Sus gobiernos
fueron diferentes y, obviamente, sus resultados también lo fueron
Por Eduardo
Duhalde
Ex presidente de
la Nación
Infobae, 7 de
Enero de 2021
Últimamente veo
con mucha preocupación cómo nuestra dirigencia está cometiendo un grave error
al intentar comparar al kirchnerismo con el cristinismo. Un disparate. Es que
Néstor y Cristina no son lo mismo. La política de gobierno de Néstor no fueron
ni parecida a la que luego implementó Cristina. No lo fue en la manera de
ejercer el poder ni en la de interpretar la economía. En una palabra, fueron
gobiernos diferentes y obviamente sus resultados también lo fueron.
Hace poco leí una
nota que le hicieron a Remes Lenicov y cuando le preguntaron sobre su paso por
el Ministerio de Economía en 2002 dijo: “Nosotros planteamos un tipo de cambio
competitivo, apuntamos al equilibrio fiscal, al superávit en la cuenta
corriente y una baja inflación, que de hecho cuando asumió Néstor Kirchner en
mayo de 2003 era de un 3 por ciento, con un crecimiento del PBI del 8 por
ciento. Y los años que siguieron fueron, para el gobierno (kirchnerista), sin
ningún costo político, ya que la devaluación ya había sido hecha y ellos
mantuvieron lo que nosotros habíamos empezado. Pero ese modelo cambió cuando
asumió Cristina Kirchner...
Ella cambió el
modelo sin anunciarlo. El modelo que Cristina inició (en 2007) ya no respeta
más los equilibrios macroeconómicos, sino que se vuelca estrictamente al
consumo. Y cuando uno lleva adelante una estrategia de consumo, que tiene patas
cortas, genera desequilibrios y genera inflación... Porque no puede convivir
con una política económica ajena a las inversiones y las exportaciones. Estos
desajustes, que llevaron al incremento del déficit fiscal, fueron financiados
principalmente con fondos del Banco Central y de la Anses”.
Con esto no quiero
decir que Néstor Kirchner y yo pensábamos igual. Sino todo lo contrario.
Mientras él seguía los lineamientos de Ernesto Laclau, quien defendía una razón
populista de la política basada en una lógica amigo-enemigo, yo nunca me aparté
de los preceptos del Justicialismo fundamentados en la unidad de todos los
argentinos. Es que en el justicialismo nunca nadie siguió a un gurú o a un
estratega que no saliera de las entrañas del peronismo. Nuestros pensadores
siempre fueron peronistas y la llegada de estos pensamientos exógenos no hizo
más que llevar confusión al partido.
Pero Néstor era un
político preparado. Fue tres veces gobernador de la provincia de Santa Cruz y
supo leer a la perfección el momento en el que le tocó gobernar a la Argentina,
todo eso sin dejar de planificar un futuro muy diferente al que sobrevino tras
su muerte.
Tal es así que la
grieta -tal como se la conoce hoy- comenzó a usarse en 2013 durante el segundo
mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
Es que mientras
Néstor hablaba con todos, ella no. Siempre fue y continúa siendo muy selectiva
y con la accesibilidad a su entorno premia o castiga a quién quiera y cuándo
quiera.
Cristina no
continuó con el legado que le dejó su esposo, ni en lo político y mucho menos
en lo económico. No supo o no quiso. Desde ya estamos hablando de una mujer
inteligente, de un verdadero animal político, pero sin dotes de estadista.
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