y la miopía geopolítica de Biden
por Germán Gorraiz
López
Informador
Público, 27-2-21
La ex-república
soviética de Ucrania tendría una población cercana a los 50 millones de
habitantes y estaría marcada por el estigma del enfrentamiento crónico entre
las tendencias filo y fobio rusas. La agudización de las tensiones latentes
entre el oficialismo filo-ruso y la oposición filooccidental se desataron tras
la decisión del gobierno ucraniano de “interrumpir los preparativos” de la
firma de un acuerdo de asociación y libre comercio con la UE, convenio que
tenía previsto firmarse en la Cumbre de Vilna y que preveía la integración de
Ucrania, Moldavia, Georgia y Ucrania según los acuerdos de la cumbre de Praga
del 2009.
La nueva
cartografía de Ucrania
El mar de Azov es
crucial para las exportaciones de cereales y acero que se producen en el este
de Ucrania pues está unido al mar Negro por el estrecho de Kerch y de ahí los
barcos pueden navegar hacia cualquier parte del mundo y el objetivo último de Putin
sería según fuentes ucranianas “ lograr la asfixia económica de los puertos
ucranianos bañados por el Mar de Azov y terminar expulsando a Ucrania de sus
propios territorios”, con lo que el control absoluto del Mar de Azov pasaría a
manos rusas.
La crisis de
Crimea habría significado el retorno de la Doctrina Brézhnev (también llamada
doctrina de la soberanía limitada), que instauró que “ Rusia tiene derecho a
intervenir incluso militarmente en asuntos internos de los países de su área de
influencia”, instaurando una red de anillos orbitales que gravitarán sobré la
égida rusa, regidas por autócratas que sólo obedecen ciegamente los dictados de
su amo Putin y entre los que descollarían el líder checheno, Ramzán Kadyrov, el
bielorruso, Lukashenko y el líder kazajo Tokayev.
Así, conjugando
hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas (Donbass, Crimea,
Ossetia, Abjasia), el chantaje energético (Ucrania y Moldavia), la amenaza
nuclear disuasoria a la OTAN, la intervención militar quirúrgica (Ucrania,
Chechenia y Kazajistán), la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos”
(Georgia) y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar
bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y
gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2025, fruto del atavismo de
Pedro el Grande.
Para ello, Rusia
inició una operación relámpago para ocupar el país y lograr en una posterior
negociación el control total del Donbass, de Crimea y del arco ucraniano del
Mar de Azov que se extiende desde Mariupol hasta Odessa, no siendo descartable
la reedición de la guerra del Gas ruso-ucraniano del 2006 con el objetivo
inequívoco de resquebrajar la unidad de los países de la UE, en la certeza de
que tanto Alemania como Francia no dudarán en sacrificar a Ucrania en aras de
asegurar su abastecimiento energético.
Así, la escalada
de los precios del gas y la electricidad habría sorprendido a Europa con las
reservas de gas en mínimos históricos 60%) y habría escenificado el fracaso
rotundo de las políticas energéticas de una Unión Europea incapaz de lograr la
utópica autosuficiencia energética y una nueva Guerra del Gas tendría como
efectos colaterales importantes recortes de suministro en varios países de la
UE, (el gas ruso abastece en más de un 70% a países como los Países bálticos,
Finlandia, Eslovaquia, Bulgaria, Grecia, Austria, Hungría y República Checa y
más del 80% del total del gas que la UE importa de Rusia pasa por Ucrania.
Asimismo, la
paralización total del proyecto Nord Stream 2 que conecta Rusia con Alemania
por el mar Báltico con una capacidad máxima de transporte de 55.000 millones de
metros cúbicos (bcm) de gas al año y con una vigencia de 50 años, ruta vital
para Alemania y los Países Nórdicos forzará a la UE a la fracking dependencia
estadounidense. Así, EEUU aprovechará la crisis ucraniana para sustituir la
rusodependencia energética europea (40% del gas que importa la UE procede de
Rusia) por la fracking dependencia, inundando el mercado europeo con el GNL
(gas natural frackeado en EEUU y transportado mediante buques gaseros), con lo
que EEUU lograría el objetivo que perseguía tras la crisis ucraniana pero no
podrá evitar el hermanamiento de Rusia y China que podría desembocar en un
posterior conflicto a escala mundial.
Germán Gorraiz
López
Analista político
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