detenerse antes de
que sea demasiado tarde
Riccardo Cascioli
Brújula cotidiana,
28-04-2022
Más armas y en
tiempos más rápidos para Ucrania. Este es un resumen de lo que surgió de la
reunión de representantes de 40 países que se dieron cita en la base
estadounidense de Ramstein, en el suroeste de Alemania. Y justo para la
ocasión, Alemania marcó un vuelco en su política, anunciando el envío de 50
tanques antiaéreos a Ucrania. Todo mientras el gobierno británico dice que es
lícito que las fuerzas ucranianas ataquen territorio ruso con armas
suministradas por el Reino Unido, después de que el ministro de Relaciones
Exteriores ruso, Lavrov, advirtiera sobre el riesgo de una Tercera Guerra
Mundial. Y luego, en respuesta al gobierno británico, el ruso dijo que
entonces, con el mismo razonamiento, Rusia tiene derecho a golpear a los países
de la OTAN.
Por tanto, todo
habla de guerra, de aún más guerra, seguimos echando leña al fuego, realmente
nadie parece dispuesto a buscar una solución a este conflicto que no sea
militar. Las imágenes de la población ucraniana que sufre y paga por esta
guerra parecen funcionales solo para aumentar el consenso en torno a la
decisión de los gobiernos europeos de flanquear al gobierno ucraniano contra el
ruso. El sentimiento muy concreto es que, en realidad, de la población
ucraniana poco importa, ni en Bruselas, ni en Washington, ni siquiera en Kiev,
ni mucho menos en Moscú.
Así lo demuestra
la actitud hacia los prófugos que escapan de Ucrania que, según el Alto
Comisionado de la ONU para los Refugiados, han alcanzado la cifra de 5 millones
200 mil (el 13% de toda la población ucraniana, y podrían llegar a superar los
8 millones). Pues bien, la carga de esta masa humana pesa casi exclusivamente sobre
los países vecinos de Ucrania, con Polonia a la cabeza, que acoge a unos 3
millones. Otro medio millón está en Hungría, 800 mil en Rumanía, etc. Bueno, el
presidente ucraniano Zelensky nunca apela por ellos ni agradece a los países
que están haciendo todo lo posible para ayudarlos; y desde Bruselas no sólo no
llegan ayudas a estos países, sino que incluso se hace todo lo posible para
golpear económicamente a Polonia y Hungría, por las conocidas razones
ideológicas (además, el patriotismo exaltado por Ucrania, se convierte en
cambio en una amenaza si se compara con Polonia y Hungría).
En todo caso, el
aspecto más grave y preocupante, como ya hemos tenido oportunidad de escribir,
es precisamente la falta de sujetos que tengan la voluntad y la capacidad de
encontrar un camino que conduzca al fin inmediato del conflicto. Tanto entre
las partes directamente involucradas, como entre los países que están
interesados de una forma u otra. Ya han sido dos meses de combate, de
destrucción, de muerte, de violencia y la perspectiva es que continúe por mucho
tiempo, con el riesgo de que se amplíe también el campo de batalla. De
hecho, ya debería ser evidente que la guerra no es una cuestión entre Rusia y
Ucrania, sino más bien entre Rusia y la OTAN (Estados Unidos a la cabeza) que
están jugando una partida de geopolítica en el territorio de Ucrania (por el
momento).
Es necesario
cambiar de rumbo antes de que sea demasiado tarde. Para llegar a una
negociación hay que dar pasos previos, posiciones que hay que expresar
públicamente. Mientras tanto, dar ciudadanía a las razones del oponente, lo que
no significa justificar, sino simplemente entender lo que quiere y luego
identificar donde se puede llegar a un acuerdo, el punto de composición de los
diferentes intereses. Negar que Ucrania es una nación y que tiene derecho a
un Estado soberano, por un lado, y la censura de cualquier posición que no sea
el “Putin criminal” por el otro, significa querer que el diálogo ni siquiera
comience.
Luego deben ser
claros los objetivos que se marcan. ¿Cómo encontrar un punto de encuentro si no
está claro hacia qué objetivo me dirijo? Hace algunas noches, hablando en el
programa Otto e mezzo (Ocho y medio) de La7, el director de Limes, Lucio
Caracciolo, dijo con razón que todavía no sabemos el objetivo del gobierno
ucraniano, lo que realmente quiere. Las intenciones de Rusia están declaradas
desde el principio: el objetivo político, el cambio de gobierno en Kiev, parece
haberse desvanecido; así también será problemático romper el vínculo entre
Ucrania -o lo que quede de ella- con Estados Unidos; pero el objetivo militar
es claramente tomar el control del Donbass y la franja de tierra que lo uniría
a Crimea, incluso si un mayor interés en ocupar la franja sur de Ucrania para
unirse a Transnistria, el área de habla rusa de la Moldavia donde ya ha saltado
la alarma en estas horas.
¿Pero Kiev? ¿Qué
pretende en este punto? Se habla mucho de la posible derrota de Rusia, pero
¿cómo debe traducirse concretamente? La respuesta es importante, dijo con razón
Caracciolo, porque la Unión Europea y la OTAN apoyan a Kiev y es importante
saber cuál es el objetivo, tenemos derecho a saber al menos por qué luchamos y
para qué se envían armas. Estados Unidos ya ha dado su opinión de alguna
manera: hacer que la guerra dure el mayor tiempo posible para debilitar a Putin
(incluso para Rusia, la idea de un cambio de régimen inmediato parece fuera de
la realidad). Un objetivo cuestionable dado que es la población ucraniana y
Europa quienes pagan los intereses de Washington.
Pero a un cierto
punto, ya sea mañana o dentro de un año, se tendrá que poner fin, se tendrán
que sentar en una mesa. Entonces, ¿cuál es el verdadero objetivo de Kiev?
¿Recuperar el control de Crimea y Donbass? Impensable mirando las fuerzas sobre
el terreno, a menos que realmente se quiera desatar la Tercera Guerra Mundial,
un enfrentamiento directo entre Rusia y la OTAN.
¿Aceptar que
Crimea y Donbass pasarán definitivamente bajo control ruso, una partición que
cree dos Ucranias? Pero entonces, surge la pregunta, ¿no podría y debía
evitarse este desastre? En todo caso, es necesaria una respuesta, ese
estribillo constante gritando a diestra y siniestra “Armas, armas, armas”, es
irritante a la vez que altamente sospechoso.
No es con la
guerra que se construye la paz, y lo que está sucediendo lo demuestra una vez
más.
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