RELATIVAS AL ATLÁNTICO SUR, MALVINAS Y PESCA
DEBIERAN JERARQUIZARSE
César Lerena
16-9-22
Por el Artículo 6°
se creó la Secretaría de Pesca; pero ésta fue vetada por el Decreto 9/68 del
Poder Ejecutivo Nacional, por lo cual en la Argentina la Autoridad de
Aplicación es la Secretaría de Agricultura y Ganadería que delega las funciones
en la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura. Ello tuvo origen en una decisión
del entonces Secretario del área Felipe Solá, seguramente, porque escaparía de
su control la cuestión pesquera.
Nosotros
entendemos que, por la complejidad y particular actividad de la pesca y la
acuicultura estas son absolutamente ajenas a la Agricultura y la Ganadería; la
particularidad de las cuestiones relativas a la explotación de los recursos que
se realizan en un ámbito marino, industrial y exportador; la amplitud del
territorio marítimo que debe ser controlado tanto desde punto de vista de la
explotación pesquera como de la seguridad y la defensa; la relación de la
actividad con las cuestiones fluviales, portuarias, industriales navales, de
investigación, de desarrollo tecnológico y relaciones ambientales e
internacionales, debería crearse una estructura de mayor jerarquía que oficie
de Autoridad de Aplicación.
La pesca es una
actividad productiva diametralmente distinta a la problemática agropecuria, por
el carácter de explotación fundamentalmente industrial, que combina en un mismo
empreario las tareas de extracción de un recurso biológico -mediante
sofisticadas artes y equipos- junto a la industrialización de la materia prima
y la exportación de los Productos obtenidos, muchas veces en forma directa.
El uso intensivo
de mano de obra, combustibles, energía, insumos e inclusive, por su temática
específica, donde se requiere personal obrero, técnico y profesional formado y
perfeccionado en la especialidad.
Culturalmente los
argentinos, donde se ha promovido históricamente las actividades agropecuarias,
se dice que vivimos de espaldas al mar. No puede esperarse que sus dirigentes y
funcionarios no sean el reflejo de este estilo de vida. En este marco de
dificultades de comprensión de la actividad, de desconocimiento de sus
potencialidades económicas, la Industria Pesquera Argentina es de las pocas que
ha tenido un crecimiento sostenido en las últimas décadas, superando incluso
los volúmenes y montos de exportación de las carnes rojas, que nos han
caracterizado en el siglo pasado a nivel internacional. Todo ello, pese a un
marco macroeconómico desfavorable y políticas extractivistas vigentes hasta
nuestros días.
La pesca se
vincula fuertemente al tipo de explotación, provocando una actividad inmediata
en la comunidad y la región de población e industrialización. La salida de la
embarcación a la pesca ocasiona una inmediata ocupación en tierra para procesar
las materias primas a desembarcar; aunque, el modelo de los últimos años de
pre-procesamiento a bordo e inmediato transbordo para la exportación reduzca la
ocupación de mano de obra para beneficio de los países importadores
transformadores. Este es el mismo modelo que utiliza la pesca a distancia con
los buques de los Estados de pabellón, que son los principales responsables de
la PESCA ILEGAL y, por cierto, el modelo que promueven los importadores que le
agregan en destino el valor a las materias primas.
La pesca reviste
una importancia creciente para los Estados marítimos y, adquirirá mayor
significación en el futuro a partir de los avances crecientes en materia de
acuicultura y maricultura. Chile, por ejemplo, exportó pese a la pandemia en
2020 unas 800 mil toneladas de salmón y trucha por un valor de 4.389 millones
de dólares (en 2019 lo había hecho por 5.127 millones), es decir, más del doble
de las exportaciones marinas argentinas. La pesca es muy importante para los
Estados provinciales, para sus economías en atención a la radicación industrial
y la consecuente ocupación de mano de obra y el asentamiento poblacional que
ocasiona. Y será más importante aún, ante la creciente demanda de proteínas de
alto valor como la que aportan los productos pesqueros; con la incorporación de
tecnologías modernas para resaltar las condiciones propias de la materia prima
y presentarla adecuadamente, necesariamente relacionada a la promoción y
competencia mundial, que le permite vender a la Argentina productos pesqueros
de alta calidad a más de 50 países e ingresar a los mercados sofisticados de
Estados Unidos, la Unión Europea y los países asiáticos.
La pesca es
aprovechamiento intensivo y racional de un recurso natural renovable, a través
de su extracción, industrialización y comercio. Se constituye en una
herramienta fundamental para la defensa nacional mediante la ocupación de los
espacios marítimos argentinos y el desarrollo regional de la Patagonia. No
parece tener mayores puntos de contactos con la Agricultura y Ganadería, que el
de encontrarse en la misma área de gobierno, que no entiende el tema, la
industria, los negocios ni su rol estratégico en la ocupación del litoral
patagónico, el territorio marítimo e insular argentino.
Por ello,
promovemos la reforma del Artículo 6º vetado, de la siguiente forma: Artículo
6º. «Autoridad de Aplicación. El Ministerio del Mar, Antártida e Islas del
Atlántico Sur dependiente del Poder Ejecutivo Nacional, será la Autoridad de
Aplicación de esta ley. Corresponderá al Poder Ejecutivo Nacional adecuar
las normas que regulen el funcionamiento de los organismos con competencia en
materia de extracción de los recursos marítimos pesqueros; su
industrialización; la explotación de acuiculturas y mariculturas; el comercio;
la investigación y el desarrollo tecnológico en la materia; las cuestiones
pesqueras vinculadas a las operaciones en puertos y a la industria naval pesquera;
los acuerdos internacionales de explotación pesquera o investigación pesquera y
todas aquellas cuestiones vinculadas directa o indirectamente a pesca o la
acuicultura» (César Lerena, “Pesca. Apropiación y Depredación. Bases para una
Política Nacional”, 2014).
Puede parecer muy
pretenciosa la jerarquía en un Estado que debe tiene serias dificultades
económicas; pero, agruparía las políticas relativas al Atlántico Sur, sus
Archipiélagos y la Antártida y, las cuestiones pesqueras; mercantes; fluviales;
portuarias; navales; de investigación; tecnología; desarrollo y consumo. Sin
olvidar que la Argentina tiene ocupado por el Reino Unido su territorio
marítimo e insular en un porcentual equivalente al 52% de su ZEE. Hay países
que tienen un Ministerio y sus ZEE son de una dimensional muy inferior al de
Argentina como es el caso de Perú (0,9 M de Km2); Francia continental (0,4
Km2); Portugal (1,7 Km2); Corea (0,5 Km2).
Por supuesto, que
ello implicaría dinamizar a tres áreas, como las actuales Secretaría de Malvinas,
Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería;
la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura de la Secretaría de Agricultura,
Ganadería y Pesca y, la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables del
Ministerio de Transporte, cuyos funcionarios han sido incapaces de generar un
nuevo modelo estratégico y ejecutar las pertinentes acciones para desarrollar,
generar riqueza y empleo y, avanzar hacia la soberanía nacional en un
importantísimo territorio marino e insular del orden de los 6.247.842 Km2. Una
miopía donde no se ha entendido que somos un ESTADO MARÍTIMO y que tanto las
cuestiones productivas y sociales y respecto a la soberanía plena en Malvinas,
no se habrán de alcanzar sino se recupera la administración eficiente del
Atlántico Sur.
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