martes, 14 de diciembre de 2021

TEMA DE DEBATE: INGRESO UNIVERSAL

 Debido a que ha comenzado en el país un debate sobre el ingreso universal -se menciona con diferentes nombres-, nos interesa archivar en esta etiqueta los aportes que recibamos aunque discrepen entres sí, para contribuir al esclarecimiento de un tema esencial para el futuro de la humanidad.

Iniciamos con la reiteración de la opinión, ya publicada, de Eduardo Duhalde.

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Renta básica universal: una idea para considerar


Eduardo Duhalde


La Nación, 23 de junio de 2020 

 

En el año 2010 publiqué un libro titulado La Renta Básica Universal, (RBU) de Tomás Moro al Hambre Cero. En él desarrollaba una propuesta, nacida en la Universidad Católica de Lovaina, pero que tiene fuertes raíces en Occidente desde la aparición del Humanismo. De ahí la mención a Tomás Moro. La idea de una Renta Básica Universal es simple: se trata de garantizar a todos los integrantes de una comunidad -un país, una provincia, un territorio- un ingreso en efectivo mensual que asegure las mínimas condiciones de subsistencia, sin ningún tipo de condicionamiento o contraprestación.

 

Los argumentos a favor de una medida de este tipo son múltiples pero enumeraremos solo dos:

·         Desde el punto de vista filosófico, esta idea parte de la noción de la libertad como autogobierno, propia de la tradición política republicana. El núcleo básico de esta definición de libertad es que aquel que no dispone de una base material suficiente para garantizarse una existencia social autónoma, tendrá que sobrevivir pidiendo permiso a terceras personas y, por lo mismo, se verá en mayor o menor medida sometido a la voluntad de estas. Por lo tanto, no será libre.


·         Desde el punto de vista económico, el argumento actual es que la Renta Básica Universal (RBU) permite la adaptación de la economía a la nueva realidad definida por el progreso tecnológico, que a través de la "robotización" y del desarrollo de la Inteligencia Artificial hará que disminuya el número de puestos de trabajo y aumente el número de desocupados. Un mundo así solo puede ser sostenible si se garantiza un ingreso mínimo para todos.


La idea, que en su momento fue apoyada por liberales como Milton Friedman, hoy solamente se aplica plenamente en el estado de Alaska. Allí, todos los adultos con más de seis meses de residencia en el territorio reciben una suma anual, ligada a los beneficios de los contratos petroleros que el estado tiene. Los menores de 16 años reciben la mitad de esa suma. Desde que se implantó, en 1982, la idea ha reunido cada vez más consenso, al punto de que en este momento ya hay varios países encaminados, por distintas metodologías, a implementarla.


Baste decir que, entre otras iniciativas, hay programas piloto funcionando en cuatro ciudades de Canadá; que varias regiones de España tienen una asignación de estas características para la juventud; que en Finlandia se lanzó un plan para avanzar en la posibilidad de establecerla; que en Suiza se votó (aunque se rechazó) un proyecto encaminado en ese sentido y que en diversos países de África se aplica, aunque en forma sumamente limitada.

 

Pero lo que quiero destacar en este artículo es que, en estos momentos, vuelve a surgir con fuerza la propuesta de establecer en distintos países de Europa una RBU, con el objetivo de garantizar a todos y cada de los ciudadanos, sin importar cuales sean sus ingresos, un mínimo de dinero que pueda ayudarnos en una situación crítica como la de la pandemia actual. El Papa Francisco ha mencionado la posibilidad en su alocución de Pascua, y el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, conocido por su rigor presupuestario, abogó recientemente por una "renta mínima de emergencia" para que nadie se quede sin ingresos durante esta crisis. Otro tanto hizo Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, que opinó recientemente que "el ingreso mínimo español es un buen instrumento por la igualdad".


En la Argentina la salida de la pandemia dejará una economía de muy difícil gestión, que golpeará sobre todo a los sectores más desamparados que se enfrentarán a un panorama de carencias y dificultades inédito en la historia reciente. Pero también va a afectar a los sectores medios. En definitiva, un 80% de la población.

 

Sin embargo, también hay que reconocer que, junto con los problemas, el coronavirus nos ha traído la posibilidad -la imperiosa necesidad, diría- de pensar fuera de los esquemas habituales, de buscar soluciones que no están regularmente en las agendas políticas, de abrirnos a ideas que eluden la lógica conservadora de los poderes establecidos.

 

En estos días tanto desde el Gobierno como desde otros sectores, la Renta Básica Universal se ha puesto en la agenda de discusiones. Es auspicioso. Ahora solamente falta que el tema se discuta con argumentos, con datos, con conocimientos y no, como suele ocurrir, con la salida fácil de la chicana, el prejuicio y la descalificación. Sería un gran avance en el horizonte de los menos favorecidos de nuestro país.


Expresidente de la Nación

 

 

 

 

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