a gestor de los
deseos de los isleños en Malvinas
por César
Augusto Lerena
Informador
Público, • 23/02/2022
Marcelo Gustavo
Kohen es un teórico de intramuros que se costeó un viaje desde Ginebra a
Malvinas; alquiló un local en la Cámara de Comercio en Puerto Argentino (Port
Stanley para los ocupantes británicos) y en 2018 les explicó a los isleños el
plan que diseñó, que incluía, entre otras cosas, que éstos determinarían quién
podría radicarse en las Islas y, a los treinta años, tener un referéndum donde
votarían si deseaban la soberanía británica o la argentina. Un Plan que pone en
manos de los isleños la posibilidad de determinar la soberanía de Malvinas.
Es llamativo que,
quien propuso este plan sea uno de los encargados de elaborar la Política de
Estado y asesore al presidente de la Nación en el Consejo Nacional de Malvinas.
El 22 de marzo de
2018 Infobae publicó una entrevista a Marcelo Kohen, donde éste explicaba en
qué consistía el Plan que propiciaba; plan, que luego fue ratificado, en una
conferencia que realizó ante una calificada audiencia del CARI (Consejo
Argentino de Relaciones Exteriores). No se conoce quién financió su viaje a
Malvinas y, a título de qué, promovió ante los isleños este proyecto, que viola
la Disposición Transitoria Primera de la Constitución Nacional.
Kohen es Profesor
del “Instituto de Altos Estudios Internacionales” de la Universidad de Ginebra,
cuyo Ranking Mundial en la Web de Universidades se encuentra en el puesto
1.913; 726 en Europa y, en materia de Excelencia ocupa la posición 2.940; es
decir muy por debajo de la calidad que el mismo Ranking indica para la
Universidad de Ginebra que está a nivel mundial en el puesto 143; en Europa 38
y en Excelencia 205. Su condición de docente en este Instituto le permitiría
ser un libre pensador frente a una cátedra pero, Kohen no ha entendido, que
ello ha cambiado desde su designación en el Consejo Nacional de Malvinas donde
se planifica la estrategia argentina respecto a la Cuestión Malvinas, motivo
por el cual, ya no puede tratar en ese claustro -ni en ningún otro- temas de
esta naturaleza que pueden poner en evidencia la posición de la Argentina con
el consiguiente riesgo a la seguridad nacional; del mismo modo, que tampoco
puede difundir sus ideas sobre esta materia en medios televisivos o gráficos.
Violación que ha quedado de manifiesto, al menos en una publicación posterior a
la del diario Perfil. El gobierno debería investigar solicitando las
grabaciones de las clases, disertaciones, conferencias impartidas por este
docente desde su designación en el Consejo.
Ya lo hemos dicho,
hay docentes teóricos de “intramuros” que no suelen ser los más habilidosos a
la hora de formular propuestas prácticas, por cuanto carecen de conocimientos
políticos, diplomáticos y relativos a la negociación y planificación. Del
contenido de la propuesta los isleños, de su exposición en el CARI y de la
posterior publicación de Perfil, ello queda claro.
Es difícil, por
otra parte, llegar a un tratamiento adecuado, si no se tiene un diagnóstico
adecuado, y es, de lo que parece adolecer el docente Marcelo Gustavo, tanto
cuando formula su plan a los isleños británicos, como cuando manifiesta que la
Argentina debe tener una Política de Estado. El Plan parece desconocer la
Disposición Transitoria Primera (DTP) de la Constitución Nacional, cuestión que
se ratifica con su afirmación, ya que la citada DTP es, en sí misma, la
Política de Estado adoptada por unanimidad por los constituyentes firmantes de
la Carta Magna en 1994.
Es obvio, que la
Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las
islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e
insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional
(…) y que conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un
objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino es absolutamente
incompatible con proponer un referéndum a treinta años en favor de los isleños
británicos, quienes, en la opinión de Kohen, deberían optar entre la soberanía
británica y la argentina. Un disparate si viniese de un doctor en ciencias
veterinarias, como es mi caso; pero, mucho peor, si la idea la formula quien se
presenta como abogado en derecho internacional público y, asesora al presidente
de la Nación y desconoce (o se va por la tangente) que la decisión política ya
fue elaborada por el pueblo argentino al aprobarse en 1994 la Constitución
Nacional.
La pregunta que se
hace Kohen de: ¿qué pasaría si mañana el Reino Unido accediera al pedido
argentino de «negociar» que se repite desde hace 36 años? parece extemporánea,
ya que, para formularla, el gobierno argentino debiera transitar previamente
varias cuestiones de modo de no llegar a ese momento en la situación de extrema
y creciente debilidad en la que nos encontramos, producto de políticas que van
en contra del interés nacional.
Dice Kohen que «La
carencia argentina de una propuesta concreta hace que el vacío se llene con las
ideas más recalcitrantes»; aunque, mostrarles a los isleños británicos, una
posición absolutamente concedente (como las de Kohen), me permite pensar que
las eventuales contraofertas significarían una cesión aún mayor, a las que ya
propicia este docente. Cualquier negociante -e incluso mediador- con algo de
experiencia en el campo de los negocios, sabe, que no es lo mismo ser un
litigante en Tribunales, que buscar un Acuerdo y, también, que no es cuestión
de presentar “propuestas concretas”, sino de hacer una propuesta en el tiempo
adecuado, que esté en condiciones de ser ajustada sin perder el objetivo
buscado y aprovechar la sinergia de la contraparte. Nada de lo que parece haber
tenido en cuenta el docente aludido, salvo, el sentido de la rara oportunidad
al presentar la propuesta, ya que no deja de llamar la atención, que la haya
formulado en pleno gobierno de Macri, en el marco del Pacto de Foradori-Duncan,
que acordó «…adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos
que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas
Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos…». La misma
política de cooperación unilateral de Lanusse en 1971.
La discusión
jurídica en una negociación no es central sino respaldatoria, salvo que la
cuestión se pretenda llevarla a los tribunales. Y está claro, que este docente,
no maneja los aspectos políticos y, no tiene por qué hacerlo, ya que nunca ha
ocupado una función política relevante. De otro modo, a nadie se le ocurriría,
pretender escindir las Malvinas de Tierra del Fuego -salvo a Kohen- sin el
acuerdo del gobierno y el pueblo de esa Provincia. La restitución o no de
Malvinas será un hecho político, no jurídico, aunque éste sirva para dar
sustento a la política. Los docentes, como Kohen, su colaborador Rodriguez y otros
tantos, adhieren en su reducido mundo de intramuros, a la creencia, que temas
políticos y de geopolítica, pueden manejarse jurídicamente. Parafraseando a
Bill Clinton (1992) respecto a George Bush (p) diría: «It’s politics stupid».
Por lo tanto,
tratar de sostener jurídicamente la escisión de Malvinas en lo dispuesto en el
art. 2º de la Ley 23.775 (provincialización del 26/4/1990) además de ser
incompatible con lo prescripto en el art. 6º y 13º de la Constitución Nacional
y los art. 1º, 2º, 81º y 87º de la Constitución Provincial de Tierra del Fuego
y su Disposición Transitoria Décimo Segunda («La Provincia reivindica la
plenitud de sus derechos jurisdiccionales, económicos, políticos y sociales y
denunciará los pactos, tratados, contratos y convenios firmados con
anterioridad a la asunción de las primeras autoridades provinciales
constitucionales, en tanto no se ajusten a los principios de esta Constitución
o afecten sus intereses») y, el art. 14º de la propia Ley 23.775 («Las normas
del territorio nacional de la Tierra del Fuego vigentes a la fecha de
promulgación de la presente ley, mantendrán su validez en el nuevo estado,
mientras no fueren derogadas o modificadas por la Constitución de la nueva
provincia, la presente ley, o la Legislatura provincial, en cuanto sean
compatibles con su autonomía») es tener escasa o nula habilidad política, en
particular, cuando se trata de la defensa de las autonomías provinciales.
El hombre es el único
animal que comete dos veces el mismo error y, la propuesta de escisión de
Malvinas no es novedosa ya que el 24/8/2017 por Resolución 250/17 la
Legislatura de la Provincia de Tierra del Fuego precedió a «rechazar (Art.1º)
categóricamente el proyecto «Provincia de Malvinas, Provincia 24» presentado
por un grupo de periodistas encabezados por el Lic. Marcelo Constanzo y el
Prof. Santiago Albarracín ganadores del concurso nacional «Malvinas en la
Universidad» organizado por el Ministerio de Educación de la Nación junto con
la Secretaria de Asuntos Relativos a Malvinas del Ministerio de Relaciones
Exteriores de la Nación en 2015, en el que se promovía que las Islas Malvinas
se constituyan en una nueva Provincia, resultando contrario al principio de
integridad de nuestro Territorio provincial».
Cómo habrá sido el
rechazo, que fue acompañado por todos los partidos políticos de Tierra de Fuego
y entre ellos el FPV y PJ y, notablemente, -como refiere la Resolución- este
proyecto fue premiado por la Secretaría de Malvinas, que ocupaba quien hasta
hace pocos meses era su secretario, Daniel Filmus, quien había recibido el
sillón del actual embajador en el Reino Unido Javier Figueroa y, donde se
promovía, la desintegración de la Provincia, contrario a la posición nacional
de la integralidad territorial y, toda la legislación vigente.
Escindir la
Provincia es el inicio de una serie de ideas desatinadas (¿?) expresadas a los
isleños británicos ocupantes de Malvinas por parte de Kohen, quien ya con
anterioridad había integrado los equipos de asesoramiento del gobierno
argentino en casos de la Fragata Libertad y Pasteras de Uruguay (de los que nos
referiremos en un próximo artículo). Es decir, no era un simple componedor y,
el plan que propuso, se centró en reservar para los isleños el derecho de
aceptar o no la radicación en Malvinas (contrario al Preámbulo y los artículos
14º, 20º, 22º y 25º de la Constitución Nacional) y promover la idea que
transcurridos treinta años organizar un referéndum para decidir si estos ocupas
aprueban la soberanía británica o la argentina e incluso, agrega Kohen en una
entrevista en la TV Pública, “la fórmula más negativa de la libre
determinación” (¿elegir entre una u otra soberanía no es ya tener la libre
determinación para estos británicos?). Es obvio esperar, en el escenario que
plantea Kohen, que la absoluta mayoría de los británicos opten por seguir
siendo británicos. Su propuesta es, lisa y llanamente la entrega de las Islas a
los británicos, ya que, en el referéndum ilegal de 2013, en idéntica situación
a la que propicia Kohen, de los 1517 isleños que votaron un 99,83% lo hicieron
a favor de continuar bajo la administración británica. ¡Un salto al vacío!
No seré hipócrita,
a esta altura no sé si Marcelo Kohen carece de idoneidad o es un simpatizante
de la potencia británica, pero, en cualquier caso, entiendo, que su propuesta,
favorece los intereses y deseos de los isleños británicos y del Reino Unido de
Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
«Respetar el modo
de vida de sus habitantes» no puede implicar ceder o impedir los derechos de
los argentinos a residir, transitar, invertir, etc. en Malvinas, como propicia
Kohen al poner en manos de los isleños la radicación de los argentinos en
Malvinas y, además, es absolutamente contrario a lo previsto en el Preámbulo de
la Constitución Nacional que reza: «…y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar en el suelo argentino…». Así, son parte de nuestro pueblo,
descendientes de galeses, irlandeses, ingleses y de otras colectividades. Por
naturaleza las personas suelen adaptarse a las comunidades en las que se
radican y ello puede observarse perfectamente en los pueblos del interior
respecto a los grandes conglomerados urbanos. Respecto a la cultura, Malvinas
está en la cultura de los argentinos. Los británicos han ocupado nuestro
territorio, pero no han sacado a Malvinas de nuestra cultura.
En este plan le
agrega Kohen sancionar una Constitución; aprobar y/o ratificar las leyes
existentes y, designar o dar continuidad a los jueces naturales, y también,
prever «un mecanismo de solución de controversias, en caso de conflictos sobre
la interpretación del acuerdo, que prevea la participación de los países
garantes y la Corte Internacional de Justicia como tribunal de alzada», lo que
dejaría al hipotético Acuerdo en una situación de permanente revisión extraña.
¿qué clase de soberanía propicia? Como dice Hernán Salinas Burgos, profesor de
Derecho Internacional Público de la Universidad Nacional de Chile: “La
jurisdicción es una manifestación de la soberanía del Estado”.
Y, ¿en qué estado
quedarían las Georgias del Sur y Sándwich del Sur en este Proyecto de Kohen? No
parece prestarles atención en su plan, acompañando la estrategia del Reino
Unido, que tiene una administración independiente en esas islas respecto a
Malvinas.
Ahora, rara
decisión (¿o no?) de Filmus de convocar a Marcelo Kohen al «Consejo Nacional de
Malvinas…» y, de Guillermo Carmona de mantenerlo, a sabiendas de las ideas que
promovía y el rechazo que habían causado en los fueguinos y en muchos
argentinos que buscan alcanzar el ejercicio pleno de la soberanía en Malvinas.
Cuestión que deja de manifiesto Luciano Moreno Calderón en su artículo «Una
propuesta a medida del deseo kelper y los intereses británicos en el seno del
Consejo Nacional de Malvinas».
El eslogan
“soberanía argentina, autonomía isleña” de Kohen es contradictorio.
En su disertación
en el CARI del 20 de marzo de 2018 Kohen explicita en detalle su propuesta,
donde reitera la escisión de Malvinas de la Provincia de Tierra del Fuego;
manifiesta que la propuesta “debe ser atractiva para los isleños” (sic), que
estos deben tener “una representación técnica ante los organismos
internacionales” (sic); propicia “coparticipar con los isleños los recursos de
la Z.E.E. de Malvinas” (sic); “crear una OROP con participación de la (nueva)
provincia de Malvinas” (sic); que “la autoridad de la Provincia de las Islas
Malvinas sería quien autorice la radicación en Malvinas” (sic); que se debería
“desmilitarizar Malvinas y tener una policía provincial” (sic) y nada refiere
sobre una policía federal; sostiene que hay que “adecuar el derecho interno de
las partes” (sic); indica que las partes (¿?) podrían “elegir países garantes
del acuerdo” (sic); indica “la posibilidad de organizar un referéndum treinta
años después, donde imagina dos posibilidades, por un lado la soberanía
argentina o británica o libre determinación, aunque descarta esta última”
(sic).
Indicó que “se
podría pensar en una forma similar a la resolución de la disputa entre Nueva
Caledonia y Francia” que resultó a la postre muy favorable a los caledonios.
Refirió también
-y, esto ensombrece su relación con el exsecretario Filmus y el secretario
Carmona-, su política de diálogo: “Hay que romper el punto muerto, cómo salir
de la inercia de que simplemente invitemos todos los años (a dialogar) al Reino
Unido y ellos nos digan que aceptarán lo que digan los isleños”, aunque como
vimos, lo que propicia Kohen, es igual a la propuesta británica, solo que la
posterga a los 30 años de un hipotético acuerdo.
Llegó la hora de
las preguntas y Marcelo comenzó a balbucear pese al ambiente muy recatado de
los asistentes en la disertación en el CARI. Entre las más destacadas preguntas
Kohen contesta: “nada de su propuesta es contrario a la Disposición Transitoria
Primera de la Constitución” ¿en serio? Manifiesta, que su propuesta es
“soberanía argentina y autonomía isleña”, la que resulta una linda frase, pero
bastante imprecisa respecto a su alcance de la compatibilidad entre soberanía y
autonomía; pero, que a la luz de la “libre decisión de los isleños para admitir
la radicación de argentinos en Malvinas y el referéndum a los treinta años” es
un sofisma, absolutamente contrario a lo previsto en la DTP de la Constitución
Nacional; pero, este docente insiste: “es una opción que no hay que descartar”
(sic); “la Argentina (¿él o Argentina?) no descarta de antemano ir a la Corte
Internacional de Justicia” (sic). A otra pregunta responde: “no tenemos
política con los isleños, más atractiva para los isleños que para el Reino
Unido… puede haber una veta con los isleños…mis propuestas no son ingenuas… no
soy un provocador…esta es mi óptica, una propuesta argentina… negar el
problema, convivir o tratar el problema…si el día de mañana nos aceptan,
alguien sabe que vamos a decir?” (sic) Y cerró diciendo que en Malvinas “se
reunió con los periodistas de MercoPress, Penguin News y otros isleños en una
iniciativa personal…”
Alguno de los
asistentes cuyo apellido no se alcanza a escuchar indica que “es necesario aire
fresco” que la propuesta “tenía elementos importantes” que habría que pensar
“en una consulta similar al Beagle”, etc. pero la afirmación final de Candioti
fue la más contundente: “no tenemos política exterior respecto a Malvinas,
desde hace 37 años”. Muy sincero, aunque yo le agregaría un par de años más,
porque la desmalvinización comenzó al final del Proceso y siguió sin solución
de continuidad en el gobierno de Alfonsín-Caputo.
El auditorio del
CARI, muy respetuoso, agradeció con un cerrado aplauso la disertación. Algunos
recordaban que hace exactamente 40 años atrás (24/6/1978) se había realizado el
primer acto público del CARI en la Sociedad Científica Argentina, donde disertó
el ex secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger sobre
“Consideraciones sobre la política internacional actual”, mientras en la
Argentina corrían los tiempos del Proceso Militar y nadie imaginaba el 2 de
abril de 1982, ¿o sí?
No quiero dejar
pasar por alto, otras dos propuestas de Marcelo Gustavo. La primera
coparticipar con los isleños los recursos de la Z.E.E. de Malvinas”, cuestión
que le aseguraría la autonomía de los isleños en Malvinas, cuestión que el
Estado Nacional les niega a todas las provincias del litoral marítimo y, la
promoción de las Organizaciones Regionales de Ordenamiento Pesquero (OROP), que
son un instrumento de apropiación de la administración pesquera de los Estados
ribereños por parte de los Estados de Bandera y, una mayor intromisión y
fortalecimiento británico en Malvinas y el Atlántico Sur, violando la DTP de la
Constitución Nacional.
Lo que pareció una
idea imprudente de Kohen en 2018, adquiriría una especial significación, a
partir de ser uno de los principales asesores del ex secretario de Malvinas
Daniel Filmus y del actual secretario Guillermo Carmona y, desde el Consejo
tener como función asesorar -nada menos- al presidente de la Nación. Ya miembro
del Consejo, ninguno de los secretarios citados evaluó la publicación de Perfil
(29/6/2021), donde el citado docente descalifica las acciones del Reino Unido y
efectúa declaraciones y propuestas que podrían configurarse en una violación a
la obligación de guardar confidencialidad sobre cuestiones que se tratan o
pudieran tratarse en un futuro en el Consejo Nacional de Malvinas y/o pudieran
interpretarse como una opinión del gobierno argentino y/o pudieron aprobarse o
debieran aprobarse por el conjunto de los consejeros y/o forman parte de la
estrategia y la Política de Estado de Argentina en la cuestión Malvinas, que en
especial se agravan por compartir la elaboración y posterior publicación de
este artículo con un tercero ajeno al Consejo.
Fernández Alles
sostiene, que nadie medianamente informado, duda de la conveniencia de una zona
de reserva estatal excluida de la publicidad, porque se trata de una necesidad
históricamente probada de la que depende, muchas veces, la supervivencia y
estabilidad del sistema político. Revelar una estrategia relativa a las
estrategias de Argentina respecto a la recuperación de Malvinas podría implicar
la tipificación en el artículo 498 del Código Penal y, una prisión de 1 a 4
años.
El propio medio
Perfil titula este artículo de “Relaciones Diplomáticas” y, los autores,
califican de importantes, el conjunto de medidas para el contacto entre el
continente y las islas durante el gobierno militar del Gral. Alejandro A.
Lanusse; políticas que deberían encontrarse debidamente aprobadas en el Consejo
y el propio Presidente de la Nación Alberto Fernández que preside este Cuerpo
de Asesores y, si estuvieran suficientemente aprobados los contenidos y la
oportunidad de su difusión, el Sr. Kohen, un asesor, debería limitar sus
opiniones al ámbito del Consejo o a emitir sus dictámenes secretos al
Presidente, al Ministro o al Secretario y no hacerlas públicas. Habría roto, de
este modo, los pasos administrativos correspondientes al Cuerpo Diplomático y
la Administración Pública Nacional, ya que no está envestido de la jerarquía
adecuada para efectuar en forma directa este tipo de comunicaciones y exponer
la posición o posible posición argentina respecto a la relación con el Reino
Unido.
Calificaciones,
afirmaciones y precisiones como: “quién fue el ladrón”; “El próximo 1º de julio
se cumple el 50º aniversario del “Acuerdo de Comunicaciones de 1971”; “La elite
isleña busca desprestigiar todo precio al significado de este Acuerdo y el
esfuerzo argentino…”; “Pretenden mostrarlo como un Caballo de Troya, antesala
de la acción militar de 1982”; “contribuyó significativamente a la prosperidad
de los isleños”; “…realizaron proezas en post del bienestar de los isleños,
muchas veces a pesar de los obstáculos impuestos explícita o solapadamente por
las autoridades coloniales”; “Fue el mejor momento de las relaciones entre los
habitantes del continente y de las islas”; “Un objetivo británico”; “…buscan y
obtienen contactos con nuestros países vecinos…”; “…en realidad se auto
bloquean y rechazan todo ofrecimiento”; “Prefieren importar productos frescos
más caros y más lejanos…”; “Se han negado rotundamente…”; “Es conocida la
tradicional diplomacia británica consistente en dilatar la solución de
conflictos que ella ha creado”; “Al aceptar el Acuerdo de Comunicaciones en
1971, pretendía con ello postergar la negociación de fondo”; “…no quiere decir
que no gocen de otros derechos ni que se los pueda oír. Por supuesto, son
titulares de derechos, tanto individual como colectivamente. Nadie desea
desconocerlos ni privarlos de sus nacionalidades…”; “…la dirigencia isleña
prefiere seguir la política del avestruz…”; “…Buscan obtener concesiones de los
gobiernos argentinos sin que se discuta soberanía, y a veces lo logran”; “…Por
el lado argentino, algunos prefieren seguir la política de adaptarse a vivir
con el conflicto, vociferando altamente la reivindicación, pero sin que se haga
nada en el plano multilateral que moleste al Reino Unido”; “Otro camino es
posible. Una política hacia los verdaderos isleños debe ser avanzada en el
marco de la política de Estado omnicomprensiva de todos los elementos que hacen
a la disputa”; “Ni política de seducción, ni considerarlos enemigos”; “Los
isleños no tienen el derecho de decidir una controversia entre la Argentina y
el Reino Unido (…) pero son sin duda un elemento esencial en la solución de la
misma” dejan en evidencia precisiones y/o conclusiones y/o afirmaciones y/o
estrategias, etc. sobre temas donde la Argentina ni el Consejo habrían tomado
una posición oficial, para lo cual, ha constituido -precisamente- por la Ley
27.558 el Consejo Nacional de Malvinas para asesorar al Presidente y definir
las estrategias a seguir con intervención de las distintas fuerzas políticas y
expertos de distinta naturaleza.
Al mismo tiempo,
independientemente, de la resolución que pudiera tomarse respecto a la
evaluación de lo que debería entenderse como una falta grave de este
funcionario público, habría que notificarlo que debe abstenerse de nuevas
publicaciones y en el dictado de sus clases en el Instituto de Altos Estudios
Internacionales de la Universidad de Ginebra, disertaciones, etc. no debiera
mencionar cuestiones relativas a Malvinas que puedan inferir una posición
argentina o británica al respecto.
Por el artículo de
Perfil, y el de su colaborador Facundo Rodriguez (Perfil, febrero 2022) tengo
la presunción que Marcelo Kohen tendría algún interés en llevar la cuestión
Malvinas a la Asamblea para que ésta solicite una “Opinión Consultiva” a la
Corte Internacional de Justicia y, para eso cita a Perón (“el gobierno del
General Perón decidió llevar la cuestión Malvinas a la Asamblea General por
segunda vez (Resolución 3160 (XXVIII), de 14 de diciembre de 1973) a efectos de
rencauzar las negociaciones sobre soberanía…”). Kohen, no entenderá que la Res.
2065 (XX) de las Naciones Unidas conserva toda su fuerza ni alcanza a
dimensionar la figura de ese líder mundial en contraste con la débil situación
actual de Argentina. Es gravísimo que un miembro del Consejo preanuncie
públicamente, una posible estrategia de Argentina y que, además, entre
bambalinas, haga una propuesta suicida, que cierra con la que les hiciera a los
isleños en 2018.
Sería bueno saber
si Marcelo Gustavo tiene apetencias de llegar a la Corte Internacional de
Justicia -así se comenta vox pópuli- porque ello también podría condicionar su
posición respecto a Malvinas y el posterior tratamiento de la Cuestión Malvinas
en la Corte, ya que él, como puede escucharse en el reportaje concedido el 1 de
diciembre de 2011 a Telma Luzzani de Visión 7 de la TV Pública, ya emitió
opinión al respecto y, ciertamente negativa, a que Argentina intervenga en la Corte
Internacional de Justicia: «…para que un Tribunal Internacional trate la
cuestión hace falta el consentimiento del Estado (…) En el caso Malvinas el
Reino Unido ha hecho una Declaración aceptando la competencia de la C.I.J.,
pero esté hecha de manera tal que es imposible llevar el caso por vía
contenciosa. Es decir, que si algún día la Argentina decide llevar el caso
Malvinas a la C.I.J. el Reino Unido tendría argumentos como para oponerse».
¿Cuáles serían pregunta Telma? «el hecho que al aceptar la competencia de la
C.I.J. excluyó toda controversia anterior a 1974. Sabemos que la controversia
por Malvinas tiene mucho más de un siglo y medio, por consiguiente, podrían
tener esa excusa…Los británicos no negociarán hasta que los isleños decidan
negociar…», además que su opinión se supone que no es neutra, es argentino.
Ya vivimos una
similar situación con la pretensión de llegar a la Secretaría General de las
Naciones Unidas de la excanciller Malcorra y ya opinamos sobre ello: «Es muy
poco probable que la hipotética designación de Malcorra ayude a la Argentina;
más bien pareciera todo lo contrario: los funcionarios de las organizaciones
internacionales deben ser neutros en sus acciones, y las opiniones sobre sus
países de origen son inconvenientes y poco creíbles. Cuáles se supone que serán
en un futuro las ideas sobre Malvinas de la posible funcionaria: ¿las de la ONU
o las de su país? Ciertamente las del Organismo, y Malcorra ya está empezado a
ejercitarse relativizando Malvinas…» (César Lerena “Negociar Malvinas desde la
debilidad”, 2016).
Yo agregaría a lo
dicho por Kohen a la TV Pública: la Argentina no se presentó en 1947, cuando el
Reino Unido hizo una acción por un tema vinculado con la Antártida, o sea que
Gran Bretaña podría hacer lo mismo en este caso.
Es difícil
-después de veinte años- ver Argentina desde los claustros teóricos de
intramuros de una universidad en el extranjero; mucho menos, entender porque no
emigramos en 2001 y, porqué Malvinas es parte de la cultura nacional. Malvinas
es innegociable. Por ella perdieron la vida 649 combatientes; hubo miles de
heridos; centenares que no pudieron recuperarse de tanto escarnio y, una
sociedad frustrada de perder nuevamente- ese territorio irredento.
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