DEL ATLÁNTICO SUR Y LA PESCA ILEGAL, SOSTEN DE LOS BRITÁNICOS EN MALVINAS
(PARTE II)
César Lerena
El 16 y 17 de
agosto de 1989 “se reunieron a solas” en New York el embajador inglés Crispín
Tickell y Lucio García del Solar, para retomar las conversaciones sobre los
Acuerdos de Madrid que había iniciado Caputo. Nuestro representante era un
acreditado diplomático argentino que tuvo una destacada participación al
momento de dictarse la Res. 2065 de las Naciones Unidas, uno de los
instrumentos en los que basa su eterno reclamo a invitar a dialogar al Reino
Unido la Cancillería Argentina.
El exembajador
Horacio Solari, uno de los principales gestores del trabajo sobre la
reivindicación de la Plataforma Continental extendida, al respecto de estas
reuniones a solas, decía: “La confidencialidad y ritualidad excesivas
facilitan, frecuentemente, prácticas reñidas con el bien común o el interés
general” (“Malvinas. La cuestión pendiente de los territorios marítimos y sus
efectos patrimoniales”, BA, 29/1/2004).
Pero, la reunión
no fue “técnicamente a solas”, ya que el diálogo estaba siendo grabado por la
Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) argentina (Oscar Raúl Cardozo,
Clarín, pág. 3:4, 17/8/89 y pág. 10, 29/3/92) y seguramente la británica. El
exembajador retirado de origen radical García del Solar, convocado por Menem al
efecto, ese día cometió uno de los más grandes errores de la diplomacia
argentina al no tener en cuenta “la pesca” en las negociaciones; luego, Cavallo
llevó a las primeras negociaciones como experto (¿?) en pesca a su amigo Aldo
Dadone. Este error se volvió a cometer al ratificar la Convención de las
Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar en 1995, aunque se trató de salvar con
el artículo 2º inc. c de la Ley 24.543, que como sabemos tiene un valor
relativo. Este error, se reitera sin solución de continuidad desde hace 40 años
y, en nuestros días, el Secretario de Malvinas Guillermo Carmona y el
Subsecretario de Pesca Carlos Liberman, persisten en el.
El Embajador
inglés le dijo en aquel día de 1989 al argentino: «le pedimos que la Argentina
reconozca que, en el presente, existe en la práctica una FICZ (NdA: una zona de
conservación o exclusión para los argentinos de pescar dentro de las 150 millas
marinas alrededor de Malvinas). No le pedimos al gobierno argentino diga nada
en público. Simplemente le pedimos que deje que sigan las cosas». A lo que
García del Solar respondió: «El levantamiento de la zona de protección militar
es esencial. La Argentina no está pidiendo el levantamiento de la FICZ; la zona
de protección militar es anacrónica».
El Canciller
Domingo Cavallo vendió en Buenos Aires la reunión como extremadamente positiva
y, al respecto, diría: «Nadie puede venir otro día y decir que esta reunión
representó alguna clase de concesión», pero la desgravación de la SIDE puso de
manifiesto, que si la hubo.
El planteo de
mínima del habilidoso Tickell fue ganador y, se terminó llevando todo. Era
absolutamente improbable que la Argentina aceptara la ocupación de un amplio
territorio marítimo de “Conservación y Administración de Pesquerías” (FICZ),
que era la posición de “máxima”; pero García del Solar, ansioso, que creía que
«la reanudación de las relaciones diplomáticas no debería demorarse mucho más
allá del primer encuentro» le sirvió en bandeja la de “máxima” cuando manifestó
que la Argentina no solicitaría el levantamiento de la FICZ, pero que tampoco
“se aceptaría la existencia de esa zona”: el que calla otorga, el Reino Unido
siguió pescando e impidiendo la pesca argentina en el área. Leído el informe de
la SIDE, García del Solar “tomó nota” y, jugó como si en el “truco” tuviese un
par de cuatros y de pie (eran las pocas cartas que tenía) y, no disimuló lo
suficiente y, el británico Tickell rápidamente se dio cuenta de ello.
Nos preguntamos
¿qué hubiera pasado, si los Generales San Martín, Belgrano, Güemes, Artigas,
Arenales, O’Higgins y tantos otros, se hubieran limitado a “tomar nota” frente
al avance de los realistas? Nosotros ya en esos años nos opusimos a ese ruinoso
acuerdo y tuvimos fuertes enfrentamientos con Cavallo, que jugaba de campeón en
la clase política argentina (Véase Carta Abierta publicada en el Diario La
Capital de Mar del Plata, 20/2/1991 y César Lerena: “Malvinas. Biografía de la
Entrega. Pesca la moneda de cambio”, pág. 278:279, 2009).
Para confirmar el
grave error de Lucio García del Solar, continuado, agravado y ampliado en la
actualidad por los citados Carmona y Liberman y, por supuesto por la
Cancillería -que incluso tiene un delegado en el Consejo Federal Pesquero-
bastaría tener en cuenta la afirmación del propio británico responsable del
área pesquera de los isleños en Malvinas: «Sin la pesca no hubiéramos
sobrevivido en Malvinas” (John Barton, Penguin News, 2012).
Pero hoy, es posible
mostrar un escenario peor. Recordemos.
En 1982 teníamos
ocupados 11.410 km2 y tres millas marinas alrededor de Malvinas, hoy tenemos
explotados, ocupados o en disputa con el Reino Unido 5.497.178 Km2; a saber:
1.639.900 km2 del territorio marítimo e insular argentino; 1.430.367 km2 de
plataforma continental extendida y 2.426.911 km2 de la Antártida y su mar.
En el Atlántico
Sur potencias extranjeras se llevan o descartan 1.405.000 toneladas anuales, de
las cuales 325.000 toneladas se extraen del área de Malvinas con buques
españoles o de esta nacionalidad asociados con británicos y buques coreanos,
taiwaneses y de otras nacionalidades. Ello significa en un cálculo optimista
(al valor FOB) que la Argentina ha perdido en estos 40 años la suma de 151.200 millones
de dólares, de los cuales 35.000 millones de dólares se han extraído de
Malvinas. Esto último sólo significó la pérdida laboral para la Argentina de 10
mil empleos y que 3 millones de niños y adolescentes no recibieran una ración
diaria de proteína de la mejor calidad todos los días durante todo el año todos
los años hasta hoy. Mientras el PB de los isleños ronda en los 97.893 U$S/per
cápita/año, el de Argentina 8.579 U$S (2020) y, el de La Quiaca, que está a la
misma distancia de Buenos Aires que las Malvinas, no supera los 2.500 U$S
(2020).
500 buques
extranjeros chinos, españoles, coreanos, taiwaneses, etc. invaden el Atlántico
Sur y se apropian de los recursos migratorios originarios de la Zona Económica
Exclusiva (ZEE) Argentina, ante la más absoluta pasividad diplomática y de la
autoridad de aplicación argentina. No es solo una cuestión biológica que
depreda el ecosistema que debe ser tratado en forma integral y en conjunto
(Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar), sino de soberanía
política, económica, alimentaria, ambiental y social que se está violando, ante
la pasividad de los funcionarios.
España “la llamada
madre patria” que reconoce los derechos soberanos en Malvinas, es el principal
socio de los británicos en Malvinas; el que canaliza el comercio en la Unión
Europea para que los productos de este origen no paguen aranceles de
importación, mientras que a las empresas argentinas se les aplica barreras
paraarancelarias de los productos con valor agregado.
Mientras esto ocurre,
nos anoticiamos del otorgamiento de licencias otorgadas para la pesca de
merluza negra (24.000 U$S/tonelada, FOB, 2028) por el Reino Unido en el área
meridional del Atlántico Sur argentino y en el área Antártida, para
contraponerse a una supuesta pesca rusa, en una actitud reiterada de los
británicos de violar los espacios marítimos argentinos y los espacios sujetos a
la Convención sobre la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos
(CRVMA) y las normas de la Comisión para la Conservación de esos recursos
(CCAMLR), que genera una gran tensión internacional en la región y la propia
intervención de Estados Unidos en el tema (Perfil, 23/6/2002).
La falta de
atención de la Cancillería Argentina a la “Zona de Cooperación y Paz” acordada
por todos los países de África occidental y América oriental del Atlántico Sur,
es tal, que Togo y Gabón, ambas excolonias francesas acaban de ingresar al
Commonwealth (SAEEG, 25/6/20229).
Se agrega a ello
nuestra relación en el MERCOSUR. Los periódicos aterrizajes en Brasil haciendo
escala en vuelo desde y hacia Malvinas de aviones de la fuerza área británica;
al igual que en Chile y Uruguay y, el sostenido apoyo que le da el puerto de
Montevideo a los buques procedentes de alta mar y Malvinas donde realizan PESCA
ILEGAL, facilitando su armado, logística, transbordos, cambios de tripulación,
comercio de mercaderías, etc. ante la pasividad de los funcionarios, que se
limitan a reclamar. ¿Se tratará, que la empresa concesionada MONTECON es de
capitales chilenos y canadienses? o de que la Secretaría de Malvinas no ha
buscado los acuerdos necesarios con la República hermana de Uruguay para
terminar con el incumplimiento de los “apoyos teóricos” que este y otros países
de Suramérica declaran.
Desde 1998 cuando
se dictó la Ley Federal de Pesca Nº 24.922 y a partir de la actualización de
las sanciones a la PESCA ILEGAL de la Ley 26.386 (2008) y la Ley 27.564 (a
pocos días de cumplirse dos años) NUNCA SE APLICÓ UNA SANCIÓN A LOS BUQUES
PESQUEROS EXTRANJEROS QUE PESCAN EN MALVINAS SIN HABILITACIÓN ARGENTINA.
Y, por supuesto
que se podría hacerse mucho más que pasarse dando la Secretaría de Malvinas
“Conferencias, Reclamos, Agradecimientos y Declamaciones” (CRAD), y la
desatención de la Subsecretaría de Pesca en estos temas.
Por ejemplo,
derogar los Acuerdos de Madrid, el Pacto de Foradori-Duncan y llevar varias
acciones adelante referidas a la emergencia pesquera y a la protección de los
recursos naturales en Malvinas. La Argentina no puede convalidar estos
Acuerdos, que estarían demostrando un aparente diálogo entre las partes.
Elaborar una
estrategia, que se supone debería estar en manos del Consejo Nacional de
Malvinas que coordina Carmona, que no ha hecho otra cosa, que proponer vuelos
humanitarios (rechazados por el Reino Unido); propiciar al autoconvocado
Marcelo Kohen a la Corte Internacional de Justicia, precisamente a quién
propuso en 2018 un referéndum a los británicos para determinar su nacionalidad
(etc.) y poner recientemente en ridículo, al Presidente Fernández, ante la
pretensión de condicionar al primer ministro inglés, en una situación de
extrema debilidad y sin una demostración cierta de la posición dice sostener,
mientras mantiene vigente la Ley 24.184 de “Protección y Promoción de la
inversiones británicas en Argentina”. Para llegar a esto, la Secretaría de
Malvinas, debió hacer muchos deberes previos.
Combatir la PESCA
ILEGAL en Malvinas (que le asegura la sustentabilidad económica) y, para ello,
entre otras medidas, cumplir con el Artículo 47º de la Ley 24.922 que
establece: «La carga de productos pesqueros que se halle a bordo de un buque
pesquero de pabellón extranjero que se encuentre en los espacios marítimos bajo
jurisdicción argentina o en aguas en las que la República Argentina tenga
derechos de soberanía sobre los recursos vivos marinos, sin contar con permiso
o autorización expresa expedido por la Autoridad de Aplicación, se presume que
han sido capturadas en dichos espacios», que los podría dejar incurso a ambos
funcionarios en incumplimiento de sus deberes, al igual que al no sancionar a
los buques que pescan en Malvinas.
Iniciar las
políticas diplomáticas a nivel de Latinoamérica respecto a la protección de los
recursos pesqueros migratorios originarios de la ZEE de los Estados ribereños,
que son motivo de depredación del ecosistema y competencia desleal en el
mercado internacional a la par de permitirle al Reino Unido consolidarse en
Malvinas.
También, unificar
una política en el Atlántico Sur mercante, portuaria, naval, de investigación y
desarrollo y propiciar e incentivar la pesca en alta mar por parte de buques
nacionales e impedir el acceso de calamar a Malvinas y, por supuesto, coordinar
con el Ministerio de Defensa la dotación de una fuerza disuasiva y de control
en el área austral argentina.
Y otra decena de importantes acciones que por
razones de espacio omito, pero sobre las que me he referido en decena de
artículos anteriores.
Reitero: cuando se
trata de cuestiones que afectan la soberanía nacional y el bienestar del conjunto
de los argentinos, no interesan las cuestiones partidarias o sectoriales: “a
los amigos se los acompaña hasta el cementerio, no se entierra uno con ellos”.
En frente, están las grandes potencias que vienen por nuestras proteínas y
nuestros espacios marinos e insulares desatendidos.
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