Sebastián Gorka
El Ojo Digital, 01
de Marzo de 2021
En los Estados
Unidos de América, los ciudadanos pueden elegir a su presidente. En China, esto
no es así.
Xi Jinping, China,
Coronavirus chino, Propaganda china, Estrategia china, GeopolíticaLos EE.UU.
han transitado desde su comandante en jefe número 45 al número 46; los cambios
en pugna ya se cuentan por legiones, en virtud de las docenas de órdenes ejecutivas
firmadas por el presidente Joe Biden.
Sin embargo, con
la relación de los Estados Unidos de América con China, y el hombre que
recientemente se autodesignó como líder de por vida, no sucede lo propio.
Xi Jinping,
presidente chino, es ahora emperador de la dictadura más grande del planeta,
sobre la cual ha de comprenderse que se halla en guerra contra cualquier nación
que cuente con un gobierno representativo, y que se rehúse a hincarse ante
aquél. Bastará con consultar a los residentes de Hong Kong.
En tal virtud,
debemos comprender la amenaza consignada por el régimen comunista de Xi.
Conforme enseñara el general chino Sun Tzu: 'Conoce a tu enemigo'.
Pues, bien; he
aquí las pautas esenciales que todo ciudadano debería conocer.
Una manera
diferente de hacer la guerra
Poco antes del 11
de septiembre de 2001, los coroneles de carrera en la fuerza aérea del Ejército
Popular de Liberación publicaron el trabajo intitulado 'Guerra Sin
Restricciones'.
Qiao Liang y Wang
Xiangsui, ambos con nutrida experiencia en guerra política, propusieron en su
libro que el contexto del conflicto había sido modificado drásticamente. Este
cambio -argumentaron- exigía una nueva 'manera' o 'tipo' de llevar adelante la
guerra, sin limitaciones.
En el texto, ambos
militares pusieron primero el foco en los cambios geoestratégicos y
geopolíticos congruentes con lo que ellos llaman guerra sin restricción.
El tratamiento de
los tópicos incluyó recorridos por el tema de la globalización, el poder en
declinación del Estad0-nación clásico, el emerger de actores
'super-empoderados' como piratas informáticos y combatientes cibernéticos, así
como también un extendido discurso en torno de la importancia de la guerra en
el Golfo Pérsico.
Todo lo cual llevó
a los autores a enumerar los ocho principios de la guerra sin restricciones,
esto es, el tipo de estratagema a utilizar contra un adversario mucho más
poderoso, como los Estados Unidos. He aquí esas pautas centrales:
Omnidireccionalidad.
Una perspectiva de 360 grados que garantiza una ponderación absoluta de la
totalidad de los factores involucrados en la guerra, esto es, una filosofía en
la que el conflicto es redefinido como militar, cuasimilitar o no-militar, y en
donde el 'campo de batalla' no existe en sitio alguno, en tanto tampoco se
ejercita distinción entre combatientes y no combatientes.
Sincronía.
Significa conducir acciones en locaciones diferentes, en el mismo período de
tiempo.
Objetivos
limitados. Limítense los objetivos en relación a las medidas empleadas. Los
objetivos siempre deberán ser más pequeños que las medidas utilizadas para
consolidarlos.
Medidas sin
límites. Una vez que los objetivos son delimitados, no deberán computarse
restricciones sobre las medidas empleadas para lograrlos. En consecuencia, la
guerra no tendrá restricciones.
Asimetría.
Comprender y emplear adecuadamente el principio de la asimetría, de tal suerte
que se pueda detectar y explotar las debilidades del enemigo.
Consumo mínimo de
energía. Utilícese la menor cantidad de recursos de combate, suficientes para
consolidar el objetivo. Esto es análogo al principio estadounidense denominado
como 'economía de la fuerza'.
Coordinación
multidimensional. Coordinar y localizar el conjunto de las fuerzas con
capacidad de ser movilizadas en las esferas militar y no militar, para la
cobertura de un objetivo determinado. Significativamente, esto involucra a
activos no militares, como es el caso de la guerra cultural.
Reajuste holístico
y control del proceso completo de la guerra. Propiciar la adquisición contínua
de información a lo largo de la campaña, a efectos de permitir que tenga lugar
un reajuste interactivo y abarcativo del control.
La cultura
estratégica de China
Conforme incluso
lo probará una mirada fugaz, ninguno de los citados principios son novedosos.
En rigor, muchos de ellos son tan viejos como 'El Arte de la Guerra' de Sun
Tzu, su influyente tratado que versa sobre estrategia militar. Otros principios son, sencillamente, sentido
común.
No obstante, no
deberíamos desmerecer el trabajo. O, antes bien, no habremos de concluír que
nada hay de nuevo entre lo que China ha considerado para ejercitar su poder en
un mundo post 9/11, y en el modo en que se respalda Pekín para atacar los
intereses estadounidenses.
Cada nación cuenta
con su propia cultura estratégica, y lo propio hacen los actores no estatales.
La cultura estratégica de China cobra forma, fundamentalmente, en dos
experiencias históricas muy puntuales: el período original de los estados
belicistas que nos legara la sabiduría de Sun Tzu, y las experiencias de la
China moderna en los siglos XIX y XX.
La primer
experiencia histórica influenció la personalidad estratégica de los generales
chinos y la de otros líderes, con la obsesión de mantener cohesión interna a un
grado de obsesión tan extremo, que excede a cualquier actitud razonable que
caracterizaría a otros países a la hora de lograr paz y armonía internas.
La segunda
experiencia histórica generó una recurrente herida psicológica en la mente de
la élite política, al respecto de que China jamás volvería a permitir ser
explotada y humillada por potencias extranjeras -occidentales-, conforme
sucedió durante gran parte de la era moderna.
¿En qué ha
derivado todo esto hoy día, al evaluar los objetivos estratégicos y las
acciones de China?
Qiao y Wang quizás
no hayan desarrollado los conceptos para una nueva y revolucionaria guerra para
su país pero, definitivamente, Pekín está llevando a la práctica todo formato
vinculado al conflicto irregular. Esa prerrogativa no pone tanto el foco en el
control político remoto, mientras que sí lo hace sobre la intimidación y sobre
el control económico.
Un actor global en
crecimiento
Al considerar a
consciencia las acciones ejecutadas por China en América Latina y en el sur de
Asia, con miles de millones de dólares 'invertidos' en naciones tales como
Venezuela o Afganistán -con el objeto de acceder a recursos naturales como
crudo o cobre-, comprenderemos el modo en que China se respalda en capacidades
no cinéticas para consolidar sus objetivos nacionales.
Agréguese a ello
la privatización y la cooptación del Estado, perpetrada por China en Africa
-ejemplos: Angola y Nigeria-, tras lo cual podremos contemplar en qué medida
China se ha convertido en un actor global, en años recientes. La aproximación
recurrida por Pekín se sintetiza en explotar a países débiles y a regímenes
corruptos, en consecuencia, explotando luego la debilidad de naciones más
fuertes.
Y, cuando llega la
hora de lidiar con el más sólido de sus competidores -los Estados Unidos de
América-, citando a Qiao -tras una entrevista concedida al medio estatal CCTV
en 2012; y siendo que Qiao era, por aquel entonces, general-, la meta es 'que
el "buscaproblemas" termine enredado en un mundo de problemas'. Se
refiere a nosotros, los EE.UU.
China se ha
propuesto ser el Estado más poderoso del globo. Para hacerlo, habrá de
'destronar' a los Estados Unidos. Si ello sucede, los asuntos internacionales
no quedarán ya bajo el control de un país fundado bajo el principio de los
'derechos inalienables' derivados del Creador, sino que quedarán bajo la tutela
de un hombre que acaba de autodesignarse como primer ministro de por vida.
El ex presidente
estadounidense Donald Trump comprendió que no todos los conflictos involucraban
bombas y balas, sino que entendió que las armas económicas y políticas pueden,
con frecuencia, consolidar objetivos que las medidas cinéticas no están en
capacidad de cosechar.
¿Lo sabrá nuestro
flamante presidente? Próximamente, lo comprobaremos.
Artículo original
-publicado el pasado 11 de febrero de 2021-, en inglés
Sobre Sebastian
Gorka
Es Decano y
Profesor Asociado en Estudios sobre Guerra y Conflictos en la National Defense
University en Washington, D.C., y Associate Fellow de la Universidad de
Operaciones Especiales Conjuntas SOCOM.
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