DE QUE ALGO PUEDA
CAMBIAR EN LA ARGENTINA
"La única
salida es el aeropuerto"
el éxodo de jóvenes profesionales de Argentina
Veronica Smink
BBC News Mundo,
Argentina, 25-1-21
Era febrero de
2002, y el país sudamericano atravesaba la peor crisis económica, política y
social de su historia reciente.
El presidente -el
quinto en menos de dos semanas- había ordenado que se "pesificaran"
los depósitos en dólares, provocando una repentina devaluación que, en un instante,
borró tres cuartos del valor de los ahorros de millones de personas.
Decenas de miles
de argentinos dejaron el país durante la llamada "crisis de 2001".
Muchos, como los
padres de Anat, habían perdido su trabajo, o tuvieron que cerrar sus comercios,
y decidieron empezar de nuevo en otro lado.
Cuando Argentina
logró recuperarse económicamente unos años más tarde, y se estabilizó
políticamente, algunos de los emigrantes comenzaron a volver.
Fue el caso de
Anat, que se mudó de nuevo a Argentina en 2011, con 29 años, y hoy vive en las
afueras de Buenos Aires con su marido e hijo.
Aunque su país
está sumido en una nueva crisis económica, con una inflación anual que supera
el 50%, y una de las monedas más devaluadas del mundo, ella asegura que no se
arrepiente de haber vuelto, y dice que, mientras siga teniendo trabajo, piensa
quedarse en el país.
No obstante,
señala a BBC Mundo que en los últimos tiempos viene observando una tendencia
que le trae muchos recuerdos de lo que vivió hace dos décadas.
"Tengo varios
amigos y conocidos que se están yendo", relata. "Algunos ya se
fueron, otros planean irse este año".
Anat no tiene
dudas de que el país está atravesando una nueva gran ola emigratoria, un
fenómeno que muchos medios locales han apodado un "éxodo".
BBC Mundo consultó
a la Dirección Nacional de Migraciones de Argentina (DNM) sobre el número de
emigrantes, pero un vocero del organismo explicó que no podrían brindar esa
cifra.
El portavoz señaló
que el motivo era "proteger los datos personales" de los viajeros
tras presuntos ingresos irregulares a la base de datos de Migraciones durante
la gestión anterior, que aún se investigan.
Sin embargo, el
sitio de noticias A24 publicó en octubre pasado estadísticas que obtuvo de la
DNM a través de un pedido de acceso a la información pública, que indican que
entre septiembre de 2020 y junio de 2021 casi 60.000 personas emigraron.
Eso equivale a
unos 200 emigrantes por día.
La cifra
corresponde a las personas que pusieron "mudanza" como motivo de
viaje en su declaración jurada, previo a dejar el país.
No obstante,
expertos señalan que el número de emigrantes podría ser mucho mayor, ya que no
todos los que planean irse de forma definitiva lo reconocen en sus documentos
de viaje.
"No solamente
se van los que declaran mudanza; hay otros que declaran viajar por turismo o
estudios, pero que también pueden ser emigrantes", advirtió a A24 el
director del Instituto de Políticas de Migraciones y Asilo (IPMA), Leilo
Mármora.
Fueron más de
445.000 los argentinos que viajaron por "turismo" durante esos 10
meses, y casi 15.000 lo hicieron por "estudio".
Otros 180.000
declararon "residencia" como motivo de su viaje, mientras que más de
142.000 dijeron que se iban por "trabajo".
Un cuarto de los
que reconocieron que se estaban mudando de país viajaron a España, según
información que la DNM pudo compartir con este medio.
Los siguientes
destinos más populares fueron países limítrofes, como Paraguay, Brasil, Chile y
Uruguay. El 5% se mudó a Estados Unidos.
No es fácil trazar
comparaciones con la emigración de 2001, ya que en esa época no existían las
declaraciones juradas indicando el motivo del viaje. Además, la población
general era más chica.
Pero, a modo de
referencia, podría tomarse un trabajo publicado en 2003 por el sociólogo
Fernando Esteban, que estimó que entre 2000 y 2001 "abandonaron el país
118.087 argentinos".
Tomando eso como
parámetro, se puede estimar que en esa época los emigrantes fueron, en
promedio, unos 160 por día.
Esto ha llevado a
algunos a advertir que la actual ola de emigración no tiene precedentes.
Quiénes se van
Más allá de los
números, lo que destacan muchos medios es que el actual fenómeno migratorio
está protagonizado por jóvenes profesionales, muchos de ellos altamente
calificados, lo que significa una importante pérdida para Argentina.
Esto difiere de lo
que pasó en 2001, cuando la emigración era mucho más heterogénea, tanto desde
el punto de vista etario como profesional, e incluso socioeconómico.
Otra diferencia es
que, hace dos décadas, muchos se fueron con lo poco que tenían -un gran número
había perdido la mayor parte de sus ahorros en el llamado "corralito"
financiero-.
Ahora, en cambio,
los emigrados parecen estar viajando mucho mejor preparados, tanto logística
como económicamente.
Es algo que notó
Anat.
"Lo que se ve
ahora está muy alejado del contexto que se vivió en 2001", señala.
"El que se va hoy se va distinto. Tiene tiempo de planear. No se está
escapando para poder darle de comer a los hijos".
De hecho, resalta
que todos sus amigos que se fueron o planean irse tienen o tenían una buena
posición económica en Argentina.
Daniela Mansbach
se mudó con su familia a Madrid a mediados de 2021 con la intención de darle un
mejor futuro a sus hijos.
Es el caso, por
ejemplo, de su amiga Daniela Mansbach, una ingeniera de 38 años que se mudó a
España en julio de 2021 con su marido y sus dos hijos pequeños.
"Nosotros
económicamente allá estábamos bien", reconoce Daniela a BBC Mundo desde
Madrid.
"Teníamos la
vida que queríamos. Yo incluso había dejado de trabajar durante la pandemia
para ocuparme de mi hija, que tenía tres meses", señala.
"Ahí
económicamente podía no trabajar. Acá no es una opción", resalta, sobre su
nueva vida en la capital española.
Aunque tiene
documentos europeos, gracias a su ascendencia alemana, sabe que conseguir
trabajo allí no será fácil.
"Vendimos
nuestra casa en Argentina y vinimos dispuestos a vivir de ahorros por un
tiempo", dice.
¿Por qué todo este
sacrificio si tenían una buena vida en Buenos Aires?
"Nos vinimos
por nuestros hijos", explica.
"El año
pasado escuchamos que el 54% de los menores de 14 años son pobres en Argentina.
Aplicando las tasas de natalidad, se espera que en 30 años el 80% sea pobre, si
las cosas no cambian", señaló.
Más de los mitad
de los niños en Argentina sobre pobres, según las estadísticas oficiales de
2021.
Otro factor que
los influenció, cuenta, fue la decisión del gobierno nacional de cerrar las
escuelas por cerca de un año y medio durante la pandemia de coronavirus, algo
que afectó a cientos de miles de niños de hogares humildes que no tuvieron las
posibilidades de continuar su educación de manera virtual.
"¿Cómo se va
a recuperar el tiempo que no hubo clases? Es una situación que a futuro va a
tener consecuencias muy graves para el país", afirmó.
Daniela cuenta que
en el barrio donde viven en las afueras de Madrid hay muchas familias de
argentinos recién llegados, como la suya, con niños pequeños.
"No te
explico con la cantidad de gente que nos estamos relacionando que llegó un mes
antes o un mes después que nosotros, que también se vinieron con sus ahorros,
dispuestos a gastárselos hasta establecerse".
Dice que la
mayoría tiene ciudadanía europea, y algunos empezaron a buscar trabajo en
España antes de mudarse. Otros llegaron dispuestos a arrancar su propio
emprendimiento.
Todos comparten su
pesimismo sobre su país de origen.
"Perdimos
totalmente las esperanzas de que algo pueda cambiar en Argentina",
lamenta.
"No tenemos
futuro"
Esa desesperanza
es algo que transmiten muchos de los que eligen irse.
Pero en el caso de
los más jóvenes, a la preocupación sobre su futuro se le suma el hartazgo sobre
su presente.
"Hace muchos
años que venía escuchando que el país está cada vez peor: la inflación, el
dólar que se disparó. Mis padres estaban estresados, mis abuelos estaban
estresados", cuenta Alexis Lewin, de 26 años, que vivía con su familia en
Buenos Aires.
"Todos me
decían que cuando eran más jóvenes las cosas no eran así. Aparte de escucharlos
lo iba viviendo", señala el joven, que es licenciado en dirección de
negocios globales.
A pesar de que
tenía un buen trabajo en una empresa de renombre, afirma que el sueldo no le
alcanzaba para alquilar su propio departamento o hacer viajes al exterior.
"No veía luz
al final del túnel, no veía posibilidades de vivir solo. Con mi pareja nos
íbamos a tener que matar para pagar el alquiler, ni hablar de tener
hijos...", le contó a BBC Mundo.
"Me levantaba
todos los días y decía: ¿para qué? ¿Para qué sigo acá si mi meta es disfrutar
de la vida?".
"Me juntaba
con mis compañeros de secundaria y de facultad y estábamos todos en la misma:
nos encanta Argentina, amamos el país, amamos la gente y el grupo de amigos que
creamos, pero no tenemos futuro".
Fue eso lo que lo
impulsó, en abril pasado, a aprovechar las muchas facilidades que otorga el
Estado israelí a los judíos que quieren mudarse allí.
Cuando llegó al
aeropuerto para abordar su vuelo a Tel Aviv se encontró con un gran número de
jóvenes de veintitantos años, como él, dispuestos a realizar la misma aventura.
Emigrar fue mucho
más duro de lo que pensó, confiesa. Tuvo que aprender hebreo y -como ocurre con
muchos recién llegados en todo el mundo-, el primer trabajo que consiguió
estuvo lejos de ser ideal para un graduado universitario.
"Trabajé en
un call center. Lo pasé pésimo", reconoce. "Muchos de mis compañeros
argentinos trabajaron de mozos, o limpiando habitaciones. Paseando perros
también".
Alexis se encontró
en el aeropuerto de Ezeiza con varios jóvenes que también dejaban el país.
No obstante,
destaca que tres meses después de haber concluido sus estudios de hebreo
consiguió empleo en una empresa de high tech israelí.
"Tuve mucha
suerte. Es un lujo. El sueldo es buenísimo, las condiciones también",
señala orgulloso.
"Israel te da
muchas oportunidades", afirma. "En Argentina era todo sobrevivir. Era
muy frustrante. La única salida era ir al aeropuerto, tomarte un avión e irte a
otro país a vivir".
"Una buena
vejez"
Algo similar
expresa Camila Levin, una productora teatral argentina de 28 años, que también
tiene pasajes comprados para mudarse a Israel en mayo.
"Acá es
laburar, laburar, laburar y que no alcance", dice a BBC Mundo.
"No me estoy
yendo feliz de la vida, me duele mucho tener que irme", confiesa.
"Tengo una historia acá, mis amigos están acá. Pero no tengo una
posibilidad real de desarrollarme".
A diferencia de
Alexis, Camila no emigrará sola. Se irá con sus padres, ambos psiquiatras, con
quienes convive en el barrio porteño de Belgrano ("hoy no puedo pagarme un
alquiler sola, es una de las razones por las que elijo irme", cuenta).
"Mis padres
también se quieren ir porque sienten que no van a tener una buena vejez
acá", señala.
"Por más que
amen su profesión, en algún momento se quieren retirar, como cualquier persona,
pero acá se van a tener que morir trabajando para poder subsistir".
Camila emigrará
con sus padres, quienes temen no poder vivir de su jubilación en Argentina
cuando se retiren.
Camila cita otro
motivo para querer irse, además del económico: la inseguridad.
"En 2019 me
asaltaron con una pistola en plena calle, antes de eso me robaron el
celular", cuenta.
Dice que este tipo
de violencia le preocupa mucho más que el que puede llegar a experimentar en
Israel, que tiene uno de los conflictos armados más prolongados del mundo.
"Tengo más
chances de que me maten en las calles de Buenos Aires por un celular a que me
caiga un misil en la cabeza en Israel", asegura.
La inseguridad es
algo que mencionan todos los entrevistados.
Patricia -quien no
quiso dar su nombre verdadero porque aún atiende a pacientes en Argentina de
forma virtual- es una psicóloga de 34 años que viajó a Europa en mayo de 2021
"por amor".
Aunque su pareja
no prosperó, ella decidió quedarse a probar suerte en Barcelona, donde
actualmente reside.
"Hay cosas
que me cambiaron muchísimo la cabeza", cuenta. "Ya no me doy vuelta
cuando alguien viene corriendo al lado mío porque tengo miedo de que me va a
robar. En Argentina lo tenía muy naturalizado".
Otra cosa que
resaltan ella, Alexis y Daniela es que afuera pueden armar un presupuesto.
"Acá las
cosas no aumentan", observa Patricia, quien venía acostumbrada a convivir
con precios que incrementaban cerca del 4% cada mes en su país.
"Tenemos
previsibilidad, sabés cuánto ganás y cuánto gastás y eso te baja mucho el
estrés", coincide Daniela, quien disfruta de poder "ir al
supermercado cuando quiero, y no solo los días que hay descuentos con mi
tarjeta de crédito, como en Argentina".
"Acá la plata
alcanza", comenta por su parte Alexis, quien siente
"tranquilidad" de saber que "el queso cuesta tanto y el pollo
tanto, y en dos meses valdrá lo mismo".
Todos estos
motivos explican por qué diversas encuestas publicadas en los medios locales
muestran que un gran número de jóvenes -más de la mitad, en todos los sondeos-
elegiría irse de Argentina si pudiera.
Sin embargo,
quienes se fueron reconocen que emigrar no es fácil, y que extrañan muchas
cosas de su país.
"Aunque no
volvería en este momento, hay algo que se 'romantiza' del estar afuera... es
muy difícil el desarraigo, no entender cosas por más que sea el mismo idioma,
un montón de cosas", dice Patricia.
"Cuando
contás que estás en Europa la gente en Argentina te dice: '¡Qué lindo!'. Sí, es lindo, pero es difícil".
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