Venezuela como base de operaciones
Por Ely Karmon
Infobae, 10 de Septiembre de
2020
La mayoría de las
discusiones de hoy entre expertos, políticos y medios de comunicación se
relacionan con el tipo de terrorismo yihadista/salafista sunita, ya que se
considera la amenaza global más importante.
Según Mehmet Ozkan, profesor
en la Academia Nacional de Policía de Turquía, los musulmanes latinoamericanos
están muy bien conectados con las redes sociales, a través de las cuales muchos
de ellos aprenden sobre el islam, la cultura árabe y el Medio Oriente. Sin
embargo, la fuerte presencia de musulmanes latinos en los espacios virtuales no
tuvo éxito para atraerlos a ISIS a través de estos canales. Hasta 2017, se cree
que un total de 76 personas de América Latina (23 de Argentina, 50 de Trinidad
y Tobago y 3 de Brasil) viajaron al territorio de ISIS. Si estos números son
ciertos, indican claramente que los combatientes latinoamericanos constituyen
menos del 0,003 por ciento de la población total de combatientes extranjeros.
El único punto de apoyo de
ISIS en América Latina es Trinidad y Tobago, que se encuentra entre los países
que más combatientes han contribuido al Estado Islámico per cápita. Hay más de
100 miembros del Estado Islámico que operan en la nación de las dos islas,
según el informe del Centro Soufan de octubre de 2017, 70 de ellos son hombres
y los restantes se dividen números iguales de mujeres y niños. Por tanto, los
repatriados a Trinidad y Tobago debería establecer un centro de facilitación y
logística para posibles combatientes extranjeros América del Sur y del Norte para
cualquier teatro yihadista en el extranjero.
Por el contrario, el
terrorismo de Hezbolá e Irán en América Latina aparece claramente como la mayor
amenaza terrorista para el continente: testimonio de ello son los dos mayores
atentados terroristas en Buenos Aires, en 1992 contra la embajada de Israel y
en 1994 contra AMIA, el edificio de la comunidad judía. Esto además de los
vínculos que tiene Hezbolá con los cárteles criminales y narcotraficantes en el
continente.
Me gustaría enfocar mi
presentación en las razones ideológicas y estratégicas detrás de las estrechas
relaciones entre Venezuela e Irán y ofrecer una reflexión sobre el apoyo
venezolano a Hezbolá a nivel político y operativo.
Las motivaciones
estratégicas de Irán para coquetear con el régimen de Hugo Chávez y el
matrimonio de conveniencia entre el presidente venezolano y el presidente iraní
Mahmoud Ahmadinejad a partir de 2005, son bastante obvias.
Mirando hacia las banderas
de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) y Hezbolá, queda
claro que su objetivo estratégico no es la hegemonía en el Golfo o en el Medio
Oriente, sino más bien la presencia e influencia global. Y el medio para implementar
esta visión es mediante la lucha armada, simbolizada por el Kalashnikov. Según
la doctrina Khomeinista, el terrorismo es un arma legítima de defensa contra
Occidente, Israel y todos sus otros numerosos enemigos, incluida su propia
oposición en el extranjero.
No podemos hablar sobre el
terrorismo de Hezbolá sin enfatizar el hecho de que es una empresa conjunta
entre el régimen teocrático en Teherán y su rama libanesa, una empresa en la
que Hezbolá sirve como contratista de sus amos.
En el plano operativo, hay
dos hermanos siameses: la Fuerza al-Quds del Cuerpo de la Guardia
Revolucionaria Islámica de Irán y el aparato terrorista internacional de
Hezbolá, que actúan en conjunto y en coordinación. Sin embargo, el primogénito
de los hermanos, la Guardia Revolucionaria Islámica es el elemento principal de
la empresa.
Los objetivos de Irán en
América Latina, y por supuesto en Venezuela son:
- Apoyo a los opositores a
Estados Unidos como contra peso para las presiones sobre el proyecto nuclear de
Irán
- Devolver el ataque a
Estados Unidos en su propio hemisferio y desestabilizar a sus gobiernos amigos
- Aumentar la penetración
política y económica iraní y así permitir el desarrollo de una red de
terrorismo y subversión regional contra EEUU y Israel
- Exportar la Revolución
Khomeinista
El hecho de que el régimen
de Chávez tuviera una firme influencia ideológica y política sobre los estados
y líderes de la así llamada ALBA - Alianza Bolivariana para los Pueblos de
Nuestra América, le dio al régimen de Teherán aún más incentivos para
desarrollar relaciones cercanas con Caracas, así como una plataforma para
aumentar la influencia de Irán y sus activos estratégicos en la región.
Hugo Chávez y la estrategia
de Norberto Ceresole
Aunque aclamado como un
líder “socialista”, menos conocidas fueron las influencias fascistas en la
cosmovisión y la política de Chávez.
Raul de Sagastizabal, uno de
los jefes de los militares golpistas argentinos de extrema derecha, conocidos
como Carapintadas, había recibido a fines de 1994 la visita en Buenos Aires de
Chávez, quien acababa de abandonar la cárcel. Pese a que Chávez desarrollo el
vínculo fundamental con los Carapintadas con su ideólogo, Norberto Ceresole,
los nexos con De Sagastizabal jamás se rompieron.
Norberto Ceresole, sociólogo
y politólogo argentino, un negacionista del Holocausto y enemigo jurado tanto
de Israel como de los judíos, tomó contacto con los iraníes cuando se produjo
el atentado contra la AMIA en 1994, año en que conoció personalmente a Hugo
Chávez.
Él defendió públicamente a
los iraníes, acusando a Israel de ser responsable del bombardeo de su propia
embajada en Buenos Aires en 1992. Ceresole visito Irán y Líbano. “Encontré un
movimiento árabe importante, inteligente. Pero su área de acción era el sur del
Líbano: un grupo como imaginábamos que éramos nosotros hace muchos años, de
patriotas”, dijo en su momento. Ceresole terminó escribiendo un libro
admirativo sobre Hezbolá.
Ceresole asesoró al
presidente Chávez, convirtiéndose en el mentor ideológico del teniente coronel
y colaborador de su equipo de asesores, y viviendo el momento histórico del
triunfo electoral de Chávez en Venezuela. Su libro, “Caudillo Ejército Pueblo:
La Venezuela del presidente Chávez”, constituye para muchos venezolanos el
basamento doctrinal de la Revolución Bolivariana.
La inteligencia militar
venezolana se reestructuró según las líneas propuestas por él. También propuso
la creación de una Oficina de Inteligencia Estratégica que podría ser
financiada por Hezbolá, como su propia oficina en Madrid, un proyecto nunca
implementado pero que posiblemente llevó a su expulsión de Venezuela por la
oposición del sector “demócrata” de la Revolución, representado por el
vicepresidente José Vicente Rangel. Sin embargo, Ceresole dejó su semilla en
Venezuela, contribuyendo a constituir a dicho país en una reacción contra el
imperialismo estadounidense, auspiciando una alianza entre Venezuela, Cuba e
Irán. Ceresole jugó un papel central en el acercamiento entre Irán y Venezuela
dentro de la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).
Después de 2005, Irán, bajo
el liderazgo del presidente Ahmadinejad, aumentó su interés en América Latina.
Chávez y el presidente iraní establecieron una “relación estratégica”, que no
sólo cubría aspectos de materia energética, sino que también incorpora
elementos destinados a tener una posición común frente a las políticas de
Estados Unidos y los conflictos del Medio Oriente. Lo que motiva a ambos
gobernantes es su posición marcadamente antiamericana y, en el caso del
presidente Chávez, la pretensión de liderar, tanto en América Latina como en el
mundo, un movimiento “socialista”, “revolucionario” y “bolivariano”, que sea
contrario a cualquier hegemonía de Washington.
Chávez fue probablemente el
apologista más abierto de Hezbolá en el hemisferio. Durante la Segunda Guerra
del Líbano de 2006 acusó a Israel de llevar a cabo su guerra defensiva “a la
manera fascista de Hitler”. Durante la Operación Plomo Fundido de Israel en
2009 en la Franja de Gaza, contra los ataques con cohetes de Hamas y su
continua actividad terrorista contra sus ciudadanos, Chávez aceptó
completamente la posición de Irán y cumplió con la demanda de Ahmadinejad de
cortar las relaciones diplomáticas de Venezuela con Israel.
Es un hecho conocido que las
actividades terroristas y subversivas de Hezbolá, y en parte de Irán, se basan
en las comunidades chiítas libanesas dispersas por todo el mundo. En el caso de
América Latina se concentra en comunidades chiítas que viven en áreas de libre
comercio: Triple Frontera entre Paraguay, Argentina, Brasil; Iquique en Chile,
Isla Margarita en Venezuela, Panamá.
Son zonas donde algunos
miembros de las comunidades, vinculados a Hezbolá por lazos sociales o
familiares, se dedican al comercio ilegal, contrabando de mercancías,
narcóticos y armas y logran sobrevivir debido a la falta de control serio y de
la corrupción de las autoridades locales.
Hezbolá ha estado activo en
Venezuela incluso antes del eje estratégico Chávez-Ahmadinejad. Los miembros de
Hezbolá, centrados en la gran comunidad de expatriados libaneses en la isla de
Margarita, ayudaron a varios miembros de la célula de la organización en
Charlotte, Carolina del Norte (EEUU) a infiltrarse en los Estados Unidos a
través de Venezuela en 1992. En el área de libre comercio de Maicao, Columbia,
a la frontera con Venezuela, se cree que Hezbolá participaba en el contrabando
de cigarrillos y operaba una estación de radio clandestina que transmitía la
propaganda del grupo.
Pero lo que caracteriza al
caso venezolano después de 2005 es la relación de patronaje entre los
exponentes del régimen y varios funcionarios de alto nivel y representantes de
la organización, con Irán funcionando como intermediario.
El exvicepresidente (y
actual Ministro de Petróleo, desde abril), Tareck El-Aissami, venezolano de
origen sirio-libanés, es el funcionario gubernamental más destacado involucrado
en un esquema de pasaportes para terroristas, incluso a Hezbolá.
A los 29 años, El Aissami se
convirtió en el director de ONIDEX, la agencia venezolana a cargo de los
servicios de pasaportes y naturalización. Utilizó este cargo para emitir
pasaportes falsos, documentos personales y cédulas de identidad a agentes
árabes e iraníes, quienes así entraron y viajaron por la región como ciudadanos
venezolanos. Posteriormente, El Aissami se convirtió en viceministro de
Interior y Seguridad Pública, fue elegido miembro del Parlamento y poco después
ascendió al rango de Ministro de Justicia e Interior. A lo largo de estos
puestos, facilitó la penetración iraní en América Latina.
Chávez crearía “los círculos
bolivarianos,” o colectivos, organizaciones de base creadas para la formación y
la difusión entre la población de las ideas de la Revolución Bolivariana. Los
colectivos se basaron en la estrategia de las milicias iraníes Basij, cuyo
papel es defender al régimen frente a la oposición y la disidencia popular.
Chávez tuvo reuniones personales con funcionarios iraníes que incluían al
comandante de los Basij, el brigadier general Mohammad Reza Nadqi. El papel del
general Naqdi fue servir como asesor de los Ministerios de Defensa e Interior
de Venezuela para ayudar en el entrenamiento de sus milicias civiles, los
infames colectivos. Chávez encomendó a los colectivos que fueran “el brazo
armado de la revolución bolivariana”, y el gobierno les ofreció armas, sistemas
de comunicación, motocicletas y equipo de vigilancia. Human Rights Watch los
describe como “bandas armadas que utilizan la violencia con impunidad” y acosan
a los opositores políticos del gobierno venezolano.
Días después de su
nombramiento, el Presidente Maduro nombró a El Aissami como jefe de un comité
recién establecido, al que acertadamente llamó el “comando antigolpista,” para
combatir “las conspiraciones de la derecha.” De hecho, el comando, un comité
compuesto por el ministro de Defensa, el ministro del Interior, el jefe de
inteligencia nacional tiene la tarea de reprimir cualquier movimiento de
protesta en el país, al ejemplo de los Basij iraní.
Una vez ministro del
Interior en el gobierno, El Aissami coordinó la ayuda a Hezbolá con otro
venezolano de origen libanés, Ghazi Atef Nassereddine, quien se desempeñó como
encargado de negocios de Venezuela en Damasco y como consejero político de la
embajada en Beirut. Nassereddine ha estado bajo sanciones del Tesoro de Estados
Unidos desde 2008 por facilitar las operaciones de Hezbolá en América Latina,
primero como diplomático en el Levante y luego desde Caracas como presidente
del Centro Islámico Chiíta establecido por Irán.
El gobierno de EE. UU.
afirma que Nassereddine utilizó sus cargos para “asesorar” a los donantes de
Hezbolá y darles “información específica sobre las cuentas bancarias” de
Hezbolá, que Estados Unidos y varios otros países etiquetan como organización
terrorista. La OFAC (Oficina de Control de Activos Extranjeros) también afirma
que Nassereddine “discutió cuestiones operativas” con Hezbolá y “facilitó el
viaje” de los miembros de la organización, una vez a Caracas y otra vez a Irán.
La asistencia en viajes para los “esfuerzos de recaudación de fondos” de
Hezbolá es también el cargo contra Fawzi Kan’an, cuyas dos agencias de viajes
en Caracas fueron penalizadas por la OFAC.
Según la Fiscalía Federal
Distrito Sur de Nueva York, el ex miembro de la Asamblea Nacional de Venezuela
Adel El Zabayar, acusado de narcoterrorismo, narcotráfico y delitos con armas,
presuntamente trabajó con el presidente Maduro y otros destacados funcionarios
venezolanos para distribuir cocaína y armas en coordinación con organizaciones
terroristas. Según la DEA (Administración de Control de Drogas de Estados
Unidos), El Zabayar fue “un intermediario” para el Cártel de los Soles con
Hezbolá buscando reclutar miembros de los grupos de Oriente Medio para ayudar a
planificar y llevar a cabo ataques contra los intereses estadounidenses. El
Zabayar también obtuvo lanzacohetes antitanques de Medio Oriente para las
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como pago parcial por la
cocaína.
Según declaraciones de
Leamsy Salazar, ex guardaespaldas de Chávez, que ingresó al programa de
protección de testigos de EE. UU. “el actual presidente de Venezuela, Nicolás
Maduro, negoció con Hezbolá para permitir que 300 de sus operativos recauden
fondos en Venezuela”.
El régimen de Caracas
siempre negó y nunca tomó medidas serias contra las personas acusadas de apoyar
a organizaciones terroristas.
Además, Chávez ignoró o
permitió la formación en 2006 de la organización efímera y virtual, Hezbolá
Venezuela y Hezbolá América Latina, basada en algunos convertidos al islam
dentro la población indígena wayuu del país. El gobierno venezolano no actuó en
contra de este grupo cuando amenazó abiertamente en su sitio web con bombardear
objetivos estadounidenses y judíos, en el apogeo de la Segunda Guerra del
Líbano de 2006. Solo después del intento fallido en octubre de 2006 de
bombardear la embajada de Estados Unidos en Caracas, y protestas del gobierno
americano y las comunidades judías en el continente, Teodoro Darnott, el jefe
del grupo, y el terrorista, un estudiante venezolano, autor de la bomba, fueron
arrestados y encarcelados por 10 años.
La amenaza presente y futura
de Hezbolá / Irán para América Latina
Hezbolá no ha llevado a cabo
un ataque terrorista internacional exitoso desde que hizo estallar un autobús
de turistas israelíes que llegaban al aeropuerto de Burgas, Bulgaria, en julio
de 2012, pero no por falta de intentos. Las autoridades policiales y de
inteligencia han frustrado con éxito desde entonces una larga lista de complots
y preparativos operativos de Hezbolá en todo el mundo, incluidos casos en Perú
y Bolivia.
Mohammed Hamdar, ciudadano
libanés, fue arrestado en Lima, Perú, en octubre de 2014, bajo sospecha de
planear ataques en nombre de Hezbolá. En su apartamento, las autoridades
descubrieron materiales explosivos, pólvora y detonadores, así como fotografías
de lugares turísticos populares, infraestructura crítica, la embajada de Israel
en Lima y centros culturales judíos en Perú. Hamdar confesó que era miembro de
la Organización de Seguridad Exterior de Hezbolá.
Hamdar identificó a Salman
Raouf Salman (alias Salman el-Reda) como su manejador de Hezbolá. El-Reda, un
ciudadano colombiano-libanés, supervisó el atentado de 1994 a la AMIA en Buenos
Aires, coordinando entre las células durmientes de Hezbolá en Buenos Aires y el
Área de la Triple Frontera. Por estas acciones, es objeto de una orden de
detención, (Red Notice, en inglés), de Interpol. El-Reda huyó de América del
Sur después del atentado de la AMIA y ascendió en las filas de la Organización
de Seguridad Exterior de Hezbolá donde su trabajo centró en particular en el
sudeste asiático y América del Sur.
En marzo de 2017, las
fuerzas de seguridad de Bolivia frustraron un complot de agentes de Hezbolá en
los suburbios de La Paz, descubriendo dos toneladas y media de materiales
explosivos, así como un automóvil destinado a servir como vehículo bomba. De
esta manera frustraron los planes para atentar en Bolivia, Chile y Perú. Los
funcionarios de inteligencia estiman que la cantidad de material explosivo
almacenado era suficiente para que el grupo lleve a cabo cinco ataques a gran
escala.
Conclusión
De 2009 a 2017, Hezbolá
extendió por todo el mundo enormes depósitos de nitrato de amonio para
preparativos de grandes ataques terroristas en todo el mundo (3 toneladas en
Londres; 800 kg. en el sur de Alemania, 4.8 toneladas en Bangkok; 12,5
toneladas en Chipre y 2,5 toneladas en La Paz).
Durante los años 2011-2012,
Hezbolá e Irán han sido responsables de más de 20 ataques terroristas frustrados
o fallidos en todo el mundo (los dos exitosos en Burgas, Bulgaria y Nueva
Delhi, India) y en los años 2017-2018 Irán volvió a provocar una ola de ataques
terroristas, la mayoría frustrados, contra elementos de la oposición iraní en
Europa (dos asesinatos exitosos en Holanda).
Las autoridades políticas,
las fuerzas del orden y las agencias de inteligencia deben tener en cuenta que
los dos “rogue” socios podrían decidir en cualquier momento organizar ataques
terroristas en el mundo, si estos se ajustan a sus intereses estratégicos de
momento. América Latina no es inmune a la amenaza y infelizmente Venezuela
puede servir como una posible plataforma de apoyo.
*
La presentación fue realizada durante el seminario Terrorismo Islámico en
América Latina. La conferencia fue organizada por la embajada en Madrid del
Gobierno (E) de la República Bolivariana de Venezuela.-
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