que
los argentinos deberíamos seguir
General de brigada Juan
Martín Paleo
Jefe del Estado Mayor Conjunto
Infobae, 17 de Agosto de 2020
Hablar del General José de
San Martín es hacer mención a una de las personalidades de nuestra historia que
ha logrado el reconocimiento indiscutido de todos los argentinos.
Fue un organizador político
y militar en nuestro país, un líder militar exitoso en Chile y un estadista en
Perú, lo que lo erige en un hombre indispensable para la emancipación de los
pueblos sudamericanos.
Dio a la Revolución de Mayo
la dimensión continental de una causa regional; pero su voluntad política fue
que sus restos descansen en la Catedral de Buenos Aires.
San Martín comparte con
Napoleón, Aníbal, Alejandro y otros el sitial de genio militar y estratega,
pero su figura se agiganta cuando vemos que sus hazañas en el campo de batalla
tuvieron como correlato una vida ejemplar fuera del mismo y comprendemos que su
cabal dimensión, su verdadero tamaño histórico, estriba en la grandeza de su
pensamiento y sus acciones.
Porque no fue un
conquistador de naciones sino un libertador de pueblos.
Porque no quería seres
sojuzgados bajo la ignorancia y el oscurantismo, sino hombres libres redimidos
por la educación.
Porque tras alcanzar el
poder supremo en Perú, lo resignó tranquilamente cuando entendió que había
culminado su servicio.
Porque al regresar al país
años más tarde, rehusó el gobierno diciendo que quería dar ejemplo a quienes
habían dañado a la Patria con estériles enfrentamientos, mostrándoles –decía-
“la diferencia que hay entre un hombre de bien y un malvado”.
Y, sobre todo, porque hasta
el final de sus días demostró su capacidad de no endurecerse ni entristecerse
ante la difamación y la calumnia.
Con su visión estratégica
percibió claramente cuál era el camino que debían transitar los pueblos
americanos para constituirse en naciones libres y soberanas. Su obsesión fue la
libertad de su patria. Ese fue el objetivo que lo desveló hasta el momento de
su muerte. He ahí la razón de su mandato: “Seamos libres, que lo demás no
importa”.
Valentía, abnegación,
honradez, austeridad, altruismo, el vigoroso entusiasmo, la infatigable actitud
de servicio. Todos valores y ejemplos que caracterizaron también la vida del
Libertador, nos identifican como soldados y nos dan el mandato irrenunciable de
que las armas de la Patria deben estar subordinadas a los objetivos de la
Nación.
Tenemos suerte los
argentinos: no debemos ir a buscar modelos extraños; tenemos en el padre de la
patria el perfecto y evidente ejemplo a seguir, no en la grandeza militar de su
gesta – históricamente irrepetible- sino en la sencillez de sus actos civiles.
El trabajo de cada docente
que educa reproduce la gesta libertaria de San Martín; la acción laboriosa del
que construye en vez de criticar reproduce sus esfuerzos; nuestro accionar como
militares y como ciudadanos comunes movidos por valores simples y fuertes emula
su forma de conducirse en la vida.
Los pueblos siempre evocan
su pasado de gloria; en tiempos sin apremios, para rendir homenaje de
agradecimiento y reconocimiento a sus próceres por sus obras y acciones; en
épocas de crisis, para buscar en ellos los ejemplos necesarios para enfrentar
los grandes desafíos.
Hoy, volvemos nuestra mirada
al General José de San Martín para nutrirnos de sus convicciones y de su
conducta y explorar en su ejemplo soluciones para nuestro diario devenir. La
gesta sanmartiniana nos recuerda que hubo argentinos que pudieron vencer todos
los obstáculos y que, con coraje y con valor, con honradez e inteligencia, se
puede servir a la patria dignamente.
Para el logro de esa gran
nación que él soñó, hoy más que nunca, debemos reafirmar lo que exclamó el
padre de la patria: “Compatriotas, la patria existe y triunfará”.
Por todo esto, por la
grandeza de una vida que fue ejemplo de virtud, por las convicciones y los
ideales que sentaron las bases de un país independiente junto a sus vecinos y
por ese legado que se proyecta y debe ser guía de nuestro presente, esa tarde
de agosto de 1850 el General José de San Martín no murió, pasó a la
inmortalidad.
He querido compartir estas
reflexiones no para que se conviertan en un comentario obligado de aniversario,
sino porque como Jefe del Estado Mayor Conjunto quiero que el legado
sanmartiniano sea un factor identitario que actúe como principio y fundamento
de nuestras Fuerzas Armadas. Que su legado sea una herramienta viva de
discernimiento en nuestro quehacer cotidiano y que siendo agradecidos por la
confianza de nuestro pueblo que nos legó el deber de protegerlo, estemos
dispuestos a en todo servir en el cumplimiento del deber y nuestras leyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario