por Antonio Rossi
Informador Público, 9-8-20
Eclipsado en los últimos
meses por el avance del coronavirus y la crisis económica que ha afectado
negativamente a casi todas las actividades productivas y los ingresos familiares,
el sector nuclear argentino ha vuelto ser motivo de debate y análisis entre los
especialistas y profesionales del área energética.
Esta vez las miradas y
contrapuntos se focalizan en las acciones y medidas que debería adoptar el
actual gobierno que encabeza Alberto Fernández respecto de la futura
construcción de Atucha III, la cuarta central atómica del país.
El proyecto nuclear quedó
sobre el tapete con la entrada en escena del “master plan” denominado “Plan
Federal Quinquenal de Expansión de Obras de Infraestructura Energética” que
difundió la Secretaría de Energía comandada por Sergio Lanziani.
Dicho plan quinquenal
plantea un ambicioso programa de obras destinado a potenciar el sector
energético con tres grandes iniciativas: la ampliación de la red nacional de
transmisión eléctrica, el tendido de un nuevo gasoducto que iría de Vaca Muerta
hasta el sur de Brasil y la construcción de la usina nuclear de Atucha III
mediante un convenio con China.
La nueva planta de uranio
enriquecido aportaría 1.200 MW de energía y demandaría una inversión total de
7.900 millones de dólares financiada por el Gobierno y empresas de China.
El proyecto de Atucha III
-que elevaría en un 68% la capacidad de generación del sector nuclear- se basa
en los siguientes puntos centrales:
--La encargada de la
ingeniería, la provisión y construcción de la central mediante un contrato EPC
sería la empresa China National Nuclear Corporation (CZEC).
--La central es del tipo
Hualong-Once PWR de última generación y el contratista deberá localizar el 40%
del costo del EPC para asegurar la participación de proveedores nacionales de
bienes y servicios.
--El plazo de ejecución
sería de 99 meses con una vida útil de la usina de 60 años.
--El costo de la obra se
cubre con un préstamo chino por el 85% del total y un aporte local del 15%. La
tasa del financiamiento en dólares sería Libor más 2,75%. El repago del crédito
está previsto al final del periodo de construcción en 24 desembolsos semi
anuales de capital e intereses.
--Las obras permitirían la
creación de 7000 puestos de trabajo directos durante el pico de construcción
(73 millones de horas-hombre) y 500 empleos de calidad durante la etapa de
operación.
Según el “master plan” de
Lanziani, la negociación del contrato EPC está prácticamente cerrada y solo
restaría acordar dos puntos que hacen a la máxima limitación de responsabilidad
del contratista y el monto máximo de las penalidades.
Tras la aparición del
megaplan, el Instituto de Energía Scalabrini Ortiz (IESO) -que agrupa a
especialistas, académicos y ex reguladores que tienen como objetivo “la
construcción de un sistema energético soberano que ponga la energía al servicio
de la población y la Nación”- salió a plantear sus objeciones a la iniciativa
oficial que centraliza el desarrollo nuclear solo en la construcción de una
usina de uranio enriquecido con tecnología china y deja de lado la opción de
una central tipo Candu de uranio natural para la cual Argentina está más
capacitada y cuenta con más recursos humanos, técnicos y financieros.
Por medio de un documento de
trabajo, el IESO advirtió que “sería una decisión grave para las capacidades
soberanas de Argentina en el futuro mediato volcarse únicamente a la
construcción de una central de uranio enriquecido, cancelando así el uso de sus
capacidades de ingeniería, construcción, montaje y fabricación de componentes e
insumos, incluyendo el agua pesada y el combustible para la generación nuclear
con uranio natural, con la consecuente desaparición de estos activos en los que
se invirtió tanto esfuerzo y dinero a lo largo de más de 50 años”.
El documento -que surgió
tras una reunión virtual donde participaron unos 30 expertos y ex funcionarios
del área nuclear- puso de relieve las siguientes discrepancias y definiciones:
--El insumo fundamental para
asegurar la provisión de energía nuclear no es el recurso uranio, base del
combustible involucrado, sino el conocimiento. Para las centrales de uranio
enriquecido, el recurso crítico es la tecnología de enriquecimiento. Y en el
caso de la usina de uranio natural, el recurso crítico es la fabricación de
agua pesada.
--La provisión de agua
pesada es necesaria en gran escala al comienzo de la vida de la central de
uranio natural, y luego en pequeñas cantidades de reposición a lo largo de su
vida. La del servicio de enriquecimiento de uranio para la tecnología
correspondiente, en cambio, es necesaria al menos cada 18 meses y, según el
modelo de reactor, cada 12 meses.
--El carecer de la capacidad
de enriquecer uranio somete, entonces, a las naciones que incorporen centrales
de uranio enriquecido a una situación de dependencia, que se acentuará en la
medida que las centrales nucleares vayan reemplazando a la generación térmica
de fuentes fósiles.
--Argentina no tiene
capacidad creíble de enriquecer uranio. La planta de Pilcaniyeu usa una
tecnología cara y obsoleta, y su estado actual es dudoso pues se encuentra
detenida desde 2016.
--Si bien China no participa
en el núcleo de países que impulsan, desde el Grupo de Suministradores
Nucleares, las políticas de limitación de la difusión de las tecnologías
aludidas, no hay motivos para pensar que esté dispuesta a transferirla. Ya en
2015, los negociadores chinos descartaban de plano y sin lugar a discusión tal
posibilidad.
Ante ese panorama, los
técnicos del IESO consideran que lo más conveniente para el país sería avanzar
con la denominada “Opción Nuclear 1 + 1” que consiste en la compra de la
central china con las obras civiles cargo de empresas nacionales y el inicio,
en paralelo, de la construcción y montaje de una central CANDU con una alta
participación de componentes y mano de obra locales.
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