domingo, 28 de junio de 2020

IBU Y PANDEMIA




Andrés Torres

27-6-20

 Cuando comencé  a informarme sobre las alternativas de economía política que postulan un Ingreso Básico Universal no me imaginaba, como muchos de mis conciudadanos, que nos enfrentaría este extraño y contundente nuevo escenario de la “pandemia” y la virtual parálisis del mundo que se sindicó como su consecuencia. En ese momento, las razones que fundaban la búsqueda de dispositivos como el IBU se ubicaban en el auge del desempleo tecnogénico y el colapso del estado de bienestar, pero ahora la combinación de COVID-19 con cuarentenas ha dado una razón más para acelerar la búsqueda de soluciones para un mundo que promete empobrecerse aún más, especialmente en los países económicamente subdesarrollados.

En sintonía con esas búsquedas se agitó y embraveció fuertemente el panorama mundial del debate y las propuestas legislativas en todo el mundo, y recientemente, en España ya hay una renta básica universal (de ribetes muy polémicos) aprobada con el voto de todas las fuerzas excepto Vox, que se abstuvo.
En nuestro país ya hay dirigentes que militan por iniciativas por el estilo como el referente Juan Grabois, y el expresidente Eduardo Duhalde que se ha pronunciado al respecto.

 Ante este panorama cabe plantearse una moción de suma prudencia, que no debería impedirnos indagar la viabilidad de un sistema de IBU, pero que sin embargo debería contemplar, a mi entender, ciertas prevenciones:

 1.  Que un eventual IBU no se convierta en una forma de pronunciar a un grado extremo e intolerable el estatismo y el clientelismo político lo que traería nefastas consecuencias porque detrás de muchos promotores del IBU están enemigos declarados al derecho humano de la propiedad y de evidente filiación comunista o colectivista.

2.  Que los medios y sistemas de financiamiento impliquen la protagónica participación de las instituciones intermedias, incluidas las empresas y sindicatos,  apelando al principio de subsidiariedad, ya que si se propugna un IBU como alternativa permanente no puede ser el Estado el dispensador gracioso de la renta, ya que no estaríamos hablando de una emergencia temporaria sino de una nueva era en las relaciones socioeconómicas a nivel mundial.

3.  Que el IBU no esté atado a contingencias económicas momentáneas ni encubra condicionamientos que van en contra de su esencia, según se lo ha conceptualizado precedentemente.

4.  Que, como acotaron los partidarios de VOX en España, el IBU no divorcie la noción del ingreso ciudadano con el de alguna contribución en trabajo del beneficiario a la comunidad, entendiendo el trabajo en un sentido amplio y que excede el concepto de “empleo”, para lo que también cabe encontrar fórmulas que compatibilicen la legitimidad de la renta básica (de acuerdo al principio del destino universal del los bienes) con el trabajo como inherente al hombre para su propia perfección (Laborem exercens, 26).


Renta básica universal: una idea para considerar


La Nación, 23 de junio de 2020  

En el año 2010 publiqué un libro titulado La Renta Básica Universal, (RBU) de Tomás Moro al Hambre Cero . En él desarrollaba una propuesta, nacida en la Universidad Católica de Lovaina, pero que tiene fuertes raíces en Occidente desde la aparición del Humanismo. De ahí la mención a Tomás Moro. La idea de una Renta Básica Universal es simple: se trata de garantizar a todos los integrantes de una comunidad -un país, una provincia, un territorio- un ingreso en efectivo mensual que asegure las mínimas condiciones de subsistencia, sin ningún tipo de condicionamiento o contraprestación. 

Los argumentos a favor de una medida de este tipo son múltiples pero enumeraremos solo dos:
·         Desde el punto de vista filosófico, esta idea parte de la noción de la libertad como autogobierno, propia de la tradición política republicana. El núcleo básico de esta definición de libertad es que aquel que no dispone de una base material suficiente para garantizarse una existencia social autónoma, tendrá que sobrevivir pidiendo permiso a terceras personas y, por lo mismo, se verá en mayor o menor medida sometido a la voluntad de estas. Por lo tanto, no será libre.
·         Desde el punto de vista económico, el argumento actual es que la Renta Básica Universal (RBU) permite la adaptación de la economía a la nueva realidad definida por el progreso tecnológico, que a través de la "robotización" y del desarrollo de la Inteligencia Artificial hará que disminuya el número de puestos de trabajo y aumente el número de desocupados. Un mundo así solo puede ser sostenible si se garantiza un ingreso mínimo para todos.
La idea, que en su momento fue apoyada por liberales como Milton Friedman, hoy solamente se aplica plenamente en el estado de Alaska. Allí, todos los adultos con más de seis meses de residencia en el territorio reciben una suma anual, ligada a los beneficios de los contratos petroleros que el estado tiene. Los menores de 16 años reciben la mitad de esa suma. Desde que se implantó, en 1982, la idea ha reunido cada vez más consenso, al punto de que en este momento ya hay varios países encaminados, por distintas metodologías, a implementarla.
Baste decir que, entre otras iniciativas, hay programas piloto funcionando en cuatro ciudades de Canadá; que varias regiones de España tienen una asignación de estas características para la juventud; que en Finlandia se lanzó un plan para avanzar en la posibilidad de establecerla; que en Suiza se votó (aunque se rechazó) un proyecto encaminado en ese sentido y que en diversos países de África se aplica, aunque en forma sumamente limitada.

Pero lo que quiero destacar en este artículo es que, en estos momentos, vuelve a surgir con fuerza la propuesta de establecer en distintos países de Europa una RBU, con el objetivo de garantizar a todos y cada de los ciudadanos, sin importar cuales sean sus ingresos, un mínimo de dinero que pueda ayudarnos en una situación crítica como la de la pandemia actual. El Papa Francisco ha mencionado la posibilidad en su alocución de Pascua, y el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, conocido por su rigor presupuestario, abogó recientemente por una "renta mínima de emergencia" para que nadie se quede sin ingresos durante esta crisis. Otro tanto hizo Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, que opinó recientemente que "el ingreso mínimo español es un buen instrumento por la igualdad".
En la Argentina la salida de la pandemia dejará una economía de muy difícil gestión, que golpeará sobre todo a los sectores más desamparados que se enfrentarán a un panorama de carencias y dificultades inédito en la historia reciente. Pero también va a afectar a los sectores medios. En definitiva, un 80% de la población.

Sin embargo, también hay que reconocer que, junto con los problemas, el coronavirus nos ha traído la posibilidad -la imperiosa necesidad, diría- de pensar fuera de los esquemas habituales, de buscar soluciones que no están regularmente en las agendas políticas, de abrirnos a ideas que eluden la lógica conservadora de los poderes establecidos.

En estos días tanto desde el Gobierno como desde otros sectores, la Renta Básica Universal se ha puesto en la agenda de discusiones. Es auspicioso. Ahora solamente falta que el tema se discuta con argumentos, con datos, con conocimientos y no, como suele ocurrir, con la salida fácil de la chicana, el prejuicio y la descalificación. Sería un gran avance en el horizonte de los menos favorecidos de nuestro país.
Expresidente de la Nación



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