Coronel ® Carlos Pissolito
Informador Público, 19-6-20
Sabemos que desde el inicio
de su pontificado el papa Francisco nos viene advirtiendo de lo que llama la
"tercera guerra mundial". Una combatida "por partes" y que
ya consintió atrocidades en el pasado. Lo expresó así en una encendida homilía
que pronunció durante su visita al cementerio de Fogliano Redipuglia y que
alberga los restos de 14 mil soldados del Imperio Austro-Húngaro y de su
enemiga Italia caídos en este frente del Tirol del Sur durante la 1ra GM.
Explicó que en la guerra convergen los "planificadores del terror",
los "intereses, estrategias geopolíticas, codicia de dinero y de
poder" y una industria armamentística cuyo corazón está
"corrompido" por "especular con la guerra".
En función de lo anunciado
por Francisco, la 3ra GM no tendría un inicio ni un final definido como la
tuvieron las dos guerras mundiales anteriores. Ya que está se estaría librando,
actualmente y por partes. Por lo que nos preguntamos, si una de esas partes,
una importante, no acaba de terminar.
Antes de dedicarnos a explicar
este enredo, repasemos a las otras guerras mundiales. No en el desarrollo de
sus operaciones militares, sino en la descripción de las condiciones
geopolíticas, “de codicia y de poder” que la motivaron.
Para empezar, la 1ra GM fue
una puja entre la potencia dominante de la época, la Gran Bretaña, con la de
Prusia que la desafiaba. Como sabemos, finalmente, la primera de ellas venció,
no sin un gran esfuerza y con el concurso de sus aliados, siendo los más
importantes Francia, Serbia y la Rusia Imperial (a las que más tarde se unieron
Italia, Grecia, Portugal, Rumania y los Estados Unidos) a las Potencias
Centrales de Alemania y Austria-Hungría (a las que más tarde se incorporaron la
Turquía Otomana y Bulgaria).
Los historiadores suelen
citar al nuevo imperialismo, a la Segunda Revolución Industrial, a la Primera
globalización y al espíritu de la Belle Époque o una combinación de todos ellos
como los antecedentes de este conflicto. También, resumen sus consecuencias a
la desaparición de 4 imperios: el alemán, el austrohúngaro, el ruso y el
otomano. En forma paralela, admiten que numerosas naciones recuperaron su
independencia y otras nuevas se crearon.
Todo ello, sin mencionar,
los 10 M de soldados muertos y de otros 20 M de heridos. Además, del adicional
estimado de unos 7 M víctimas civiles.
Por su parte, la 2da GM, a
la que varios autores la consideran una mera continuación de la 1ra tuvo lugar
por una doble rivalidad. La de la Gran Bretaña y de Alemania, por un lado y la
de los EEUU y el Japón por el otro. También, como sabemos los Aliados (Gran
Bretaña, EEUU, la Unión Soviética, la Francia Libre) vencieron en forma
decisiva al Eje (la Alemania del III Reich, el Imperio del Japón y el Reino de
Italia).
Como los antecedentes de
este gran conflicto se citan: en Occidente, el deseo del III Reich alemán de
expandir su zona de prosperidad hacia las planicies rusas y, en Oriente, la
negativa de los EEUU de permitir una área de coprosperidad japonesa en Asia.
A la gran cantidad de
víctimas militares y civiles, la 2da GM sumó algunas novedades, tales como: las
deportaciones y los campos de concentración masivos para civiles, bombardeos
aéreos indiscriminados contra blancos civiles, incluyendo el lanzamiento de dos
bombas atómicas sobre dos ciudades japonesas.
Tras la 2da GM, emergieron
dos superpotencias que buscaban repartirse el mundo: los EEUU y la URSS. Al no
dirimirse, por completo, esta disputa los enfrentamientos continuaron bajo la
forma de la denominada Guerra Fría y que concluyó con el colapso de la 2da en
la década de 1990. Por su parte, la Sociedad de Naciones, fue reemplazada por
la ONU.
Volviendo al presente, vemos
una cierta analogía geopolítica entre la situación de los antecedentes de la
2da GM en Oriente respecto del actual enfrentamiento entre los EEUU y China.
En los prolegómenos de la
2da GM, nos encontramos con los EEUU tratando de evitar el surgimiento de un
competidor asiático en la Cuenca del Océano Pacífico. Particularmente, ese
competidor en la década de 1930 era Japón, quién había invadido la Manchuria en
busca de recursos naturales y aprovechando la debilidad china que sufría una
guerra civil. Ante las críticas internacionales, Japón se retiró de la Sociedad
de Naciones al año siguiente. Por su parte, los EEUU y la Gran Bretaña reaccionaron
apoyando a la resistencia china contra los japoneses y, también, levantando
bloqueos de materias primas y petróleo contra Japón, haciendo que su comercio
exterior cayera hasta un 75%.
Hoy, ese competidor asiático
no es otro más que China. Uno con el cual EEUU buscó cooperar, durante la
Guerra Fría, como un tercero en discordia que lo apoyara en su lucha por la
hegemonía mundial contra la URSS; pero que su crecimiento acelerado y,
posterior, desafío por la supremacía global, lo ha llevado a elegirlo como su
nuevo enemigo.
Sin embargo, entre ambas
situaciones geopolíticas, la de la 2da y la de la 3ra GM, más allá de las
similitudes, hay una gran diferencia. Mientras el Japón imperial buscó remediar
la situación de aislamiento impuesta por los EEUU y por la Gran Bretaña apelando
al recurso de una guerra convencional, estilo clausewitziano, mediante un
ataque aeronaval a la Base militar de Pearl Harbor (Hawai), lo que consideró el
centro de gravedad del poder de su enemigo en el Océano Pacífico. China ha
decidido echar mano a sus viejas tradiciones guerreras basadas en
procedimientos de aproximación indirecta.
Concretamente, China ha
retomado la filosofía de guerra de Sun Tzu, expresada modernamente, por los
coroneles Qiao Liang y Wang Xiangsui del Ejército Popular de Liberación Chino,
en su manual la de la “Guerra Irrestricta”. El mismo explica cómo China puede
derrotar a un oponente tecnológicamente superior como los EEUU, mediante la
guerra en todos los ámbitos y dominios de poder más allá del militar; tales
como el uso de las finanzas internacionales, la economía y la tecnología para
colocar al oponente en una mala posición y así evitar la necesidad de una
acción militar directa.
Teniendo en mente este
esquema doctrinario no resulta aventurado asumir que la pandemia producida por
el COVID19 no ha sido otra cosa que una acción de guerra genética/biológica
utilizada por China con la finalidad neutralizar a su enemigo principal que son
los EEUU y a sus aliados más cercanos como la Gran Bretaña y los países de la
OTAN.
Es más, como vemos en estos
días las consecuencias de la pandemia ya superan, con creces, a las meramente
sanitarias; ya que incluyen una violenta detención de la actividad económica en
todo Occidente, a lo que hay que sumar la expansión, todavía en germen, de guerras
civiles moleculares en sus sociedades, especialmente, en la Norteamérica en la
que dormían varios demonios que acaban de ser despertados.
También, se aprecia sobre el
horizonte problemático que China no está dispuesta a dejar pasar esta
oportunidad y que sus planes incluyen el lanzamiento de un yuan digital con el
cual destronar al dólar como la moneda preferida de los intercambios y terminar
de desplazar a los EEUU como superpotencia global.
Otro elemento importante a
ser tenido en cuenta es que Rusia, que es la única potencia con capacidad de
respuesta nuclear masiva similar a los EEUU y de la que China, por el momento
carece, está bloqueando cualquier acción de represalia violenta del primero
contra la segunda.
Llegado a este punto, puede
uno preguntarse si se trata solo de un gran pedazo de esta 3ra guerra por
pedacitos o, si por el contrario, es el definitivo y que este “Pearl Harbor” no
tendrá su correlato en la batalla de Midway, por la cual los EEUU retomaron la
iniciativa y terminaron derrotando al Japón que los había atacado por sorpresa.
Sinceramente, no lo sabemos.
Pero continuando con la analogía de Pearl Harbor, que como sabemos fracasó en
su objetivo de destruir a la flota de portaaviones norteamericana, la que había
salido, casualmente, a navegar por esos días. Al parecer, los chinos han tenido
más suerte que los japoneses ya que, esta vez, los buques fueron encontrados en
puerto y sin capacidad de combatir.
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