está financiando a un régimen nazi en
Ucrania...
Brett
Redmayne-Titley
El Ojo Digital, 26
de May de 2022
Los capos
parlamentarios británicos contabilizan, al día de la fecha, £2.1 mil millones
para financiar el esfuerzo bélico ucraniano, en lugar de destinar esos fondos
con el fin de reparar el desfinanciado Instituto Nacional de Salud, impulsar al
languidenciente sistema educativo, combatir la pobreza -histórica, y que
también es inédita-, o para resguardar a la creciente población de personas sin
hogar. Habida cuenta del deplorable estado de la Gran Bretaña, ¿por qué el
público británico continúa ignorando su retroceso a nivel nacional, para
favorecer la fáctica alianza de Ucrania con un ecosistema neonazi?
El actual es un
momento idóneo para desafiar el encubrimiento perpetrado por los medios frente
a la conexión neonazi ucraniana, exponiendo verdades inconvenientes al respecto
de la pleitesía que Kiev rinden al líder de influencia nacionalsocialista
Stepon Bandera, a Right Sector y al Batallón Azov, cuya exhibición de
esvásticas tienen raíces en la sangre derramada de 14 mil ucranianos del
cuadrante oriental.
El origen de la
guerra en Ucrania y su propagación del neonazismo se evidencian desde 2014, con
la 'Revolución Anaranjada' que vio cómo los Estados Unidos de América ayudaron
a derrocar al presidente (elegido en comicios transparentes) Viktor Yanukovych,
dando lugar al terrorismo de la Plaza del Maidán. Meses más tarde, Victoria
Nuland, asistente del Secretario de Estado americano, había expresado
públicamente que los EE.UU. habían invertido US$ 5 mil millones para respaldar
la consolidación de un servomecanismo democrático al estilo americano en
Ucrania. Cuando la 'democracia' de referencia terminó espiralizándose en un
concierto de violencia nacional, para infortunio de los líderes políticos
europeos, Nuland expresó: 'Al demonio con la UE (Fuck the UE)'. Verdadera
sinopsis de tres palabras para ilustrar la esencia de la diplomacia democrática
estadounidense de tiempos pretéritos y actuales.
Right Sector,
Ucrania, Nazis, Bandera, Propaganda ucranianaEn los órdenes cultural y
regional, Ucrania se divide entre oriental y occidental, o bien la frontera
podría establecerse a cada lado del Río Dniéper, con su capital -Kiev-, situada
en el cuadrante septentrional. Ucrania oriental ha sido primariamente rusa, y
así lo ha sido por siglos. El Pacto Molotov-Ribbentrop de 1939 dividió al país
con un novedoso trazado y, hoy, Ucrania occidental se exhibe más alienada
cultural y políticamente con Europa y con los Estados Unidos. Por estas
razones, Ucrania occidental guarda una animosidad irracional contra su
contraparte oriental; de aquí que la elección de 2014 arrojara cifras ajustadas
y notorios episodios de violencia.
Yanukovych era
oriundo de la región del Donbas -al este de Ucrania- y, hasta los comicios de
2014, los residentes de las regiones de Luhansk (LPR), Donetsk (DPR), y el
Donbas tenían poco qué temer frente al gobierno central ucraniano. Las citadas
regiones integran un centro de importancia crítica para los sectores
industriales, manufactureros y mineros, mientras que la porción occidental es
mayormente agrícola. Amén de estos detalles, el este y el oeste vivieron en
relativa armonía desde 1939 hasta 2014. El 20 de febrero de 2014,
francotiradores pro-democracia asesinaron a sangre fría a 49 ciudadanos
ucranianos inocentes y a cuatro policías, en medio de manifestaciones contra
Yanukovych en la Plaza del Maidán; episodio que se desarrolló en el concierto
post-electoral patrocinado por Washington.
Los homicidas
acusaron falsamente a Rusia por el evento; originalmente, su plan fue
amplificar el conflicto ucraniano entre oriente y occidente, potenciando la
violencia anti-rusa. Yanukovych abandonó la presidencia y se dirigió a Moscú;
el parlamento instaló a Arseniy Yatsenyuk como presidente interino, hasta tanto
se desarrollaran nuevos comicios. Finalmente, la elección favorecería a Petro
Poroshenko, alineado con los intereses estadounidenses; éste nada hizo para restringir
la creciente influencia del consorcio neonazi Right Sector; ni la del Batallón
Azov.
Ergo, así comenzó
realmente la guerra en Ucrania.
Ucrania, Neonazis,
Banderistas, Stepon Bandera, Propaganda nazi en UcraniaPrevio a 2014, las
Fuerzas Armadas Ucranianas (AFU) se habían caracterizado -durante décadas- por
una deriva anti-rusa y antisemita, pero ese empuje fue contenido por Yanukovych
y otros líderes políticos designados por Moscú. Durante la Segunda Guerra
Mundial, Stepon Bandera -notorio colaboracionista nazi ucraniano- casi logró
construírse una reputación de héroe en Ucrania occidental, por haber ejecutado
genocidio contra rusos ucranianos y judíos. Se erigieron estatuas en su honor,
después de que fuera asesinado en 1959. Sin tapujos, Bandera era una neonazi, y
contribuyó a propagar una legión de simpatizantes que pensaban como él. Sin
embargo, lo cierto es que su deceso sólo logró galvanizar a su núcleo de
seguidores, muchos de los cuales se mantuvieron no solo en el seno del Ejército
Ucraniano, sino también en la estructura política del país.
Esta realidad
cobra fuerza con el caso de Andriy Parubiy, quien supo servir como Vocero del
parlamento ucraniano desde 2014 hasta 2019, y como Secretario Nacional de
Seguridad -así como también en el Consejo de Defensa ucraniano. Andriy Parubiy
es un nazi. Orgullosamente, ha proclamado su condición en reiteradas
oportunidades ante el congreso local, ante las fuerzas armadas nacionales, y en
la televisión pública.
Cuando tuvo lugar
la elección de Poroshenko, Washington aprovechó la oportunidad para inundar
Ucrania con armamento y entrenamiento estadounidenses, en preparación para el
eventual ataque de facto contra el oriente, y contra la influencia rusa en ese
sector geográfico. Como tal, Ucrania se convirtió en la fuerza militar más
importante de Europa. Asimismo, y en ese preciso momento, los otrora suprimidos
'banderistas' dominaron las AFU y la política ucraniana, multiplicando
complacientes sonrisas en los Estados Unidos y la OTAN.
Por propia confesión,
los elementos vinculados a Right Sector son discípulos de Stepon Bandera, y
ejercitan su influencia neonazi, al tiempo que ofician de comisarios políticos
que propagan su filosofía en todo el territorio ucraniano. Las AFU no son
exclusivamente banderistas, pero sí lo son los componentes del Batallón Azov,
desplegado fundamentalmente en el cuadrante oriental. Como Bandera, los de Azov
desprecian a los ucranianos étnicos rusos, y a los de ascendencia semita. La
Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas informó que los integrantes de
Azov asesinaron a más de 14 mil ciudadanos ucranianos del oriente desde 2014,
instancia desde la cual el oriente viene suplicando a Rusia para que le
proporcione asistencia militar -y para que sus milicianos pudieran responder
ante la recurrente agresión.
A efectos de
detener esas matanzas, en 2014 Moscú negoció una tregua conocida como
Protocolos de Minsk -que las AFU ignoraron abiertamente. La negociación fue
seguida de los Tratados de Minsk de 2015 -Minsk II-, pero este desarrollo
tampoco tuvo efectos prácticos sobre el comportamiento genocida de las AFU.
Durante siete años, este ecosistema de terror continuó, bajo la mirada
complaciente de Washington -cuyo liderato político celebró la muerte de cada
vez más rusos.
En 2019, Volodymyr
Zelenskyy, ex comediante y actor que alcanzara la fama a partir de su rol en la
serie televisiva 'Servant of the People', derrotó a Poroshenko abrumadoramente
en elecciones nacionales, prometiendo honrar los acuerdos de Minsk, así como
también poner un freno a la corrupción pública y a la creciente violencia
perpetrada por Right Sector. Sin embargo, a los ucranianos les tomó pocos meses
convertirse en la audiencia de la obscura broma encarnada por el
comediante-presidente, quien ya no era un líder que favorecía la paz, sino una
marioneta banderista de los Estados Unidos de América.
Acontecido el
desmoronamiento de la ex Unión Soviética y la consolidada la separación de numerosas
naciones-satélite de Moscú en 1990, la OTAN había prometido no ampliar su
esfera de influencia hacia esos territorios. No obstante, y casi sin excepción,
la OTAN se expandió y comenzó a cercar a Rusia con armamento Made in the USA.
Siendo Ucrania la cabecera de playa desde donde se desataron conflictos bélicos
contra Moscú en el pasado, el Kremlin había dejado en claro a Washington que el
ingreso de Ucrania en la OTAN consignaba una frontera intolerable.
Cuando los medios
de comunicación británicos comenzaron a sugerir que Rusia había dado inicio a
un conflicto no provocado para defender al oriente de Ucrania, faltaron a la
verdad -y a los propios intereses del Reino Unido. Siendo que la primavera en
el continente europeo suele ser el momento idóneo para comenzar una guerra,
durante febrero pasado, Zelensky ordenó al Batallón Azov y a las AFU que
acopiaran más de cien mil soldados -con su respectiva munición de combate- en
el cuadrante oriental, en preparación para un ataque masivo cuyo fin era el hacerse
del control de las regiones autónomas del este.
Los milicianos
pertenecientes al DPR, LPR y Donbas, nuevamente rogaron a Rusia para que
intervenga, pero Vladimir Putin continuó rehusándose a hacerlo. En lugar de
ello, Moscú insistió repetidamente en esfuerzos diplomáticos y, según supo
informarse, contactó a Washington y a Kiev, en un intento por no intervenir
militarmente. Los pedidos rusos fueron racionales y cristalinos: Ucrania debía
respetar la letra de los acuerdos de Minks, I y II; Kiev debía abstenerse de
seguir atacando a los residentes orientales y debía proceder a la
desnazificación de las AFU. Finalmente, Ucrania no debería unirse a la OTAN en
el futuro.
Ni los Estados
Unidos ni Kiev se molestaron en contestar. En un esfuerzo en pos de contar con
una respuesta negociada, y mientras las AFU proseguían amasando fuerzas y
material en el cuadrante oriental, Rusia comenzó a alistar fuerzas,
desplegándolas en la frontera ruso-ucraniana. En lugar de negociar con Rusia en
pos de la paz, Ucrania y los medios occidentales gritaron 'Se trata de una
agresión rusa'.
Finalmente, y
durante la última semana del mes de febrero, Zelensky hizo lo impensable:
informó a los Estados Unidos que, desde ese momento, estaba dispuesto a
permitir el despliegue de armamento nuclear en suelo ucraniano.
El siguiente día
-el 24 de febrero-, las fuerzas armadas rusas cruzaron hacia Ucrania oriental.
Así comenzó la guerra ruso-ucraniana, y los actos barbáricos de las AFU se
intensificaron.
En tal contexto,
el encubrimiento ejecutado por los medios de comunicación occidentales,
ocultando la evidente conexión neonazi ucraniana, da forma a la mentira de
mayor magnitud del conflicto. Tras informar desde el terreno durante dos meses
en y en la periferia de Ucrania, y aún cuando es certero afirmar que las partes
beligerantes incurrieron en atrocidades, he visto in situ un barbarismo
diferente, ejecutado por las AFU. El mismo debe sopesarse más allá de la guerra
en sí misma, por cuanto las AFU y sus colegas en Azov consideran a todos los
rusoucranianos, a los judíos y a los defensores de las conversaciones de paz,
como alimañas -y así los tratan. Han abandonado todo atisbo de moralidad y
ética. Puedo testificar sobre el homicidio de personas inocentes, sobre
torturas y homicidios de prisioneros, sobre episodios en donde se disparó con
armas de guerra a objetivos civiles. Puedo certificar que se han sembrado minas
antipersonales en corredores humanitarios, para impedir que las personas
pudieran escapar de las zonas de conflicto. Asimismo, personas que sugirieron
propiciar conversaciones de paz y acciones diplomáticas fueron ejecutadas; he
visto esvásticas y tatuajes pro-nazis en manos, brazos, cuellos y pechos de
soldados de las AFU.
En rigor,
numerosos eventos son arrojados hacia un evidente encubrimiento, como ha sido
con el caso de los laboratorios destinados a la fabricación de armamento
químico -red estadounidense de instalaciones desplegadas en suelo ucraniano. De
igual modo, se oculta que las fuerzas armadas ucranianas no están saliendo
victoriosas del conflicto; antes, bien: están siendo pulverizadas. Su Fuerza
Aérea, su Armada, han sido destruídas. Refinerías de crudo, líneas de
comunicaciones y sistema ferroviario han sido reducidos a escombros. Las AFU
han perdido más de cincuenta mil hombres; mientras tanto, los prisioneros de
guerra alcanzan cifras tan numerosas, que los rusos han sido forzados a
construir campos de prisioneros más amplios. Por ley nacional, en Ucrania todos
los hombres de entre 16 y 60 años de edad están siendo reclutados como
conscriptos y como reemplazo. Los despachos de municiones desde OTAN son
pulverizados apenas cruzan la frontera polaca; los centros de comando, control
y comunicaciones yacen en ruinas.
Al día de la
fecha, Zelensky, el demócrata y campeón dilecto del primer ministro británico
Boris Johnson, ha firmado una novedosa legislación, la cual prohíbe la
existencia de cualquier partido político de oposición. El mandatario ucraniano
ya decidió poner bajo arresto a cinco generales y al principal líder opositor,
Viktor Medvedchuk, calificando a los mismos de 'antihéroes' por el delito de
sugerir la concreción de conversaciones de paz -un delito que bordea con la
traición.
Tras desafiar
apropiadamente el encubrimiento de la conexión nazi-ucraniana aquí, y tras
quedar expuestas ya las principales mentiras de la guerra, acaso sea hora de
que el pueblo de la empobrecida Gran Bretaña plantee al Señor Johnson, al
parlamento y a los medios masivos de comunicación del país, la más fundamental,
importante, vigente y antigua de las preguntas:
¿Qué diablos?
* El autor, Brett
Redmayne-Titley (en Twitter, @WatchRomeBurn) es periodista independiente y
fotógrafo. Colaborador, entre otros, en The Unz Review, ZeroHedge, Asia Times,
Global Research -todos ellos, de Estados Unidos. Su sitio web personal,
WatchingRomeBurn.uk. Su correo de contacto: live-on-scene (@) gmx.com.
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