Defensa vs. Seguridad
Alberto Asseff
La Prensa, 30.07.2020
El Preámbulo de nuestra
Constitución es la síntesis del programa de la nación. En doce breves renglones
nos dice y le comunica al mundo para qué nos unimos y formamos un Estado-Nación.
"Proveer la defensa común'', reza uno de los objetivos, que como todos los
otros, son de ejecución continuada y nos obliga a su cumplimiento sin plazos.
Siempre nos faltará hacer mucho más para alcanzar metas tan trascendentes.
Como resultado de la
decadencia del país -que arrastramos por décadas y que cada día se agudiza más-
la defensa, como "afianzar la justicia'', "la unión nacional'',
"promover el bienestar general'' y demás proclamas se nos presentan más
lejanas. En la materia de la defensa nacional a la declinación se le aduna una
decisión política de debilitarla como concepto y tornarla crecientemente
adolescente en orden a sus capacidades. Y como si algo faltara, le trazaron por
ley un deslinde arbitrario para disociarla de la seguridad interior y para
maniatarla en caso de ataque exterior pues las Fuerzas Armadas sólo pueden
defendernos en caso de que el agresor sea un "Estado extranjero'',
ignorando la realidad variopintas amenazas como las bandas transnacionales no
estatales o paraestatales organizadas para cometer los más graves y complejos
delitos.
Es indudable que este
menosprecio por la defensa nacional responde a una motivación ideológica
-cuando no a comportamientos inspirados en la venganza- fogoneados por el
fracaso político, social, económico y sobre todo cultural de las Fuerzas
Armadas en el ejercicio del poder político en los setenta. Y, obviamente, todo
coronado por la derrota militar en las Malvinas.
A cuarenta años de esas
frustraciones, parece llegada la hora de poner un cese al hostigamiento,
reubicando a la Defensa nacional en su sitio.
REHABILITADOS
Las tareas de colaboración
que realizan las Fuerzas Armadas con motivo del covid-19 las han rehabilitado
sin necesidad de reformas legales. El alborozo y el respeto que inspira su
presencia en las zonas más vulnerables de los conglomerados urbanos es la mejor
reivindicación institucional. Sin embargo, en ese marco el Gobierno dio un gran
paso atrás al derogar la reforma que había impulsado el presidente Macri en 2018
mediante los decretos 683 y 703 de ese año. La abrogación del actual presidente
se formalizó a través del decreto 571/2020 que retrotrae la normativa al DNU de
Kirchner 727/2006.
La cuestión no es menor. El
decreto de 2006 y su restauración por el de 2020 acotan la respuesta militar a
un ataque o amenaza de una fuerza armada de un Estado extranjero. El decreto de
2018, en cambio, autorizaba la respuesta militar "ante cualquier forma de
ataque extranjero'', extendiendo el eventual despliegue al apoyo en la lucha
contra el narcotráfico con base fuera de nuestras fronteras.
La doctrina militar moderna
recoge la experiencia de que las agresiones foráneas son más sofisticadas que
la que corresponde a las fuerzas regulares de un Estado extranjero. Hoy una banda
organizada para cualquier tráfico ilegal posee un poder letal que hasta supera
a las capacidades de nuestras FF.AA.
Este retroceso se suma al
artificioso límite entre defensa nacional y seguridad interior. Es cierto que
los militares no se preparan para perseguir malhechores u homicidas, pero
existen ciertas zonas grises en las cuales el delito interior requiere por su
gravedad, entidad o peligro social de la logística en inteligencia militar como
un auxiliar indispensable. Una calamidad -provocada o natural- también reclama
del apoyo militar. Esto es lo que la doctrina llama seguridad ampliada.
INDEFENSION MARITIMA
La pesca ilegal se lleva
1.500 millones de dólares ante nuestra flagrante indefensión. En momentos de
famélicas finanzas públicas, la pasividad con la que se contempló el paso por
el estrecho de Magallanes de 30 pesqueros de altura chinos hiere nuestra
sensibilidad ciudadana. Este es solo uno de los ejemplos del daño que causa la
ideología a nuestros intereses. Paradojalmente, el presidente se propone
demarcar el límite exterior de nuestra plataforma marítima, extendiéndolo
acordemente a la Convención del Mar auspiciada por la ONU ¿Será otra ley para
la tribuna?
Recientemente Brasil aprobó
su Nueva Política de Defensa, dándole el relieve que corresponde.
Llamativamente -una lección para los ideólogos vernáculos- en esa política
firmada por Bolsonaro sobresale la continuidad de lineamientos que hace una
década estableció el presidente Lula. También en estos días, los británicos
hicieron un ejercicio de simulación de la invasión de la isla Weddell
perteneciente al archipiélago malvinense. La realidad extramuros nos obliga a
repensar integralmente la defensa nacional y la seguridad interior. Las
amenazas están. No son fantasmas.
Defensa con la vocación
pacífica que es mandato constitucional y decisión estratégica de nuestro país.
Pero, la paz exige asegurarla. No es un don que se recibe, sino una situación
que se construye.
* El autor es diputado
nacional y vicepresidente de la Comisión de Defensa.
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