el piloto veterano de Malvinas que fue líder
de la escuadrilla de Super Etendard
Mariano Sciaroni
Infobae, 29 Jul,
2023
Cuando se
enteraron de la recuperación de las islas Malvinas, Colombo reunió a sus
pilotos y les explicó que volaría todas las misiones por el riesgo que
implicaban y que solo su derribo le impediría continuar. Como sus pilotos se
negaron a aceptar semejante condición -lo harían en parejas distintas cada vez-
Colombo señaló que integraría la primera de las misiones, la que más
incertidumbres generaría.
Jorge Luis “Pity”
Colombo -“Capi” o “Skipper” para sus compañeros pilotos- acaba de fallecer, a
los 84 años. Los que lo conocieron lo describen como un marino de esos “de toda
la vida”, con un carácter frontal con sus superiores y leal con sus
subordinados, características que puso en evidencia durante el conflicto del
Atlántico Sur. Tan frontal era que, según recordaba, estuvo a punto de ser
fusilado durante el conflicto.
Se había retirado
como capitán de navío y fue considerado como una de las personalidades más
lúcidas durante el conflicto de Malvinas.
Como comandante de
la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque del Comando de Aviación Naval
estuvo a cargo de los aviones Super Étendard y los letales misiles Exocet, que
hundieron al destructor HMS Sheffield el 4 de mayo y al portacontenedores SS
Atlantic Conveyor el 25 de mayo, y participaron de las misiones de ataque al
portaaviones HMS Invincible y el núcleo de la flota británica el 30 del mismo mes.
Había ingresado al
Liceo Naval en 1953, a la Escuela Naval Militar en 1958 -pertenecía a la
promoción 89- y obtuvo sus alas de aviador en 1965, entrenándose luego en
Estados Unidos.
En agosto de 1980,
junto con los técnicos y pilotos de la escuadrilla que ya lideraba, estuvo en
Francia para conocer y entrenarse en el recién adquirido Super Étendard, un
exigente avión naval que era de los más modernos en el mundo.
Menos de dos años
después, la guerra sorprendió a la escuadrilla con un nivel de adiestramiento
básico y sin que los misiles Exocet estuvieran integrados al avión. Mediante su
liderazgo, los aviones y el personal se pusieron a punto para enfrentar el
conflicto armado.
El 1 de mayo de
1982 despegó con su avión, acompañado por el del Teniente de Fragata Carlos
Machetanz. Ambos cargaban misiles Exocet y tenían por misión destruir buques
que se encontrasen cerca de Puerto Argentino. Un problema en el
reabastecimiento en vuelo con el avión Hércules de la Fuerza Aérea, que era
indispensable para llegar con combustible suficiente al blanco, hizo abortar la
misión. “Yo ya estaba arriba, acababa de desengancharme del Hércules. Los
muchachos del Hércules empezaron a decirme ‘Jefe, pierde combustible’, y encima
Machetanz me dice ‘Señor, nos tienen en los radares’, explicó entonces el
piloto.
La revancha
vendría en los días siguientes cuando el 4 de mayo pilotos de su escuadrilla
hundieron al HMS Sheffield.
Pero la guerra no
sería fácil. La superioridad, en la Base Aeronaval Comandante Espora, no tenía
acabado conocimiento de las capacidades y limitaciones de los aviones que
comandaba Colombo, y a los pilotos se le impusieron misiones de difícil
realización, como por ejemplo la de hallar al buque Queen Elizabeth II en la
inmensidad del océano y atacarlo. “Nosotros basábamos los éxitos de nuestros
ataques en dos aspectos, la discreción y la sorpresa, pero sobre todo la
discreción. Éramos el enano que iba a atacar a un hombre que mide tres metros,
en una noche oscura y por la espalda, en puntas de pie. No de frente”, explicó
didáctico.
“Un mérito muy
importante de esta unidad -escribió años después Augusto Bedacarratz, uno de
los responsables del ataque al destructor Sheffield- ha sido el poder
solucionar los problemas para operar eficientemente el sistema por parte de los
pilotos y los problemas técnicos por parte del personal de mantenimiento desde
su anonimato, en el tiempo tan reducido que tuvimos para hacerlo. Fue el
liderazgo de nuestro comandante de Escuadrilla, el capitán de navío Jorge
Colombo, quien supo conducirnos con un destacado criterio profesional en una
situación límite, como es el caso de una guerra, lo que nos permitió
prepararnos de la forma en que lo hicimos”.
Colombo, con su
fuerte personalidad, siempre se interpuso frente a órdenes que consideró
erradas. “Casi me fusilan durante la guerra”, repitió más de una vez. Pero a él
no le importaba: las órdenes eran relevantes, pero más importante era poder
cumplir las misiones en forma efectiva y sin correr riesgos innecesarios.
Debió adaptarse a
los cambios que impuso la guerra y lideró a la escuadrilla en los ataques
contra el Atlantic Conveyor y contra el corazón de la flota, ambas misiones
efectuadas en forma impecable por sus subordinados.
El final de la
guerra encontró, junto a sus camaradas, entrenándose para ataques nocturnos con
misiles.
Luego del
conflicto tuvo varios destinos: fue comandante de la Escuadra Aeronaval n° 3,
de la Fuerza Aeronaval n° 2 y Jefe de Estado Mayor del Comando de la Aviación
Naval, a cargo del Comando de la Aviación Naval, antes de pasar a retiro como
capitán de navío.
Cuando en mayo de
1987 la fragata estadounidense USS Stark fue atacada por error en el Golfo
Pérsico por aviones iraquíes con dos misiles Exocet, en el que fallecieron 37
tripulantes, Colombo se encontraba en el Naval War College, en Estados Unidos.
Allí fue convocado
por el director de esa casa de estudios -la más antigua de su tipo- para que
integrase una comisión que dilucidara lo que había ocurrido en ese ataque, así
como las cuestiones que podrían mejorarse para evitar que se repitiera. Los
norteamericanos se sorprendieron del nivel de sus conocimientos. “Nadie conocía
tanto de Exocet en Estados Unidos como él”, remarcaron.
Es considerado
como uno de los mejores comandantes argentinos durante el conflicto por
Malvinas, no solo por los hundimientos y ataques de su escuadrilla, sin ninguna
pérdida propia, material o humana, sino también porque la lideró con entereza,
profesionalidad y humanismo. En la posguerra y hasta la actualidad, siguió
siendo un líder.
El recuerdo de un
camarada
“Fue un comandante
para la guerra”, destacó a Infobae Roberto Curilovic, que en Malvinas era una
capitán de corbeta de 35 años. “Protegió a sus pilotos y puso todos sus valores
a disposición de la escuadrilla”. Curilovic lo recuerda con cariño y respeto.
Colombo fue su instructor de vuelo en la Escuela de Aviación Naval, allá por
1969.
Remarcó que
Colombo que ante todo velaba por su escuadrilla y que tuvo más de un
encontronazo con sus superiores cuando desde miles de kilómetros de distancia
le indicaban misiones irrealizables. “Algunas eran incumplibles, como cuando se
ordenó un ataque nocturno. Los Super Etendard eran aviones nuevos, y aún no
estábamos familiarizados. Colombo se negó. De haberla cumplido, hubiésemos
atacado a pesqueros. El ofreció ser relevado si no estaban de acuerdo con su
decisión. Obviamente, eso no ocurrió. Tal vez por su carácter es que no fue
condecorado ni ascendió a almirante”, señaló.
“Fue querido y
apreciado y se llevó la mejor condecoración, que es el cariño de sus
subordinados”, expresó Curilovic.
Hacía unos años
que Colombo había perdido a su esposa Isabel. Tiene cuatro hijos.
La Segunda
Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, bajo su liderazgo, cambió los
paradigmas de la guerra naval y, lo que ella hizo, aun cuando han pasado más de
40 años, resulta objeto de estudio en las academias navales de todo el mundo.
Hoy se ha ido un
héroe. Y se lo va a extrañar.
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