el profeta Gates y
la vacuna de la salvación
por José
Papparelli
Tradición Digital,
20-11-20
A mediados de
septiembre de 2020 en una entrevista para la cadena norteamericana CNBC Bill
Gates afirmó que la farmacéutica Pfizer era la mejor posicionada para conseguir
una vacuna para el COVID-19, y que lo haría en solo un mes. El filantrópico
magnate hipermillonario se equivocó solamente por unas semanas de diferencia,
pero en nada más. Pfizer lo anunció el 9 de noviembre, pocos días después de
las elecciones en los Estados Unidos, disparando la Bolsa con beneficios
millonarios para la farmacéutica y algún que otro hábil inversor.
Finalmente, la
vacuna contra el COVID-19, el virus responsable de detener el mundo entero y
paralizar de terror a su población cambiando radicalmente las relaciones
sociales, por fin había llegado. El planeta estaba a salvo ya que la pesadilla
de la era Trump había acabado y el sueño de la vacuna se había hecho realidad.
Gates, cofundador de Microsoft y la segunda persona más rica del mundo, como si
de un antiguo profeta bíblico se tratase, había anunciado la Buena Nueva y esta
se hizo realidad Urbi et Orbi. Amén.
Es de público
conocimiento que la Fundación Bill y Melinda Gates ha invertido mucho dinero y
recursos en el laboratorio Pfizer. No solo eso, sino que también colocó en el
consejo de administración de la farmacéutica a la que fuera consejera delegada
de su fundación. Nadie en el mundo
predijo como el mismísimo Mr. Microsoft lo que se nos vendría encima. Ya en el
año 2015 vaticinó que la siguiente catástrofe global sería una pandemia causada
por un virus altamente contagioso y que se esparciría velozmente por todo el
mundo. Y acertó.
Nada es casual y
fortuito, ya que por entonces comenzaba a cobrar fuerza y alcance global lo que
cada día que pasa resuena más en nuestra cotidianidad como la Agenda 2030 de la
ONU y la orientación hacia ese mundo sostenible, multicultural, abierto y de
acogida, impulsado sin discusión ni objeción por parte de los gobiernos
nacionales como una panacea de amor y felicidad.
Para ello era necesaria la llegada de la Nueva
Religión Global -eco, veggi, sostenible y reciclable- con sus dioses, mesías,
profetas, sacerdotes y acólitos del Nuevo Orden de la ONU. También llegaría la
eucaristía en forma de dos pinchazos para toda la población, abriendo el camino
hacia el mundo feliz del año 2030 a través de la Nueva Normalidad. OMS mediante
y agenda por delante, la vacuna salvará los cuerpos de un mundo sin vida espiritual
y trascendente.
¿Alguien recuerda
con claridad como era el mundo pre COVID-19? Seguramente sí, pero ha quedado
lejano, entre las brumas oníricas de un tiempo pretérito. Y no fue hace mucho
tiempo de ello, solo han pasado unos meses.
Pandemia, terror,
enfermedad, muerte, cuarentena, confinamiento, distancia social, mascarillas,
gel hidroalcohólico, estado de alarma, toque de queda, restricción de
movilidad, comisiones de lucha contra la desinformación y la resiliencia en la
Nueva Normalidad, se han instalado en el inconsciente colectivo de todo el
mundo. Y no fue hace mucho tiempo de ello, también solo han pasado unos pocos
meses.
¿Alguien se
pregunta cuanto durará la pesadilla de la pandemia? ¿Recuperaremos algún día la
libertad tal como la habíamos conocido antes de todo esto? ¿La milagrosa vacuna
profetizada y materializada por Bill Gates hará posible volver a recuperar el
trabajo perdido, ganarse el pan con el sudor de la frente y buscar un futuro
para nuestros hijos como lo han hecho nuestros padres y antepasados? ¿Se
dejarán de usar definitivamente las mascarillas que homologan la identidad? Lo
único cierto es que los fallecidos no volverán.
Lo que es obvio es
que vivimos en un estado de emergencia, de excepción y de anormalidad que
pretende ser normalizado, y eso es evidente. La misma Organización Mundial de
la Salud ya anunció que tal vez el COVID nunca se irá y que nuevas pandemias
llegarán. En otras palabras, la emergencia sanitaria se hará crónica, es decir
que llegó para quedarse.
Siguiendo este
razonamiento, el estado de excepción, alarma, vigilancia y control, se volverán
normales. Por lo tanto, con o sin vacuna todo seguirá más o menos como lo hemos
conocido en este fatídico 2020. Si estas previsiones son acertadas, estamos
ante un cambio de paradigma social que condicionará la vida de la gente
ordinaria y la aparición de un único modelo de gobierno y administración
estatal acorde con él.
Mientras tanto las
elites de los organismos internacionales públicos y privados, fundaciones, ONG
benéficas, humanitarias y filantrópicas continúan sin pausa y a toda velocidad
hacia su objetivo. Con la complicidad gubernamental, aprovechan el letargo de
una población esperanzada en la vacuna salvífica del Mr. Microsoft. Eso sí,
mascarilla y distancia de seguridad, por si acaso, y si son chinas, mejor.
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