martes, 3 de mayo de 2022

THATCHER

 


 La "dama" con mancha y tacha


POR GABRIEL CAMILLI *


La Prensa, 2.05.2022

 

Hace exactamente cuarenta años, la heroica tripulación del ARA General Belgrano se enfrentaba al fatídico destino al que fue condenado por un artero e ignominioso ataque perpetrado por un submarino británico. El infausto episodio echaba por tierra el proceso de negociación que se encontraba en marcha y que buscaba evitar la conflagración.

 

De esta forma, en cumplimiento de una canallesca orden impartida por la Sra. Thatcher, nuestro Crucero fue torpedeado fuera de la zona de exclusión que la propia Gran Bretaña había instaurado. En cuestión de minutos, su tripulación se hallaba ante una escena dantesca, su buque se precipitaba de modo inexorable al fondo del mar y los supervivientes se enfrentaron a una desesperante, incierta y dolorosa agonía, a bordo de pequeñas balsas debieron soportar las rigurosas y heladas aguas del Atlántico Sur. La asistencia y el rescate británico brillaron por su ausencia.

 

Para conseguir este objetivo, la "dama de hierro", como la denomina el ambiente pro británico y desmalvinizador, en una suerte de sutil halago a quien se esfuerzan por presentar como paradigma de estadista de firmes decisiones, dejaba de lado el honor militar británico y las reglas del buen combate, para sustituirlas por el deshonesto y frío cálculo del mercenario.

 

Sabemos muy bien que en la guerra no hay excusas y que como generalmente se dice, la primera baja es la verdad. Por esta razón, no esgrimiremos aquí el papel de ingenuas víctimas, sino que por el contrario, asumiremos la cruenta realidad de la guerra, sin quejas fútiles y lloriqueos. Sin embargo, esto no significa que la guerra sea un enfrentamiento entre bandas criminales y que en su desarrollo deban adoptarse estrategias sin ninguna dosis de honor o caballerosidad, en las cuales se echan por la borda los más elementales principios de humanidad y civilidad. Los hombres de armas, estamos convencidos que los ejércitos regulares y profesionales deben limitar sus operaciones a ciertas pautas de humanidad, cordura y honor militar que resultan insoslayables para todo profesional de la guerra.

 

Pensemos por un momento que hubiese dicho Gran Bretaña y la prensa mundial, si aquel 2 de abril, en lugar de recuperar Puerto Argentino mediante una operación escrupulosamente diseñada y brillantemente ejecutada, a fin de preservar los intereses de los isleños, aún a costa de la vida de nuestros mejores hombres, lo que a la postre significó la dolorosa perdida de nuestro Capitán Giachino, si en vez de ello, hubiéramos bombardeado sin miramientos el cuartel de los Royal Marines, la casa del gobernador y otros centros de interés en las Islas, dejando de lado los principios humanitarios y el honor militar, desarticulando inmediatamente toda posible respuesta británica y a consecuencia de ello hubiesen perecido algunas decenas de ingleses. Pensémoslo sólo por un momento e imaginemos la catarata de duras críticas y severos juicios que hubiéramos tenido que soportar. El escándalo hubiese sido mayúsculo y la anatema hubiera sido lanzada sobre los "bárbaros y salvajes argentinos". Sin ningún género de dudas, si la Argentina hubiese dado una orden de este tipo, Gran Bretaña hubiera protestado feroz y descomunalmente en todos los foros internacionales y hasta el día de hoy seríamos blanco de durísimas acusaciones. Pero como al hundimiento del Belgrano lo pergeñó "la dama de hierro", el primer mundo interpretó que no se trató de un crimen de guerra, ni de una operación al margen de la ética militar. Es la regla de "las dos varas y las dos medidas", frecuentemente utilizada por el cinismo británico.

 

Los medios pro británicos y desmalvinizadores que, seguramente acicateados por jugosos favores y prebendas, se prostituyen a favor del interés británico, sólo se hacen eco de las "desquiciadas" decisiones de los argentinos o de las "sádicas" prácticas de oficiales descriptos como "bestias". Pero no los consterna ni los conmueve, la orden inescrupulosa e inmoral que ha sido causa eficiente de la despiadada muerte a la que tuvieron que enfrentarse los trescientos veintitrés camaradas del Belgrano. Esta afirmación cobra aún más fuerza, si tenemos en cuenta que previo al hundimiento, se había puesto en marcha un proceso de negociación para morigerar la crisis y evitar la guerra. Esto implica que fueron muertes evitables y, por otro lado, que la Sra. Thatcher fue quien preconizó, apresuró y deliberadamente buscó el enfrentamiento, el ataque y consiguiente muerte de nuestros compatriotas. Quería sangre y no importaba si los procedimientos eran deshonrosos, inmorales y reñidos con el profesionalismo castrense.

Sin lugar a dudas, se trató de una de las acciones más infames de las que se tenga registro en los anales de la historia militar.

 

Como argentinos, tenemos una tarea irrenunciable que debemos llevar adelante, esta tarea consiste en preservar, custodiar y enaltecer el enorme patrimonio espiritual, patriótico e histórico que representa la gloriosa Gesta de Malvinas. Es vergonzoso y condenable que en muchas ocasiones, con una insolencia supina y una desagradable mala fe, personajes sórdidos de la más baja laya, ataquen la memoria de la Gesta y agravien a nuestros Veteranos de Guerra.

 

Por nuestra parte, con el corazón colmado de orgullo y con un altivo sentimiento de admiración y cálido recuerdo, decidimos homenajear el sacrificio, la abnegación y el heroísmo de nuestros compatriotas caídos en las gélidas aguas del Atlántico Sur, aquel 2 de mayo de 1982. Ellos honraron lo que alguna vez juramentaron frente a nuestra bandera: defender la Patria hasta perder la vida. Aquellos trescientos veintitrés bravos soldados-marinos, de nuestra Marina de Guerra, enfrentaron un dramático desenlace con la entereza y bizarría que caracteriza al soldado argentino y como dignos herederos del Almirante Guillermo Brown, sus nombres se hallan inscriptos en el bronce de la gloria. ¡Hoy más que nunca, digamos gloria y honor a los héroes del ARA General Belgrano!

 

* Cnl My (R). Director de Elevan (Estudios y Legado en Valores Nacionales)

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