de los aviones peruanos que se camuflaron para
ayudar a la Argentina
Silvana Boschi
Infobae, 28 de
Octubre de 2022
La ayuda en
solitario del Perú a la Argentina en la Guerra de Malvinas es un hecho
reconocido por nuestro país. Pero los detalles de la llegada de diez aviones
Mirage a Jujuy, camuflados con el escudo argentino y listos para entrar en
combate, las numerosas negociaciones diplomáticas del entonces presidente
peruano Fernando Belaunde Terry para evitar el conflicto armado, y el apoyo
incondicional de la opinión pública de ese país a nuestra soberanía sobre las
islas, son hechos que se fueron perdiendo en el olvido. A cuarenta años de esa
guerra, el libro de Víctor Andrés García Belaunde, La intervención del Perú en
la controversia de las Islas Malvinas, rescata esos acontecimientos y demuestra
cómo el país vecino fue un aliado histórico de ese reclamo.
La obra, que fue
presentada recientemente en la Feria Internacional del Libro en Lima, reúne
numerosos cables reservados y documentos oficiales, junto al conocimiento de
primera mano del propio autor, quien ocupó el cargo de Secretario del Consejo
de Ministros en la época de Malvinas, además de ser abogado y cuatro veces
legislador. El prólogo es del presidente argentino Alberto Fernández.
Belaunde Terry fue
presidente del Perú en dos períodos, entre 1963 y 1968, y entre 1980 y 1985.
Por su apoyo en la Guerra de Malvinas se lo homenajeó en nuestro país en 2007,
cuando se cumplieron 25 años del conflicto. Según se detalla en el libro, el
apoyo fue también de la opinión pública: siete de cada diez aseguraron que
estaban dispuestos a combatir en las islas.
Desde Madrid,
donde se encuentra de viaje, el autor habló con Leamos de los detalles de esta
investigación.
-¿Cómo fue su
participación en los hechos que relata en el libro, fue testigo de las
decisiones que llevaron al apoyo explícito del Perú a la Argentina en la guerra
de 1982?
-El papá de
Belaunde era hermano de mi abuelo. En esa época se podía nombrar a miembros de
la familia y él me llamó a trabajar primero para la transferencia del mando,
pero me quedé con él los cinco años completos de su segundo mandato. Yo viví la
cocina todo lo que pasó en esa época: detrás de los personajes, yo estaba
escuchando. Me impresionó mucho cuando, en la toma de mando de Alfonsín, en
diciembre de 1983, vi en el lugar el reconocimiento al Perú y a Belaunde por
Malvinas. Después, a raíz de uno de los aniversarios, Marcelo Perreta, que era
funcionario del Senado, llegó a Lima y me buscó. Me pidió que hablara sobre el
tema y di unas ocho conferencias en Argentina: en el Senado, en la Cancillería,
en Rosario, en Mar del Plata, en Ushuaia. Se sabía lo del apoyo, pero no se
conocían los detalles, entonces busqué más información y pensé que tenía que
escribir este libro.
-La entrada de los
aviones Mirage desde Perú, camuflados como aeronaves argentinas, ¿cómo fue esa
negociación?
-Fue una misión
secreta. Hubo una conversación con Leopoldo Fortunato Galtieri (el presidente
de facto durante la guerra) y una misión de militares argentinos que llegó al
Perú para pedir ayuda. Había una larga lista, donde se insinuó el tema de los
submarinos porque Perú tenía unos de origen alemán, de la generación previa a
los submarinos atómicos. Respecto de los aviones, que fue lo que finalmente se
concretó, había tres tipos: Sukhoi, Mig y Mirage. Los dos primeros eran aviones
que solamente tenían Perú y Cuba, así que no se podía disimular la ayuda, En
cambio, con los Mirage sí podía ser, porque Argentina tenía el Mirage 3 y Perú
el 5. Entonces, la decisión fue enviar el Mirage 5 pero camuflado con banderas
argentinas.
-¿De dónde
salieron?
-Estas aeronaves
estaban en Chiclayo, a 800 kilómetros al norte, volaron hasta la base de La
Joya, a 20 kilómetros de Arequipa, allí los pintaron con banderas argentinas, y
fabricaron los tanques de combustible más grandes para que pudieran a destino.
Se enviaron diez Mirage 5, dos con torpedos Exocet, que la Marina había
comprado como una novedad. Los aviones llegaron a participar, pero se dijo que
había pilotos peruanos. Inglaterra se quejó de eso, pero no fue así. En el
libro hay cables que dan detalles de ese asunto.
-¿Cómo fue el
trabajo de recolectar esa información diplomática? ¿Estaba desclasificada por
el Estado peruano?
-Cuando me puse a
buscar más documentos, como los cables que se produjeron entre la Cancillería y
Londres, la Cancillería y Buenos aires, y la Cancillería y Washington, me
encontré con que no era fácil. Son muy celosos en Perú con esos documentos y me
querían negar la información, a pesar de que yo había sido legislador. Pasaron
cuarenta años pero, como no hay una ley de desclasificación de esos documentos,
se aplica el criterio del funcionario.
“Se dijo que había
pilotos peruanos. Inglaterra se quejó de eso, pero no fue así”
-Usted habla en el
libro del papel casi inexistente de los organismos internacionales, sobre todo
del TIAR y de la OEA, y señala que, aún de manera retórica, el apoyo no fue
unánime, ya que se abstuvieron Chile y Colombia. ¿Cómo fue ese proceso?
-El TIAR era una
organización americana de autodefensa, una versión latinoamericana de la OTAN.
Pero no se pudo y no se quiso aplicar. El apoyo de Belaunde no fue un apoyo al
golpe militar, fue un apoyo al reclamo argentino sobre las islas. El 3 de
octubre del 68, Belaunde había sido deportado a Argentina, para que la
dictadura lo retuviera, pero empezó a hacer relaciones políticas y se fue a los
Estados Unidos, donde lo llamaron de Harvard para darle trabajo y se quedó allá
dando clases durante diez años. Fue sacado por militares peruanos, que lo
expulsaron y doce años después ayudó en la Guerra de Malvinas a la dictadura
militar, pero desde el apoyo concreto al reclamo de soberanía.
-¿En otros países
fue diferente?
-Funcionarios de
Estados Unidos y Chile tuvieron conversaciones con Augusto Pincohet (el
dictador chileno) y éste les dijo que Chile no quería que Argentina ganara la
guerra por dos motivos, porque se iban a tirar sobre el canal del Beagle y por
la posibilidad de una alianza argentina, peruana, boliviana, una alianza
parecida a la del siglo XIX que acabó en la Guerra del Pacifico. Lo cual era
falso porque Perú arregló sus problemas con Chile en 1929, mediante un tratado
por el cual Chile devolvió Tacna y se quedó con Arica. El caso de Bolivia es
diferente, porque tienen el tema de la salida al mar.
-¿Hubo una sanción
internacional posterior a la guerra por la ayuda de Perú a la Argentina?
-Sí. El Perú dejó
de tener ayuda británica y agregados militares en ambos países durante más de
20 años, se alejó de Inglaterra sobre todo en la parte de la cooperación
militar. Si embargo, a las pocas semanas de acabada la guerra, Gran Bretaña
mandó una delegación militar a Chile, donde le envió una ayuda tremenda en
reconocimiento a la colaboración que le había dado en el conflicto de Malvinas.
El apoyo peruano,
desde el principio
El libro de García
Belaunde, que fue editado por el Fonde Editorial del Congreso del Perú, destaca
también los esfuerzos a contrarreloj del entonces presidente peruano para
encontrar una solución pacífica que permitiera evitar el enfrentamiento armado.
También queda de manifiesto, a través de diversos documentos, sus tratativas
para alinear a los países latinoamericanos detrás de la causa de la soberanía
de Malvinas.
El 3 de abril de
1982, el gobierno peruano emitió su primer comunicado en el que apoyaba la
reivindicación argentina sobre las islas, en el marco del proceso de
descolonización estipulado por resoluciones de Naciones Unidas y llamó a
resolver el conflicto en forma pacífica. Belaunde Terry propuso una “honrosa e
inmediata tregua” para realizar negociaciones diplomáticas. El entones
canciller argentino Nicanor Costa Méndez señaló que valoraba la iniciativa. Su
par inglés también agradeció y dijo que se estaban esforzando en llegar a una
solución pacífica, aunque ponía como requisito el retiro de las fuerzas
argentinas de las islas.
El libro describe,
en base a documentos, cómo Gran Bretaña rechazó de todas formas la tregua que
proponía el presidente peruano, quien el 30 de abril le mandó un telegrama
Galtieri dando cuenta del apoyo gobierno y del pueblo peruanos en la defensa de
los derechos soberanos sobre Malvinas: “Argentina ostenta títulos ancestrales e
inobjetables”, aseguró.
La obra también
rememora el gran apoyo de la población a la causa Malvinas. Una serie de
encuestas publicadas por la revista peruana Caretas señala: “un 80 por ciento
cree que a la Argentina le corresponden las islas. Sólo el 22 por ciento pide
neutralidad y, después de la toma de las Georgias, el 81 por ciento se inclina
por dar apoyo militar con armas, pertrechos y hombres”.
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