Dr. Juan Yaría
El Ojo Digital, 28
de Diciembre de 2020
'Parque Chacabuco,
Figueroa Alcorta y La Pampa, y los bosques de La Plata reportan grandes grupos
con alcohol; no hay distancia social ni barbijos' (noticias periodísticas).
* * *
Son épocas de
barbarie. Se habla del COVID, pero no de las muertes que superan en millones a
esta pandemia por el uso de drogas, ni de sus comorbilidades asociadas (del
tabaco, en adelante).
Pareciera ser que el eslogan de la Organización Mundial de la Salud,
'Salud para Todos', debiera completarse con el remate: 'Pero no en todo'. A los
consumidores inveterados de sustancias, les queda el tratamiento paliativo de
los crónicos, una especie de muerte lenta o rápida dulce.
Emerge el apotegma
con firma certificada de que 'consuman menos' o el tristemente célebre
'permitido de consumos menores', incluso con avales profesionales -todo lo cual
ignora al cerebro y a sus mecanismos alterados, espacio en donde se vuelve
cierto aquello de que 'una copa es mucha y cien son pocas', convocando a la
sentencia de Alcohólicos Anónimos.
Los tratamientos
más científicamente válidos se quedan sin financiamiento, lo cual es una manera
de decretar el fin para muchos. Se consagra, así, la política de la 'puerta
giratoria', en donde muchas personas deambulan entre pasillos y guardias de
hospitales, desmembrándose en su padeciente fragilidad.
En el estado
americano de California, específicamente en San Francisco, las muertes por
sobredosis superan largamente a las del COVID. El 20 de diciembre, perecieron
por sobredosis de opiáceos 621 personas, y 173 por COVID. El mercado ilegal y
el legal de opiáceos aumenta sus ingresos. Nadie habla de ellos, mientras el
consumo aumenta. Entre 2019 y 2020, aumentó el 40%.
Lo propio sucede
en la ciudad de Los Angeles. El suicidio en tiempos de pandemia aumenta. La
Universidad de Wisconsin, en un informe del 20 de diciembre, alertó: 'El mayor
problema no es el COVID, sino el consumo de drogas y el suicidio'.
Lo mismo sucede
con el uso de cannabis, tan promocionado, un claro factor de riesgo para el
agravamiento del COVID. Con el cannabis legal para usos médicos en 36 estados
de los Estados Unidos, y para uso recreativo en 15, se aproxima la eliminación
de los controles federales sobre la marihuana (aunque ello terminará
dependiendo del voto de representantes Republicanos; seguramente negativo), los
efectos sobre el agravamiento del COVID son evidentes, aunque poco mencionados.
Y los síntomas son
tos, bronquitis, sibilancias, flema, mucosidad; esto es, alteraciones de la
salud respiratoria, ya desde los 19 años. Actualmente, el 'vapeo' de cannabis
como novedosos estilo -y potenciador de los efectos- está generando
enfermedades pulmonares en jóvenes. La pandemia muestra que se incrementan los
problemas respiratorios en los afectados por el coronavirus.
Dictaduras dulces
Son épocas de
dictadura dulce, con políticas globales que se imponen a los gobiernos locales:
normalización de las drogas, políticas antinatalistas, eutanasia. Todo
sobreviene de la mano de formatos paternalistas amables, no ya con tiranías
duras. Es el fin de los tiempos de las bayonetas.
Además, todo esto
es para el llamado Occidente. En otros continentes, países de pasado
comunistas, pero con mentalidad autoritaria o directamente comunistas, quien
predique este ideario, corre peligro de vida.
En Occidente, no
se utilizan ya metodologías policiales, sino que se consolida una orfandad que
busca desacreditar las transmisiones de varias generaciones, es decir, las
tradiciones de una comunidad. Emerge, finalmente, un conjunto de individuos
desligados unos de otros. Drogarse es una señal de libertad, en el camino hacia
la esclavitud de los manipulados.
Los brokers
financieros del planeta hacen negocios (las drogas ya cotizan en Bolsa) y los
modelos progresistas con discursos de izquierda se unen a ellos en intereses
aparentemente contrapuestos, pero con la finalidad del consolidar su poder. El
dinero y la cultura son los poderes en juego.
Se propicia un
individualismo por doquier, ilusionados sus simpatizantes por un mundo libre
que es producto de una ingeniería social sin armas que, día a día, infiltra la
educación y la vida cotidiana de las personas.
Basta de leer
clásicos. Educar es adoctrinar. La Verdad se impone como un hecho dado, y no
como una mayéutica a descubrir. Enseñar a pensar la realidad se transforma en
dictaminar la realidad con una sola interpretación, negando o incluso ni
siquiera estudiando otras perspectivas.
La ideología
reemplaza al descubrimiento de la realidad.
El modernismo anuncia un nuevo mundo de imágenes, preanunciando el vacío
de miles -que terminarán siendo manipulados. Se pierde la vivacidad de la vida,
cuya presentación viene en ampollas en ciertos frascos. Conviene aquí citar al
teólogo y escritor argentino, ya olvidado, Leonardo Castellani: 'Al contradecir
la ley biológica de la vida, triunfa lo automático; a medida que disminuye lo
vivo, aparece lo automático'.
Los nuevos
caballos de Troya
El nuevo modelo
anula la vigencia de la naturaleza, para transformarlo todo en dictados
culturales. Estos no se discuten; quien ose hacerlo, cae en la dictadura de lo
execrable. Son verdades consagradas desde los púlpitos del Nuevo Poder, en
donde siempre el descrédito 'está a la mano'.
Hoy desde
pensadores católicos europeos como Juan Manuel de Prada hasta ateos confesos
como Michelle Onfray describen a la dictadura del progresismo como una
ingeniería social que se impone totalmente. Arranca en 1968, cuando se escinde
el mundo entre lo cultural en manos de pensadores de izquierda y lo económico,
en manos de grandes capitales.
Los pensadores de
izquierda que antes hablaban de los vicios burgueses del aborto y de la entrega
a la droga como una nueva esclavitud, cambian radicalmente el eje de sus
discursos. Aportan a esa ingeniería social y educativa, francamente contraria a
los ideales de la primera izquierda. Incluso para ellos, el tabaco y el alcohol
eran las armas de la burguesía para dominar a la clase obrera. Todo cambió.
El progresismo se
ha transformado en una nueva religión, neutralizada ya la sacralidad antigua, y
es la Fe o Credo de esta nueva época. 'Es la esperanza de estos tiempos
desesperados en esta civilización sin fe' (Teoría de la Dictadura; -M.
Donfray).
No obstante, la
barbarie también es cultural, habida cuenta del empobrecimiento del lenguaje,
la pérdida de la lectura, la imposición de verdades reveladas con un
pensamiento binario que ha de discutirse: todo hay que deconstruírlo,
arribándose así a un nihilismo casi masivo que lleva a la borrachera, y a
distintas sustancias -como huída para muchos. ¿Será el tan anticipado fin de
los tiempos?
Navidades y Fin de
Año: nuevas épocas
La Navidad es un
nacimiento, y aún en la cultura actual, conlleva el sentido profundo de un
renacer. El festejo de un nacimiento con el deseo del brindis es una apuesta a
un futuro. Desear felicidades incorpora, en el hecho mismo, la noción de un
horizonte. No es el ya de lo instantáneo, sino un futuro a recorrer.
En momentos que
pareciera ser que el tiempo llegara a su fin, aparece en esta Navidad laica o
religiosa para algunos, una apuesta a un renacer permanente. Si el mundo nos
parece duro y sin salida, en el brindis navideño hay un deseo en juego.
Apostamos al milagro de refundarnos.
Incluso quien
apuesta a las distintas 'borracheras', sabe que la vida no va por allí. Habrá
de aceptar su situación, y renunciar a lo fácil; eligiendo caminar por el
estrecho sendero del cambio, aceptando su fragilidad y buscando el encuentro
con un Otro, que sea garante de ayuda.
De lo contrario el
nihilismo nos inundará, ganando la partida.
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