Viktor Orbán
Presidente de
Hungría
Infocatólica, – 27/11/20
Muchos creen que
el primer ministro de un país no debería discutir con George Soros. Su
razonamiento es que Soros es un criminal económico, porque hizo su dinero a
través de la especulación, arruinando la vida de millones de personas, e
incluso chantajeando a economías nacionales enteras. Así como los gobiernos no
deben negociar con terroristas, dicen, los primeros ministros tampoco deben
debatir con criminales económicos.
Sin embargo, ahora
me veo obligado a hacerlo, porque en un artículo que apareció en la web de Project
Syndicate el 18 de noviembre, el especulador y multimillonario de origen
húngaro George Soros dio órdenes abiertas a los líderes de la Unión Europea. En
su artículo les da instrucciones para que castiguen severamente a aquellos
Estados Miembros que no quieran formar parte de un imperio europeo unificador
bajo la bandera de una «sociedad abierta» global.
A lo largo de la
historia, la fuerza de Europa siempre se ha derivado de sus naciones. Aunque de
diferentes orígenes, las naciones europeas estaban unidas por las raíces
comunes de nuestra fe. La base de nuestras comunidades fue el modelo familiar
europeo, basado en las tradiciones judeo-cristianas. Fue la libertad cristiana
la que aseguró la libertad de pensamiento y cultura, y la que creó una competencia
benigna entre las naciones del continente. Esta magnífica amalgama de
contrastes hizo de Europa la primera potencia mundial a través de siglos de
historia.
Todo intento de
unificar Europa bajo la égida del imperio ha fracasado. Así, la experiencia histórica
nos dice que Europa volverá a ser grande si sus naciones vuelven a ser grandes
y resisten todas las formas de ambición imperial.
Grandes fuerzas se
mueven una vez más para erradicar las naciones de Europa y unificar el
continente bajo la égida de un imperio global. La red de Soros, que se ha
tejido a sí misma a través de la burocracia de Europa y su élite política, ha
estado trabajando durante años para hacer de Europa un continente de
inmigrantes. Hoy en día, la red Soros, que promueve una sociedad abierta
mundial y trata de abolir los marcos nacionales, es la mayor amenaza a la que
se enfrentan los Estados de la Unión Europea. Los objetivos de la red son
evidentes: crear sociedades abiertas multiétnicas y multiculturales acelerando
la migración, y desmantelar la toma de decisiones nacionales, poniéndola en
manos de la élite mundial.
La Unión Europea
sufre múltiples aflicciones: desde 2008 una crisis económica de proporciones no
vistas durante generaciones; desde 2015 una crisis de migración; y en 2020 una
devastadora pandemia mundial. Europa aún no se ha recuperado de sus crisis
anteriores, por lo que el impacto de la pandemia de coronavirus puede causar
aún más angustia. Ya hay indicios de ello: en varios países la deuda pública,
las tasas de desempleo y la situación económica general han alcanzado niveles
críticos. La necesidad de la solidaridad europea, de que las naciones europeas
se unan para ayudarse mutuamente, nunca ha sido mayor.
Durante todas
estas crisis, este especulador - que se autodenomina filántropo - no tuvo en
cuenta los intereses de los pueblos de Europa, sino que actuó en su propio
beneficio. De manera memorable, atacó el florín húngaro y el banco más grande
de Hungría en la crisis económica, y planeó acelerar, distribuir y financiar el
reasentamiento de los inmigrantes durante la crisis de los migrantes; y ahora
propone que los Estados miembros se castiguen entre sí, en lugar de abrazar la
solidaridad y la asistencia mutua.
La red dirigida
por George Soros ha descartado ahora cualquier vacilación que pudiera haber
tenido sobre la intervención abierta. Quiere ejercer más presión que nunca
sobre los Estados nacionales. Está poniendo a los pueblos de Europa unos contra
otros. El sistema operativo de la red es laberíntico, y está presente en varios
ámbitos de la vida pública. En la nómina de George Soros hay una larga lista de
políticos, periodistas, jueces, burócratas y agitadores políticos disfrazados
de miembros de organizaciones de la sociedad civil. Y aunque el multimillonario
acusa a todos sus enemigos de corrupción, él mismo es el hombre más corrupto
del mundo. Paga y compra a quien puede, y aquellos a los que no puede sobornar
serán calumniados, humillados, intimidados y destruidos por la red a través de
su formidable arma: los batallones de medios de comunicación de izquierda.
Muchos burócratas
de alto rango de la UE están trabajando con la red Soros para crear un imperio
unificado. Quieren construir un sistema institucional que, bajo la égida de la
sociedad abierta, trate de imponer a las naciones libres e independientes de
Europa una forma de pensar unificada, una cultura unificada y un modelo social
unificado. Buscan rescindir el derecho de cada pueblo a decidir su propio
destino. Este es también el propósito de su propuesta de «estado de derecho»,
que, de hecho, no reconoce el estado de derecho, sino la fuerza. Sería más
honesto llamarlo «el imperio de la mayoría».
Las diferencias
entre nosotros son obvias. Soros quiere una sociedad abierta, mientras que
nosotros queremos una sociedad segura. Según él, la democracia sólo puede ser
liberal, mientras que nosotros creemos que puede ser cristiana. Según él, la
libertad sólo puede servir para la realización personal, mientras que creemos
que la libertad también puede ser utilizada para seguir las enseñanzas de
Cristo, para servir al país y para proteger a nuestras familias. La base de la
libertad cristiana es la libertad de decidir. Esto está ahora en peligro.
Nosotros, en la
parte oriental de la UE, sabemos muy bien lo que significa ser libre. La
historia de las naciones de Europa Central ha sido una lucha implacable por la
libertad contra los grandes imperios, una batalla repetida para ganar nuestro
derecho a decidir nuestros propios destinos. Tenemos la amarga experiencia de primera
mano de que cada esfuerzo imperial trae consigo la esclavitud. Hay todavía
bastantes aquí de la generación de luchadores por la libertad - en el antiguo
Bloque del Este, de Estonia a Eslovenia, de Dresde a Sofía - que pueden
recordar personalmente lo que es oponerse a la tiranía, al dominio del hombre y
a su versión comunista: intimidación, ruina material y moral, abuso físico y
mental. No queremos más de eso.
Los líderes
occidentales que han vivido toda su vida en un mundo de libertad heredada y el
imperio de la ley deberían escuchar ahora a aquellos que han luchado por la
libertad y que, basándose en sus experiencias personales, pueden distinguir
entre el imperio de la ley y la tiranía, o el imperio del hombre. Esos líderes
occidentales deben aceptar que en el siglo XXI no renunciaremos a la libertad
por la que luchamos a finales del siglo XX.
La batalla a favor
y en contra del nuevo imperio de Bruselas aún no se ha decidido. Bruselas
parece rendirse, pero muchos estados nacionales siguen resistiendo. Si queremos
preservar nuestra libertad, Europa no debe sucumbir a la red de Soros.
Publicado
originalmente Project Syndicate el 18 de noviembre. Traducido para InfoCatólica
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