de bananas (1928) a coca (2021)
John Marulanda
El Ojo Digital, 12
de Marzo de 2021
Oportunamente
advertida por el Dr. Fernando Vargas Quemba, la 'patrasiada' de la JEP
(Jurisdicción Especial para la Paz), discreta y sin difusión de la prensa
fletada, mostró de nuevo la irresponsabilidad de ese émulo de Tribunal
Revolucionario, diseñado por el Secretario del Partido comunista español. La
JEP, conjurada en Cuba y legalizada a punto de 'mermelada' congresista y de
magistrados veniales, jamás tendrá el nivel de legitimidad que requiere una
corte para ser creíble y aceptada por la mayoría ciudadana.
Colombia,
Narcoterrorismo, FARC, Corrupción políticaEn Colombia, el caso de los mal
llamados 'falsos positivos', trae a la memoria el de la masacre de las
bananeras de 1928, inflada artificiosamente por García Márquez porque, según
sus palabras, 'En un libro en el que las cosas se magnifican, como Cien Años de
Soledad, necesitaba llenar un tren de cadáveres. (...) No me podía ceñir a la realidad
histórica. No podía decir que hubo tres, o siete o diecisiete muertos. No
habría llenado un vagón. Entonces decidí lo de los 3.000 porque se ajustaba a
la dimensión del libro que estaba escribiendo…'. Entonces, los 47 muertos,
resultado del enfrentamiento de 300 soldados mal entrenados y mal equipados
contra tres mil manifestantes, se convirtieron en un caballo de batalla de
miles de cadáveres, con el cual la izquierdopatía estigmatiza al Ejército
Nacional. (1)
El sortilegio de
las palabras del Nobel es utilizada por una corriente de intelectualoides
poseedores -dicen- de la mejor capacidad para reconstruir la historia,
conveniente a sus intereses políticos. Y la mayoría de jóvenes, alienados por
redes sociales, castrados de curiosidad investigativa, caen en la fantasía
garciamarquiana, incorporando a su pobre acervo argumental, el tal cuento de la
masacre de las bananeras.
La JEP colombiana,
siguiendo ese ejemplo fantasioso, con el auto 033 del 17 de febrero, triplicó
por arte de birlibirloque y sin ningún fundamento investigativo una nueva
escandalosa cifra de 'falsos positivos'. La prensa enemiga de la institución,
por supuesto, durante varios días machacó las cifras; noticieros de televisión
las ilustraron con descarnadas confesiones, impactantes imágenes, llantos de
víctimas y toda la panoplia de argucias periodísticas usadas cuando se trata de
atacar o defender una causa. Una semana después, ante los serios
cuestionamientos procedentes de todas partes, la JEP, con el auto 040 del 03 de
marzo, discretamente corrigió algunos 'errores de digitación', con cambios tan
significativos como el de la Brigada 16 que de supuestas 7.279 muertes pasó a
275 y el Casanare, que de 7.270 víctimas pasó a 270, entre otros. Claro que
cualquier ejecución extrajudicial ocurrida en el marco de la violencia
narcoterrorista, es execrable e inaceptable. Los militares confesos y
condenados han demostrado su remordimiento y están pagando sus penas. Caso
diferente al de los narcoterroristas farcianos, cuyos cabecillas cínicamente se
auto exculpan de responsabilidad individual, imputan al conflicto y sonríen
triunfantes ante sus jueces compañeros de lucha.
Estas acciones
jurídicas de la JEP, que caen en la mayor incredulidad y escepticismo de la
opinión pública nacional, serán confirmadas por la Comisión de la Verdad, otro
artificio político de cuño cubano, que establecerá la verdad histórica de la
izquierda continental según la cual, los militares colombianos fueron los
victimarios y los narcoterroristas de las FARC, los salvadores de un pueblo que
vivía en dictadura.
Llama la atención
cierto olorcillo similar entre lo de 1928 y lo de hoy, pues según lo relata
Raúl Eduardo Mahecha, uno de los fundadores del Partido Revolucionario
Socialista, miembro de la Internacional Comunista, que lideró la huelga que nos
ocupa, una asamblea nacional del PSR en julio de ese mismo año, había aprobado
una insurrección general a partir de la protesta bananera en Colombia,
coordinada simultáneamente con un levantamiento contra el Presidente Juan
Vicente Gómez, alzamiento promovido por varias organizaciones políticas
venezolanas, la Unión Patriótica -entre otras. Los carteles de las narcoFARC
y narcoELN, ahora desde Venezuela, buscan desestabilizar a Colombia con la
ayuda de agentes extranjeros, como en aquel entonces.
El hombre de
Aracataca, amiguísimo de Castro, en su obra cimera de 1967, convirtió la
masacre de la bananera en un mito argumental, como en su momento lo fue otro
texto muy citado por los posudos izquierdistas, 'Las Venas Abiertas de América
Latina', de Eduardo Galeano (1971). Otra falacia. El escritor uruguayo confesó
en 2014: 'No sería capaz de leerlo de nuevo (su libro). Caería desmayado...
Intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación
necesaria' (2)
'Realismo mágico',
como la estrafalaria realidad venezolana en la que el país más petrolero de la
región se hunde en la peor hiperinflación del mundo, en hambre, inseguridad y
represión, mientras la pandilla en el poder se inventó un 'Ministerio de la
Suprema felicidad social del pueblo' que duró lo que durará el nuevo billete de
millón de bolívares. 'Gracias a Dios
existe el dólar', exclamó el recontra antimperialista y rocambolesco Maduro,
mientras intentaba explicar cómo ponerse un tapabocas en la pantorrilla.
Referencias
(1) Posada Carbó, E. (1998). La novela como
historia: Cien años de soledad y las bananeras. Boletín Cultural Y
Bibliográfico, 35(48), 3-19. Recuperado a partir del siguiente link
(2) 'No volvería a
leer ‘Las venas abiertas de América Latina',
EL PAIS, MARINA ROSSI, São Paulo 4 MAY 2014 - 20:37 EDT,
Sobre John Marulanda
Licenciado en
Filosofía e Historia de la Universidad Santo Tomás de Aquino, y Abogado de la
Universidad de la Gran Colombia, Marulanda se desempeña como consultor
internacional en seguridad y defensa. Es Coronel (R) del Ejército de Colombia.
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