por Germán Gorraiz
López
Informador
Público, 29-11-20
La Administración
Biden implementará en Latinoamérica la Doctrina Monroe, “América para los
Americanos” y procederá a desestabilizar los Gobiernos refractarios a sus
dictados dentro de su estrategia geopolítica global de secar las fuentes
energéticas chinas.
Reforzamiento de
la Alianza del Pacífico
La Alianza del
Pacífico nació en el 2011 teniendo a México, Perú, Chile y Colombia como
Estados fundadores, EEUU y China como observadores y Australia y Canadá como
futuros Estados asociados y en la actualidad representa el 38 % del PIB de
América Latina y el 57% de su comercio exterior con un mercado potencial de
cerca de 220 millones de personas. Tras la fachada neoliberal de la Alianza del
Pacífico se escondería un refinado proyecto de ingeniería geopolítica cuya
finalidad última sería dinamitar el proyecto político-integracionista
representado por la UNASUR e intensificar la política de aislamiento de los Gobiernos
progresista-populista de la región, en especial de Venezuela tras quedar
huérfana del alma mater de la Revolución Bolivariana (Chávez).
Otro objetivo
sería finiquitar el proyecto integrador económico del MERCOSUR, proceso de de
integración económico creado en 1991 tras la firma del Tratado de Asunción
entre Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay al que posteriormente se habría
incorporado Venezuela como Estado parte, quedando Bolivia, Colombia, Perú,
Ecuador, Chile, Surinam y Guyana como “Estados asociados”. Dicha estrategia
fagocitadora tendría como objetivos a medio plazo aglutinar el Arco del
Pacífico para integrar además a Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
Honduras, Nicaragua y Panamá e incorporar por último al Mercosur (Brasil,
Argentina, Paraguay y Uruguay).
Nueva etapa en las
relaciones Cuba-EEUU
El primer paso
dela Administración Biden será recuperar los avances diplomáticos y comerciales
alcanzados con Cuba bajo el mandato de Barack Obama. Así, Joe Biden en una
entrevista concedida a la cadena CBS aseguró que en el supuesto de ganar las
elecciones retomaría la política llevada a cabo por Barack Obama hacia Cuba, lo
que se traducirá en un cambio radical en las relaciones cubano-estadounidenses
tras la progresiva anulación del Bloqueo contra la Isla. Asimismo, la
Administración Biden dará por amortizado a Juan Guaidó y dado que Maduro
proyecta nombrar un Consejo Nacional Electoral a su medida para las próximas
Elecciones legislativas, Estados Unidos moverá sus piezas para forzar el exilio
a Cuba de la cúpula chavista y la posterior formación de un Gobierno de
Transición integrado por figuras de consenso tanto de la oposición como del
chavismo que deberá preparar unas nuevas Elecciones Legislativas y
Presidenciales para el 2021 en el escenario postmadurista, consiguiendo Cuba de
paso que EEUU suspenda el bloqueo energético a la Isla.
Daniel Ortega y su
aproximación a China
China habría
asumido el reto de construir un nuevo canal en Nicaragua (Gran Canal
Interoceánico) similar al canal del istmo de Kra que tiene proyectado entre
Tailandia y Birmania para sortear el estrecho de Malaca, convertido “de facto”
en una vía marítima saturada y afectada por ataques de piratas e inauguró en el
2010 el gasoducto que une a China con Turkmenistán y que rodea a Rusia para
evitar su total rusodependencia energética al tiempo que diversifica sus
compras. Así, hemos asistido con Trump a la aprobación por el Congreso y el
Senado de EEUU del proyecto de ley conocido como Nica Act (Nicaraguan
Investment Conditionality Act of 2017), que siguiendo la estrategia kentiana
busca congelar los préstamos internacionales de instituciones satélites de EEUU
(Banco Mundial y Banco Interamericano de Desarrollo) a Nicaragua con el
objetivo confeso de provocar su inanición financiera y posterior asfixia
económica.
Posteriormente,
asistiremos a una nueva revolución de colores teledirigida por EEUU para forzar
a las élites dominantes a la celebración de nuevas elecciones generales con el
objetivo confeso de finiquitar la herencia sandinista y conseguir que Nicaragua
vuelva a la senda de los países tutelados por EEUU.
La Venezuela
postmadurista
El acuerdo
chino-venezolano por el que la empresa petro-química estatal china Sinopec
invertirá 14.000 millones de dólares para lograr una producción diaria de
petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del
Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), sería
un misil en la línea de flotación de la geopolítica global de EEUU (cuyo
objetivo inequívoco sería secar las fuentes energéticas de China).
Exxon Mobil
formaría parte de la Cuarta Rama del Gobierno de EEUU (verdadero Poder en la
sombra que toma las decisiones en política exterior) y fue nacionalizada en el
2007 por Hugo Chávez por lo que a instancias de Tillerson, la revolución
chavista ya fue declarada “enemiga peligrosa de EEUU”, quien desea evitar que
Maduro se perpetúe en el Poder. Dado que la Administración Biden habría dado
por amortizado a Juan Guaidó y que Maduro proyecta nombrar un Consejo Nacional
Electoral a su medida para las próximas Elecciones legislativas, Estados Unidos
moverá sus piezas para forzar el exilio a Cuba de la cúpula chavista y la
posterior formación de un Gobierno de Transición integrado por figuras de consenso
tanto de la oposición como del chavismo que deberá preparar unas nuevas
Elecciones Legislativas y Presidenciales para el 2021 en el escenario
postmadurista.
La tesitura de
Bolivia
Al asumir el poder
en el 2006, Evo Morales procedió a nacionalizar las principales zonas
extractivas bolivianas cuya concesión estaba en manos de empresas como Jindal
Steel y South American Silver, con lo que se granjeó la enemistad de las
cancillerías anglo-estadounidenses y pasó a engrosar las filas de los países
refractarios a los dictados de Washington. Así, Bolivia poseería el 70% de las
reservas mundiales de litio, elemento esencial para la fabricación del coche
eléctrico, pero la complejidad de su extracción y procesamiento ha impedido a
Bolivia desarrollar una industria propia al carecer del capital necesario y la
tecnología adecuada. La entente con la empresa china Xinjiang TBEA Group
Company para la construcción de una planta de carbonato de litio en el
departamento de Potosí, habría encendido las alarmas en el Pentágono.
En consecuencia,
la Administración Biden recurrirá a la doctrina kentiana del “palo y la
zanahoria” expuesta por Sherman Kent en su libro “Inteligencia Estratégica para
la Política Mundial Norteamericana” (1949) y no sería descartable que Luis Arce
se pliegue a los dictados de la Administración Biden y asistamos al desembarco
de empresas anglo-estadounidenses.
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