Debido a que ha comenzado en el país un debate sobre el ingreso universal -se menciona con diferentes nombres-, nos interesa archivar en esta etiqueta los aportes que recibamos aunque discrepen entres sí, para contribuir al esclarecimiento de un tema esencial para el futuro de la humanidad.
Iniciamos con la reiteración de la opinión, ya publicada, de Eduardo Duhalde.
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Renta básica
universal: una idea para considerar
Eduardo Duhalde
La Nación, 23 de
junio de 2020
En el año 2010
publiqué un libro titulado La Renta Básica Universal, (RBU) de Tomás Moro al
Hambre Cero. En él desarrollaba una
propuesta, nacida en la Universidad Católica de Lovaina, pero que tiene fuertes
raíces en Occidente desde la aparición del Humanismo. De ahí la mención a Tomás
Moro. La idea de una Renta Básica Universal es simple: se trata de garantizar a
todos los integrantes de una comunidad -un país, una provincia, un territorio-
un ingreso en efectivo mensual que asegure las mínimas condiciones de
subsistencia, sin ningún tipo de condicionamiento o contraprestación.
Los argumentos a
favor de una medida de este tipo son múltiples pero enumeraremos solo dos:
· Desde el punto de vista filosófico,
esta idea parte de la noción de la libertad como autogobierno, propia de la
tradición política republicana. El núcleo básico de esta definición de libertad
es que aquel que no dispone de una base material suficiente para garantizarse
una existencia social autónoma, tendrá que sobrevivir pidiendo permiso a
terceras personas y, por lo mismo, se verá en mayor o menor medida sometido a
la voluntad de estas. Por lo tanto, no será libre.
· Desde el punto de vista económico, el
argumento actual es que la Renta Básica Universal (RBU) permite la adaptación
de la economía a la nueva realidad definida por el progreso tecnológico, que a
través de la "robotización" y del desarrollo de la Inteligencia
Artificial hará que disminuya el número de puestos de trabajo y aumente el
número de desocupados. Un mundo así solo puede ser sostenible si se garantiza
un ingreso mínimo para todos.
La idea, que en su
momento fue apoyada por liberales como Milton Friedman, hoy solamente se aplica
plenamente en el estado de Alaska. Allí, todos los adultos con más de seis
meses de residencia en el territorio reciben una suma anual, ligada a los
beneficios de los contratos petroleros que el estado tiene. Los menores de 16
años reciben la mitad de esa suma. Desde que se implantó, en 1982, la idea ha
reunido cada vez más consenso, al punto de que en este momento ya hay varios
países encaminados, por distintas metodologías, a implementarla.
Baste decir que,
entre otras iniciativas, hay programas piloto funcionando en cuatro ciudades de
Canadá; que varias regiones de España tienen una asignación de estas
características para la juventud; que en Finlandia se lanzó un plan para
avanzar en la posibilidad de establecerla; que en Suiza se votó (aunque se
rechazó) un proyecto encaminado en ese sentido y que en diversos países de
África se aplica, aunque en forma sumamente limitada.
Pero lo que quiero
destacar en este artículo es que, en estos momentos, vuelve a surgir con fuerza
la propuesta de establecer en distintos países de Europa una RBU, con el
objetivo de garantizar a todos y cada de los ciudadanos, sin importar cuales
sean sus ingresos, un mínimo de dinero que pueda ayudarnos en una situación
crítica como la de la pandemia actual. El Papa Francisco ha mencionado la
posibilidad en su alocución de Pascua, y el vicepresidente del Banco Central
Europeo, Luis de Guindos, conocido por su rigor presupuestario, abogó
recientemente por una "renta mínima de emergencia" para que nadie se
quede sin ingresos durante esta crisis. Otro tanto hizo Kristalina Georgieva,
directora gerente del Fondo Monetario Internacional, que opinó recientemente
que "el ingreso mínimo español es un buen instrumento por la igualdad".
En la Argentina la
salida de la pandemia dejará una economía de muy difícil gestión, que golpeará
sobre todo a los sectores más desamparados que se enfrentarán a un panorama de
carencias y dificultades inédito en la historia reciente. Pero también va a
afectar a los sectores medios. En definitiva, un 80% de la población.
Sin embargo,
también hay que reconocer que, junto con los problemas, el coronavirus nos ha
traído la posibilidad -la imperiosa necesidad, diría- de pensar fuera de los
esquemas habituales, de buscar soluciones que no están regularmente en las
agendas políticas, de abrirnos a ideas que eluden la lógica conservadora de los
poderes establecidos.
En estos días
tanto desde el Gobierno como desde otros sectores, la Renta Básica Universal se
ha puesto en la agenda de discusiones. Es auspicioso. Ahora solamente falta que
el tema se discuta con argumentos, con datos, con conocimientos y no, como
suele ocurrir, con la salida fácil de la chicana, el prejuicio y la
descalificación. Sería un gran avance en el horizonte de los menos favorecidos
de nuestro país.
Expresidente de la
Nación
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