DEL REINO UNIDO A LA
ARGENTINA
«El
Reino Unido le debería pagar a la Argentina no menos de 28 mil millones de
dólares por las capturas ilegales en el área de Malvinas de la ZEE»
César Lerena, 20-6-.20
Cuando en 1966, se dictó la
llamada «Ley de Soberanía del Mar» (17.094), ésta, ya refería a «que las
actuales actividades extractivas de naves extranjeras en aguas argentinas
constituían un hecho grave…y que, la soberanía debería ser una e indivisible», extendiéndose
por esta ley el Mar Territorial Argentino «hasta una distancia de 200 millas y,
al lecho del mar y al subsuelo de las zonas submarinas adyacentes a su
territorio hasta una profundidad de las aguas suprayacentes que permita la
explotación de los recursos…». Poco después, se dictaron varias normas de
explotación de los recursos pesqueros, donde -entre otras cosas- se
establecieron las cuestiones relativas a los permisos y al pago de derechos de
captura.
Luego, en la llamada Ley
Federal de Pesca (24.922 art. 3º a 5º) se estableció el dominio y el alcance de
la jurisdicción provincial y nacional y, que «La República Argentina, en su
condición de estado ribereño, podrá adoptar medidas de conservación en la ZEE y
en el área adyacente a ella sobre los recursos transzonales y altamente
migratorios, o que pertenezcan a una misma población o a poblaciones de
especies asociadas a las de la ZEE». En el art. 5º refirió a la regulación en
los espacios marítimos sujetos a jurisdicción nacional; a la facultad de limitar
el acceso; a la regulación fuera de la ZEE de los recursos migratorios o
especies asociadas y, en el art. 7º se determinaron las funciones de la
Autoridad de Aplicación, entre otras cuestiones, la de regular y fiscalizar;
emitir las cuotas de captura, permisos y restricciones a la pesca, etc.
Funciones, que en muchos casos debían ser aprobadas por el Consejo Federal de
Pesca (CFP), por ejemplo, la de establecer derechos de extracción y fijar
cánones por el ejercicio de la pesca, etc.
Por otra parte, la pesca «en
todos los espacios marítimos bajo jurisdicción argentina, está sujeta a las
restricciones que establezca el CFP, con fundamento en la conservación de los
recursos, con el objeto de evitar excesos de explotación y prevenir efectos
dañosos sobre el entorno y la unidad del sistema ecológico» (Art. 17º) y, a su
vez, para realizar el ejercicio de la actividad pesquera hay que contar con
habilitación, permiso o autorización de pesca (Art. 23º) y cumplir con una
serie de restricciones, derechos y obligaciones establecidos en los artículos
24º al 29º y s.s. y, estar sujeto por incumplimiento, a infracciones y
sanciones, referidas a los buques nacionales pero también a los extranjeros
(Art. 46º a 65º).
A todo ello, se agregó la reforma por Ley 26.386 (Art. 27º
bis) referida a quienes operan en el Atlántico Sur sin habilitación o en
relación con quienes lo hacen en el área de Malvinas de la ZEE Argentina.
Hecha estar introducción, habría que
preguntarse ¿por qué la Cancillería Argentina, el Subsecretario de Pesca y el
Consejo Federal de Pesca desde el año 1976 y, particularmente desde 1982, no
efectuaron el reclamo pertinente al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del
Norte (en adelante RU) por la captura ilegal que buques extranjeros (entre
ellos británicos) efectuaron y efectúan con licencias ilegales en el área de
Malvinas de la ZEE Argentina; zona a la que la potencia británica restringía el
acceso a los buques pesqueros argentinos y a los buques de control?
¿Por qué la
Autoridad de Aplicación Argentina, en virtud de sus facultades y, obligaciones
previstas en la Ley 24.922 (y legislación anterior), no cobraron derechos a la
extracción, no aplicaron multas por pescar sin habilitación o decomisaron
buques y mercaderías, conforme lo establece la legislación?
La Argentina debería hacerle
un reclamo por lucro cesante y pérdida de chance al RU y, supletoria y
solidariamente, a todas las empresas extranjeras que capturaron recursos
pesqueros en el área citada, por la explotación de los recursos naturales de
dominio y jurisdicción nacional. De los fundamentos del reclamo, tal vez surja
la exculpación de los funcionarios argentinos correspondientes y, en última
instancia, lo determinarán los sumarios y las acciones judiciales que pudieran
corresponder.
Vamos a los hechos: el RU
tiene ocupado el archipiélago desde 1833, año en que desalojó al gobierno
argentino de Malvinas. Al menos desde 1976 y hasta la fecha, el RU ha otorgado
en el área de Malvinas de la ZEE Argentina, licencias pesqueras a buques
propios y de terceros países. Estos buques pesqueros extrajeron un promedio
anual de 246.220 toneladas de recursos pesqueros argentinos, es decir, que en
44 años extrajeron unas 10,8 millones de toneladas de diversas especies de
pescados y moluscos argentinos por un valor estimado en los 28,2 mil millones
de dólares, más los intereses y la pérdida de chance, ya que, agregado valor a
esas materias primadas y, colocados los productos finales en el mercado
minorista, podrían haber significado un valor aproximado del orden de los 197
mil millones de dólares.
Accesoriamente, pero no
menos importante, estas capturas han producido un desequilibrio en el
ecosistema argentino pesquero, cuyas consecuencias sobre la sostenibilidad de
las especies en el mar argentino resultan invaluables e impredecibles. Por un
lado, el Rendimiento Máximo Sostenible determinado anualmente por el INIDEP no
contempla el volumen capturado a través de estas licencias ilegales británicas
y por el otro la internacionalización del mar por parte del RU atrajo al
Atlántico Sur una flota extranjera que depreda los recursos migratorios
argentinos en la Alta Mar.
Para efectuar el reclamo por
lucro cesante y pérdida de chance, deberíamos tener en cuenta los artículos
1738 y 1739 del CCyC de la Nación, ya que la indemnización comprende la pérdida
o disminución del patrimonio y, el lucro cesante, es el beneficio económico
esperado de acuerdo a la probabilidad objetiva de su obtención y, la pérdida de
chances, interfiriendo en los proyectos económicos y sociales de un país en
vías de desarrollo (preámbulo de la CONVEMAR), donde la explotación de los
recursos pesqueros provee alimento, empleo, desarrollo poblacional e industrial
a todos los pueblos del litoral marítimo de la Argentina.
Además, que de
incrementarse el consumo de pescado en la Argentina, llevándolo de 5 Kg. a los
21 Kg/per cápita de promedio mundial, proveería de una proteína esencial y
consecuentemente una mayor salud a los argentinos, que se ven impedidos de
ello, por cuanto las capturas en el área de Malvinas representan un 31% de las
nacionales. Del análisis de las capturas, su industrialización, exportación o
consumo interno, el comercio en el mercado nacional o internacional y los
valores comerciales, es fácil determinar las chances económicas y el perjuicio
-absolutamente comprobable- que le ha causado y le causa al país la extracción
ilegal de esos recursos de dominio y jurisdicción de Argentina, por parte del
RU o a través de sus licencias ilegales en Malvinas.
Respecto a la cuestión de la
prescripción liberatoria, el gobierno debería plantear una interrupción (no
suspensión) de la prescripción, tomando como inicio de ésta el año 1976, donde
los británicos inician -con cierta magnitud- las actividades pesqueras en el
área de Malvinas de la ZEE Argentina, tiempo en el que era de aplicación las
leyes 17.500 (Decreto Reg 8802/67), 20.136 (Decreto Reg. 945/86) y Resoluciones
pertinentes, todas reemplazadas en 1998 por la Ley 24.922 (Decreto Reg.
748/99), donde ya establecían los requerimientos de permisos de pesca, el cobro
de derechos a las capturas y sanciones.
Por su parte, la ley 26.386 (Art. 27
bis) modificatoria de la ley 24.922 precisa, que no se entregarán cupos o
autorizaciones de captura a aquellos armadores o propietarios de buques
pesqueros que realizan operaciones de pesca dentro de las aguas bajo
jurisdicción de Argentina sin el correspondiente permiso de pesca de la
Autoridad competente argentina; una norma expresamente dirigida a quienes pescan el área de Malvinas, y que,
nos permite indicar, que todo aquel que realiza pesca furtiva dentro de la
jurisdicción de la ZEE Argentina, podría estar sujeto al reclamo económico ante
el Juzgado Federal Civil y la correspondiente denuncia penal ante el Juzgado
Federal Penal.
En la parte penal podría sostenerse,
que se trata de un delito continuado y por ende no prescripto como lo dispone
el artículo 63º del Código Penal Argentino: «La prescripción de la acción
empezará a correr desde la medianoche del día en que se cometió el delito o, si
éste fuese continuo, en que cesó de cometerse» y, en la parte civil se debiese
plantear la interrupción de la prescripción y, remitirse, a los artículos 2544
al 2549 del Código Comercial y Civil de la Nación, teniendo por no sucedido el
lapso que le precede e iniciar un nuevo plazo y, a todo evento y así
sucesivamente y/o toda historia como última ratio, correspondería, sí fuera
eventualmente necesario que el juez interviniente por sí decrete la “dispensa”
de la prescripción hipotéticamente cumplida,
de acuerdo a lo previsto al Art. 2550 por cuanto existieron actos a la
sazón interruptivos, amén de situaciones de facto e ilegales que han impedido
y/o dificultado según el caso, los reclamos y acciones pertinentes por parte de
la República Argentina.
Entre otros actos interruptivos,
corresponde recordar que en el año 1965 la ONU dictó la Resolución 2065/65
«…invitando a la Argentina y al RU a proseguir sin demora las negociaciones
recomendadas por el Comité Especial (…) teniendo debidamente en cuenta las
disposiciones y los objetivos de la Carta de la ONU y de la Res. 1514 XV (6.
Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y
la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y
principios de las Naciones Unidas)…» lo que derivó en un permanente reclamo (55
años) de Argentina al RU para que diese cumplimiento a las referidas
Resoluciones, sin que este diera lugar a las referidas negociaciones y avanzar
por tanto -entre otras cuestiones- al tratamiento de las capturas ilegales que
se producían en el área de Malvinas de la ZEE Argentina, dejando congelada la
cuestión.
Mas aún, cuando en la 85ª Sesión plenaria de la ONU el 1 de diciembre
de 1976 de dictó la Res. 31/49 donde entre otras reitera «3. Pide a los
Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
que aceleren las negociaciones relativas a la disputa sobre soberanía, según se
pide en las Res. 2065 (XX) y 3160 (XXVIII) de la Asamblea General» e «4. Insta
a las dos partes a que se abstengan de adoptar decisiones que entrañen la
introducción de modificaciones unilaterales en la situación mientras las Islas
están atravesando por el proceso recomendado en las resoluciones arriba
mencionadas».
Se agrega a ello la
situación de fuerza mayor que la Argentina vive, con motivo de la guerra de
Malvinas de 1982 que impidió contar con toda información relativa de las
capturas en el área bajo control exclusivo y excluyente del RU y, ponderar
adecuadamente, el volumen extraído del área de Malvinas de la ZEE Argentina
hasta la actualidad, en que se han podido ver publicadas en una página
británica las estadísticas (Fishery Statistics, volúmenes 1 a 24) del FIFD
(Falkland Islands Goverment Fisheries Department).
Finalmente, y, que pese el
RU no se aviniese a llevar adelante las recomendaciones de las Naciones Unidas;
en 1995 -con la ratificación (Ley 24.543) de la Convención del Mar (CONVEMAR)-
la Argentina tuvo presente su interés prioritario de conservar los recursos de
la ZEE y, la necesidad de cooperar para prevenir y evitar la sobrepesca, razón
por la cual acordó con el RU la investigación conjunta pesquera en aguas del
Atlántico Sur, que debió suspender en el 2005 porque el RU no solo no dejo de
lado las capturas, sino que irresponsablemente prolongó por 25 años el
otorgamiento de licencias ilegales. Se reiniciaron estas investigaciones en
2016, sin que el RU cesara en su explotación ilegal y, con la información
obtenida de estas investigaciones no hizo otra cosa, que otorgar nuevas
licencias pesqueras, dando motivo al gobierno nacional a una nueva suspensión
del acuerdo.
Tratándose, además, de
recursos migratorios, donde muchos de ellos (Calamar, merluza, etc.) tienen
origen en las aguas aledañas al continente argentino, el gobierno argentino
dejó claro (en el artículo 2º c) de la Ley 24.543), que, «para cumplir con la
obligación que establece la Convención sobre preservación de los recursos vivos
en su ZEE, está facultado para adoptar, de conformidad con el derecho
internacional, todas las medidas que considere necesarias a tal fin» y (d)
«teniendo en cuenta que las Islas Malvinas, Sándwich del Sur y Georgias del Sur
forman parte integrante del territorio argentino, el gobierno argentino
manifiesta que en ellas no reconoce ni reconocerá la titularidad ni el
ejercicio por cualquier otro Estado (…) Por consiguiente, tampoco reconoce ni
reconocerá y considerará nula cualquier actividad o medida que pudiera
realizarse o adoptarse sin su consentimiento con referencia a esta cuestión,
que el gobierno argentino considera de la mayor importancia (…) La Nación
Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas
Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur y los espacios marítimos e
insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional…».
En atención a todo ello,
sería de desear que el Presidente de la Nación dicte un Decreto, por el cual se
le encomiende al Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Exterior y
Culto, al de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación y, al Procurador
General de la Nación para que instrumenten la acciones necesarias para iniciar
el reclamo por lucro cesante y de pérdida de chance al Reino Unido de Gran
Bretaña e Irlanda del Norte y subsidiariamente, a todas las empresas
extranjeras que pescaron en el área de Malvinas de la ZEE Argentina del
Atlántico Sur desde 1976 al 2020 inclusive, por un valor estimado en los 28,2
mil millones de dólares, más los intereses y la pérdida de chance, estimando el
valor agregado de esas materias primas industrializadas y, colocados los
productos finales en el mercado minorista, que podrían alcanzar a un valor
aproximado del orden de los 197 mil millones de dólares.
La Argentina que tiene ocupada por el RU el 52% del Atlántico Sur, es decir un 28% del territorio
total nacional, debe desalentar a las flotas extranjeras a pescar sin
habilitación sus recursos pesqueros y solicitar el resarcimiento por la
extracción de sus recursos ocasionándole un grave daño a su soberanía. Las
medidas que se han llevado a cabo desde 1965 a la fecha han resultado
absolutamente insuficientes, por lo que se requiere la elaboración de una
estrategia y la ejecución de proyectos relevantes que nos lleven al camino de
la recuperación territorial y a la explotación de los recursos naturales.
Seguiremos en la línea de aportes concretos a la Nación.
¡Argentinos, a las cosas!
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