está acabado, lo
que viene es el gobierno del zig zag
Cristina Pérez
Infobae, 2 de
Febrero de 2022
Es temprano para
decir que la Reina está desnuda. Por lo pronto se puede olfatear que el miedo
no es zonzo. Que el abismo educa. O que quizás después de todo, termina
cumpliéndose el adagio según el cual, un buen compañero te acompaña al
cementerio pero no se queda.
El terror al
default parece haber tenido un efecto balsámico y ordenador para empezar, en el
propio Presidente, que viene sosteniendo la voluntad de acordar con el Fondo
Monetario por quinto día y a pesar de la renuncia vengativa del hijo del
“Furia”, como le decían a Néstor. Máximo, el furioso, seguro no pensó que en
sólo 24 horas iba a tener reemplazante.
Con declaraciones
dignas de las que se hacen sobre miembros de la realeza, el nuevo jefe del
bloque del Frente de Todos -o ahora el Frente de Algunos-, Germán Martínez, se
empecinó en rendir pleitesía al hijísimo, porque de Máximo “aprende”, afirmó ya
que se trata de alguien que “está llamado a tener un rol muy importante en el
futuro”. Sí, “llamado”.
Acto seguido, el
mismo Martínez, aseguró que no cree que peligre el acuerdo con el Fondo al que
su admirado Máximo le aplicó un rayo paralizador. El arte de afirmar una cosa y
exactamente lo contrario es el karma de los integrantes de la coalición de
gobierno condenados a vivir en una bipolaridad de lealtades en la que ya no se
sabe realmente si están con dios o con el diablo o quién es quién.
Ojala se pudiera
mirar con satélites y precisar esa coordenada exacta en la que el poder se
encuentra con su finitud, y distinguir qué copa contiene el envenenado influjo
de la kriptonita. El diseño de poder de la señora Kirchner, para controlar la
consola del gobierno contradiciendo la jerarquía constitucional, para que la
segunda mande al primero, tiene sus bemoles. El poder es jabonoso. Hay un
cuento de Borges que se llama El Muerto, que dice: “Le permitieron el amor, el
mando y el triunfo, porque ya lo daban por muerto”. En el Gobierno, la interna
es tan encarnizada que no se sabe quién es el finado.
La tragedia real
para ellos es ser un populismo sin plata. Y se les vino como boomerang la crisis
después de aplicar obstrucciones a todo durante el gobierno de Macri. Los
dioses son envidiosos -dirá Cristina- que era la campeona del mundo por volver
al poder a pesar de un prontuario de causas de corrupción y sin votos, con el
artilugio de un Alberto moderado que negó durante meses ser el títere de la
señora hasta que ya no pudo negarlo. La divinidad tronó con la pandemia y ahora
no hay escapatoria al Fondo al que el kirchnerismo odia tanto que le paga en
cash con un billete sobre otro. Otros tiempos. Sin duda.
Lo que viene es el
gobierno del zig zag, que en cada serpenteante corcoveo hará temblar los
cimientos raquíticos de una coalición de cartulina. El Frente de Todos está
acabado. No es ni siquiera el dolor de ya no ser. Como en el esperpento de la
marcha contra la Corte Suprema, sólo quedan actores para agarrar el micrófono.
O queda Leopoldo Moreau para manotearlo, cosa que le sale bien cuando no le
gusta lo que le dicen. Al resto, se le cayeron las caretas. Un director de
teatro me suele decir sobre la realidad argentina, “Negra, esto es una obra de Shakespeare, y ya
sabemos cómo termina”. La tragedia del poder es que en su degradación exhibe
hasta qué punto puede deshumanizarse, cuando socava el propio orden que lo
contiene, cuando parece olvidar incluso que hay personas aquí abajo donde la
realidad que no administran se padece.
Cómo explicar sino
las estupideces que llega a decir el Presidente: “Voy a hacer una escala en
Barbados porque el Caribe la está pasando mal”. Alberto Fernández voló anoche
hacia el ojo de la tormenta planetario donde Putin juega al ajedrez con
soldados de verdad que se cuentan por miles en la frontera de Ucrania. Hay que
tener talento para la oportunidad. Aquí, mientras tanto, se esperan señales más
simples. ¿Qué hará Wadito? ¿Cuánto subirá la luz y el gas? Y en definitiva,
alguna palabra, algún gesto, alguna expresión de la zarina.
La señora Kirchner
no se puede ir como “Chacho” Alvarez. Necesita los fueros como Menem pero está
mucho más complicada. Esa impotencia la hace castigar a la sociedad que no la
votó, y, claramente, como muestra su total radicalización, también la hace
confundir resistencia con pavorosa autodestrucción. Dicen que si contra algo no se puede, es contra una
visión del mundo. Pero la reina, ¿estará desnuda?
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