viernes, 29 de abril de 2022

REFLEXIONES

 


sobre maniobras de 'Falsa Bandera' y otras fábulas


Cuando el repaso de probables atrocidades es la continuación de la guerra, por otros medios.

 

Philip Giraldi *


El Ojo Digital, 26 de Abril de 2022

 

En apariencia, el hombre a quien el mandatario estadounidense Joe Biden ha llamado 'matón', 'asesino' y 'criminal de guerra', ahora es acusado de perpetrar un 'genocidio' y, de acuerdo a William Burns, Director de la CIA, podría encontrarse hoy en estado de 'desesperación' de cara a su aparentemente guerra en parálisis, contemplando el líder ruso el empleo de armas nucleares tácticas. Mientras tanto, en el Pentágono, en sintonía con el mayor presupuesto de 'Defensa' de la historia desde Vietnam, el General Mark Milley -titular del Estado Mayor Conjunto- aconseja hoy que la guerra que dio inicio en Ucrania demandará la construcción de aún más bases militares americanas en Europa, a efectos de enfrentar a Putin.

 

Aún no está claro quién exactamente en la pandilla de Estados paria que rodea a Biden es el mayor responsable por el festival de retórica e hipérbole, aunque uno podría suponer que, de hecho, se asiste a un esfuerzo grupal liderado por un coro de disminuídos mentales, la mayoría de los cuales son herederos de la beatificada Administración Obama. Sólo falta Hillary Rodham. Pero, en simultáneo, uno debería preguntarse cómo se llevaría a cabo un también fallido Plan B para deponer a Putin. Después de todo, siendo que Rusia es una nación de peso con capacidad para lanzar misiles desde tierra y desde submarinos y, con ello, destruir a los Estados Unidos, debería existir algún tipo de dialogo con el Kremlin, luego de que el fiasco de Ucrania llegue a su fin. Calificar como criminales y genocidas a líderes de Estado no es el modo ideal para restaurar un nivel satisfactorio de respeto recíproco que, eventualmente, habilite para conversar sobre cuestiones de importancia -como es el caso de guerra y paz.

 

Volodymyr Zelensky, el presidente ucraniano, está siendo dirigido por sus regentes conservadores; a criterio de presionar los botones correctos y, luego, de apelar a la simpatía internacional en favor de su país. Ha sido notoriamente exitoso al momento de alarmar frente a la amenaza rusa, al tiempo que exigía más y mejores armas. Dos expresiones que han emergido recientemente, que tienen por meta el oscurecer la figura de Putin, se centran en la preocupación de que los rusos puedan recurrir a los que se conoce como engaño de 'Falsa Bandera', o bien emplear armamento químico, acaso contra sí mismos, para justificar una invasión más amplia. En efecto, ambos métodos pueden ser utilizados en simultáneo. En esencia, una operación del tipo 'False Flag' involucra el accionar de un atacante o contacto que represente a algo ajeno a la propia agenda, en un esfuerzo por engañar al objetivo. Extensivamente, las maniobras de esta categoría han sido empleadas en operaciones de inteligencia y también en operaciones militares, con la idea de disimular la responsabilidad frente a un acto de guerra.

 

En mi propia experiencia como oficial de operaciones de la CIA, en una oportunidad 'desarrollé' un vínculo con un oficial de inteligencia libio, utilizando por mi parte una falsa identidad de hombre de negocios italiano. El ciudadano libio se mostró predispuesto a compartir información con un italiano, aunque hubiese puesto pies en polvorosa rápidamente si su interlocutor hubiese sido un estadounidense. Hace no mucho tiempo, Libia era una colonia de Italia, y mi contacto se pronunciaba en un italiano más que aceptable. La descripción remite a una operación de 'Falsa Bandera', ejecutada con la intención de realizar acciones de espionaje sobre un objetivo extranjero.

 

Un ejemplo reciente de lo que podría considerarse como una operación de 'Falsa Bandera', aunque con consecuencias más letales, tuvo lugar cuando el presidente Donald Trump atacó una base aérea siria con 59 misiles crucero, ante un casi seguramente fabricado informe de inteligencia que rezaba que el ejército del mandatario sirio Basher al-Assad había utilizado armas químicas en un ataque contra Khan Shaykhun, en 2017. Acto seguido, investigadores independientes determinaron que los terroristas antigobierno que en ese momento ocupaban la ciudad habían sido quienes escenificaron el supuesto ataque, deliberadamente organizando la maniobra y responsabilizando al gobierno sirio; todo ello, con el fin de provocar una réplica estadounidense. La misma tuvo lugar, con Trump respondiendo a los titulares de los medios de comunicación, y sin que nadie se preocupara por revisar efectivamente el nivel de confiabilidad de las fuentes de inteligencia empleadas previo a sancionar el bombardeo. Por fortuna, la evidencia en torno del asunto, que indicaba que el ataque primigenio fue confeccionado por aliados del Estado Islámico en Siria (ISIS) emergió velozmente y, en consecuencia, no se registraron nuevos ataques estadounidenses.

 

Las recientes recriminaciones contra Putin involucraron la supuesta masacre rusa de, posiblemente, centenares de civiles en Bucha, así como también el asesinato de más de cincuenta civiles en la estación de trenes de Kramatorsk, el 8 de abril; evento éste que casi de inmediato provocó sospechas en relación a una probable 'False Flag'. Si hemos de evaluar el motivo, lo cierto es que no tenía sentido que Rusia masacrara civiles, ni que atacara a un nodo de transporte -objetivo no militar-; evento que hubiese podido dar lugar a una alta cifra de bajas, motivando ello al incremento de la presión desde OTAN y los Estados Unidos sobre Moscú y sus tropas, y lo propio con la opinión internacional frente a Putin. En tal sentido, rápidamente la anunciada masacre y el ataque posterior fueron adjudicados a Rusia, por parte de medios de comunicación hostiles.

 

Sin embargo, es ahí cuando los relatos comienzan a perder empuje. Los soldados rusos abandonaron la localidad de Bucha el 30 de marzo. Dos días después, Bucha fue ocupada por la Brigada Azov, del ejército ucraniano, con el objetivo de eliminar a los 'traidores'. La Brigada Azov ha sido descrita, plausiblemente, como nacionalista extremista, e incluso como neonazi. Entre el 2 y el 3 de abril, se publicó el primer vídeo que exhibió a personas sin vida en las calles de Bucha, muchas de ellas portando bandas blancas en los brazos, presuntamente utilizadas para señalar a las fuerzas rusas en retirada que esos habitantes eran 'amistosos'. 'Occidente' y funcionarios ucranianos velozmente declararon que aquellas muertes revelaban las 'atrocidades rusas'.

 

Según se informó, activos de Azov le disparaban a personas que 'abandonaban' las zonas de combate debido a su condición de 'traidores', en tanto arengaron a no rendirse y a no colaborar con los rusos. Creíblemente, Azov fue acreditado como responsable por atrocidades de guerra perpetradas contra ciudadanos de etnia rusa en el pasado. Retomando la cuestión del motivo, definitivamente podía vincularse al interés ucraniano el asesinar a un par de centenares de sus propios civiles, para eventualmente demonizar a Putin y convocar a una intervención militar directa desde Occidente; precisamente, lo que Zelensky y sus consejeros neoconservadores están intentando hacer hoy mismo. De tal suerte que, ¿puede hablarse de una operación 'False Flag' aquí, en la que soldados ucranianos atacaron deliberadamente a ciudadanos ucranianos, para que esos asesinatos pudieran ser adjudicados a Rusia?

 

Adicionalmente, resultó ser que el misil utilizado contra la estación de trenes de Kramatorsk fue del tipo hallado normalemente en el arsenal ucraniano -no el ruso. Un informe en vídeo, emitido por el canal italiano LA7, fue grabado por uno de sus equipos desplegados en Ucrania. Eran uno de seis equipos de periodistas occidentales llegados al supuesto sitio del bombardeo en Kramatorsk. Al momento del ataque, numerosos ciudadanos ucranianos estaban abandonando la ciudad, debido a la proximidad de los combates entre fuerzas ucranianas y rusas. Kramatorsk funge como asentamiento temporario de la administración de la región de Donetsk, puesto que la ciudad de Donetsk está en manos de milicianos del Donbas -afiliados a Rusia-, y porque no está bajo el control de las autoridades ucranianas con base en Kiev.

 

El clip italiano muestra tomas cercanas de los restos del proyectil que golpeó al edificio, lo cual revela que el número de serie cuaja con el vehículo Tochka-U para lanzamiento de misiles balísticos, el cual Kiev afirmó que era ruso; pero más probablemente es ucraniano. El número de serie del misil se ve con claridad (aparece como Φ91579) y, en comparación, aunque ha sido realizada por técnicos rusos, resulta evidente que el misil pertenece a la misma serie de armamento que fue disparado contra objetivos en las regiones del Donbás, que buscan unirse a Rusia. Han sido empleadas ontra 'Khartszsk el 4 de septiembre de 2014 (número de serie del cohete: ‘Φ15622’) y contra Tshevsky el 2 de febrero de 2015 (número del cohete: ‘Φ91565’), contra Lugvinova el 13 de febrero de 2015 (misiles número ‘Φ91566, Φ915527, Φ915328’), contra Perdiansk el 19 de marzo de 2022 (cohete número ‘Φ915611’), y contra Militobol el 17 de marzo de 2022 (cohete número ‘Φ915516’).' Más aún, el misil de referencia se incluye, de acuerdo al Kremlin, en el inventario de armamento ucraniano, y ya es considerado como obsoleto por los militares en Moscú.

 

No obstante, cabe pensar un poco más allá del asunto. Si los rusos realmente hubiesen deseado culpar a los ucranianos por asesinar a otros ucranianos, ¿qué mejor manera de hacerlo que falseando un lanzamiento de misiles que no se encuentren en uso operacional en el Ejército Ucraniano? Existe lo que se ha calificado como informes de testigos que hablan de tropas rusas empleando el Tochka en suelo ucraniano, pero lo cierto es que esos informes provienen de fuentes controladas por Ucrania; sin embargo, rara vez el Kremlin ha desplegado Tochkas en sus arsenales, aún cuando no sirvan ya para su empleo en líneas del frente. Y los números de serie, pintados sobre etiquetas que parecen haber sido pegadas una sobre otra, pueden ser modificados.

 

El problema fundamental aquí no es el probable empleo de una false flag en lo que ya constituye una guerra entre dos Estados vecinos. Este tipo de operaciones son esperables, cuando se vuelven convenientes para uno u otro lado. La complicación reside en que la información autenticable en torno de lo que en realidad sucede es escasa, y en el hecho de que ambas partes mienten y enloqueciendo a efectos de convencer a una audiencia internacional y a sus respectivas ciudadanías de una 'verdad' que en realidad se aproxima más a la ficción. Conforme ya se ha visto, la primera víctima en cualquier conflicto bélico es la verdad.

 

Así es que, olvidémonos por un momento de las false flags y de otras conveniencias tácticas, así como también de las mentiras que se originan en Washington y en la Europa Occidental. Lo triste es que el foco sobre las posibles atrocidades ha revertido lo que los Estados Unidos y Occidente deberían estar haciendo, esto es, crear un ambiente en el que pueda propiciarse un cese al fuego que conduzca a negociaciones genuinas; lo cual redunde en un escenario de status quo aceptable tanto para Rusia como para Ucrania. En lugar de ello, Washington y sus aliados parecen mostrarse más predispuestos a canalizar más armamento hacia territorio ucraniano, basándose en cuestionables informes sobre pretendidos crímenes de guerra rusos -garantía de que los combates continuarán por muchos meses más, sino acaso por más tiempo.

 

Obsérvese, por ejemplo, la narrativa promocionada por el notorio y retirado Coronel del Ejército de los EE.UU., Alexander Vindman, ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional y nacido en Ucrania, al tiempo que funge como destacado simpatizante de la guerra versus Rusia. El funcionario argumenta, basándose en los supuestos crímenes de guerra rusos, que, 'a pesar de lo que personas como Tucker Carlson dicen, lo cierto es que no hay dos caras del relato en torno de la guerra de Rusia contra Ucrania. ES un relato sobre el bien y el mal. Todo lo que Usted debe hacer es mirar a la masacre de civiles en Bucha, el ataque con un misil contra la estación de trenes de Kramatorsk, o mirar las incontables atrocidades perpetradas por fuerzas rusas a lo largo de Ucrania, para verlo todo con más claridad'.

 

El pensamiento de Vindman proviene del librillo neoconservador, que versa sobre el rol adecuado de los Estados Unidos como potencia suprema en el concierto mundial, sin que Washington sea jamás tomado como responsable por sus acciones. Fácilmente, lo apuntado por Vindman puede ser descartado, como otro relato partidista acompañado de medias verdades, y que sólo tiene por objeto denigrar a Rusia. Lo que sea que uno sienta respeto de la 'valiente y pequeña Ucrania' que hoy hace frente al oso ruso, sumado ello a la decisión de envolverse en la bandera ucraniana, nada tiene para ofrecer en materia de raciocinio: los Estados Unidos no tienen interés genuino alguno en involucrarse en esta guerra, que ciertamente puede terminar mal para todos los involucrados. Infortunadamente, Vindman no es la única figura pública atrapada en la misma visión estrecha.

 

* Philip Giraldi

Especialista en contraterrorismo; ex oficial de inteligencia militar de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América (CIA). Se desempeña como columnista en medios estadounidenses, y como Director Ejecutivo en el Council for the National Interest. Giraldi es colaborador frecuente en Unz.com, Strategic Culture Foundation y otros. En español, sus trabajos son sindicados con permiso en El Ojo Digital.

jueves, 28 de abril de 2022

UCRANIA

 

detenerse antes de que sea demasiado tarde


Riccardo Cascioli


Brújula cotidiana, 28-04-2022

 

 

Más armas y en tiempos más rápidos para Ucrania. Este es un resumen de lo que surgió de la reunión de representantes de 40 países que se dieron cita en la base estadounidense de Ramstein, en el suroeste de Alemania. Y justo para la ocasión, Alemania marcó un vuelco en su política, anunciando el envío de 50 tanques antiaéreos a Ucrania. Todo mientras el gobierno británico dice que es lícito que las fuerzas ucranianas ataquen territorio ruso con armas suministradas por el Reino Unido, después de que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Lavrov, advirtiera sobre el riesgo de una Tercera Guerra Mundial. Y luego, en respuesta al gobierno británico, el ruso dijo que entonces, con el mismo razonamiento, Rusia tiene derecho a golpear a los países de la OTAN.

 

Por tanto, todo habla de guerra, de aún más guerra, seguimos echando leña al fuego, realmente nadie parece dispuesto a buscar una solución a este conflicto que no sea militar. Las imágenes de la población ucraniana que sufre y paga por esta guerra parecen funcionales solo para aumentar el consenso en torno a la decisión de los gobiernos europeos de flanquear al gobierno ucraniano contra el ruso. El sentimiento muy concreto es que, en realidad, de la población ucraniana poco importa, ni en Bruselas, ni en Washington, ni siquiera en Kiev, ni mucho menos en Moscú.

 

Así lo demuestra la actitud hacia los prófugos que escapan de Ucrania que, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, han alcanzado la cifra de 5 millones 200 mil (el 13% de toda la población ucraniana, y podrían llegar a superar los 8 millones). Pues bien, la carga de esta masa humana pesa casi exclusivamente sobre los países vecinos de Ucrania, con Polonia a la cabeza, que acoge a unos 3 millones. Otro medio millón está en Hungría, 800 mil en Rumanía, etc. Bueno, el presidente ucraniano Zelensky nunca apela por ellos ni agradece a los países que están haciendo todo lo posible para ayudarlos; y desde Bruselas no sólo no llegan ayudas a estos países, sino que incluso se hace todo lo posible para golpear económicamente a Polonia y Hungría, por las conocidas razones ideológicas (además, el patriotismo exaltado por Ucrania, se convierte en cambio en una amenaza si se compara con Polonia y Hungría).

 

En todo caso, el aspecto más grave y preocupante, como ya hemos tenido oportunidad de escribir, es precisamente la falta de sujetos que tengan la voluntad y la capacidad de encontrar un camino que conduzca al fin inmediato del conflicto. Tanto entre las partes directamente involucradas, como entre los países que están interesados ​​de una forma u otra. Ya han sido dos meses de combate, de destrucción, de muerte, de violencia y la perspectiva es que continúe por mucho tiempo, con el riesgo de que se amplíe también el campo de batalla. De hecho, ya debería ser evidente que la guerra no es una cuestión entre Rusia y Ucrania, sino más bien entre Rusia y la OTAN (Estados Unidos a la cabeza) que están jugando una partida de geopolítica en el territorio de Ucrania (por el momento).

 

Es necesario cambiar de rumbo antes de que sea demasiado tarde. Para llegar a una negociación hay que dar pasos previos, posiciones que hay que expresar públicamente. Mientras tanto, dar ciudadanía a las razones del oponente, lo que no significa justificar, sino simplemente entender lo que quiere y luego identificar donde se puede llegar a un acuerdo, el punto de composición de los diferentes intereses. Negar que Ucrania es una nación y que tiene derecho a un Estado soberano, por un lado, y la censura de cualquier posición que no sea el “Putin criminal” por el otro, significa querer que el diálogo ni siquiera comience.

 

Luego deben ser claros los objetivos que se marcan. ¿Cómo encontrar un punto de encuentro si no está claro hacia qué objetivo me dirijo? Hace algunas noches, hablando en el programa Otto e mezzo (Ocho y medio) de La7, el director de Limes, Lucio Caracciolo, dijo con razón que todavía no sabemos el objetivo del gobierno ucraniano, lo que realmente quiere. Las intenciones de Rusia están declaradas desde el principio: el objetivo político, el cambio de gobierno en Kiev, parece haberse desvanecido; así también será problemático romper el vínculo entre Ucrania -o lo que quede de ella- con Estados Unidos; pero el objetivo militar es claramente tomar el control del Donbass y la franja de tierra que lo uniría a Crimea, incluso si un mayor interés en ocupar la franja sur de Ucrania para unirse a Transnistria, el área de habla rusa de la Moldavia donde ya ha saltado la alarma en estas horas.

 

¿Pero Kiev? ¿Qué pretende en este punto? Se habla mucho de la posible derrota de Rusia, pero ¿cómo debe traducirse concretamente? La respuesta es importante, dijo con razón Caracciolo, porque la Unión Europea y la OTAN apoyan a Kiev y es importante saber cuál es el objetivo, tenemos derecho a saber al menos por qué luchamos y para qué se envían armas. Estados Unidos ya ha dado su opinión de alguna manera: hacer que la guerra dure el mayor tiempo posible para debilitar a Putin (incluso para Rusia, la idea de un cambio de régimen inmediato parece fuera de la realidad). Un objetivo cuestionable dado que es la población ucraniana y Europa quienes pagan los intereses de Washington.

 

Pero a un cierto punto, ya sea mañana o dentro de un año, se tendrá que poner fin, se tendrán que sentar en una mesa. Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo de Kiev? ¿Recuperar el control de Crimea y Donbass? Impensable mirando las fuerzas sobre el terreno, a menos que realmente se quiera desatar la Tercera Guerra Mundial, un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN.

 

¿Aceptar que Crimea y Donbass pasarán definitivamente bajo control ruso, una partición que cree dos Ucranias? Pero entonces, surge la pregunta, ¿no podría y debía evitarse este desastre? En todo caso, es necesaria una respuesta, ese estribillo constante gritando a diestra y siniestra “Armas, armas, armas”, es irritante a la vez que altamente sospechoso.

 

No es con la guerra que se construye la paz, y lo que está sucediendo lo demuestra una vez más.

domingo, 24 de abril de 2022

LA BESTIA NEGRA


 Un cuento para engatusar a asnos, necios y cobardes


José Luis Milia


Informador Público, Abr 24-2022

 

No nos confundamos, no es éste el relato de la bète noire de Gevaudan que, según las crónicas del siglo XVIII se comió a más de doscientas personas en esa comarca de la Occitaine. No, él cuento de esta presunta Bestia Negra sucedió, hace cuarenta años, en unas islas del Atlántico Sur, según lo refiere Sir Hugo Alconothing Moon que es el fabulista de marras y, aunque no se comió a nadie ahí, algunos de los “algas” que allí vivían le contaron que los mordiscos les pasaron cerca.

 

La Bestia Negra de marras tenía la particularidad de hablar tres idiomas y, según uno de los “algas” que lo trató, tenía una sólida formación académica. Había llegado a las islas como traductor; esa era su sola y única misión, lo de la policía militar y el contraespionaje es una leyenda acuñada por los “algas” para asustar a sus hijos indóciles o hacerse pagar terapias por stress post traumático; en verdad, quienes se encargaban de esos menesteres eran otros; aun así, su aspecto- siempre según lo que los “algas” le contaron a Sir Hugo -era aterrador. Exigía comida, pateaba puertas y en sus momentos de furia expresaba que lo mejor que se podía hacer con los “algas”… era un puré de algas.

 

Hasta allí la fábula, vamos a los hechos de un artículo espurio y falaz. Quien es apodado la bestia Negra -hoy sin posibilidad de defenderse pues murió hace veintidós años- era el Mayor del Ejército Argentino Douglas Patrick Dowling. 

Quienes cuentan sus “peripecias”- fusiles en la cara de una niña, trompadas en el estómago de un “tranquilo habitante” que hablaba permanentemente por radio con la flota inglesa y se comidió a llevar el mensaje de rendición enviado por el jefe inglés, más otros tantos que disponían de radios y se comunicaban cotidianamente con el enemigo, “vuelos de la muerte” como si al Ejército le sobrara combustible- son los habitantes de Malvinas; quien le pone letra, agregando lo único que es verdad en el artículo, un lúgubre paisaje de guerra, es el periodista “argentino” Hugo Alconada Mon.

 

No cabía esperar otra cosa de él, desde hace dos mil años siempre hay treinta denarios de plata para pagar traidores. En un artículo anterior se esforzó en mostrar a los jefes militares argentinos, en plena guerra, como unos coimeros, pero al escriba lo ganó un medroso silencio cuando el coronel Florencio Olmos- que había prestado servicios en el Estado Mayor Conjunto en 1982- lo conminó a dar precisiones y nombres al respecto.

 

Todos los artículos que Alconada Mon ha escrito para “recordar” el cuadragésimo aniversario de la batalla de Malvinas- la batalla porque la guerra no ha terminado- rezuman una baba desmalvinizante que, si bien es acorde con la política de desarme e indefensión que la Argentina ha llevado desde 1983 es en el fondo, y esto es lo miserable de sus escritos, una negación de la gesta, una ofensa a los caídos y un desprecio a los veteranos y a todos los que llevamos a Malvinas clavada en el alma.

 

Quizás Alconada Mon haya escrito esta saga lamentable esperando que un nuevo premio internacional llegue a sus vitrinas, quizás lo hizo porque deba pagar alguna membresía internacional de “periodistas detectives”, o quizás, porque la admiración que siente por otro Judas, el “perro” Verbitsky, lo haya llevado a eso. La verdad está en su conciencia y solo él la conoce, pero debería tener muy presente la frase del procónsul Quinto Servilio Cepión ciento setenta y cinco años antes de que los treinta denarios se pusieran de moda: “Roma no paga traidores”.

jueves, 21 de abril de 2022

EL RESCATE EN LA ISLA BORBÓN

 


 la peligrosa misión más allá de los límites de los helicópteros


En primera persona, la difícil misión de los tripulantes de los Sea King -que operaban desde el continente- de evacuar a 11 hombres, cuyas naves habían sido destruidas por un ataque inglés. Cómo los oficiales y suboficiales se arriesgaron a recorrer esos 1500 kilómetros sobre el océano con problemas que podrían haberles costado la vida

 

Capitán de Navío VGM (RE) Oscar Brandeburgo


Infobae, 21 de Abril de 2022

 

El 28 de mayo, mientras operábamos desde Viedma, la Escuadrilla, que operaba los H-3 Sea King, recibió la orden de alistar los helicópteros para operar en el área Malvinas desde el continente, en una misión de evacuación de 11 hombres que se encontraban en un aeródromo de la Isla Borbón, al norte de la Gran Malvina, sin tarea específica, ya que sus aeronaves habían sido inutilizadas días antes por un ataque inglés.

 

Pese a que, a priori, esta misión era impracticable por múltiples razones, el 29 de mayo iniciamos las tareas de desmantelamiento de todo lo que no fuera imprescindible a bordo de los helicópteros, a efectos de incrementar la carga útil para no superar el peso máximo de despegue. Apenas iniciado el planeamiento del vuelo, se identificaron muchas debilidades y limitaciones que conspiraban contra el cumplimiento de la misión que se nos había impuesto.

 

Una de las determinantes era la insuficiente autonomía de las aeronaves. Por diseño, el helicóptero no podía cargar la cantidad de combustible necesaria para ir y regresar del objetivo ordenado.

 

Tratándose de un helicóptero de considerable tamaño (10 toneladas al despegue) y reducida velocidad de vuelo (unos 220 km/h de diseño), y por ende de evasión, resultaba muy vulnerable ante aviones enemigos, fundamentalmente las Patrullas Aéreas de Combate (PAC) de los Harrier ingleses. Sobre todo, teniendo en cuenta que su capacidad de defensa era nula, ya que no portaba ningún tipo de armamento.

 

En el mismo sentido, su alto nivel de ruido lo volvía sumamente indiscreto, pudiendo revelar su presencia a distancias considerables, sobre todo considerando la proximidad a la cabecera de playa que los ingleses estaban desarrollando en el Estrecho San Carlos.

 

Desde el punto de vista del equipamiento electrónico, no contaba con un navegador que le asegurara la precisión que requería la misión para llegar hasta el Aeródromo Calderón, volando sobre el mar sin ningún tipo de referencias durante algo más de 600 km y tampoco poseía ningún tipo de radar ni sistemas que le permitieran saber si alguien los estaba detectando, por ejemplo, un radar enemigo.

 

Finalmente, el regreso debería ser nocturno, entre montañas, a muy baja altura para evitar la detección, con meteorología dudosa y sin disponer de equipos intensificadores de luz (anteojos de visión nocturna).

 

Pocas horas después, el comandante asumió la nada fácil decisión de designar a las tripulaciones que volarían los dos helicópteros. Es uno de los episodios que más vívidamente recuerdo de todas las etapas del conflicto.

 

El comandante reunió a la todos los integrantes de la Escuadrilla en la sala del aeropuerto de Viedma que cumplía las funciones de cuarto de prevuelo. Al sentarse frente a sus oficiales y suboficiales, informó que iba a designar las tripulaciones para la misión. Antes de hablar de nombres explicó, con todos los detalles que hasta ese momento le eran familiares, la tarea que había decidido asumir. Recuerdo que en ningún momento minimizó lo incierto y riesgoso del trabajo que teníamos por delante, a lo que debían sumarse los límites que decidió vulnerar tratando de llevar adelante la misión que le había sido impuesta.

 

En medio de un silencio donde se podían contar las palpitaciones de cada uno, pronunció las palabras que todo subordinado espera escuchar de su comandante, sobre todo en combate. Recuerdo que dijo: “En el helicóptero líder me va a acompañar el Teniente Guillermo Iglesias…”, asumiendo frontal y decididamente todo el riesgo que nos estaba pidiendo asumir y poniéndose al frente de la misión… como todo buen comandante. Gracias, señor Capitán Barro, por tan honroso recuerdo.

 

Luego dijo: “En el helicóptero numeral volarán el Teniente Osvaldo Iglesias y el Teniente Oscar Brandeburgo”.

 

Seguidamente, designó a los Suboficiales Beltrán Giqueaux y Roberto Montani, respectivamente, para acompañar a los pilotos designados en calidad de Mecánicos de Vuelo. Estos dos suboficiales eran dos excepcionales mecánicos de Sea King y hombres de probada capacidad y compromiso con la tarea asignada, siempre. El tiempo se encargaría de enseñarme a posteriori que también son excelentes personas.

 

Cuando el comandante se retiró de la sala, todo quedó en silencio. No sé cuánto tiempo, pero fue hasta que partimos para hacernos cargo de lo que a cada uno le competía.

 

Las emociones de ese momento eran complejas y algo mezcladas. Obviamente no puede soslayarse el dejo de orgullo de saberse elegido para una tarea difícil, de hecho, la más difícil que le tocó enfrentar a la Escuadrilla hasta ese momento, luego de diez años de vida. También, mano a mano con la satisfacción de la elección, corría el desasosiego de la incertidumbre del regreso.

 

Entre todos los factores que conspiraban contra la misión, el determinante era, como ya dijimos, la cantidad de combustible, porque la capacidad de los tanques del helicóptero no era suficiente para efectuar el vuelo de ida y vuelta, encontrándose como única solución posible cargar cinco tambores de combustible de 200 litros dentro del helicóptero y que los mecánicos, en vuelo, los fueran trasvasando manualmente con una manguera a los tanques principales, a medida que estos se fueran vaciando, maniobra que nunca se había realizado.

 

Aun así, la cantidad que se llevaba a bordo no alcanzaba para ir y volver, generando un punto de no retorno (extremo derecho del segmento verde en la figura) más allá del cual la única alternativa era alcanzar las islas ante la imposibilidad de retornar al continente.

 

Durante el 31 de mayo, los tres helicópteros se desplazaron desde Viedma a Río Grande, arribando a lo largo del día. El comandante decidió efectuar el vuelo ordenado el día 1 de junio, cerca del mediodía.

 

Nos confirmaron la existencia de combustible en la Isla Borbón, aunque se desconocía tanto su aptitud para el consumo como la cantidad exacta.

 

A las 14:32 horas del 1 de junio despegamos los dos helicópteros rumbo a las Malvinas, iniciando nuestras casi 700 millas náuticas (unos 1.300 km.) de vuelo.

 

Aterrizamos en la Isla Borbón a las 17:25 y embarcamos el personal. Cargamos combustible con bomba manual, muy lentamente, y despegamos hacia el continente a las 18:35.

 

Durante el vuelo de regreso ocupé el puesto de piloto y despegamos hacia Río Grande ya de noche, con fuertes lluvias, entre islas, con techos bajos y a 100 pies (30 metros) de altura para evitar la detección. Cuando el Teniente Iglesias quiso utilizar los anteojos de visión nocturna para poder esquivar las islas que se encontraban en la ruta, constató que las luces del tablero, aún en mínimo, no le permitían ver hacia afuera. Para resolverlo, abrió la ventanilla de su lado y, sacando la cabeza afuera, miraba por los anteojos y me guiaba para girar hacia uno u otro lado para evitar las islas. Cada pocos segundos, secabas las lentes y volvía a asomarse hasta que dejamos atrás todas las islas que teníamos en el camino.

 

Además, casi a medio camino del regreso, comprobamos que el combustible cargado en Borbón estaba contaminado porque se encendieron las luces de alarma de los filtros de combustible, indicando que estaban obstruidos por impurezas y que, a partir de ese momento, pasaba combustible sin filtrar. Nada podíamos hacer al respecto, solo esperar que los motores soportaran la contaminación.

 

Un poco más cerca, nos informó Río Grande que la pista estaba con hielo y el aeropuerto cubierto por niebla, la que afortunadamente se disipó pocos minutos antes de nuestro arribo.

 

Finalmente, los helicópteros aterrizaron en Río Grande a las 21:55 horas, tras más de 7 largas horas de un vuelo… por demás interesante.

 

*El autor de este artículo es Marino egresado de la Escuela Naval Militar en 1974 y Aviador Naval especializado en helicópteros. Participó en la guerra de Malvinas con el grado de Teniente de Fragata. Finalizada la misma desarrolló la mayor parte de su carrera profesional en la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Helicópteros volando los Sikorsky SH-3 Sea King. Fue su Comandante entre los años 1991 y 1993. Alcanzó la jerarquía de Capitán de Navío y se retiró del servicio activo de la Armada Argentina en el 2007

domingo, 17 de abril de 2022

CADA VEZ MENOS CHICOS

 


 en promedio, las argentinas ya tienen menos de dos hijos


Enrique Garabetyan


Perfil, 17-4-2022

 

Durante el año 2020, las mujeres y personas gestantes argentinas tuvieron, en promedio, la menor cantidad de hijos de la historia de nuestro país. En términos técnicos, los expertos en demografía explican que la tasa global de fecundidad –el número promedio esperado de hijos– viene, desde hace cinco años, cayendo en forma abrupta.

 

Analizando estadísticas recién publicadas, que resumen los últimos números disponibles, la tasa de fecundidad bajó hasta 1,55; el valor más bajo de la historia nacional, similar al de países desarrollados de Europa.

 

El doctor en demografía e investigador de Cippec Rafael Rofman hizo un análisis preliminar sobre las cifras del informe “Estadísticas vitales 2020”, documento que el Ministerio de Salud publicó hace dos semanas. “La disminución del número de hijos por mujer es un fenómeno global que se registra desde hace más de doscientos años. Y Argentina y Uruguay lideran esta tendencia en América Latina desde el inicio del siglo XX”, le explicó Rofman a PERFIL. “Sin embargo, si bien siempre tendió a la baja, en algunos momentos de la historia reciente volvió a elevarse. Por ejemplo, en la década del 70 y principios de los 80”.

 

En lo que va de este siglo, hacia 2015, si bien la cantidad promedio de hijos por mujer descendía levemente, aún se mantenía en alrededor de 2,3 hijos por mujer. “Pero desde ese año comenzó a acelerarse mucho la baja de fecundidad, y llegamos a 2020 con un número nacional de 1,55 hijos por mujer. Esto, en términos relativos, significa un 33% menos respecto a la fecundidad en 2014 y representa una de las bajas más agudas registradas: solo en un lustro disminuyó un tercio”.

 

Incluso, en ciertos segmentos etarios y económicos, esa caída fue todavía mayor: “La fecundidad adolescente (en mujeres menores de 20 años) entre 2014 y 2020 cayó un 55%. Y en las jóvenes con bajo nivel de educación la disminución alcanzó el 66%”.

 

Algo similar indicó Enrique Peláez, investigador del Conicet en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad  (Ciecsa), que funciona en Córdoba. “Hace dos décadas, Brasil, Chile y Uruguay tenían tasas de fecundidad menores a la de Argentina, que estaba en alrededor de 2,3 hijos por mujer, lo que implicaba una leve tasa de crecimiento poblacional –aseguró el demógrafo–, pero desde 2014 la baja se acentuó y para 2018 ya caía por debajo de la tasa de equilibrio poblacional (2 hijos por mujer). Hoy con una cifra de 1,55, nuestro país ya tiene una fecundidad parecida a la de España o Italia e, incluso, menor a la de Suecia o Noruega”.

Otro detalle que aportó Peláez surge de una investigación reciente. "Analizamos como variaba la tasa de fecundidad, desde el 2000 para acá, de acuerdo al nivel de instrucción educativa de las madres. Y si bien comprobamos algo ya sabido -que a mayor nivel educativo la cantidad promedio de hijos por madre disminuye- lo llamativo es como cambió la tasa en las personas con menor instrucción".

Entre los años 2010 a 2014, en el segmento sin nivel primario completo, se bajó de 6 hijos por mujer a 4,2. El nivel medio estuvo en 2.3 y el nivel alto en 1,8 hijos. Pero en los siguientes años la disminución se agudizó: en 2017 en el grupo de menor nivel educativo de 5,9 disminuyó a 3,9 hijos promedio por mamá. Mientras que en los otros grupos esa cifra tuvo cambios menores. "En otras palabras, en los últimos años el grupo social de menor instrucción está teniendo una conducta reproductiva cada vez más similar a la de los niveles educativos medios y altos".

 

Significados

En el corto plazo esta tendencia no tiene mayor impacto, pero sí en el mediano y largo. Esto ocurre porque en esta materia los movimientos tienen mucha inercia y el fenómeno solo se hará notar de forma lenta y progresiva. “Pero en 20 o 30 años observaremos un envejecimiento de nuestra población, que tendrá una edad media más elevada, y se verá el predominio de las personas mayores sobre el total de argentinos. La actual baja en la tasa de fecundidad posiblemente acelere dicho proceso”, resaltó Rofman. Y advirtió: “Tener en cuenta este cambio en nuestra estructura demográfica se vuelve esencial para analizar y prever algunos de los problemas globales que deberemos enfrentar como sociedad. Por ejemplo, una reforma en el sistema jubilatorio”.

 

El envejecimiento poblacional no es necesariamente algo negativo a nivel social, sino que más bien implica nuevos desafíos. “Como civilización, siempre quisimos vivir más y elegir cuántos hijos tener. Son dos elementos positivos –destacó Peláez–, pero también tenemos que comenzar a discutir cómo resolveremos los futuros problemas: desde un sistema de pensiones sostenible hasta cómo organizar la atención a la salud, debido a que una población envejecida nos generará una mayor demanda de cuidados. Esto se combina con menos hijos que ayuden y también se suma la actual migración de muchos jóvenes. De alguna manera, los cuidados que necesitará este grupo etario tendrán que ser atendidos por alguna política pública”.

 

Este tipo de problemáticas requiere que la sociedad reflexione sobre temas que deberán resolverse dentro de 10 o 15 años y exige políticas de Estado acordadas por mayorías, que vayan más allá de la coyuntura. Algo especialmente dificultoso, ya que en nuestro país la discusión sobre procesos demográficos, tendencia de fecundidad o envejecimiento poblacional tienen enormes consecuencias en el mediano plazo, pero hoy no parecen ser parte de un debate relevante.

 

Cambios culturales y sociales, las causas

¿Qué causa esta actual caída abrupta en el número promedio de hijos por mujer? Hay varias hipótesis, que suman factores sociales y culturales globales con políticas públicas locales que modifican las costumbres. Y también se suman nuevos deseos personales de las mujeres y las familias. “En el último lustro, en Argentina se aceleró el proceso de empoderamiento femenino y su autovaloración, sobre todo entre las más jóvenes, con movimientos como Ni Una Menos y la discusión sobre el aborto –sugirió Rofman–. A esto se le agrega que hubo una continuidad en las políticas de Estado, con programas de educación sexual integral, consejerías sobre reproducción y atención a la maternidad adolescente, y mucho trabajo de comunicación sobre los derechos femeninos en estas temáticas”.

Por otra parte, también acentuó esta tendencia la llegada masiva al mercado de nuevos tipos de dispositivos anticonceptivos “prácticos” y seguros, como los implantes subdérmicos y la facilidad de acceso a otras opciones anticonceptivas. “La caída de la tasa global de fecundidad está modulada en simultáneo por todos estos factores y es difícil atribuirle un porcentaje de causalidad a cada uno. Pero todos suman”, concluyó.

sábado, 9 de abril de 2022

LA CONTRADICCIÓN


de autopercibirse “malvinero” y dejar morir en prisión al jefe de la Operación Rosario


Ricardo Romano


Infobae, 9-4-2022

 

El divorcio entre pensamiento y acción, entre discurso y gestión, suele alcanzar niveles de “excelencia” entre nuestros políticos. Malvinas, lejos de ser la excepción, fue y es oportunidad de lucimiento en el arte de la hipocresía.

 

Así como son capaces de condenar el Golpe de Estado de 1976 sin mencionar a la presidente depuesta, hoy se autoperciben malvinizadores los mismos que dejaron morir en prisión al jefe de la Operación Rosario.

 

El contraalmirante Carlos Büsser (1928-2012) encabezó el desembarco en Malvinas el 2 de abril de 1982, operativo que se desarrolló sin una sola baja civil ni de la guarnición de las islas, pero en el que sí cayó el capitán Pedro Giacchino, otra víctima de la administración “malvinera” que quiso borrar su nombre de todos los sitios que lo honran.

 

En su arenga a los hombres que integraban la Operación Rosario, Büsser dijo: “Soy el Comandante de la Fuerza de Desembarco, integrada por los efectivos de la Infantería de Marina y del Ejército Argentino (...). Nuestra misión es la de desembarcar en las Islas Malvinas y desalojar a las fuerzas militares y a las autoridades británicas que se encuentran en ellas. (...) El destino ha querido que seamos nosotros los encargados de reparar estos casi 150 años de usurpación (...). Serán duros con el enemigo pero corteses, respetuosos y amables con la población de nuestro territorio, a la que debemos proteger. (...) No dudo que el coraje, el honor y la capacitación de todos ustedes nos darán la victoria. (...) Que Dios los proteja. Ahora digan conmigo: ¡Viva la Patria!”

 

“Los peronistas no podemos por origen, por historia, ser antimilitares”, dijo Cristina Kirchner en el acto en el que el Congreso homenajeó a algunos veteranos de Malvinas, el pasado 2 de abril.

 

Tiene razón, pero si hubo una gestión antimilitar en este país fue precisamente la larga década kirchnerista (2003-2015). En 2009, el contralmirante Carlos Büsser fue arrestado en el marco de la sobreactuación en materia de derechos humanos, pose hipócrita por excelencia de políticos que vieron en ese juicio al pasado un camino fácil -aunque no gratuito para el país- para reclutar adhesiones.

 

Quizás algún resabio de conciencia nacional le ahorró a Büsser la cárcel y su arresto fue solo domiciliario. Finalmente el destino le evitó la humillación de una condena: murió de un infarto el 29 de septiembre de 2012.

 

La misma gestión que hoy pretende no haber sido antimilitar eligió, entre todos los centros y asociaciones de veteranos existentes en el país, privilegiar a uno que se dedica a desprestigiar a los militares que actuaron en las islas en vez de denunciar la ocupación colonial y los crímenes de guerra -confesos- de Margaret Thatcher.

 

El hundimiento del Belgrano. Crimen de guerra -confeso- de Margaret Los británicos, servidos; no necesitan gastar energía de más en descalificar a la Argentina porque tienen quien lo haga por ellos desde acá. Los veteranos preferidos del kirchnerismo han llegado incluso a proponer la deconstrucción de los estereotipos del héroe por estar “fundados en la lógica del patriarcado, dentro de un pacto extremadamente machista…”

 

Se autoperciben malvineros quienes, en vez de potenciar y defender lo que nos une como argentinos de cara al mundo, optan por desconocerlo o, peor aun, por permitir que sea usado para dividirnos. Hace tiempo han invertido la máxima de Perón, “primero la Patria, después el Movimiento y por último los hombres”.

 

EL MENSAJE TRASCENDENTAL DE DARWIN

 

En años recientes, el cementerio argentino de Darwin ha sido noticia a raíz de la puesta en marcha, a fines de 2016, del Plan Proyecto Humanitario Malvinas para la identificación de los caídos en el conflicto de 1982.

 

Sin embargo, hay un dato que no ha sido resaltado: el contraste entre el sitio que alberga las tumbas de nuestros soldados y el cementerio de los caídos británicos.

 

El llamado Cementerio Militar de Playa Azul, ubicado en las afueras de San Carlos en la isla Soledad, alberga las tumbas de apenas 14 de los 255 británicos que murieron en la guerra de Malvinas. En Darwin, están sepultados 246 argentinos en 237 tumbas.

 

El motivo de este contraste es sencillo y profundo a la vez: apenas concluida la guerra, los militares argentinos desoyeron los pedidos británicos, formulados en varias oportunidades, de trasladar los cuerpos de los caídos en Malvinas al continente. El argumento fue que no cabía repatriar a esos combatientes porque descansaban en suelo argentino.

 

Esta decisión tuvo un significado casi metafísico en la reafirmación de nuestra soberanía sobre las islas.

 

El Reino Unido sí se llevó a sus muertos confirmando que son una fuerza de ocupación; para ellos Malvinas no es tierra patria. La mayoría de los británicos no tenía siquiera noción de la existencia de esas islas. Heroísmo aparte, vinieron a defender una usurpación colonial.

 

Aquella decisión inicial de los militares sobre el destino de los muertos tuvo y tiene efectos muchos más “malvinizadores” que todos los discursos huecos de los políticos. El cementerio de Darwin fue declarado por ley de nuestro Congreso “lugar histórico nacional”. Y es un sitio de peregrinaje para los familiares de los caídos y para todo argentino que viaja a Malvinas.

 

No solo eso. También habilita el homenaje del adversario a nuestros soldados. En la posguerra, Darwin ha sido visitado por varios ministros británicos y por dos de los hijos de la Reina Isabel, Andrew, veterano de la misma guerra, y Edward, entre otras personalidades.

 

La inquebrantable decisión inicial de los militares respecto de los caídos en la guerra ha sido compartida por la casi totalidad de los familiares, lo que subraya hasta qué punto Malvinas es una causa que nos une. Los políticos deberían destacar y honrar esa unión de los argentinos, en vez de poner sus intereses personales, o los de su facción, por delante de la Patria.

 

El 7 de abril pasado, murió el gran pianista argentino Miguel Ángel Estrella. Cuando estalló la guerra de Malvinas, este artista tucumano estaba exiliado en Francia, país donde gozaba de un inmenso y merecido prestigio. Acostumbrados a ver a la colonia argentina de exiliados denunciar constantemente las violaciones a los derechos humanos que se estaban cometiendo en el país, los franceses se desconcertaron cuando ningún argentino condenó el desembarco en las islas. Un programa de televisión invitó a Estrella para debatir el tema. Le preguntaron, le repreguntaron, le objetaron y hasta lo increparon…. ¡cómo podía defender a los que lo habían torturado y encarcelado…!!!

 

Estrella no se movió un milímetro de su posición. Y tenía mucho para perder. Pero no vaciló en poner en juego su prestigio internacional en defensa de la verdad.

 

Como también lo es todo aquel capaz de “regalar” esa causa a un usurpador por trepar políticamente, como se lo hemos visto hacer a varios conspicuos opositores y a otros que hoy son “falklanizadores”. Desconocer Malvinas es matar dos veces a los que dieron su vida por defenderlas.

 

Como Miguel Ángel Estrella, deberían entender que no importan las razones de la dictadura, pues cuando suena el primer tiro somos ante todo argentinos.