señaló a Nicolás Maduro,
Vladimir Padrino y Néstor Reverol como responsables de las violaciones a los
derechos humanos en Venezuela
Infobae, 16 de Septiembre de
2020
Una Misión Internacional a
la que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) encargó investigar la
situación de los derechos humanos en Venezuela concluyó que el dictador Nicolás
Maduro y sus ministros de Defensa, Vladimir Padrino López; y del Interior, Néstor
Reverol, están involucrados directamente en graves crímenes cometidos por las
fuerzas de seguridad del país.
El informe publicado este
miércoles por esa Misión ofrece amplia información “que demuestra que las
autoridades del Estado -tanto a nivel presidencial como ministerial- ejercían
poder y supervisión sobre las fuerzas de seguridad civiles y militares, y las
agencias identificadas como autoras de las violaciones y crímenes
documentados”.
“La Misión tiene bases
razonables para creer que tanto el presidente como los ministros del Interior y
de Defensa contribuyeron a la comisión de los crímenes documentados en este
informe”, se señala en las conclusiones de la investigación.
Las graves violaciones de
los derechos humanos denunciadas fueron perpetradas en operaciones realizadas
por toda la gama de entidades de seguridad estatal en Venezuela: la Fuerza
Armada Nacional Bolivariana (FANB), incluida la Guardia Nacional Bolivariana
(GNB); y la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y las Fuerzas de Acción Especial
(FAES).
También figuran el Cuerpo de
Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), el Servicio
Nacional de Inteligencia (SEBIN), la Dirección General de Contrainteligencia
Militar (DGCIM) y las fuerzas policiales estatales y municipales.
Los investigadores
recogieron evidencias de que a pesar de que las autoridades -desde los
responsables de las entidades involucradas hasta políticos- tenían conocimiento
de los crímenes que se han cometido desde 2014 hasta ahora (periodo que cubre
el informe), incluso ayudaron a que se cometieran con las políticas y planes
que adoptaban.
“Las autoridades dieron
ayuda esencial, incluida material, logística y en recursos humanos, que era
necesaria para las operaciones de seguridad e inteligencia que resultaron en la
comisión de los crímenes”, denuncia el informe, que será presentado la próxima
semana al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Ejecuciones extrajudiciales
La Misión investigó 16 casos
de operaciones policiales, militares o conjuntas que dieron lugar a 53
ejecuciones extrajudiciales. También examinó 2.552 incidentes adicionales en
los que se produjeron 5.094 muertes por las fuerzas de seguridad, aunque no
todos fueron necesariamente arbitrarios.
Entre 2015 y 2017, las
Operaciones de Liberación del Pueblo (OLP), supuestamente establecidas para
combatir el crimen, dieron lugar a detenciones arbitrarias y ejecuciones
extrajudiciales. La Misión investigó o examinó 140 operaciones, que dieron
lugar a la muerte de 413 personas, en ocasiones con disparos a quemarropa.
El informe subraya que “los
altos funcionarios del Gobierno elogiaron repetidamente las operaciones, mismas
en las que solían participar cientos de oficiales armados que asaltaban algunas
zonas, a veces utilizando vehículos blindados y helicópteros”.
En septiembre de 2015, una
OLP en la zona de Santa Rosa de Agua de Maracaibo, Estado de Zulia, dejó cinco
hombres muertos y más de 60 detenidos, la mayoría de ellos pescadores que
regresaban del trabajo; las mujeres fueron maltratadas y artículos domésticos fueron
saqueados.
Ocho de las operaciones
examinadas dieron lugar a 10 o más muertes. Tras las críticas a las tácticas de
mano dura, el régimen relanzó las OLP como Operaciones de Liberación Humanista
del Pueblo (OLHP) antes de eliminarlas gradualmente a mediados de 2017.
Sin embargo, continuaron las
ejecuciones extrajudiciales. Dos fuerzas de seguridad -el CICPC y las Fuerzas
de Acción Especial (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana (PNB)- fueron
responsables del 59% de todas las muertes perpetradas por las fuerzas de
seguridad en el período analizado y fueron también los autores de las
ejecuciones extrajudiciales documentadas en el informe.
Funcionarios de la PNB/FAES
dijeron a la Misión que era una práctica común encubrir los asesinatos
plantando armas para simular “enfrentamientos”, un proceso al que los
funcionarios de la PNB/FAES se refieren como sembrar “semillas”. Una fuente con
conocimiento interno confirmó que los superiores podían dar a los oficiales
“luz verde para matar”.
También asesinaron a civiles
tras la aplicación de un plan militar. Una operación en la subregión de
Barlovento, en el estado de Miranda, a mediados de octubre de 2016, terminó en
una masacre después de que los soldados detuvieran arbitrariamente a 35
hombres, algunos de los cuales desaparecieron y fueron torturados. Doce
víctimas, todas hombres de 30 años o menos, fueron ejecutadas
extrajudicialmente y enterradas en fosas comunes.( Dos tenían balas que les
perforaban el cráneo y 10 tenían probables heridas de machete en el pecho, el
cuello y la cabeza. Otros cinco siguen desaparecidos).
La gran mayoría de las
muertes ilegales cometidas por las fuerzas de seguridad no han dado lugar a
enjuiciamientos y en ningún momento se ha llevado ante la justicia a los
funcionarios con responsabilidad de mando.
“Estas ejecuciones
extrajudiciales no pueden atribuirse a la falta de disciplina de las fuerzas de
seguridad. Los oficiales de alto rango tenían un mando y control efectivo sobre
los perpetradores y conocimiento de sus acciones, pero no lograron prevenir o
reprimir las violaciones. Los asesinatos parecen formar parte de una política
de eliminación de miembros no deseados de la sociedad bajo la cobertura de la
lucha contra el crimen,” dijo Marta Valiñas, presidenta de la comisión de
investigación del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
El informe sostuvo que las
FAES deben ser desmanteladas y los responsables de todas las fuerzas de
seguridad así como sus cadenas de mando deben rendir cuentas.
Afirmó que el Servicio
Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) tenía como objetivo identificado a
la disidencia política y activistas de derechos humanos, así como a otros
hombres y mujeres que se percibían como contrarios al Gobierno, mientras que la
Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) tenía como objetivo al
personal militar y a personas civiles asociadas, presuntamente implicadas, en
rebeliones o intentos de golpe de Estado.
Los hombres y mujeres
detenidos solían estar en malas condiciones fuera del sistema penitenciario
oficial, en la sede de los organismos en Caracas o en “casas seguras” no
oficiales. En algunos casos se acusó a las víctimas de delitos falsos, se
plantaron pruebas y se burló el debido proceso.
Las detenciones en algunos
casos equivalían a desapariciones forzadas de corta duración e incluían
torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes, incluidos actos de violencia
sexual, ya fuera para obtener confesiones o como castigo. Un ex director del
SEBIN dijo a la Misión que la institución tenía un “comportamiento cultural” de
tortura.
Las técnicas de tortura
incluían: posiciones de estrés, asfixia, golpes, descargas eléctricas, cortes y
mutilaciones, amenazas de muerte y tortura psicológica.
“Los organismos de
inteligencia también sometieron a la disidencia -tanto hombres como mujeres- a
violencia sexual, incluyendo violaciones sexuales con partes del cuerpo u
objetos y amenazas de violación sexual a la persona detenida o a sus seres
queridos, desnudez forzada, así como palizas y descargas eléctricas en los
genitales. Estos actos de violencia sexual también constituyen una tortura o un
trato cruel, inhumano o degradante,” dijo Francisco Cox.
La misión recordó que el ex
capitán de la Marina Rafael Acosta Arévalo “murió después de ser torturado bajo
la custodia de la DGCIM y al menos dos personas murieron también bajo la
custodia del SEBIN”.
“Estas detenciones
arbitrarias, desapariciones a corto plazo y torturas se dirigieron contra la
población civil como parte de una política para silenciar la oposición al
Gobierno de Maduro”, acotó Francisco Cox.
“Los comandantes, incluyendo
las autoridades de alto nivel dentro del SEBIN y la DGCIM, tenían pleno
conocimiento de este patrón de crímenes, que a menudo ocurrían en los mismos
edificios donde trabajaban. La Misión ha registrado los nombres de más de 45 funcionarios
del SEBIN y de la DGCIM directamente responsables que deben ser investigados y
procesados.”
Violaciones relacionadas con
las protestas
La Misión también documentó
violaciones en medio de la respuesta cada vez más violenta del Estado a las
protestas masivas de la oposición, especialmente en 2014, 2017 y 2019. Esto
incluye el asesinato de 36 manifestantes a quienes se les disparó con armas de
fuego y armas menos letales, así como prácticas de tortura y otros malos tratos
durante la detención, como palizas, humillaciones, violencia sexual y de
género, y simulacros de ejecución.
Las autoridades estatales
tampoco intervinieron en por lo menos siete casos en que los manifestantes
fueron asesinados por grupos civiles armados conocidos como colectivos. Esto se
produjo en medio de la creciente dependencia del régimen de la coordinación
militar-civil para mantener el orden público en los últimos años, añadió el
escrito.
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