la crisis
ucraniana
El ataque de Rusia
a Ucrania desató múltiples debates, pero la historia de estos países está
entrelazada así como sus políticas extranjeras
Henry Kissinger
Infobae, 24 de
Febrero de 2022
La discusión pública
sobre Ucrania es sobre la confrontación. Pero ¿sabemos hacia dónde vamos? En mi
vida, he visto iniciar cuatro guerras con gran entusiasmo y apoyo público, de
todas no supimos terminar ninguna y nos retiramos unilateralmente de tres. La
prueba de las políticas establecidas es que se definen por como concluyen y no
por cómo inician.
Muy frecuentemente
el problema de Ucrania es planteado como un enfrentamiento: si Ucrania se une
al Oriente o al Occidente. Pero para que Ucrania sobreviva y prospere, no se le
debe colocar como un pilar de conflicto de un bando contra el otro, sino que
debería funcionar como un puente entre ambos.
Rusia debe aceptar
que tratar de forzar a Ucrania a convertirse en un estado satélite, y por lo
tanto, mover nuevamente las fronteras de Rusia, condenaría a Moscú a repetir
sus históricos procesos recíprocos de presión con Europa y los Estados Unidos.
Occidente debe
entender que para Rusia, Ucrania nunca será simplemente un país extranjero. La
historia rusa comenzó en lo que se conocía como el Kievan-Rus. La religión rusa
se expandió desde ahí. Ucrania ha sido parte de Rusia por siglos y sus
historias han estado entrelazadas desde antes. Algunas de las más importantes
luchas por la libertad rusa- comenzando por la Batalla de Poltava en 1709-
fueron libradas en suelo ucraniano. La Flota del Mar Negro -el medio de Rusia
para proyectar poder en el Mar Mediterráneo- tiene su base a largo plazo en
Sebastopool, en Crimea. Incluso disidentes conocidos como Aleksandr
Solzhenitsyn y Joseph Brodsky coincidieron en que Ucrania es una parte integral
de la historia rusa y, en realidad, de Rusia.
La Unión Europea
debe reconocer que su morosidad burocrática y la subordinación de elementos
estratégicos en las políticas internas contribuyeron a convertir la negociación
de la relación de Ucrania con Europa en una crisis. La política extranjera es
el arte de establecer prioridades.
Los ucranianos son
el elemento decisivo. Ellos viven en un país con una historia compleja y una
composición políglota. La parte occidental se incorporó a la Unión Soviética en
1939, cuando Stalin y Hitler repartieron el botín. Crimea, el 60 por ciento de
su población es rusa, pasó a formar parte de Ucrania recién en 1954, cuando
Nikita Jruschov, ucraniano de nacimiento, la otorgó a Ucrania recién como parte
de la celebración del tricentenario de un acuerdo ruso con los cosacos.
Occidente es
mayoritariamente católico; Oriente (el este) es gran parte ortodoxo ruso. El
occidente habla ucraniano; el oriente habla principalmente ruso. Cualquier
intento de un ala de Ucrania de dominar a la otra, como ha sido el patrón y la
tendencia histórica; conduciría eventualmente a una guerra civil o una ruptura.
Tratar a Ucrania como parte de una confrontación Este-Oeste hundiría durante décadas
cualquier posibilidad de llevar a Rusia y Occidente, es decir a Rusia y Europa,
a un sistema internacional cooperativo.
Ucrania ha sido
independiente por solo 23 años; anteriormente había estado bajo algún tipo de
dominio extranjero desde el siglo XIV. No es de sorprender que sus líderes no
hayan aprendido el arte del compromiso consecuente, y menos aún de la
perspectiva histórica. La política de la Ucrania posterior a la independencia
demuestra claramente que la raíz del problema radica en los esfuerzos de los
políticos ucranianos por imponer su voluntad a las partes recalcitrantes del
país, primero por una facción, luego por la otra.
Esa es la esencia
del conflicto entre Viktor Yanukovich y su principal rival política, Yulia
Tymoshenko. Representan las dos alas de Ucrania y no han estado dispuestos a
compartir el poder. Una política sabia de EEUU hacia Ucrania buscaría una
manera de que las dos partes internas del país cooperen entre sí. Debemos
buscar la reconciliación, no la dominación de una facción.
Ni Rusia ni
Occidente, y mucho menos las diversas facciones de Ucrania han actuado según
este principio. Cada uno ha empeorado la situación. Rusia no sería capaz de
imponer una solución militar sin aislarse en un momento en que muchas de sus
fronteras ya son precarias. Para Occidente, la satanización de Vladimir Putin
no es una política; es una estrategia y coartada para conseguir aislarlo y
desacreditarlo ante el mundo.
Putin debería
darse cuenta de que, cualesquiera que sean sus quejas, una política de
imposiciones militares produciría otra Guerra Fría. Por su parte, Estados
Unidos necesita evitar tratar a Rusia como un rival aberrante y maligno para
pasar a enseñar diplomática y pacientemente las reglas de conducta establecidas
por Washington.
Putin es un
estratega muy serio bajo los parámetros de la historia rusa. Comprender los
valores y la psicología de los EEUU no son sus puntos fuertes. La comprensión
de la historia y la psicología rusas tampoco han sido un punto fuerte de los
legisladores estadounidenses.
Los líderes de
todos los bandos deben volver a examinar los resultados, no competir en
posturas. Esta es mi noción de un resultado compatible con los valores y los
intereses de seguridad de todas las partes:
-Ucrania debe
tener la libertad de crear cualquier gobierno compatible con la voluntad
expresa de su pueblo. Políticos y líderes sabios ucranianos optarán y elegirán
una política de Reconciliación entre los distintos pueblos, etnias y facciones
culturales de su país
-Internacionalmente,
ellos deberán perseguir el lograr conseguir una posición como la de Finlandia.
Y esa nación vive sin ninguna duda interna sobre su férrea independencia y
coopera con Occidente en la mayoría de campos y espacios políticos; pero evita
cuidadosamente la hostilidad institucional sobre Rusia.
-Es incompatible
con las reglas del mundo que hoy existe el ordenar a Rusia la anexión de
Crimea; pero debería ser posible poner la relación de Crimea con Ucrania en un
estado y posición de mucho menor tensión política.
-Para lograr ese
objetivo, Rusia debería reconocer la soberanía de Ucrania sobre Crimea.
-Ucrania, a su vez
debería reforzar autonomía e independencia política en Crimea, y respetar la
total autonomía e independencia de sus elecciones internas sostenida y
garantizada por la presencia activa de especialistas y observadores
internacionales.
-El proceso deberá
incluir eliminar cualquier duda ó ambigüedad sobre el «estatus» oficial de la
flota rusa en el Mar Negro en Sebastopol.
Estos son
principios que se adoptan, no prescripciones que se ordenan. La gente que viva
en la región deberá saber y entender que no todos ellos serán apetecibles para
todas las partes. El examen no conseguirá la satisfacción absoluta; sino
conseguirá una solución equilibrada de insatisfacción.
Si no se logran
alguna solución basada en estos u otras propuestas parecidas, las ofensivas de
confrontación violentas se acelerarán. El momento de saberlo llegará muy
pronto.
Henry Kissinger
fue secretario de Estado Norteamericano desde 1973 a 1977
El articulo fue
publicado por primera vez en el Washington Post.
Nota del Editor:
Este artículo, aunque fue escrito en 2014, mantiene mucha vigencia y es una
radiografía de la génesis del conflicto ucraniano.
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