Un país en
disolución
Estamos frente a
una toma guerrillera del país con un propósito bien claro: desestabilizar al
país y darle golpe de estado al Presidente Duque.
Por Luis Alfonso
García Carmona
Tradición Viva,
14-6-21
No sabemos si por
ingenuidad, o acaso por oscuras e
inconfesables intenciones, el Presidente y los alcaldes de las principales
ciudades vienen actuando frente al llamado “paro nacional” como si fuera una
protesta más, como tantas otras que en el pasado han recibido entierro de
tercera con un cheque en blanco para sus promotores.
Nada más alejado
de la realidad. Estamos frente a una toma guerrillera del país con un propósito
bien claro: desestabilizar al país y darle golpe de estado al Presidente Duque.
Abundan pruebas sobre la participación guerrillera en los disturbios, la
financiación que ha enviado Iván Márquez desde la frontera venezolana y la presencia de “farianos” y “elenos” en la
insurrección. Para rematar, la líder indígena Diana Perafán acaba de denunciar
cómo se reunieron los delegados del CIDH con los miembros del CRIC (directiva
indígena aliada de Farc y del narcotráfico) para acordar los pasos a seguir
para tumbar a Duque.
Señala con dolor
el médico Remberto Burgos como infames homicidas a los promotores de estos
disturbios que tienen colapsados a la mayor parte de los hospitales y pide inútilmente que se castigue a los
causantes de esta masacre sanitaria.
No sé cuántos años
tardaremos en recuperarnos de las enormes pérdidas que están afectando al
aparato productivo, a la infraestructura pública y a la economía en general.
¿Cómo puede subsistir Colombia con su principal puerto cerrado desde hace mes y
medio?
La violencia, a la
que nos había acostumbrado la guerrilla comunista, ya que durante 50 años nos
informábamos de ella por la prensa, la radio y la televisión, ahora está a la
vuelta de la esquina. Escenas de un tenebroso salvajismo las vivimos a diario,
como en un macabro “reality”.
Más tenebroso aún
es el futuro que le espera a la sociedad colombiana con el legado de Duque: Una
Policía inerme, a merced de los criminales, gracias al proyecto de reforma que
acaba de presentar para dar gusto a los extorsionistas del Comité de Paro.
El manejo del
orden público en manos de los alcaldes “mamertos” en los cuales delegó las responsabilidades
presidenciales.
Un mar de coca que
nos convierte en un narco-estado, donde los carteles de la droga (comenzando
por las Farc) imponen su ley en Colombia y dominan gran parte del territorio
nacional.
La creación de una
JEP agraria para dar cumplimiento a lo pactado en La Habana y dejar el campo en
la ruina, como ocurrió en Venezuela.
La resurrección
del tratado de Escazú, que nos deja a merced de una Corte internacional que
decidirá sobre las reclamaciones de cualquier comunidad que se oponga a un
desarrollo industrial o a una obra de interés común.
El triunfo en las
elecciones del 2022 de quienes propugnan por el socialismo bolivariano, gracias
a la tolerancia y debilidad de su gobierno.
Mientras ello
ocurre, ¿A qué se dedican los políticos del caduco y corrupto establecimiento?
A cocinar coaliciones con cualquiera, sin tener en cuenta su ideología, con tal
de detener a Petro y conservar sus privilegios.
No hay en su
discurso una sola propuesta para solucionar las necesidades de un pueblo sumido
en la pobreza y la desesperación. Tampoco una respuesta a los graves problemas
de la Nación: La quiebra de las empresas, el aumento del desempleo, la
inseguridad, el aumento de la droga, el robo del plebiscito, la ilegalidad
derivada de un pacto espurio, la falta de Justicia, la corrupción rampante, la
destrucción de la familia tradicional, el adoctrinamiento marxista de la
juventud……………
Por fortuna se ha
encendido una luz. Ya la sociedad civil, que no aguanta más, ha despertado y
comienza a unirse alrededor de una doble consigna: Atajar el avance de la
izquierda y reconstruir el país. Alianza Reconstrucción Colombia, en unión de
grupos de la reserva de las FF.AA. y de grupos sociales, independientes de los
desprestigiados partidos políticos, ha iniciado la creación de un nuevo
partido. Una fuerza incontenible que capitalice esta imparable indignación que
no se conforma ni con la vieja política, corrupta y mediocre, ni con los cantos de sirena del comunismo
mentiroso y violento.
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