DE LA COLONIZACIÓN
ARGENTINA DE THOMAS BRIDGE A DANIEL FILMUS
La continuidad de
las relaciones carnales
26-6-21
La colonización de
Argentina no es solo una tarea de británicos, es fundamentalmente una obra de
unos cuantos argentinos con débil nacionalidad y flojo carácter que ocuparon y
ocupan importantes espacios del poder doméstico.
Thomas Bridges
nació en 1842 en Bristol, Inglaterra y murió en Buenos Aires en 1898, en el
medio, prestó servicios de ocupación territorial y transculturización en Tierra
del Fuego y Malvinas. Insólitamente, el secretario de Malvinas y Coordinador
del Consejo Nacional Daniel Filmus homenajea a este británico usurpador,
denominando con su nombre a las becas, que también, en forma extravagante, le
otorgaría -en un país con pobreza extrema (45%)- a los estudiantes británicos
de Malvinas que quieran estudiar en universidades argentinas. Un verdadero absurdo, porque el PBI per cápita del
archipiélago de Malvinas es de unos cien mil dólares año, mientras que la
Argentina continental tiene un PBI de 8.555 U$S y su deuda per cápita es de
unos 8.920 U$S. Además que, es sabido, que esta “política de seducción” o de
“relaciones carnales” ya fracasó en la década del 90 y fue aplicada también por
el Canciller Jorge Faurie del gobierno de Macri que manifestó en 2018 “quienes
vivan en las islas sientan que pueden llegar al continente a educarse” y,
desconoce, que el gobierno de Londres les da facilidades a los habitantes de
Malvinas que desean continuar sus estudios en Londres y, que, además,
avergonzando nuevamente a la Argentina, los isleños rechazarán (cosa que
ocurrió cuando estaba finalizando este artículo).
No le alcanzó a
Filmus que los isleños le rechazaran la ayuda sanitaria que les ofreciera por
la pandemia de la COVID-19, a pesar de que la Argentina pasaba por serios
inconvenientes para resolver sus problemas en el continente y, hoy superamos
los noventa mil muertos y, no le alcanza con conocer a este ex ministro de
Educación las dificultades que tienen los argentinos de los sectores
socioeconómicos bajos y medios bajos para acceder al nivel educativo superior
y, la altísima deserción universitaria.
Entre otros viajes
del Almirantazgo inglés a América del Sur, con el viaje del Capitán de la
Marina Real Británica James Cook en 1774 se difundió internacionalmente la
disponibilidad de gran cantidad de especies marinas en el Atlántico Sur, cuya
posterior explotación “tuvo consecuencias fatales para los yámanas” por la
devastadora captura por parte de británicos (por ej. James Weddell) y
estadounidenses, de las principales especies (ballenas, focas, etc.) el
principal alimento y abrigo de estos habitantes y, que les sirvió de argumento
a los británicos para ocupar Malvinas en 1833 ante la resistencia argentina a
que abandonaran estas capturas depredadoras y, a partir de 1976 y,
especialmente desde 1982, para explotar ilegalmente los recursos pesqueros
migratorios argentinos en Malvinas, desde donde se extraen más de 250 mil
toneladas por año, quitándole a la Argentina un importante recurso económico
que impide el pleno desarrollo del litoral patagónico y sus poblaciones;
cuestión que, especialmente intenta preservar la Convención de las Naciones
Unidas sobre el Derecho del Mar.
Ya ocupada
Malvinas, George Despard en 1856, con su familia, entre ellos su hijo adoptivo
Thomas Bridges, se instaló en la Isla Vigía, ubicada al norte de la Gran
Malvina para hacerse cargo de la Misión Anglicana South American Missionary
Society instalada en esta isla desde 1840 a cargo de Allen Francis Gardiner,
quien se presenta como un misionero evangelizador pero, en realidad, era un
oficial retirado de la Marina Real Británica con el evidente mandato de ocupar
Tierra del Fuego ya que, entre otras expediciones se instaló tanto en la Isla
Navarino (hoy bajo control del gobierno de Chile) como en el Puerto Español, en
el margen norte del Canal de Beagle, ya en territorio de Argentina.
Expediciones que repetidamente fracasaron porque sus integrantes no fueron bien
recibidos y muchos de ellos asesinados en manos de los Yámanas o Yaganes.
Es evidente que,
bajo la fachada de “avanzadas evangelizadoras”, los ingleses buscaban ocupar el
territorio argentino y, no podemos perder de vista que la Argentina ya era un
país independiente y, por tal motivo, estas expediciones autorizadas por el
Almirantazgo Inglés debieron ser aprobadas y controladas por la Confederación
Argentina y, como bien refiere Jorge Pellegrini, la Iglesia Anglicana está “conducida
por la Reinado de Inglaterra” y, en su desarrollo en el territorio nacional,
“dispusieron de moneda y bandera propia”, que recién arriaron en 1884 en una
suerte de acuerdo comercial durante el gobierno del Gral. Julio A. Roca con
Bridges que le permitió a éste hacerse de veinte mil hectáreas de campo del
Estado argentino.
No podemos dejar
lado tampoco que, mientras esto ocurría en el extremo sur de Argentina,
ingleses y franceses pretendían ingresar por el Río de la Plata y el Paraná
para realizar un comercio directo con las provincias del norte, desconociendo
la autoridad de Rosas y de las relaciones exteriores de la Confederación.
Las misiones
británicas llevaron adelante una transculturización, combatieron las costumbres
de los yaganes, pero, también les quitaron el sustento. Incursionaron también
en distintas regiones estratégicas de Tierra del Fuego, entre otras, las islas
Picton, Lennox y Nueva, las que casualmente (¿?) Argentina pierde en 1984 por
el Tratado de Paz y Amistad con Chile, luego de que el gobierno argentino
declarara nulo el laudo arbitral de la reina británica de 1977.
Bueno, terminaron
colonizando a casi todos: Al Canal de Onashaga se lo llama Canal del Beagle, a
pesar de que el nombre original deriva del idioma yagán que significa canal de
Onas (de los selknam); es decir, una denominación bastante anterior a la que
derivó del bergantín HMS Beagle de la Marina Real británica que se botó en 1820
y luego estaría al mando del Capitán Robert Fitz Roy.
En 1863 Despard
volvió a Inglaterra y, Bridges quedó a cargo provisoriamente y luego
definitivamente en 1869 de la Misión, desde donde alcanzó a la Isla Grande de
Tierra del Fuego. A partir de 1871, ya bajo su responsabilidad directa,
comenzaron las exhibiciones comerciales de los indígenas en el Inglaterra,
Francia, Alemania, etc. donde gran parte de ellos contrajeron enfermedades
mortales.
Bridges en 1884
terminó por reconocer la soberanía argentina e izar la bandera argentina (¡Se
tomó su tiempo el hombre!) y abandonó la Misión en 1886 para dedicarse a la
cría de ovejas a unos 80 km de Ushuaia, en la estancia Harberton, de unas
veinte mil hectáreas que le donara Roca.
Haciendo honor a
su condición de inglés, Bridges fue enterrado en 1898 en el Cementerio
Británico de Buenos Aires y, aún en el siglo XXI y, en un país que se considera
el adalid de la promoción de derechos de los pueblos originarios, se lo
recuerda como “el primer hombre blanco en vivir en Tierra del Fuego”, pese, a
que algunas fuentes indican que los Yaganes o Yámanes ya vivían en Tierra del
Fuego hace unos 4.000 años aC y, estuvieron asentados hasta el siglo XIX donde
muy pocos sobrevivieron a la intervención británica, ya que de los 4.000
yámanas y selknam que había en 1880 hacia 1905 solo había unos 500 y en Tierra
del Fuego solo quedaban unos 75 nativos, con motivo de los "cazadores de
indios", en su mayoría británicos o probritánicos como Julius Popper y
Alexander Mc Lennan, que los asesinaban o capturaban y deportaban a las
misiones (cuestión que no podía desconocer “el evangelizador” Bridges?), donde
morían al contraer enfermedades exóticas introducidas por “los colonos” y,
especialmente de tuberculosis, cuyos predisponentes son por todos conocidos:
mala alimentación y desnutrición, déficit de higiene, bajas temperaturas y
hacinamiento.
A esta altura, no
quiero dejar pasar por alto que, además de la ocupación territorial de los
espacios insulares y marítimos de Argentina y la erradicación de las
poblaciones originarias, el peor daño británico, es la apropiación de los
recursos argentinos y el daño ambiental relativo a la preservación de las
especies del ecosistema argentino y, ello, debería ser una política central en
las políticas de recuperación de Malvinas por parte de los gobiernos
argentinos.
Ahora, ¿Cuál es la
similitud entre Daniel Filmus con Thomas Bridges? En primer lugar, con este
nombre se denominan las becas que se otorgarían a los británicos que viven en
Malvinas para estudiar en universidades argentinas y, que ambos por acción u
omisión, son funcionales a los intereses británicos en Malvinas, el Atlántico
Sur y la Patagonia Argentina.
Ya vimos la
función de Bridges de ocupar bajo pretexto de la evangelización y facilitar la
ocupación británica de los territorios argentinos en el siglo XIX y podemos,
como un espejo, ver la inacción de Filmus en el siglo XXI para evitar que sigan
siendo ocupados por los británicos estos territorios insulares, marítimos y la
explotación de los recursos naturales argentinos, acompañado, entre otros, por
Marcelo Kohen, que propicia escindir a las Malvinas de la Provincia de Tierra
del Fuego y promover un referéndum para que los isleños determinen su
nacionalidad, apoyando con ello, de hecho, a la falsa posición británica de “la
libre determinación de los pueblos” en contra de la postura de “integridad
territorial” sostenida por el pueblo argentino como legítima, imprescriptible e
irrenunciable en la Constitución Nacional y apoyada por todos las resoluciones
de las Naciones Unidas relativas a la cuestión Malvinas y, postura abiertamente
inconstitucional.
Los ingleses
durante el siglo XVIII y XIX construyeron una política de ocupación de América
del Sur e invadieron a la Argentina, Uruguay y controlaron Brasil, luego, ya en
siglo XX, armaron una plataforma legal destinada a colonizar cultural y
comercialmente a la Argentina, explotar sus recursos y dominar las decisiones
políticas de los gobiernos de turno. Un “colonialismo de puertas abiertas que
se configura sobre una dependencia estratégica de diplomacia económica” diría Oscar
Granados-Erazo y, que el Secretario y “Coordinador” del Consejo Nacional de
Malvinas Daniel Filmus, a poco ya de cumplirse dos años en su cargo, no ha
iniciado la deconstrucción este andamiaje británico y dedica su tiempo a
coordinar simposios, a recordar efemérides; a festejar el aniversario de
pakapaka; a hablar generalidades intrascendentes por Zoom o a poner como eje de
su estrategia a reclamar el diálogo o reiterar apoyos teóricos, que han
demostrado después de 56 años de la sanción de la Res. 2065 de las Naciones
Unidas ser absolutamente inocuos ante el desinterés del Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte (en adelante Reino Unido).
Es igualmente de
grave, el avance británico sobre nuestros territorios y recursos, como la
inacción de los argentinos que ocupando funciones relevantes en la función
pública permanecen indiferentes frente a esta apropiación de la soberanía
nacional, del desarrollo y bienestar de nuestro pueblo. Cuando un país
extranjero (el Reino Unido) tiene ocupado 1,6 millones de km2 de territorio
insular y marítimo argentino; discute nuestra titularidad en 1,4 millones de
km2 de la plataforma continental; la Antártida Argentina y sus espacios
marítimos correspondientes y, explota nuestros recursos pesqueros e
hidrocarburíferos, el secretario de Malvinas debería estar trabajando
incansablemente para revertir esta situación ultrajante e indigna.
Tenemos ocupado el
52% de la Zona Económica Exclusiva Argentina y sus archipiélagos australes, un
territorio dos veces más extenso que la República de Francia, que mantuvo en
vilo a Charles de Gaulle y los aliados. No es un cargo público más, destinado a cobrar
impuestos o a cuidar los canteros de las plazas; está en juego, devolver a la
Argentina la Soberanía plena de la Nación y su dignidad. Al respecto,
parafraseo al Gral. San Martín: “Cuando la patria está en peligro todo está
permitido, excepto no defenderla” y, recuerdo también, al Gral. Simón Bolívar:
“Cuando el clarín de la patria llama hasta el llanto de la madre calla”.
Debieran estar
entre los objetivos del secretario y el de los miembros del Consejo Nacional
que coordina, deconstruir el andamiaje legal existente, es decir, entre otras
medidas, desechar los Acuerdos de subordinación a los intereses foráneos que
contribuyen a consolidar la posición británica en Malvinas y en el área
meridional del Atlántico Sur.
Desarrollar las
estrategias necesarias para cumplir con el objetivo previsto en la Disposición
Transitoria Primera de la Constitución Nacional y, para ello, podríamos tener
en cuenta lo dicho por Rodolfo Colalongo (“Hacia un replanteo estratégico de la
política exterior argentina en torno a las islas del Atlántico sur en el siglo
XXI”, 1/9/2014) «existe una dinámica verticalista de las relaciones
internacionales y, en este orden de ideas, cuestiones como igualdad soberana y
horizontalidad en las interacciones funcionan como máscaras que ocultan la
jerarquización del sistema. Sin embargo, esto no implica que aquellos países
que ejecutan u obedecen las decisiones que otros toman, no puedan, alguna vez,
y bajo ciertas circunstancias hacerlo. La autonomía se define como “la máxima
capacidad de decisión propia que se puede tener, teniendo en cuenta los
condicionamientos objetivos del mundo real”
(Puig, J.C.
“Doctrinas internacionales y autonomía latinoamericana”. Instituto de Altos
Estudios de América Latina, Univ. Simón Bolívar, 1980).
Al respecto de
diseñar una estrategia, cuestión que no ha ocurrido en el Consejo Nacional de
Malvinas que coordina el secretario Filmus y, sobre la política de seducción,
se refiere el diplomático Guillermo Rossi: «no es prioridad de la Argentina
congraciarse con los isleños. Estamos en la etapa de ver cómo hacemos para
forzar, obligar, cuestionar, cercar, sitiar, elevar los costos del Reino Unido
para que vuelvan a la mesa de negociaciones (…) Acá lo importante es el peso
específico de poder real y de prestigio de cada país. Al Reino Unido no lo conmueve
una resolución como las sesenta que tenemos de las Naciones Unidas, o las
decenas y decenas de otros organismos. No digo que no haya que hacerlas, sino
que debemos observar el aspecto multilateral, el aspecto económico, e incluso
el aspecto interno nuestro, desde un espectro amplio. Acá lo que hace falta es
una política amplia y articulada, dirigida pura y exclusivamente a presionar y
condicionar al Reino Unido para vuelva a la mesa de negociaciones…».
(Pal’Sur, 25/6/2021).
La política de “la
declamación” y “el diálogo inconducente” tiene los mismos efectos que tuvo la
política de “seducción” que “terminó siendo perjudicial y desfavorable para los
intereses argentinos” (Bologna, Alfredo B et al. “La política Exterior
Argentina 1994-1997, CERIR, Rosario, 1998). Después de 56 años de espera, es
necesario que los consejeros inicien un camino sostenido y sin pausas,
ratificando con hechos lo que el pueblo argentino ya resolvió: «La Nación
Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las islas
Malvinas (…) constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo
argentino».
Coincidiendo con
Rossi, entiendo que no se puede seguir con lamentosos reclamos y hay que actuar
con acciones concretas, algunas de las cuales ya he descripto en el artículo de
mi autoría: “El ejercicio de la soberanía pacifica en el Atlántico Sur y
Malvinas” (6/6/2021) y que seguidamente indico solo sus títulos:
1. La Organización
Nacional (1.1. La Creación del Ministerio del Mar; 1.2. Revisar la norma de
creación y reglamentación del Consejo Nacional de Malvinas y su integración;
1.3. Activar la Comisión Bicameral de Malvinas y Observatorio Parlamentario
sobre la Cuestión Malvinas; 1.4. La regulación de los espacios marítimos; 1.5.
La Administración del Atlántico Sur. Reforma de la Ley de Pesca y del Código
Penal; 1.6. La administración del Río Paraná, el Río de la Plata y los
puertos).
2. Las Políticas
de Estado respecto a Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur, la
Antártida, los Espacios marítimos correspondientes y los recursos naturales
(2.1. Cumplir en forma irrestricta con la Disposición Transitoria Primera de la
Constitución Nacional; 2.2. La Política de Acuerdos respecto a Malvinas y el
Atlántico Sur: 2.2.1. Fortalecer la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur
(ZPCAS); 2.2.2. Desechar los Acuerdos vinculados a Malvinas o al Atlántico
Sudoccidental con incidencia en los archipiélagos argentinos y espacios marinos
correspondientes ocupados por el Reino Unido; 2.2.3. La implementación de un
Protocolo Adicional del MERCOSUR; 2.2.4. La instrumentación del Acuerdo entre
el MERCOSUR y la Unión Europea y las certificaciones; 2.2.5. La Política
Rioplatense; 2.2.6. Ejecutar el Tratado de Paz y Amistad con Chile; 2.2.7.
Promover el interés de Suramérica del Continente Antártico; 2.3. Recursos
migratorios y pesca ilegal; 2.4. Reclamo de lucro cesante por la explotación de
los recursos en Malvinas; 2.5. Declarar zona de emergencia pesquera y ambiental
y Áreas Marinas Protegidas (AMP) dentro de las 200 millas alrededor de
Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur).
3. La defensa
nacional, flota mercante e industria naval (3.1. Equipamiento de las fuerzas
navales. Promoción de la marina mercante, fluvial y pesquera).
4. Promover el
Desarrollo Patagónico. La administración y desarrollo de Malvinas (4.1.
Favorecer la radicación poblacional, industrial y militar en la Patagonia).
Es posible pensar
que ninguna de estas medidas y otras que por razones y confidencialidad se
omiten, no sean de interés del secretario Daniel Filmus y sus asesores más
allegados. Ahora, de lo que estoy seguro, que será difícil cambiar el escenario
con el solo llamado al diálogo o buscando apoyos para promover el diálogo. Y es
aquí, donde las acciones de Thomas Bridges se emparentan con la inacción de
Daniel Filmus. Ambas favorecieron y favorecen la ocupación del territorio
argentino por parte del Reino Unido de Gran Bretaña y, frente al «El
colonialismo visible que te mutila sin disimulo: te prohíbe decir, te prohíbe
hacer, te prohíbe ser y, al colonialismo invisible que te convence de que la
servidumbre es tu destino y la impotencia tu naturaleza: te convence de que no
se puede decir, no se puede hacer, no se puede ser» (Eduardo Galeano, “El libro
de los abrazos”, 2000), no podemos admitir a los tibios, “porque jamás fueron
tibios los genios, los santos y los héroes” (José Ingenieros).
Adhiero al “Método,
no al desorden; a la disciplina, no el caos; a la constancia, no a la
improvisación; a la firmeza, no a la blandura; a la magnanimidad, no a la
condescendencia” (Gral. Manuel Belgrano), por lo tanto, continuaremos
dialogando, pero, dando pelea. El tiempo de la contemplación debió concluir
hace mucho tiempo atrás.
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