En vísperas del
aniversario de la Reconquista de Buenos Aires, conviene recordar el pasado de
nuestra patria, para no caer en el error simplista de ubicar el comienzo de la
decadencia argentina en la aparición del peronismo, en 1945, o en la versión
distorsionada del mismo movimiento (kirchnerismo), en las últimas décadas. Coincide
este año la gesta de rechazo a la invasión inglesa, con el desafío que implica
la elección de un nuevo gobierno nacional; proceso que comienza con las Paso el
13 de agosto.
En esencia, lo que
hoy llamamos grieta, fue la sumatoria de las diferencias entre enfoques
contrapuestos en el transcurso de la historia, que se mantiene hasta el
presente (*). Para quienes tenemos una concepción cristiana de la vida, es
importante comprender el rol que han desempeñado las ideologías, y la necesidad
de incrementar nuestra participación en la vida cívica, para que no se agraven
las consecuencias de la legislación que ha impuesto aceleradamente cambios que
afectan nuestras creencias.
No podemos imputar
sólo a los malos gobiernos, por ejemplo, lo que indica con cruda precisión la
última encuesta sobre creencias religiosas en Argentina: el 80 % de los
católicos considera que la mujer tiene derecho a abortar (**).
Si los católicos
no conocemos bien y no defendemos, la fe que proclamamos, interviniendo activamente
en la vida pública, no podremos evitar que continúe avanzando una tendencia
ideológica contraria a nuestra tradición histórica y enemiga de nuestras
creencias. El primer paso, es estudiar y aplicar la mejor brújula de que
disponemos, que es la doctrina social de la Iglesia, que entre otras cosas nos
exige la participación en la elección de autoridades (Catecismo, 1905).
Recordemos el
ejemplo de quienes nos precedieron, como el dirigente laico José Manuel
Estrada, que hace 140 años alertaba:
“Los católicos
argentinos han sido inadvertidos y lo son todavía. Han creído que su fe no
debía influir en sus resoluciones políticas ni rectificar sus simpatías de
partido. Por eso, multitud de hombres fieles a la fe han cooperado a la
elevación de políticos, cuyas creencias, si ese nombre puede darse al
escepticismo, estuvieron en abierta contradicción con las suyas.”
“Los católicos han prescindido de las cuestiones de su
fe en sus combinaciones políticas, y por su tolerancia y abandono han contribuido
indirectamente a que arraiguen las supersticiones del liberalismo en el régimen
de los negocios públicos. Los males arrecian día en día, y se acerca la hora de
recobrarse y reflexionar.”
(La Unión, 1-4-1883).
Mario Meneghini
(*) Sonego, Víctor. “Las dos Argentinas”; Ediciones
Don Bosco Argentina, 1986.
(**) Segunda
Encuesta nacional sobre creencias y actitudes religiosas en Argentina; Ceil –
Conicet, 2019.
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