lunes, 30 de mayo de 2022

EL GOBIERNO DEL REINO UNIDO

 

 está financiando a un régimen nazi en Ucrania...


Brett Redmayne-Titley


El Ojo Digital, 26 de May de 2022

 

Los capos parlamentarios británicos contabilizan, al día de la fecha, £2.1 mil millones para financiar el esfuerzo bélico ucraniano, en lugar de destinar esos fondos con el fin de reparar el desfinanciado Instituto Nacional de Salud, impulsar al languidenciente sistema educativo, combatir la pobreza -histórica, y que también es inédita-, o para resguardar a la creciente población de personas sin hogar. Habida cuenta del deplorable estado de la Gran Bretaña, ¿por qué el público británico continúa ignorando su retroceso a nivel nacional, para favorecer la fáctica alianza de Ucrania con un ecosistema neonazi?

 

 

El actual es un momento idóneo para desafiar el encubrimiento perpetrado por los medios frente a la conexión neonazi ucraniana, exponiendo verdades inconvenientes al respecto de la pleitesía que Kiev rinden al líder de influencia nacionalsocialista Stepon Bandera, a Right Sector y al Batallón Azov, cuya exhibición de esvásticas tienen raíces en la sangre derramada de 14 mil ucranianos del cuadrante oriental.

 

El origen de la guerra en Ucrania y su propagación del neonazismo se evidencian desde 2014, con la 'Revolución Anaranjada' que vio cómo los Estados Unidos de América ayudaron a derrocar al presidente (elegido en comicios transparentes) Viktor Yanukovych, dando lugar al terrorismo de la Plaza del Maidán. Meses más tarde, Victoria Nuland, asistente del Secretario de Estado americano, había expresado públicamente que los EE.UU. habían invertido US$ 5 mil millones para respaldar la consolidación de un servomecanismo democrático al estilo americano en Ucrania. Cuando la 'democracia' de referencia terminó espiralizándose en un concierto de violencia nacional, para infortunio de los líderes políticos europeos, Nuland expresó: 'Al demonio con la UE (Fuck the UE)'. Verdadera sinopsis de tres palabras para ilustrar la esencia de la diplomacia democrática estadounidense de tiempos pretéritos y actuales.

 

Right Sector, Ucrania, Nazis, Bandera, Propaganda ucranianaEn los órdenes cultural y regional, Ucrania se divide entre oriental y occidental, o bien la frontera podría establecerse a cada lado del Río Dniéper, con su capital -Kiev-, situada en el cuadrante septentrional. Ucrania oriental ha sido primariamente rusa, y así lo ha sido por siglos. El Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 dividió al país con un novedoso trazado y, hoy, Ucrania occidental se exhibe más alienada cultural y políticamente con Europa y con los Estados Unidos. Por estas razones, Ucrania occidental guarda una animosidad irracional contra su contraparte oriental; de aquí que la elección de 2014 arrojara cifras ajustadas y notorios episodios de violencia.

 

Yanukovych era oriundo de la región del Donbas -al este de Ucrania- y, hasta los comicios de 2014, los residentes de las regiones de Luhansk (LPR), Donetsk (DPR), y el Donbas tenían poco qué temer frente al gobierno central ucraniano. Las citadas regiones integran un centro de importancia crítica para los sectores industriales, manufactureros y mineros, mientras que la porción occidental es mayormente agrícola. Amén de estos detalles, el este y el oeste vivieron en relativa armonía desde 1939 hasta 2014. El 20 de febrero de 2014, francotiradores pro-democracia asesinaron a sangre fría a 49 ciudadanos ucranianos inocentes y a cuatro policías, en medio de manifestaciones contra Yanukovych en la Plaza del Maidán; episodio que se desarrolló en el concierto post-electoral patrocinado por Washington.

 

Los homicidas acusaron falsamente a Rusia por el evento; originalmente, su plan fue amplificar el conflicto ucraniano entre oriente y occidente, potenciando la violencia anti-rusa. Yanukovych abandonó la presidencia y se dirigió a Moscú; el parlamento instaló a Arseniy Yatsenyuk como presidente interino, hasta tanto se desarrollaran nuevos comicios. Finalmente, la elección favorecería a Petro Poroshenko, alineado con los intereses estadounidenses; éste nada hizo para restringir la creciente influencia del consorcio neonazi Right Sector; ni la del Batallón Azov.

 

Ergo, así comenzó realmente la guerra en Ucrania.

 

Ucrania, Neonazis, Banderistas, Stepon Bandera, Propaganda nazi en UcraniaPrevio a 2014, las Fuerzas Armadas Ucranianas (AFU) se habían caracterizado -durante décadas- por una deriva anti-rusa y antisemita, pero ese empuje fue contenido por Yanukovych y otros líderes políticos designados por Moscú. Durante la Segunda Guerra Mundial, Stepon Bandera -notorio colaboracionista nazi ucraniano- casi logró construírse una reputación de héroe en Ucrania occidental, por haber ejecutado genocidio contra rusos ucranianos y judíos. Se erigieron estatuas en su honor, después de que fuera asesinado en 1959. Sin tapujos, Bandera era una neonazi, y contribuyó a propagar una legión de simpatizantes que pensaban como él. Sin embargo, lo cierto es que su deceso sólo logró galvanizar a su núcleo de seguidores, muchos de los cuales se mantuvieron no solo en el seno del Ejército Ucraniano, sino también en la estructura política del país.

 

Esta realidad cobra fuerza con el caso de Andriy Parubiy, quien supo servir como Vocero del parlamento ucraniano desde 2014 hasta 2019, y como Secretario Nacional de Seguridad -así como también en el Consejo de Defensa ucraniano. Andriy Parubiy es un nazi. Orgullosamente, ha proclamado su condición en reiteradas oportunidades ante el congreso local, ante las fuerzas armadas nacionales, y en la televisión pública.

 

Cuando tuvo lugar la elección de Poroshenko, Washington aprovechó la oportunidad para inundar Ucrania con armamento y entrenamiento estadounidenses, en preparación para el eventual ataque de facto contra el oriente, y contra la influencia rusa en ese sector geográfico. Como tal, Ucrania se convirtió en la fuerza militar más importante de Europa. Asimismo, y en ese preciso momento, los otrora suprimidos 'banderistas' dominaron las AFU y la política ucraniana, multiplicando complacientes sonrisas en los Estados Unidos y la OTAN.

 

Por propia confesión, los elementos vinculados a Right Sector son discípulos de Stepon Bandera, y ejercitan su influencia neonazi, al tiempo que ofician de comisarios políticos que propagan su filosofía en todo el territorio ucraniano. Las AFU no son exclusivamente banderistas, pero sí lo son los componentes del Batallón Azov, desplegado fundamentalmente en el cuadrante oriental. Como Bandera, los de Azov desprecian a los ucranianos étnicos rusos, y a los de ascendencia semita. La Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas informó que los integrantes de Azov asesinaron a más de 14 mil ciudadanos ucranianos del oriente desde 2014, instancia desde la cual el oriente viene suplicando a Rusia para que le proporcione asistencia militar -y para que sus milicianos pudieran responder ante la recurrente agresión.

 

A efectos de detener esas matanzas, en 2014 Moscú negoció una tregua conocida como Protocolos de Minsk -que las AFU ignoraron abiertamente. La negociación fue seguida de los Tratados de Minsk de 2015 -Minsk II-, pero este desarrollo tampoco tuvo efectos prácticos sobre el comportamiento genocida de las AFU. Durante siete años, este ecosistema de terror continuó, bajo la mirada complaciente de Washington -cuyo liderato político celebró la muerte de cada vez más rusos.

 

En 2019, Volodymyr Zelenskyy, ex comediante y actor que alcanzara la fama a partir de su rol en la serie televisiva 'Servant of the People', derrotó a Poroshenko abrumadoramente en elecciones nacionales, prometiendo honrar los acuerdos de Minsk, así como también poner un freno a la corrupción pública y a la creciente violencia perpetrada por Right Sector. Sin embargo, a los ucranianos les tomó pocos meses convertirse en la audiencia de la obscura broma encarnada por el comediante-presidente, quien ya no era un líder que favorecía la paz, sino una marioneta banderista de los Estados Unidos de América.

 

Acontecido el desmoronamiento de la ex Unión Soviética y la consolidada la separación de numerosas naciones-satélite de Moscú en 1990, la OTAN había prometido no ampliar su esfera de influencia hacia esos territorios. No obstante, y casi sin excepción, la OTAN se expandió y comenzó a cercar a Rusia con armamento Made in the USA. Siendo Ucrania la cabecera de playa desde donde se desataron conflictos bélicos contra Moscú en el pasado, el Kremlin había dejado en claro a Washington que el ingreso de Ucrania en la OTAN consignaba una frontera intolerable.

 

Cuando los medios de comunicación británicos comenzaron a sugerir que Rusia había dado inicio a un conflicto no provocado para defender al oriente de Ucrania, faltaron a la verdad -y a los propios intereses del Reino Unido. Siendo que la primavera en el continente europeo suele ser el momento idóneo para comenzar una guerra, durante febrero pasado, Zelensky ordenó al Batallón Azov y a las AFU que acopiaran más de cien mil soldados -con su respectiva munición de combate- en el cuadrante oriental, en preparación para un ataque masivo cuyo fin era el hacerse del control de las regiones autónomas del este.

 

Los milicianos pertenecientes al DPR, LPR y Donbas, nuevamente rogaron a Rusia para que intervenga, pero Vladimir Putin continuó rehusándose a hacerlo. En lugar de ello, Moscú insistió repetidamente en esfuerzos diplomáticos y, según supo informarse, contactó a Washington y a Kiev, en un intento por no intervenir militarmente. Los pedidos rusos fueron racionales y cristalinos: Ucrania debía respetar la letra de los acuerdos de Minks, I y II; Kiev debía abstenerse de seguir atacando a los residentes orientales y debía proceder a la desnazificación de las AFU. Finalmente, Ucrania no debería unirse a la OTAN en el futuro.

 

Ni los Estados Unidos ni Kiev se molestaron en contestar. En un esfuerzo en pos de contar con una respuesta negociada, y mientras las AFU proseguían amasando fuerzas y material en el cuadrante oriental, Rusia comenzó a alistar fuerzas, desplegándolas en la frontera ruso-ucraniana. En lugar de negociar con Rusia en pos de la paz, Ucrania y los medios occidentales gritaron 'Se trata de una agresión rusa'.

 

Finalmente, y durante la última semana del mes de febrero, Zelensky hizo lo impensable: informó a los Estados Unidos que, desde ese momento, estaba dispuesto a permitir el despliegue de armamento nuclear en suelo ucraniano.

 

El siguiente día -el 24 de febrero-, las fuerzas armadas rusas cruzaron hacia Ucrania oriental. Así comenzó la guerra ruso-ucraniana, y los actos barbáricos de las AFU se intensificaron.

 

En tal contexto, el encubrimiento ejecutado por los medios de comunicación occidentales, ocultando la evidente conexión neonazi ucraniana, da forma a la mentira de mayor magnitud del conflicto. Tras informar desde el terreno durante dos meses en y en la periferia de Ucrania, y aún cuando es certero afirmar que las partes beligerantes incurrieron en atrocidades, he visto in situ un barbarismo diferente, ejecutado por las AFU. El mismo debe sopesarse más allá de la guerra en sí misma, por cuanto las AFU y sus colegas en Azov consideran a todos los rusoucranianos, a los judíos y a los defensores de las conversaciones de paz, como alimañas -y así los tratan. Han abandonado todo atisbo de moralidad y ética. Puedo testificar sobre el homicidio de personas inocentes, sobre torturas y homicidios de prisioneros, sobre episodios en donde se disparó con armas de guerra a objetivos civiles. Puedo certificar que se han sembrado minas antipersonales en corredores humanitarios, para impedir que las personas pudieran escapar de las zonas de conflicto. Asimismo, personas que sugirieron propiciar conversaciones de paz y acciones diplomáticas fueron ejecutadas; he visto esvásticas y tatuajes pro-nazis en manos, brazos, cuellos y pechos de soldados de las AFU.

 

En rigor, numerosos eventos son arrojados hacia un evidente encubrimiento, como ha sido con el caso de los laboratorios destinados a la fabricación de armamento químico -red estadounidense de instalaciones desplegadas en suelo ucraniano. De igual modo, se oculta que las fuerzas armadas ucranianas no están saliendo victoriosas del conflicto; antes, bien: están siendo pulverizadas. Su Fuerza Aérea, su Armada, han sido destruídas. Refinerías de crudo, líneas de comunicaciones y sistema ferroviario han sido reducidos a escombros. Las AFU han perdido más de cincuenta mil hombres; mientras tanto, los prisioneros de guerra alcanzan cifras tan numerosas, que los rusos han sido forzados a construir campos de prisioneros más amplios. Por ley nacional, en Ucrania todos los hombres de entre 16 y 60 años de edad están siendo reclutados como conscriptos y como reemplazo. Los despachos de municiones desde OTAN son pulverizados apenas cruzan la frontera polaca; los centros de comando, control y comunicaciones yacen en ruinas.

 

Al día de la fecha, Zelensky, el demócrata y campeón dilecto del primer ministro británico Boris Johnson, ha firmado una novedosa legislación, la cual prohíbe la existencia de cualquier partido político de oposición. El mandatario ucraniano ya decidió poner bajo arresto a cinco generales y al principal líder opositor, Viktor Medvedchuk, calificando a los mismos de 'antihéroes' por el delito de sugerir la concreción de conversaciones de paz -un delito que bordea con la traición.

 

Tras desafiar apropiadamente el encubrimiento de la conexión nazi-ucraniana aquí, y tras quedar expuestas ya las principales mentiras de la guerra, acaso sea hora de que el pueblo de la empobrecida Gran Bretaña plantee al Señor Johnson, al parlamento y a los medios masivos de comunicación del país, la más fundamental, importante, vigente y antigua de las preguntas:

 

¿Qué diablos?

 

* El autor, Brett Redmayne-Titley (en Twitter, @WatchRomeBurn) es periodista independiente y fotógrafo. Colaborador, entre otros, en The Unz Review, ZeroHedge, Asia Times, Global Research -todos ellos, de Estados Unidos. Su sitio web personal, WatchingRomeBurn.uk. Su correo de contacto: live-on-scene (@) gmx.com.

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