el brutal ataque del ERP al cuartel militar de
Azul para sembrar terror y robar armas
Juan Bautista Tata
Yofre
Infobae, 19 de
Enero de 2022
El sábado 19 de
enero de 1974 la Argentina pasaba tranquilamente su fin de semana. Algunos
leían los diarios sin mayor apresuramiento. En el diario Mayoría la gente fijó
su mirada al observar un título, “La Argentina en el despegue”, donde se
reproduce un artículo del diario Il Popolo, órgano oficial de la gobernante
democracia cristiana italiana, en el que se afirma que Juan Domingo Perón “ha
vuelto al Gobierno como un sabio de la política empeñado especialmente en no
repetir ninguno de los errores que se le reprocharon alguna vez, con razón o
sin ella: hoy Perón aparece como el hombre de gran equilibrio nacional
comprometido en el respeto de las opiniones ajenas y en la convivencia
pacífica. Todo esto le ha asegurado a Perón el apoyo y la cooperación de numerosos
sectores no peronistas también”. Ese mismo sábado comenzaba el Festival de
Cosquín y por primera vez en 14 años los ganadores serían elegidos por el voto
popular. Algunos de los que participarían son ya parte de la leyenda del
folklore argentino: Eduardo Falú, Los Fronterizos, Los Huanca Hua, Los de Salta
y Ramona Galarza. Como siempre, a las 0:30, Canal 13 (Canal 2 lo repetía en
directo) presentaba su noticiero relatado por Horacio Galloso. En esos momentos
ya se estaba atacando la Guarnición Militar de Azul, pero nada salió al aire en
esa edición.
“La decisión (de
atacar la Guarnición de Azul) fue de la máxima dirección, de Santucho y el Buró
Político que componíamos nosotros”, relató Luís Mattini, quien unos años más
tarde sería el sucesor de Mario Roberto Santucho. Habló con el diario El Tiempo
de la ciudad bonaerense de Azul, el domingo 18 de junio de 1995. El Estado
Mayor del ERP hizo el diseño de la operación, pero dependía de ese Buró
Político fijar el día, la hora y elegir cómo tomar el cuartel. El objetivo era
“dar un golpe fuerte a las FFAA, y el objetivo práctico era obtener, al menos,
entre seis y ocho toneladas de armamentos” que iba a ser destinado “a la
preparación de las guerrillas rurales, para el futuro”. En su diálogo con el
periodista Marcial Luna, Mattini reiteró un argumento que le había expuesto a
Fidel Castro quince días antes del ataque a la guarnición: la máxima dirigencia
del PRT-ERP consideraba que en Argentina, a corto plazo, se iba a producir un
golpe de Estado y “la guerrilla rural tendría el objetivo de responder a ese
golpe”.
“Nosotros teníamos la facilidad de tener un conscripto
que permitió el operativo. De no haber estado ese chico, probablemente no lo
hubiéramos hecho. Los conscriptos eran nuestra fuente de información fundamental.
El conscripto de Azul hizo toda la descripción, los puntos débiles de la
guardia”. Era un tal “Néstor” no identificado.
Durante la
planificación se estudiaron detalladamente las rutas desde Tandil a Buenos
Aires “para la retirada de los grupos armados de combate y los de logística que
iban con los camiones más pesados, quienes iban directamente a Tucumán (…) El
mayor inconveniente que nosotros teníamos en ese momento no era el ataque al
cuartel, sino la retirada con varias toneladas de armamento”. La preparación de
los camiones retrasó el ataque, porque se lo pensaba realizar en diciembre de
1973. El operativo estuvo conformado por tres grupos. “Un grupo central, al
mando del jefe del operativo, que era Enrique Gorriarán Merlo, atacaba la zona de
tanques. Era la zona más dura, por eso ahí iba el jefe con el grupo principal
ya que se suponía que se podía encontrar alguna resistencia”. Otro grupo, al
mando de Hugo Irurzun, “Capitán Santiago”, que se desplazaría en profundidad en
el cuartel. Irurzun sería el jefe de la “Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez”
y años más tarde intervino en el asesinato del ex presidente de Nicaragua
Anastasio Somoza (h) el 17 de septiembre de 1980 en Asunción del Paraguay. Un
tercer grupo, al mando de Jorge Molina, cuya misión era atacar las casas de los
jefes militares y secuestrarlos. Este grupo tenía “autonomía total”.
Es decir,
independientemente del ataque al cuartel, la misión era secuestrarlos y
llevárselos sin tener en cuenta lo que sucedía con el resto de los atacantes. Jorge Carlos Molina, “Capitán Pablo” o
“Pinturita”, fue uno de los fundadores del ERP durante el Vº Congreso del PRT
que se realizó en la Isla Magnasco, una de las Lechiguanas, frente a San
Nicolás, entre el 30 y el 31 de julio de 1970. Estudió el secundario en el Liceo Militar General Belgrano, donde se
recibió de Subteniente de Reserva, con altas calificaciones. El 23 de mayo
de 1971 intervino en el secuestro del cónsul inglés en Rosario Stanley
Silvester, también gerente del Frigorífico Swift local, liberado tras una gran
entrega de alimentos a los sectores más pobres de esa ciudad. Luego caerá preso
y será amnistiado el 25 de mayo de 1973.
En la reseña
histórica del intento de copamiento a la guarnición de Ejército Azul, realizada
por pedido de la Comisión del Arma de Artillería “Santa Bárbara”, escrita por
el coronel Horacio Guglielmone (h), se hace una detallada crónica del ataque,
precisamente porque el autor fue uno de los que defendió las unidades
militares. El relato, entonces, estará respaldado más que por una reseña en el
testimonio de un combatiente.
El asiento de la
Guarnición Ejército Azul estaba ocupado por los cuarteles de dos Unidades: el
Grupo de Artillería Blindado 1 (GA Bl 1) y el Regimiento de Caballería de
Tiradores Blindados 10 “Húsares de Pueyrredón” (RC Tir Bl 10), actualmente
Regimiento de Caballería de Tanques 10 “Húsares de Pueyrredón”. (RC Tan 10). La
noche del sábado 19 de enero de 1974, conociendo la escasez de efectivos con
que contaba la Guarnición, debido a que la masa de conscriptos había sido dado
de baja por razones presupuestarias y las licencias de fin de semana, la
“Compañía Héroes de Trelew” (reforzada) del PRT-ERP inició el ataque a las
23:40 y los combates se prolongaron toda la noche y hasta las primeras luces
del día 20.
Previo al ataque
un grupo de combatientes copó la casa quinta del doctor Miguel A. Inza,
aproximadamente a tres kilómetros del objetivo, amordazó al casero, y comenzó a
concentrar el grueso del “escalón Asalto” dado el amplio jardín rodeado por un
cerco de pinos que impedía ver qué sucedía. Allí instalaron una posta sanitaria
y distribuyeron los uniformes y armamentos. El otro escalón de “Contención”
permaneció en los alrededores en apoyo del primero, para bloquear cualquier
concurrencia de auxilio a la Guarnición y apoyar el escape de los atacantes y
los camiones. Según Guglielmone cada grupo estuvo integrado por aproximadamente
120 hombres cada uno. Es decir, el ERP empeñó 240 combatientes. Los atacantes
entraron en la zona de cuarteles vistiendo uniformes de combate con casquetes o
cascos, idénticos a los utilizados por el Ejército, y armados con fusiles FAL,
FAP, fusiles ametralladoras Madsen, ametralladoras MAG, lanzacohetes, granadas
para ser lanzadas con fusil, granadas de mano, ametralladores PAM, escopetas
calibre 12.70 y pistolas calibres 9mm y 11.25.
A las 23:40 se
escuchan los primeros disparos en el puesto de guardia Nº 4, donde es degollado
el soldado conscripto Daniel Osvaldo González. El oficial de servicio, teniente
primero Alejandro Domingo Carullo, concurre rápidamente al lugar del hecho y es
herido de gravedad por ráfagas de pistola ametralladora y es dado por muerto.
Para entonces los atacantes ya habían alcanzado la parte posterior del sector
Oeste del cuartel y el Casino de Oficiales. Los atacantes intentaron bloquear
la salida de los oficiales del Casino para impedirles que concurran a combatir
en los lugares que tenían como objetivos de la operación, y a la vez alcanzar
la Sala de Armas de las subunidades, encontrando una fuerte resistencia y
sufriendo importantes bajas. Atacaron en cinco oportunidades pero fueron
rechazados.
Mientras se
libraba una fuerte lucha en el interior del cuartel, el jefe del Grupo de
Artillería Blindado 1, teniente coronel Jorge Roberto Ibarzábal, quien se
encontraba cenando en la casa de un oficial de su unidad en el Barrio Militar,
ingresó al cuartel dirigiéndose a la casa del Jefe de la Guarnición y Jefe del
Regimiento “Húsares de Pueyrredón”, coronel Camilo Arturo Gay. Juntos dejan a
sus familias en esa casa y se dirigen a defender la unidad, sin darse cuenta
que a sus espaldas la vivienda había sido rodeada por un grupo terrorista.
Aproximadamente a 50 metros, antes de cruzar el arroyo Azul, el cual separaba
la casa del cuartel, son interceptados y escasamente armados como estaban
intentan resistirse. El coronel Gay cae herido de muerte y es tomado prisionero
el teniente coronel Ibarzábal, ante la amenaza de los atacantes de asesinar a
la familia del primero.
Ibarzábal es
introducido en un vehículo y sacado del lugar y la familia de Gay es llevada de
rehén a la herrería del cuartel, donde un vehículo debía recogerlos, pero un
vehículo blindado militar bloqueaba al grupo atacante. Cerca de las dos de la
madrugada ingresa una sección del Arsenal Naval “Azopardo” (distante a 35
kilómetros), integrada por 20 hombres. A las cuatro llegan el general Albano
Harguindeguy -Jefe de Logística del Ejército- y el coronel Joel Francisco Damo
de quien dependían las unidades atacadas.
El vehículo, cuyas
orugas crean un efecto psicológico sobre los atacantes, se dirige al fondo del
cuartel y en la herrería encuentra que dos atacantes -Guillermo Pascual Altera
y Santiago Luis Carrara- mantenían de rehenes a la familia del coronel Gay;
Enrique Alejandro Paradelo un amigo del hijo de éste que estaba de visita ese
fin de semana; a dos suboficiales heridos (Cabo 1º Raúl Jesús Puyó y cabo de
Artillería Manuel Ernesto Caballero), además de los integrantes de ese puesto
de guardia (Jefe y tres soldados) y a dos suboficiales más. A partir de ese
momento los dos atacantes quedan cercados y esta situación queda a cargo del
mayor Osvaldo Larocca, quien oficia de interlocutor hasta el final de las
acciones.
Mientras unos
realizaban acciones de rastrillaje de la unidad buscando atacantes, los dos
terroristas reclaman la presencia de diputados y senadores, periodistas y un
Juez Federal. Adentro de la herrería siguen como rehenes los miembros de la
familia Gay y miembros de la Guarnición. Recibida la orden de “accionar sobre
los terroristas” del teniente general Leandro Enrique Anaya, Comandante General
del Ejército, Larocca reúne a los oficiales y pide dos voluntarios para
concretar la acción. Cerca de las 7:30 del 20 de enero todo estaba listo para
cumplir la orden de Anaya. El terrorista Altera miraba hacia el exterior
planteando sus exigencias, sin el cumplimiento de las cuales no dejaría salir
con vida a los rehenes. Carrara estaba detrás apuntando con su FAL a los
prisioneros. La esposa del coronel Gay, Hilda Irma Cazaux, estaba sentada en el
fondo del edificio y en su regazo estaba la cabeza de su hija Patricia de 14
años a la que acariciaba. Más atrás estaban el sargento Cornaló, Camilo Carlos,
el otro hijo de Gay y su amigo Paradelo.
A la señal
esperada, los dos tiradores se incorporaron y abrieron fuego. Altera cayó
muerto instantáneamente, pero Carrara, cubierto en parte por el anterior, cae
herido por dos disparos en el costado derecho algo más arriba de la cintura,
pero alcanza a girar y hacer un disparo con su FAL, que hiere de muerte a la
esposa del coronel Gay. “La señora de Gay -’Chela’- inclinó su torso hacia
delante, cayendo sobre el rostro de su hija Patricia a quien acariciaba para
tranquilizarla. “‘Juan Carrara fue llevado a la enfermería del cuartel y
posteriormente al Hospital Municipal de Azul donde es atendido y se le salvó la
vida”. Más tarde lograría “refugiarse” en Alemania. Tras el fracaso de la
operación, “el pelado” Gorriarán Merlo fue “despromovido” bajo el cargo de
haber abandonado a su gente antes del repliegue y se lo destinó en Córdoba. Su
cargo fue ocupado por Juan Ledesma (a) el “comandante Pedro” (quien más tarde
planificaría el asalto en Monte Chingolo).
Desde el día del
secuestro de Ibarzábal, su familia vivió un verdadero calvario. El PRT
reclamaba un canje de prisioneros como lo había ensayado en los tiempos del
gobierno militar. Esto le reconoció Luis Mattini al Centro de Documentación e
Información del Instituto Gino Germani, pero el Estado no negociaba con
terroristas. Así sucedió en 1972 con el empresario italiano de la FIAT, Oberdan
Sallustro, y el rechazo hizo que fuera asesinado cuando llegaba la Policía a
rescatarlo.
El sábado 16 de
febrero de 1974 el PRT-ERP difundió una “Resolución del Estado Mayor del ERP”
en la que se otorga un plazo de 48 horas “para responder sobre el estado en que
se encuentran los compañeros Antelo y Roldán” (supuestos desaparecidos) y
concluido el plazo “si no se registrara respuesta alguna, será ejecutado el
teniente coronel Ibarzábal por recaer en su persona la responsabilidad de ser
el Jefe de la Institución Militar que viola los más elementales derechos
humanos, negando los convenios internacionales firmados en Ginebra”. Horas más
tarde, la organización armada, ante una respuesta telefónica que le habría dado
el Comandante General del Ejército, respecto a “que el Ejército solamente daba
cuenta de la detención de Santiago L. Carrara, herido, y Guillermo P. Altera,
muerto”, resolvió suspender la ejecución de Ibarzábal. Lo insólito fue la conclusión
que sacó el PRT-ERP tras la aclaración del Ejército: “De acuerdo a lo informado
por el Ejército Argentino, se aplicará la justicia popular sin juicio sumario a
la Policía Federal y a sus organismos especializados en torturas”.
En Estrella Roja
del 4 de marzo de 1974 se publicó una conferencia de prensa de los miembros de
la conducción del PRT-ERP, Enrique Haroldo Gorriarán Merlo, José Manuel Carrizo
y el “Gringo” Menna en la que se intentó explicar las causas de la muerte de la
señora del coronel Gay. Para ellos la culpa había sido de los militares. Desde
el 19 de enero hasta el 19 de noviembre de 1974 Ibarzábal permaneció en una
“cárcel del pueblo”. Pudo comunicarse con la familia solamente con la condición
de que hiciera mención al pedido de canje.
El 19 de
noviembre, aproximadamente a las 19 horas, en un control de ruta que se
realizaba en las calles Donato Álvarez y San Martín, en la localidad de San
Francisco Solano, partido de Quilmes, se observó una caravana integrada por una
camioneta Rastrojero, acompañada por un Ford Falcon celeste y un Chevrolet
blanco, que trató de evitar la inspección policial. Los tres móviles fueron
interceptados y se produjo un fuerte tiroteo del que huyeron entre 10 o 12
terroristas que conformaban el grupo en vehículos sustraídos a conductores que
se encontraban en la zona. Los tres ocupantes de la camioneta lograron huir
pero el último en abandonarla efectuó tres disparos en el interior de la caja.
Cuando se revisó el Rastrojero abandonado se encontró un armario metálico de
1.65 metros de alto por 65 centímetros de ancho volcado en el piso, con su
puerta abierta, en cuyo interior yacía un hombre con sus ojos tapados con cinta
adhesiva, con tres impactos de bala realizados a corta distancia. Era el
teniente coronel Jorge Ibarzábal que había sido asesinado a quemarropa por un
revólver calibre 357 Magnum de Smith & Wesson.
El PRT-ERP en
Estrella Roja del 2 de diciembre de 1974 publicó el “Parte de Guerra” en la que
intentó explicar la muerte del alto oficial como fruto del enfrentamiento con
las fuerzas policiales “que obligó a ajusticiar al detenido”. Seguidamente,
expresa: “Debemos señalar que en todo momento, nuestra organización procuró
preservar la vida del detenido, teniendo en cuenta los principios humanitarios
y las leyes internacionales; esa actitud ha sido demostrada permanentemente a
través del trato que se le dio al Teniente Coronel Ibarzábal, al igual que a
otros detenidos”. Los exámenes forenses del cadáver demostraron que su estado
físico era deplorable.
Los restos de
Ibarzábal fueron velados en el Regimiento Patricios y enterrado en el Panteón
Militar de la Chacarita. Era noviembre de 1974, Juan Domingo Perón había muerto
y había sido reemplazado por su esposa María Estela Martínez. En nombre del
Ejército habló el director de la Escuela Superior de Guerra, general Osvaldo
Azpitarte. Entre otros párrafos destacados por la prensa, Azpitarte dijo:
“Pienso que no está lejos el día que la Patria nos reclame para acudir en su
defensa…”. Ya para ese entonces el PRT-ERP intentó el 11 de agosto copar el
Regimiento 17 de Infantería Aerotransportado en Catamarca y asaltó la Fábrica
de Explosivos de Villa María, Córdoba, robando numeroso armamento y
secuestrando al mayor Argentino del Valle Larrabure que pasaría un poco más de
un año en una “cárcel del pueblo” hasta que su cuerpo apareció en un baldío de
Rosario el 23 de agosto de 1975, y Montoneros había pasado a la clandestinidad
el 6 de septiembre de 1974 año en abierta oposición al gobierno constitucional.
Tras el ataque a la guarnición de Azul, Perón tomaría decisiones drásticas.
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