El presente y el
futuro de los grupos yihadistas está en África
Brújula cotidiana,
04-12-2020
Hace unos días se
publicó el Índice Global de Terrorismo del año 2020 del Institute of Economics
and Peace. El informe documenta el impacto del terrorismo en el 99,7% de la
población mundial en 163 países. Reporta el número de atentados terroristas,
muertos, heridos y daños materiales causados. En 2019 hay 63 estados en los que
se ha producido al menos un atentado, pero la buena noticia es que, por quinto
año consecutivo, ha bajado el número de muertos: pero aún quedan muchos,
13.826, el 96 por ciento de los cuales se registraron en países ya en
conflicto. Las víctimas disminuyeron en 103 estados y aumentaron en 35. La
mayor reducción se produjo en Afganistán y Nigeria, que siguen siendo los
únicos dos países con más de mil muertes atribuibles al terrorismo. Entre los
Estados en donde la situación ha empeorado, aquellos en los que se ha producido
el aumento más notable de ataques, están Burkina Faso (en donde el aumento fue
del 590%), Sri Lanka, Mozambique, Mali y Níger.
Aunque sus
víctimas se han reducido en un 18%, los talibanes siguen siendo el grupo
terrorista más peligroso; seguidos por ISIS que, aunque está en descenso en
Oriente Medio y Norte de África, en el 2019 llevó a cabo ataques en 27 países.
La región más afectada por el Estado Islámico y sus grupos yihadistas afiliados
fue África subsahariana, en donde se encuentran siete de los diez países con
mayor aumento de ataques mortales. Y es en África, de hecho, en donde desde
hace años los grupos yihadistas vinculados a Al Qaeda e Isis compiten por el
territorio, por los reclutas, por la primacía de número y letalidad de sus
acciones, extendiendo y consolidando cada vez más su influencia en las regiones
subsaharianas.
Boko Haram en
Nigeria y al Shabaab en Somalia nacieron como grupos vinculados a Al Qaeda.
Pero en 2015 una parte de los yihadistas nigerianos eligió unirse a ISIS y
también lo hicieron los somalíes. Fue el año en el que el presidente nigeriano
Muhammadu Buhari y el presidente somalí, Hassan Sheikh Mohamud, anunciaron
precipitadamente el inminente final: según ellos, los sensacionales atentados
llevados a cabo fueron el último intento desesperado de poner en dificultades a
las instituciones. En cambio, Boko Haram y al Shabaab han cambiado sus
estrategias, pero continúan su guerra para arrebatar el mundo a los infieles.
El 28 de noviembre, en el estado nigeriano de Borno, que es su bastión, los combatientes de Boko Haram atacaron a 60 hombres que trabajaban en un campo de arroz cerca de la capital del estado, Maiduguri. Después de atarlos, mataron a 43 degollándolos. Otros seis sobrevivieron con heridas graves, 11 están desaparecidos y se cree que fueron secuestrados por yihadistas. Las víctimas eran todos emigrantes de otro Estado de la federación, Sokoto. En octubre, 22 agricultores fueron decapitados en dos ataques separados, también cerca de la capital. Tanto el grupo Boko Haram original, dirigido por Abubakar Shekau, como el grupo secesionista, que se llama Iswap, están afiliados a Isis y tienen a Abu Mus'ab al-Barnawi como su líder. Ambos atacan cada vez más a leñadores, pastores, pescadores y agricultores; sin perdonar a aquellos musulmanes, acusándolos de ser espías y pasar información a los militares del gobierno. Sin embargo, los dos grupos afirman tener diferencias radicales en la forma de combatir.
Shekau cita el Corán para decir que los fieles moderados, aquellos
que tienen relaciones con infieles y no se proclaman abiertamente hostiles
hacia ellos, no son buenos musulmanes. Es por eso que su grupo no hace
distinciones entre cristianos y musulmanes cuando ataca. Los suyos son cientos
de atentados suicidas con bombas contra mezquitas, mercados y estaciones de
autobuses. Al Barnawi, en cambio afirma, citando el Corán, que está prohibido
matar musulmanes… a menos que se trate de castigarlos públicamente como en el
caso de los traidores que colaboran con el gobierno.
Al Shabaab en Somalia desde hace años, desde que perdió la capital Mogadiscio, algunas de las principales ciudades y una parte de los territorios que controlaba, ha concentrado sus acciones sobre todo en la capital, logrando realizar ataques con bombas que impactaron en hoteles, restaurantes y otros edificios frecuentados por políticos, empresarios y diplomáticos somalíes. Ha matado a más de 4.000 civiles desde 2010, de los cuales más de 3.000 desde 2015. El ataque más devastador fue el de octubre de 2017: un camión cargado de explosivos fue detonado en un lugar concurrido en Mogadiscio y mató al menos a 587 personas.
Los ataques menores pero frecuentes provocan un goteo constante
de muertos y heridos. Los dos últimos se completaron en menos de dos semanas.
El 17 de noviembre, seis personas murieron y cinco resultaron heridas cuando un
hombre se inmoló en un restaurante lleno de gente en los alrededores de una
escuela de policía cerca del puerto. El ataque siguió a los pocos días del
anuncio de que el ejército somalí había capturado a tres altos comandantes al
Shabaab, durante una operación militar realizada en la provincia central de
Hiraan. El 27 de noviembre, una bomba mató a siete personas e hirió a diez en
una reconocida heladería y panadería, Gelato Divino, ubicada en el corazón de
la capital, cerca del aeropuerto internacional.
Al Shabaab tampoco
hace distinciones entre cristianos y musulmanes cuando luchan en nombre y por
la gloria de Alá.
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