autor de "La
economía de la vida"
Claudia Peyró
Infobae, 28-4-21
Jacques Attali es
un intelectual con los pies bien plantados en la tierra. La principal
característica de este francés nacido en Argelia hace 77 años, doctor en
Economía y asesor de varios presidentes de su país, es acompañar siempre su
capacidad de análisis de la realidad con propuestas concretas para solucionar
los problemas detectados. Imaginativo y práctico a la vez, la pandemia no podía
no contar con su reflexión y sus sugerencias.
El resultado es el
libro La economía de la vida. Prepararse para lo que viene, que acaba de lanzar
en castellano Ediciones del Zorzal con traducción de Pablo Krantz.
En este ensayo,
completado en noviembre de 2020, Attali es muy severo con la OMS y con los
gobiernos que se mostraron imprevisores y poco conscientes de lo que estaba
pasando: China en particular, no sólo ocultó información sobre la pandemia sino
que luego adoptó un modelo para lidiar con la crisis que resultó muy nocivo
para la economía. Attali lo contrasta con la forma en que Corea del Sur, Taiwán
y otros pocos países lidiaron con la pandemia con un mecanismo virtuoso. El
resultado, un costo muchísimo menor en vidas humanas y en pérdidas materiales.
“Por desgracia,
todos los demás países, o casi todos, van a imitar el modelo de la dictadura
china, y no el de la democracia coreana”, escribe, y resume este último modelo
con tres palabras: “Cubrirse, testear y rastrear”. Además de prevenir con el
uso del barbijo, se trata de detectar tempranamente los casos y hacer el
seguimiento de todos los contactos de la persona contagiada. La gran ventaja es
que se puede hacer “sin confinar al conjunto de la población ni detener la
economía”, dice el autor. Europa imita a China y no a Corea. “Una opción
lamentable y un error trágico”, escribe Attali, porque “el costo de producir a
tiempo tapabocas y tests hubiera sido diez mil veces menor que lo que va a
terminar constando la depresión provocada en el mundo por el confinamiento”.
Una comparación y una conclusión que valen también para la Argentina, como
amargamente lo estamos experimentando.
El título del
libro alude a los sectores de la economía que Attali cree surgirán fortalecidos
de la crisis o bien serán estimulados a consecuencia de ella, en un mundo que
no volverá a ser el mismo. Una mezcla de pronóstico y de aspiración. Se trata,
dice, de “todas las empresas que, de una manera u otra, de cerca o de lejos,
asumen como misión permitirnos a todos vivir bien”. Y enumera. salud,
prevención, higiene, deporte, cultura, infraestructuras urbanas, vivienda,
alimentación, agricultura. Pero también seguridad, defensa, tratamientos de
residuos y reciclaje, energía renovable, protección de la biodiversidad,
educación, investigación, innovación, tecnología digital, logística y
transporte, tanto público como de mercaderías, información y medios, seguro,
ahorro y crédito. Sectores que, si bien estaban compuestos esencialmente por
empresas de servicios, cada vez cuentan con más “empresas industriales capaces
de innovar, de aumentar su productividad (principalmente gracias a la
digitalización) y, por lo tanto, de mejorar cada vez más su capacidad de
cumplir con su cometido”. “Y esto es cierto sobre todo en el crucial sector de
la educación, del que depende todo el resto”, agrega.
Del otro lado,
están los sectores que hoy esperan -”en vano”, dice Attali- un “utópico regreso
de sus mercados, tal como eran antes”. Se trata de las automotrices, las
aeronáuticas, las fabricantes de máquinas herramienta, la moda, la química, el
plástico, la energía carbónica, el lujo y el turismo. No están condenadas, sino
que deben remodelarse.
Jacques Attali es
doctor en Economía. Cercano al Partido Socialista, fue asesor del presidente
François Mitterrand y luego hombre de consulta de todos los mandatarios
franceses. En 2007, Nicolas Sarkozy lo puso al frente de la Comisión para la
liberación del crecimiento francés o Comisión Attali; entre 1991 y 1993, fue el
primer presidente del Banco Europeo para la Reconstrucción y el Desarrollo, la
entidad creada para asistir a los países de Europa del Este en su transición al
capitalismo.
Ha sido promotor
de muchas iniciativas sociales como la creación, en 1980, de la ONG Acción
Internacional contra el Hambre; en 1984, de Eureka, un programa europeo de
investigación y nuevas tecnologías; en 1998, con la colaboración de Muhammad
Yunus, de PlaNet Finance, de microcréditos para los países más pobres.
Es un ensayista
muy prolífico y no se ha limitado a la política y la economía, sino que también
ha incursionado en la novela y el teatro. Entre sus títulos traducidos al
castellano, se puede citar: Los tres mundos. Para una teoría de la post-crisis
(1982), Diccionario del siglo XXI (1999), Breve historia del futuro (2007), Y
después de la crisis, ¿qué? (2009) y El hombre nómada (2010).
Attali elogió el
acuerdo alcanzado en la última cumbre del G20, organizada por Riad pero en
forma virtual, que incluyó la promesa de aportar más fondos a la iniciativa
COVAX, el mecanismo para una distribución equitativa de las vacunas y otros
desarrollos farmacéuticos contra el covid-19. Si se ponen en práctica esos
acuerdos, dice Attali, podríamos tener “una verdadera gobernanza mundial”.
En cambio, en
referencia a la Cumbre del Clima, considera que “no es normal responder a una
crisis sanitaria con una respuesta sobre el clima”. En su opinión, “hace falta
la misma movilización mundial por una salud para todos”.
“Si tenemos un
buen clima pero la gente muere por ausencia de cuidados o por falta de
educación no sirve para nada”, advierte en esta charla con Infobae.
"No ha habido
ningún aprendizaje", dice Jacques Attali respecto a la actitud de los
gobiernos del mundo ante las nuevas olas de la pandemia
"No ha habido
ningún aprendizaje", dice Jacques Attali respecto a la actitud de los
gobiernos del mundo ante las nuevas olas de la pandemia
— Ya estamos ante
una segunda ola de la pandemia de Covid-19, ¿cree que los dirigentes han
aprendido algo de lo sucedido el año pasado?
— Estamos en la
tercera ola, no en la segunda. Ningún aprendizaje. Todo se sigue haciendo muy
mal. Casi todos los gobiernos siguen sin haber comprendido que era necesaria
una movilización general de la economía y de la opinión pública para hacer
respetar seriamente el confinamiento y para producir las mascarillas, los
tests, los respiradores, los remedios y las vacunas a gran velocidad. Estamos
en el “más o menos”, en lo “aproximado”, lo que va a hacer durar esta crisis
por demasiado tiempo más.
— La mayor parte
de los países -Argentina también- no adoptaron el modelo de Corea del Sur, que
usted elogia, para lidiar con la pandemia y deben por lo tanto enfrentar
severas recesiones económicas. ¿El modelo coreano era muy difícil o muy costoso
de adoptar para que hayan preferido las cuarentenas generalizadas y estrictas?
— No, para nada,
fue un error profundo de los gobiernos, que no quisieron mirar el modelo
coreano, que pensaron que podían pasar a través de las gotas, como se dice en
francés, es decir hacer las cosas por la mitad, creyeron que no sería tan
grave, que siempre nos íbamos a librar del problema, idea que fue falsa y que
nos llevó a esta catástrofe. Tengo que recordar que los coreanos que son más de
50 millones de habitantes tienen menos de 2000 muertos.
— Pese a todo,
retomamos las mismas alternativas; es decir, el confinamiento general, con las
consecuencias que sabemos tendrá sobre la economía. Un proverbio español dice
que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”...
La Humanidad no parece haber aprendido de la crisis.
— Absolutamente
no. Se esperó siempre una solución mágica. Primero, que la pandemia no fuese
grave, que el confinamiento bastaría. Ahora, esperamos que las vacunas sean
suficientes y tal vez lo sean pero no las tenemos, o sea que esperamos algo que
no tenemos, lo que es absurdo. Las vacunas van a llegar pero demasiado tarde.
Hasta entonces van a ocurrir muchas catástrofes. Incluidas mutaciones que serán
muy, muy nocivas para la vacuna.
— ¿Cómo evalúa
usted el rol de los organismos internacionales como la OMS en esta crisis?
— La OMS fue rehén
de los chinos durante mucho tiempo. La OMS debió mostrarnos que China estaba
manejando esto muy mal, la OMS debió mostrar que Corea del Sur o Taiwán eran los
modelos a seguir. Y no lo hizo. Por lo tanto la OMS fue totalmente criminal en
esta historia.
Los acuerdos
alcanzados en el G20 en Riad fueron excelentes; si se los hubiese aplicado,
sería posible tener una verdadera gobernanza mundial
— ¿Cree que cuando
concluya la crisis tendremos una mejor chance de refundar un gobierno mundial
un poco más compartido?
— Se puede esperar
eso, podemos esperarlo, porque los acuerdos alcanzados en el G20 en Riad fueron
excelentes acuerdos que habrían permitido, si se los hubiese aplicado, tener
una verdadera gobernanza mundial.
— Por lo tanto
usted es más bien optimista
— Sí. Bueno, no
soy del todo optimista, pienso que hay un acuerdo del G20 que, si fuese
respetado por todo el mundo, incluida la Argentina, sería un verdadero éxito.
Por lo pronto, hay un acuerdo.
— Aquí, en
Argentina, no hubo clases presenciales durante un año, a todo nivel, de la
primaria a la universidad, y la virtualidad fue bastante ilusoria porque 40 por
ciento de los argentinos son pobres, en las villas de emergencia no hay la
infraestructura necesaria para seguir clases virtuales, como se puede imaginar.
¿Qué consecuencias cabe esperar?
— Un desastre. Un
desastre social, un desastre educativo. Generaciones enteras que van a perder
el acceso a cosas… hay muchas personas que deberían haber sido médicos,
ingenieros, cuadros, creadores, innovadores, que van a desaparecer en la
miseria, es una enorme pérdida que las naciones tendrán que reparar. Por eso
hay que poner muchos, muchos, medios en la educación para poder reparar eso.
— Usted ha tenido
ocasión con bastante frecuencia de aconsejar a presidentes, en su país, Si
fuese asesor del presidente de un país como la Argentina, ¿qué le aconsejaría?
— Pienso que hay
que poner todo el acento, todo el acento, en la compensación de las
consecuencias sociales de la crisis. Eso exige mucho esfuerzo de financiación que
la comunidad internacional puede tal vez ayudar a hacer. Es necesario que se
haga realmente mucho esfuerzo en la compensación de los problemas sociales y
evidentemente en crear las condiciones para que las vacunas lleguen lo más
rápido posible.
— ¿Cuáles son los
sectores de la economía que deberían ser más respaldados?
— Y bien, son los
sectores que yo llamo los sectores de la economía de la vida: salud, higiene,
alimentación, educación, cultura, seguridad, lo digital; son los sectores
clave.
— En lo que hace a
los sistemas de vigilancia que, como usted señala en su libro, se vieron
acrecentados, fortalecidos, en esta crisis, ¿es posible retroceder en este
despliegue de controles, virtuales y otros, ¿es posible dar marcha atrás?
— Marcha atrás no
sería el buen término para mí. Hay que poner esos medios al servicio de la
gente. Pienso que conocer mejor la propia salud, conocer mejor nuestro nivel de
educación, estar más vinculado con los demás, es algo que ciertamente utiliza
esas tecnologías. Hace falta que sean tecnologías al servicio de la gente y no
al servicio de los poderosos para vigilar. Si ponemos esas tecnologías al
servicio de la gente podrían ser extremadamente liberadoras y democráticas
porque le dan a cada uno los medios para conocerse mejor.
— A propósito de
la Cumbre del Clima, la pandemia confirmó que la actividad industrial tiene
directa incidencia en las emisiones de gas que descendieron drásticamente. ¿Los
líderes mundiales aprendieron de esto? ¿Se vio reflejado en la cumbre del clima?
La economía de la
vida es buena para el clima y también para la salud, para las otras
dimensiones. Concentrarse solo en el clima es un grave error
— No sé, en todo
caso, hay una verdadera toma de conciencia sobre el clima que está en marcha,
que está bien, porque es necesario, pero es extraño, porque normalmente debió
haber una toma de conciencia sobre la salud. No es normal responder a una
crisis sanitaria con una respuesta sobre el clima. Es completamente
incoherente. Entonces está bien para el clima, pero ahora hace falta la misma
movilización mundial por la salud para todos. Si tenemos un buen clima pero la
gente muere por ausencia de cuidados o por falta de educación no sirve para
nada. Es por eso que hablo de la economía de la vida, que a la vez es buena
para el clima pero no sólo para ello. La economía de la vida es buena para el
clima pero también es buena para la salud, y para las otras dimensiones. Y
concentrarse solo en el clima es un grave error.
No hay comentarios:
Publicar un comentario