en las minas de
Venezuela
Marinellys
Tremamunno
Brújula cotidiana,
16-04-2021
“Venezuela es
actualmente el país del hemisferio occidental con mayor inversión china”, con
“68 mil millones de dólares en préstamos desde 2007 y la firma de casi 490
acuerdos en diversas áreas”. Así lo
informó Gerardo Berthin, director de Programas para América Latina y el Caribe
de Freedom House, en las palabras de bienvenida del evento virtual “Relaciones
sino venezolanas y sus implicaciones para América Latina y el Caribe” que se
llevó a cabo este jueves 08 de abril, organizado en alianza estratégica con el
Centro de Investigación Chino Latinoamericano de la Fundación Andrés Bello de
Colombia.
El director de
Freedom House destacó que “lo más interesante” de esta relación es que “se
desconocen los términos y las condiciones del 65%” de los contratos, mientras
que hay información parcial del 22% y sólo 12% es público. Pero ¿qué hay detrás
de estos acuerdos ocultos? La respuesta la encontramos en las investigaciones
que ha desarrollado la Fundación Andrés Bello con el auspicio de Freedom House,
que intentan escudriñar las relaciones bilaterales entre China y Venezuela,
“que han generado gran afectación en la vida” de los venezolanos.
El panel de
expertos estuvo moderado por la chilena Sascha Hanning de la Fundación para el
Progreso y contó con la participación del director ejecutivo de la Fundación
Andrés Bello, Parsifal D’Sola; la Profa. Martha Ardila, politóloga de la
Universidad Externado de Colombia; el Prof. Paulino Betancourt, investigador de
la Universidad Central de Venezuela y miembro de la Academia Nacional de
Ingeniería y Hábitat; y el periodista venezolano Jesús Hermoso.
“La creación del
Arco Minero del Orinoco en 2016 y los convenios con China alrededor de la
explotación aurífera con el paralelo auge de la minería ilegal, ha plagado el
sur de Venezuela de conflictividad”, indicó
Gerardo Berthin, para poner el foco de este primer encuentro virtual, que forma
parte del ciclo de podcast que han denominado “Café y Seda”, que periódicamente
profundizará en las relaciones sino-venezolanas. El proyecto “Arco Minero del
Orinoco”, fue instituido por Nicolás Maduro a través de un decreto el 24 de
febrero de 2016, tiene una superficie de 111 mil kilómetros cuadrados (12% del
territorio de Venezuela) y cuenta con 7 mil toneladas de reservas de oro,
cobre, diamante, coltán, hierro, bauxita y otros minerales de alto valor
industrial.
Si bien la
explotación minera es tan sólo uno de los tantos intereses que tiene China en
Venezuela; para el régimen es la tabla de salvación para obtener liquidez,
evadir las sanciones y garantizar su supervivencia. “El régimen de Maduro se
beneficia directa e indirectamente de la minería ilícita del oro. El sector
minero involucra a empresas estatales y privadas, obtiene minerales de las
minas que no se encuentran registradas y exporta a otros países como China,
Turquía y los Emiratos Árabes Unidos. Las ganancias de estos intercambios van a
las arcas del régimen de la nación, dándoles el dinero necesario para poder
eludir la presión financiera internacional por las sanciones impuestas tanto
por Estados Unidos como por Europa”, explicó el Prof. Paulino Betancourt. En el
caso específico de las empresas chinas, Betancourt explicó que a través de sus
investigaciones pudieron confirmar que “usualmente estas empresas se registran
con otro nombre y las personas que están encargadas del traslado y custodia de
los minerales hasta los aeropuertos o puntos de salida, a través de la frontera
de Colombia, usualmente son grupos irregulares”. Es decir, “la relación que se
ha mantenido en las zonas mineras ha sido de cooperación entre los grupos
irregulares y las empresas chinas”, puntualizó.
¿Cuáles grupos
irregulares? La profesora Martha Ardila informó que se trata no sólo de las
Farc sino además del ELN, entre otros grupos al margen de la ley que operan
libremente en territorio venezolano.
“En particular, en la frontera Arauca-Apure, son bien conocidas las
explotaciones ilegales que tienen que ver con el oro… Hay vínculos entre esta
situación fronteriza, el conflicto interno, los grupos al margen de la ley y el
narcotráfico”. Y participa también el ejército venezolano: el director de la
Fundación Andrés Bello, Parsifal D’Sola, precisó que “en muchos casos los
dueños de estas empresas son militares o exmilitares venezolanos que dan la
fachada de que es una operación nacional, por eso es difícil saber el impacto”.
Además, “no se puede menospreciar la presencia de empresas turcas, iraníes y
rusas que también tiene presencia en el país”, agregó.
Cuando Maduro creó
el Arco Minero, también creó una “Zona Económica Militar” para proteger sus
negocios, dando derecho a sus fuerzas armadas a participar en todas las
actividades mineras, incluso en aquellas actividades no tan lícitas. “Esto es
posible gracias a la zona especial, que se crea para dar anonimato a las
empresas chinas”, indicó Parsifal D’Sola. Además, el régimen se blindó aún más
con la Ley Antibloqueo (aprobada el 09 de octubre de 2020), que en su artículo
35 le otorga el carácter de “reservado, confidencial o de divulgación limitada”
a cualquier “expediente, documento, información, hecho o circunstancia” que
Maduro considere oportunos, prohibiendo así el acceso a toda “documentación que
haya sido calificada como confidencial o reservada”. Si un periodista se atreve
a acercarse a estos asuntos “confidenciales”, es retenido o incluso puede
llegar a ser asesinado, como confirmó Jesús Hermoso.
Pero, a pesar de
la censura, el prof. Betancourt ha podido confirmar la presencia de inversión
china en la explotación minera del oro al sur de Venezuela a través del trabajo
de campo y su actividad “ha traído como consecuencia la deforestación de
bosques y contaminación de los ríos, al punto que algunos de estos
contaminantes han llegado a Parques Nacionales como el Parque Nacional
Canaima”. El director de la Fundación Andrés Bello, Parsifal D’Sola, concluyó
que “el caso China-Venezuela es el ejemplo de cómo no se debe tratar con China.
Es un caso que debe ser estudiado y tomado como punto de referencia” para que
no se repitan los mismos errores.
Y más allá de los
intereses económicos, todos los panelistas coincidieron en que la potencia
asiática usa Venezuela como trampolín para generar un cambio geopolítico en la
región, en detrimento de los Estados Unidos. “El interés de la relación de
China con Venezuela es geopolítico y geoestratégico, porque no hay un retorno
económico de la (enorme) inversión que han hecho los empresarios chinos en
Venezuela... El único resultado lo ha tenido el partico comunista chino, que
usa Venezuela como un trampolín para entrar en la región”, indicó Jesús
Hermoso.
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