Tiempo Militar, 09 Septiembre 2020
Sin embargo, otros temas se han sumado durante las últimas semanas,
tremendamente sensibles para los integrantes de las Fuerzas Armadas, unos por
dolorosos y de larga data, otros por lamentablemente sorprendentes.
El 26 de agosto murió el Coronel Retirado Ramón Abel Recio, a los 69 años
de edad. Cumplía prisión efectiva en la Unidad Penitenciaria de Campo de Mayo,
y resultó infectado con COVID junto con otros. Los pedidos para que los presos
de esta edad, desde el principio identificados sin discusión alguna como de más
alto riesgo, fueran internados en sus domicilios al menos hasta que pasara la
crisis fueron denegados. Es sabido que los Servicios Penitenciarios, tanto el
Federal como los provinciales, no tienen estructura adecuada para
septuagenarios y mayores, simplemente porque el promedio de edad de la
población carcelaria nacional es mucho más bajo. Esto tiene relación directa
con la capacidad de respuesta frente a emergencias de cualquier tipo con los
internados y complejidad disponible para su correcta atención. Todos sabemos
que el COVID- 19 pone en riesgo a personas de más de sesenta. El pedido de
domiciliaria para civiles y militares privados de su libertad como consecuencia
de lo ocurrido en la década del setenta no era una cuestión especulativa, sino
una medida elemental de preservación de su vida. Si fue beneficiada con
domiciliaria población carcelaria más joven, por qué no personas de setenta
años.
El mismo día, el ex Presidente Duhalde advirtió en un reportaje sobre la
posibilidad de un golpe de estado, para avalar su argumento sobre la baja
probabilidad de que se puedan llevar adelante las elecciones de medio término
en 2021 en un contexto político anárquico como el actual, según su opinión.
La repercusión de sus dichos fue enorme en los medios, dando lugar, de
inmediato, a dos días completos de análisis sobre la posibilidad de un golpe
militar, con elucubraciones de todo tipo sobre potencialidades, divisiones en
las fuerzas, análisis de las eventuales reacciones por franjas etarias, etc..
Curioso, viniendo de alguien que fue indispensable en la caída del gobierno de
De la Rúa y a quien la prensa y la dirigencia política trató, ex post, con gran
consideración y prudencia sobre su responsabilidad en ese proceso. Más tarde
vinieron las excusas, las de actores políticos que con forzada benevolencia
disculparon los dichos del Dr Duhalde y de él mismo, tratando de restarle
importancia a un supuesto fallido.
Un día después, un periodista de manifiesta posición oficialista dedicó un
eufórico monólogo a aquellos que combatieron en Malvinas, calificándolos, sin
ningún distingo en particular de la peor manera en que se puede calificar a un
soldado: cobardía o falta de coraje. No vale la pena abundar en el análisis de
lo dicho, sus palabras han tenido suficiente difusión ya.
Los últimos tres hechos descriptos y sus repercusiones, generan en
cualquier persona que haya vestido un uniforme de la nación, cualquier cosa
menos indiferencia y nos obligan a algunas reflexiones:
Ninguno de ellos tiene su origen o fue provocado por actitud alguna de
personal militar. Todas devienen de acciones u opiniones externas a las
Fuerzas.
Demuestran una profunda e intencionada tergiversación sobre hechos del
pasado y la realidad de las Fuerzas Armadas y del país.
Denotan una manifiesta y provocativa falta de respeto institucional e
individualmente, a aquellos que ya no forman parte de las Fuerzas Armadas y de
Seguridad, por caso, los Soldados Conscriptos que, en cumplimiento de la ley
vigente, combatieron por la Nación o a los cuadros y civiles que ya no
pertenecen orgánicamente a las mismas.
Debemos pensar que es, al menos curiosamente llamativo que, en momentos en
que se vive una situación delicada desde el punto de vista económico y social,
en sólo unos pocos días se produzcan afirmaciones provocativas, falaces y
perturbadoras, tan claras como fuertes en su contenido, referidas a situaciones
que no se corresponden con ninguna realidad comprobable.
Entre diversas opiniones, hemos podido escuchar las de aquellos que
manifiestan que quienes cumplen condena por lo ocurrido en los setenta bien
presos están, y no merecen ser beneficiarios de ninguna de las medidas de
protección que establece la ley, como en este caso la prisión domiciliaria.
Esos señores sobreviven en las condiciones que pueden y en silencio,
mientras que aquellos que en las décadas de los sesenta y setenta, mucho antes
de los hechos que llevaron a éstos a prisión, generaran los movimientos
político-sediciosos que llevaron a la tragedia vivida a partir de 1970 viven en
libertad, escribiendo libros y concediendo reportajes en los cuales justifican
acciones terroristas que provocaron víctimas de toda procedencia y declaran que
nunca lucharon por una república democrática ni por la Constitución Nacional,
porque su modelo era el comunista leninista, trotzquista, maoista o el que
fuera de su referencia, de moda en aquellos años de Guerra Fría. Lo han escrito
y lo han repetido hasta el cansancio. Ellos mismos confiesan haber inventado el
número 30.000 para lograr atención europea bajo la figura de genocidio, y de
paso quedó la palabra. Esos combatientes e intelectuales de base que eligieron,
también según sus declaraciones públicas, a las Fuerzas Armadas y de Seguridad
como objetivos, para generar su reacción, hoy disfrutan de libertad plena y
otros beneficios menos ideologizados, y los que tuvieron que combatirlos desde
mucho tiempo antes del golpe de estado de 1976 no tienen derecho, ni siquiera,
a atención médica.
Con respecto a las declaraciones del Dr Duhalde: No existe la más mínima
posibilidad. Los golpes militares no fueron exclusivamente militares, ni
comenzaron en 1930. Empezaron en 1890, cuando el germen de la Unión Cívica
Radical intentaba dividir al Ejército para derrocar al “régimen” gobernante.
Cómo? Trabajando finamente sobre la supuesta división que existía entre los
oficiales “hechos a sable” durante las guerras del siglo XIX y los
supuestamente “más ilustrados”, egresados a partir de 1870 del Colegio Militar
creado por Sarmiento. Esa división no se dio. Salvo excepciones, el Ejército se
mantuvo unido. Es por eso que los conatos revolucionarios de fines del Siglo
XIX y los de principios del Siglo XX no tuvieron éxito hasta que, en 1930 fue
el propio Irigoyen quien sufre el golpe.
Hoy, nuestros Oficiales y Suboficiales saben que los problemas políticos
los resuelven los políticos, porque esa es su función social. Y no porque se
hayan recibido de sus institutos de formación después de 1983. Es así, porque
las fuerzas, como organizaciones que son, como construcciones humanas, han
aprendido y seguirán aprendiendo. No hay Ejército viejo y nuevo, pre 83 y post
83. Eso no le serviría al país. La profesión militar es absolutamente
vocacional, los valores del soldado sellan conductas, esas conductas esperables
permiten evaluar actitudes. Todos estos aspectos no se regulan por fechas, o
por distancias. Y el resultado beneficia a la Nación. Pocas instituciones de la
Nación se han acercado tanto a su razón de ser durante las últimas décadas,
como las Fuerzas Armadas.
Y aquí vamos a los dichos sobre Malvinas y los que allí combatieron. Para
aquel que no conoce la vida militar y ha leído autores nacionales y extranjeros
hablando de la Guerra de Malvinas o de cualquier otro hecho bélico, es fácil
confundir el análisis de contexto, político o militar y la crítica a decisiones
estratégicas nacionales, con el desempeño de las Fuerzas durante el conflicto.
Lo que no se sabe es que, dentro del ámbito de las Fuerzas, cualquier crítica
puede ser aceptable o discutible sobre si el plan era realista, factible, bien
formulado o no. Lo que nadie discute, porque somos militares y sabemos de esto,
es la entrega, el coraje, la valentía y el desprendimiento que mostraron
nuestras tropas en todas las dimensiones de análisis posibles. Todos aquellos
que no pudimos cruzar, hubiésemos dado lo que no teníamos por estar en las
islas. Nunca he escuchado a uno Oficial o Suboficial decir que él lo hubiera
hecho mejor que los que cruzaron. La promoción del Colegio Militar -a la que
perteece el Presidene del Foro de Generales Retirados- lleva el nombre de Oscar
Augusto Silva, Subteniente en su primer año, muerto en combate luego de agotar
su munición y saltar hacia adelante para proteger la vida de dos de sus
soldados. Condecorado al Valor en Combate. Uno más de miles.
Otra vez: Quién habla del coraje de nuestros soldados? El enemigo. “No
Picnic” fue escrito poco después de la guerra por el Brigadier General Julian
Thompson, comandante del componente terrestre inglés en Malvinas. Conviene
leerlo. Después vinieron muchos más. Todos elogian la entrega de nuestros
soldados. Nuestros “chicos de la guerra” crecieron, hoy son casi sesentones.
Tienen hijos grandes y nietos, han sufrido y han conocido todos los estados,
desde el provocar rechazo a comunes transeúntes por temor inducido, a ser
aclamados en actos recordatorios. En 2017 el Ejército condecoró a las madres de
los muertos en Malvinas, una forma de tributo, y seguirán otras, bien
merecidas. Si no lo hace la sociedad, lo harán las Fuerzas Armadas. Hoy,
ninguno es un “chico de la guerra”. Son soldados corajudos que dieron todo en
condiciones totalmente adversas que por el sólo hecho de haber estado allí
merecen admiración. Y por lo hecho en combate, más aún!!
Como si todo lo relatado no fuese suficiente, el día 6 de septiembre, el
Ejército Argentino publicó en su página oficial un recordatorio, a modo de
homenaje al Teniente (Post Mortem) Rodolfo Berdina y al Soldado Conscripto
Ismael Maldonado, muertos en combate en el año 1975. Durante ese día y el
siguiente se pudieron leer y escuchar declaraciones de organismos e individuos,
muchos de ellos funcionarios públicos, que manifestaron su rechazo al homenaje
de las formas más diversas y, nuevamente tergiversando y entrelazando hechos y
circunstancias en forma antojadiza y falaz. Uno de los funcionarios citados
llegó a relacionar su crítica al homenaje con el recuerdo del golpe de estado
de septiembre de 1930.
El Subteniente Berdina y el Soldado Maldonado murieron en combate,
vistiendo el uniforme del Ejército Argentino, frente a un enemigo declarado del
Estado Nacional, en cumplimiento de un Decreto Presidencial de un gobierno
electo y, por si no fuera suficiente, del mismo partido que el actual gobierno.
En conclusión: Todo lo que puso a las Fuerzas Armadas en los medios durante
los últimos días es externo a ellas. Los integrantes de las Fuerzas Armadas de
la Nación conocen su historia, saben para que están, y pese a todas las
limitaciones de todo tipo a las que se han visto sometidas durante las últimas
décadas, han seguido adelante con la formación de sus hombres y mujeres
generando organizaciones altamente vocacionales, cohesionadas, absolutamente
respetuosas de las leyes y con entrega plena a sus conciudadanos. Para toda
organización militar la historia es determinante, no podemos generar conflictos
para ver qué aprendemos de ellos. La historia fundada, documentada, veraz,
aquella que se aleja de los caprichos de la mente y se vuelve irrefutable por
las pruebas. Parte de la historia es el derecho a honrar a los muertos, y mejor
si murieron con gloria. Una vez más cito al reconocido y respetado historiador
Luis Alberto Romero, quien afirma que “hace falta menos memoria y más historia”
para comprender qué nos pasa.
Asumimos las luces y las sombras de nuestras historias individuales y
las colectivas. Hemos dado prueba de ello. La tergiversación de los hechos del
pasado sólo nos puede llevar hacia nuevos y más grandes errores.
Teniente General (R) Diego Suñer
General de Division (R) David Ubaldo Comini
General de Brigada (R) Luis Alberto Cloux
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