La “socialcracia”
es un problema
Brújula cotidiana,
13-01-2021
Si un sujeto
privado, de carácter empresarial y omercial, sin legitimidad democrática e
investidura popular, interviene de forma directa en el goce de los derechos
garantizados por los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales,
significa que debemos cuestionarnos seriamente sobre la naturaleza de la Red y
las reglas necesarias para prevenir otras pruebas de fuerza por parte de los
gigantes de la web. El caso Trump, bloqueado por Facebook y Twitter, abre un
debate sobre el papel de las redes sociales. ¿Censores o anunciantes?
¿Guardianes o editores? Incluso la figura de una “authority” sería un riesgo,
pero el fenómeno debe afrontarse con un equilibrio virtuoso.
En las democracias
son las leyes las que garantizan y limitan las libertades. La comunidad
internacional se inspira en declaraciones solemnes que reconocen los derechos
inviolables del hombre, como la libertad de expresión, que es un requisito
previo para el disfrute de muchos otros derechos de libertad.
En la red, por
mucho tiempo celebrada como el reino de las verdaderas libertades, se están
produciendo restricciones, limitaciones y censuras que a la larga corren el
riesgo de contaminar fuertemente su carácter democrático.
El caso más
llamativo ocurrió el 8 de enero, con la decisión de Twitter y Facebook de
suspender los perfiles a través de los cuales el presidente saliente de Estados
Unidos, Donald Trump, interactuaba con sus seguidores. A partir de ahí, ha
ocurrido una escalada de polémicas y reacciones que, independientemente del
color político, han puesto en evidencia la ambigüedad del papel de las redes
sociales en la dinámica de la libertad de expresión. ¿Son guardianes y censores
de opiniones divergentes a las dominantes o son sujetos privados plenamente
respetuosos de la libertad de expresión e interesados únicamente en las
implicaciones comerciales y publicitarias del tráfico generado en sus
plataformas?
El debate está
solo al inicio, pero ya hubo algunas posiciones autorizadas que ayudarán a
calentarlo no poco.
Todo comenzó con
las declaraciones de algunos analistas que acusaron a Trump de haberse
beneficiado, para su ascenso al poder, de las fake news transmitidas a través
de las redes sociales. Además, algunos de sus oponentes han argumentado que el
asalto de sus partidarios al Capitolio, en Washington, comenzó justo por esas
noticias falsas.
Pero independientemente
del color político, en Europa y en el resto del mundo, representantes
autorizados del gobierno se han puesto del lado de Facebook, Twitter y otros
gigantes de la web. Más aún después del reciente cierre de Parler, la
plataforma social utilizada principalmente por los fanáticos de Trump y
militantes de derecha. La red social terminó offline después de que fue
prohibida por Apple, Google y Amazon.
El nudo de la
cuestión es precisamente la entrega a sujetos privados de las claves de la
libertad de expresión, que es la sal de las democracias. De ahí también la
necesidad de un marco legal para las plataformas, en cuanto a las
responsabilidades y la legalidad de determinadas conductas. Hay muchas
esperanzas para la introducción de un control “imparcial” sobre el contenido,
una especie de “authority” que puede delimitar el perímetro de los derechos de
los usuarios, eliminando a los administradores de la plataforma cualquier tipo
de vigilancia. Pero incluso esta hipótesis se presta a acusaciones de reglamentación
de las opiniones.
Según el alto
representante de la UE, Joseph Borrell, “es necesario regular mejor los
contenidos de las redes sociales, respetando escrupulosamente la libertad de
expresión, pero no es posible que esta regulación se implemente principalmente
según normas y procedimientos establecidos por particulares”.
La canciller
alemana, Angela Merkel, también se disocia de lo que las redes sociales han
hecho contra Trump. “Es posible interferir en la libertad de expresión, pero
dentro de los límites definidos por el legislador, y no por decisión de la
dirección de una empresa - explicó su portavoz, Steffen Seibert en rueda de
prensa -. Por eso, la canciller considera problemático que las cuentas del
presidente estadounidense en las redes sociales hayan sido cerradas de forma
definitiva”.
Incluso el
Comisario europeo de Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, expresó su
“perplejidad” por la decisión de las plataformas de desterrar al presidente
estadounidense, Donald Trump, de las redes sociales “sin un control legítimo y
democrático” y ha relanzado proyectos europeos para regular los gigantes de la
web.
“El hecho de que
un CEO pueda desconectar al altavoz del presidente de los Estados Unidos sin
ningún control y equilibrio es desconcertante - dijo Breton-. No es solo una
confirmación del poder de estas plataformas, sino que también muestra profundas
debilidades en la forma en que nuestra sociedad se organiza en el espacio
digital”.
El nudo de la
responsabilidad legal de las plataformas está llegando a un punto crítico.
Rechazan el papel de editores, pero luego no pueden ni deben censurar opiniones
o cerrar cuentas basándose en una evaluación del contenido publicado por los
usuarios. La ambigüedad debe resolverse, dado y considerando que el concepto de
fake news, de incitación al odio y la violencia debe aplicarse de vez en cuando
y por tanto no puede tomarse como parámetro objetivo para censurar una cuenta
para siempre.
Si un sujeto
privado, de carácter empresarial y comercial, carente por tanto de legitimidad
democrática e investidura popular, interviene de forma directa en el goce de
los derechos garantizados por los ordenamientos jurídicos nacionales e
internacionales, significa que hay que interrogarse seriamente sobre la
naturaleza de la Red y las reglas necesarias para evitar otras pruebas de
fuerza de parte de los gigantes de la web.
Es necesario
introducir, mediante un sistema de frenos y contrapesos, un equilibrio virtuoso
entre la libertad de empresa, la libertad de expresión y otros derechos humanos
garantizados por los ordenamientos jurídicos nacionales e internacionales.
Además, la UE ya ha informado que tiene la intención de abordar cuanto antes la
regulación legal de las redes sociales, equilibrando las necesidades y las
expectativas de todos, evitando la anarquía, pero también la censura
antidemocrática.
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