y Brasil se
posiciona como principal actor logístico
Maria Zuppello
Infobae, 18 Mar,
2023
Mientras que el
cultivo global de cocaína ha alcanzado niveles récord con un aumento del 35%
entre 2020 y 2021, Brasil aparece cada vez más central en las rutas
internacionales del narcotráfico a pesar de no ser un país productor. Además,
sigue siendo el mayor consumidor de América Latina con la dramática cifra de
que el 1,7% de los jóvenes entre 14 y 29 años fuma crack. Así lo revela el
último informe mundial sobre la cocaína que acaba de publicar la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD). En 2021, Brasil fue el segundo país de salida de cocaína del mundo,
sólo precedido por Ecuador.
La cocaína que
envía llega desde Colombia, Perú y Bolivia por tierra o por vía aérea, en
avionetas y helicópteros. La droga colombiana se destina principalmente al
mercado europeo, mientras que la peruana y la boliviana abastecen sobre todo el
mercado nacional. Según la Policía Federal brasileña, el 65% de los vuelos
clandestinos proceden de Bolivia, seguida por Paraguay (17%), Perú (8%),
Colombia (6%) y Venezuela (4%). Aunque Colombia sigue dominando las rutas del
narcotráfico desde Sudamérica, principalmente hacia Norteamérica, donde la
mayor parte de la cocaína es colombiana, el informe destaca un cambio de las
rutas hacia Europa, donde Colombia ha perdido su papel dominante en favor de
Centroamérica y otros países latinoamericanos. Se trata de la llamada ruta del
“Cono Sur”, que transporta cocaína desde Bolivia y Perú a través de Paraguay y
está gestionada principalmente por el Primer Comando Capital (PCC), el grupo
criminal más importante de Brasil. En particular, ha crecido el tráfico por la hidrovía Paraná-Paraguay. Normalmente, la
estrategia de los criminales brasileños consta de dos fases. La primera
consiste en transportar la droga en avión para cruzar la frontera; a partir de
ahí, en la segunda fase, la cocaína se transfiere a barcos y se navega por vía
fluvial hasta el Atlántico.
La cocaína sale de
Brasil principalmente por sus principales puertos. El informe revela que el
flujo ha disminuido en los considerados durante años hubs hacia el mercado
europeo, como el puerto de Santos, en el estado de San Pablo, y Paraguaná, en
el estado de Paraná, mientras que han crecido sorprendentemente los de Salvador
e Ilhéus, en Bahía, en el noreste, y el de Joinville, en el sureño estado de
Santa Catarina. Y mientras que en 2018 solo había siete destinos
internacionales para el tráfico brasileño, estos han pasado a ser 20 en 2019 y
21 en 2020. Bélgica, Holanda y España se llevan la parte del león. Además del
PCC y del Comando Vermelho, la segunda mayor organización criminal del país,
según el relator de la ONUDD “otro grupo que ha surgido recientemente es la
Familia do Norte, muy activa sobre todo en la frontera entre Brasil, Colombia y
Perú. Los estados de Amazonas y Roraima, fronterizos con Colombia, Venezuela,
Perú e incluso Guyana, siguen siendo un gran desafío para las autoridades,
debido a una selva enmarañada y al transporte fluvial muy barato para los
traficantes. Según la policía colombiana, 7,7 toneladas de cocaína fueron
incautadas en su camino hacia Brasil entre 2020 y 2021, mientras que la ciudad
colombiana de Guaviare parece ser el centro crucial para el abastecimiento de
drogas a Brasil.
Los niveles de
pureza de la cocaína comprada al por mayor por los grupos delictivos brasileños
han aumentado desde 2016, mientras que “varios expertos”, señala el informe de
la ONUDD, “indican que la cocaína en forma de pasta base de cocaína (PBC) se
transporta por tierra a Brasil desde Perú y Bolivia para el mercado interno”,
con productos como el crack de cocaína ampliamente consumidos en el país. Sin
embargo, el informe indica la presencia en Brasil de laboratorios que
transforman la pasta base en clorhidrato de cocaína, o cocaína en polvo,
probablemente también para el mercado internacional.
El COVID-19, según
revela el informe de la ONUDD, ha tenido un gran impacto en el país. “La
pandemia parece haber perturbado el mercado de la cocaína en Brasil durante
esos meses”, se lee en el texto, “tanto por el lado de la oferta como por el de
la demanda. Las dificultades experimentadas por los grupos criminales
nacionales para redistribuir la cocaína hacia los puertos del Atlántico
contribuyeron a la reducción del tráfico hacia Europa. Además, ha aumentado el
uso de aeronaves para introducirla en Brasil. Al mismo tiempo se observó una
disminución de las salidas”. Esto, sin embargo, ha tenido consecuencias muy
graves para el país. Según el informe “se
ha producido un aumento dramático del número de muertes relacionadas con la
cocaína”. Es posible que este cambio en la dinámica del narcotráfico haya
tenido como consecuencia un aumento considerable de la disponibilidad de
cocaína en Brasil y haya provocado un incremento de los patrones de consumo.
En el mapa
presentado en el informe de la ONUDD, los estados brasileños habitualmente reconocidos
por las autoridades como centros neurálgicos del narcotráfico, como San Pablo,
con el puerto de Santos, y Santa Catarina, con los dos puertos de Itajaí y
Paranaguá, muestran una disminución de las incautaciones de coca, mientras que
todos los estados fronterizos con Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay y
Venezuela, como Amazonas, Acre, Rondonia, Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, han
registrado una alza. También cabe destacar el papel creciente durante la
pandemia de los estados del nordeste de Brasil, como Paraíba y Pernambuco.
El informe de la
UNODC destacó el crecimiento exponencial del PCC, ahora presente en tres
continentes, además de América Latina también África y Europa. En Londres, como
ya reveló el analista Ryan Berg en su informe de 2020 “Fuga: el Primer Comando
Capital de Brasil y la amenaza emergente de las prisiones” (“Escape: Brazil’s
First Capital Command and the emerging threat of prisons”), publicado por el
American Enterprise Institute (AEI), el PCC también ha comenzado a blanquear dinero
procedente del narcotráfico. África también se ha convertido en un continente
crucial para el grupo criminal brasileño, donde está presente principalmente en
Mozambique. El PCC sigue siendo líder en la cadena de abastecimiento, de la que
controla varias fases también con la ayuda de la mafia italiana ‘Ndrangheta.
Sin embargo, el informe de la ONUDD destaca como el panorama criminal brasileño
está cada vez más fragmentado y como “pequeños grupos criminales operan ahora
en el tráfico de drogas, la mayoría de las veces especializados en logística”.
Entre los grupos
criminales extranjeros presentes en Brasil destaca la mafia nigeriana, que en
el tráfico de drogas replica dinámicas tribales con pequeñas células compuestas
por cuatro o cinco personas de la misma etnia, cada una con un número reducido
de personas a su servicio. Estos no conocen a los miembros de las filas
principales, que son los que tejen relaciones con grupos criminales de otros
países. A partir de 2018, según la
ONUDD, la nacionalidad predominante de las “mulas” o correos de droga detenidos
en los aeropuertos brasileños es la nigeriana.
El informe de la
ONUDD llega casi junto a dos noticias que han alarmado a las policías europeas.
A principios de marzo, en días diferentes, un total de 2,3 toneladas de cocaína
emergieron del mar en la costa de Cotentin, en Normandía. La droga estaba
contenida en bolsas brasileñas, en algunos casos atadas a chalecos salvavidas,
también de fabricación brasileña normalmente utilizados en pequeñas
embarcaciones o veleros. Por otra parte, el 13 de marzo se descubrió en la
costa de Galicia (España) un narcosubmarino abandonado, llamado Poseidón, de 23
metros que, según los investigadores, transportaba cocaína desde Brasil, ya que
en su interior se encontraron mantas, ropa y alimentos, todos ellos de
fabricación brasileña. Aunque la noticia de un submarino construido
clandestinamente en el Amazonas y donde viajaron un español y dos ecuatorianos
para transportar droga a Europa causó revuelo en 2019, los narcosubmarinos son
nuevos para los narcos brasileños. Y confirman una vez más el creciente papel
del país en el escenario internacional del tráfico de cocaína.
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