Andrés Cisneros
Ex vicecanciller
argentino
Infobae, 12 de
Mayo de 2021
Hamas e Israel
intercambian misiles. Israel es un Estado miembro de las Naciones Unidas y
Hamas una organización terrorista. No obstante, hagamos el esfuerzo de suponer
por un instante la ficción de que se trata de un conflicto interno de una
región del mundo a la que no pertenecemos y en la que no tenemos un interés
nacional argentino directamente en juego.
Cuando se produce
un enfrentamiento tan profundo, lo mejor que pueden hacer los países y
organizaciones del mundo es abstenerse de agravarlo: lo primero es no empeorar
la situación del paciente, reza el mandato hipocrático. Tomar distancia no
equivale ni a huir ni a zambullirse de lleno en un conflicto: para ser útil lo
mejor es no convertirse en parte, aunque nuestros valores como sociedad
organizada, nuestros principios nacionales y nuestro compromiso con la realidad
internacional nos inclinen, sin duda alguna, por una de ellas.
¿Y qué ha hecho el
gobierno argentino?
Emitió una
declaración oficial que es para la antología de lo que no debe hacerse.
Describe, sin calificar, lo que hizo ayer Hamas –una organización terrorista-
como un desangelado “ataque con misiles y artefactos incendiarios,” mientras
critica fuertemente a Israel –un Estado al que fuimos el primer país de América
Latina en enviarle un embajador- “por el uso desproporcionado de la fuerza”
conque contestó el ataque terrorista. Ya está: Argentina aparece ante el mundo
diferenciando al bueno y al malo de la película.
Por estas horas
llueven las críticas al canciller Felipe Solá, un ministro para el olvido. Las
merece, porque por algo aceptó estar allí y respaldar prácticamente cualquier
cosa. Pero todos sabemos que la política exterior, como casi todas las demás,
no se decide en el Palacio San Martín o, al menos, resultan fuertemente
condicionadas por comisariatos ideológicos en función de intereses subalternos
en la política interna.
Cuando una persona,
o un Estado, deciden posicionarse sobre cualquier asunto, resulta sumamente
útil ponderar las compañías en que nos encontraríamos de uno u otro lado.
Prácticamente todos los países occidentales - región y cultura a la que
pertenecemos- califican a Hamas como terrorista, al igual que las más
importantes organizaciones mundiales de derechos humanos. Uno tras otro lo
están ratificando ahora luego de estos atentados. Estados Unidos y la Unión
Europea hace tiempo que la consideran una organización terrorista. En cambio,
Rusia e Irán, tan cercanos a algunos corazones argentinos, no lo hacen.
En nuestra región,
los gobiernos populistas, con Venezuela a la cabeza, tampoco. Esas compañías
elegimos. Si algo ha tenido que ver directamente nuestro país con el conflicto
entre Israel y sus enemigos han sido los dos atentados criminales de la
embajada y de la AMIA, donde el terrorismo masacró a ciudadanos argentinos e
israelíes. Ningún gobierno argentino debiera olvidarlo para tratar con tibieza
cualquier acción terrorista. Por ahí convendría cerrar la Cancillería y
alquilar el edificio.
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