Avro Vulcan, ataque que fue abortado por no poder el avión reabastecer en
vuelo.
No había, en ese
momento, aviones desplegados en Mar del Plata, pero se pusieron en alerta a los
interceptores Mirage argentinos en las bases del sur, por si se acercaban al
continente.
Hay que aclarar,
por cierto, que también se consideró defender Buenos Aires y sus alrededores de
ataques aéreos británicos, por lo que había en alerta (y desde el 19 de abril)
dos Mirage III en la Base Mariano Moreno y dos Dagger en Tandil, complementados
con aviones IA-58 Pucará en La Plata y aviones MS-760 Paris en Mar del Plata.
¿Qué podría haber
sucedido si los británicos intentaban bombardear las bases continentales? Nunca
lo sabremos, pero es interesante conocer que la Fuerza Aérea Argentina había
previsto ese escenario y planeado como contrarrestarlo.
La planificación
de la Fuerza Aérea, vale decirlo, fue realista y ajustada a las capacidades
británicas. Quizá el único inconveniente del plan PAMPERO fuera que se requería
confirmación visual para que los aviones atacaran: posiblemente los británicos
utilizaran la cobertura de la noche para la navegación, para estar solo con las
primeras luces sobre los objetivos militares a atacar.
Pero aún con ello,
quizá hubiera todo terminado con el grito de un piloto de Mirage de CHINCHE
AZUL AL BOMBO, seguido de un “no hay quien pueda”, el grito de guerra de los
pilotos de combate aeronáuticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario