dirimen el poder mundial
Jorge Castro
Informador
Público, Nov 2 de 2022
La situación de la
República Popular China al realizarse el 20vo Congreso del PCCh es la
siguiente:
El PBI se ha
duplicado en los últimos 10 años, y asciende ahora a U$S 16.9 billones (era U$S
8.5 billones en 2012); y es la 2da economía del mundo detrás de EE.UU (U$S 26.6
billones/25% del PBI global).
También es el 1er
productor mundial de granos (650 millones de toneladas promedio en la última década),
al tiempo que encabeza las exportaciones manufactureras del sistema global (U$S
2.6 billones en 2022).
Asimismo es la
1era potencia comercial (exportaciones + importaciones) con un intercambio de
bienes por U$S 4.6 billones en 2021, que trepó a U$S 6.9 billones este año. Por
eso es la principal socia comercial de 140 países en el mundo de los 192
representados en Naciones Unidas.
Responde por
35%/40% del auge de la economía mundial en los últimos 15 años y posee un total
de reservas de U$S 3.7 billones, el 1ero del sistema internacional.
Por último, ha
creado entre 2012 y 2022 un promedio de 13 millones de puestos de trabajo por
año, con una tasa de inflación de 3.5% anual.
En el conflicto
global con EE.UU, Washington tiene la iniciativa y la relación de fuerzas hace
que China se vea obligada a asumir una posición defensiva.
El punto central
de la ofensiva norteamericana es la decisión de Joe Biden y el Congreso de
Washington de desatar una guerra económica para imponerse en la puja por la
hegemonía tecnológica de la 4ta revolución industrial, a través del dominio del
insumo crítico de la digitalización que son los “semiconductores” o “chips”.
Esto hace que los
próximos 5/10 años sean decisivos en la historia del siglo XXI, ya que en ellos
se disputa el poder global de la época.
El próximo paso de
EE.UU, si fracasa esta 1era tentativa, sería cambiar el régimen político de la
República Popular, cuyo núcleo es el dominio del PCCh, lo que equivaldría a un
“casus belli” inequívoco para China, la otra superpotencia de la época.
La principal
vulnerabilidad estadounidense es que todo depende en este conflicto del
desarrollo doméstico de la República Popular, centrado en su plena autonomía
tecnológica, y en su conversión en una potencia innovadora y emprendedora capaz
de competir de igual a igual con EE.UU en 2035.
Para entonces
desaparecería la distinción entre economía avanzada y en desarrollo de la
República Popular y habría completado en lo esencial la 4ta revolución
industrial, a través del dominio de la Inteligencia Artificial, la Internet de
las Cosas, y la robotización.
Esto significa que
en los próximos 15 años su población de 1.400 millones de habitantes dispondría
de un ingreso per cápita de U$S 25.000 anuales, con un PBI que obtendría un
nivel de U$S 32 billones.
Esta hazaña
histórica tendría lugar con una estrategia de “Prosperidad Compartida”,
destinada a ampliar cualitativamente las posibilidades materiales y
espirituales de todos sus habitantes y sectores sociales sin excepción.
En la contienda
con EE.UU, hay que señalar que la alta tecnología del siglo XXI tiene por
naturaleza un carácter cooperativo, global y público, lo que excluye por
necesidad toda visión proteccionista, volcada hacia adentro y de raíz
exclusivamente geopolítica. No hay autarquía posible en las condiciones del
siglo XXI: el último intento terminó irreversiblemente en 1991.
La política de
ruptura norteamericana le permite a China desplegar su principal ventaja
comparativa, que es la de ser el país más integrado al capitalismo del siglo
XXI.
La cuestión tanto
para EE.UU como para la República Popular es el contenido de la realidad, el
núcleo estructural del presente.
Hay 3 tendencias
en juego: en 1er lugar, el eje del poder mundial se ha trasladado definitivamente
del G-7 a China/Asia, de 1.200 millones a 6.400 millones de habitantes, y esto
ha ocurrido cuando la revolución de la técnica ha creado una sociedad global
absolutamente unificada que se rige por la instantaneidad.
Esto está
acompañado, en 3er lugar, por una afirmación rotunda de la identidad cultural y
nacional de los pueblos del mundo, que rechazan visceralmente todo intento
homogeneizador realizado por ideologías y políticas.
Por eso EE.UU se
verá obligado a negociar con China en algún momento, no obstante su
superioridad relativa, un acuerdo estratégico de largo plazo, lo que ocurrirá
al profundizarse dentro de los próximos 5/10 años su grave crisis política, la
más honda desde la Guerra Civil de 1861/1865.
Favorece esta
negociación el hecho de que, al tiempo que despliega todo el poderío de la 4ta
revolución industrial, China profundiza su integración y su apertura con el
capitalismo mundial.
También facilita
este acuerdo la evidencia de que la República Popular no aspira a ocupar el
lugar de EE.UU, porque presume que “...el mundo no puede ser dominado, porque
es un continuo flujo de acontecimientos y tendencias que escapan al control de
todos, aun de los estados más poderosos” (Mao Tse Tung).
La historia de
5.000 años de China indica muchos fracasos y derrotas, pero también algunas
victorias; y quizás esta sea -el desafío que le impone EE.UU por el poder
mundial- una de estas.
Sin duda los
próximos 5/10 años van a ser decisivos en la historia del mundo.
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