contra la
Hermandad de la Rosa; declaración de guerra al espionaje
El Ojo Digital, 08
de Octubre de 2020
'¿Tienes idea de
lo idiotas y tontos que pueden llegar a ser los políticos? Esta es la cruda
realidad; la realidad de las estúpidas decisiones tomadas por políticos, que
cuestan miles de vidas y miles de millones de dólares...'
The Brotherhood of
the Rose (Dir: Marvin Chomsky; 1989)
* * *
En la que
numerosos analistas políticos interpretan como el momento de mayor fragilidad
de su gestión, el Presidente Alberto Angel Fernández ha decidido, en
apariencia, embarcarse en una guerra sin cuartel contra los ecosistemas del
espionaje civil y militar de la República Argentina. La maniobra cobró vigor a
partir de la extendida y comentada filtración de las identidades de activos
situados bajo el payroll de AFI (Agencia Federal de Investigaciones), en los
albores de octubre. En el andarivel táctico, la información filtrada no solo
involucra a agentes desplegados en regiones denominadas 'calientes' de Oriente
Medio, sino también a otros que venían desempeñándose en la Triple Frontera
(TBA), en distintas naciones de América Latina (muchos de aquéllos,
convenientemente insertados en el áspero circuito del negocio de la droga), y
en otras geografías que no sería conveniente mencionar al detalle.
Alberto Fernández
y Cristina Caamaño, AFI, FiltraciónLas responsabilidades políticas sobre este
particular, que conducen directamente a la más desaprensiva e inédita violación
de secretos -reprimida por legislación nacional-, ya han comenzado a ser
achacadas no sólo al propio Fernández, sino también a la interventora en AFI,
Cristina Caamaño, y a un nutrido coro de fiscales y funcionarios judiciales
abrazados al siempre vigente librillo de la persecución política, cuya
retorcida perspectiva exige considerar la sentencia de muerte de activos
extranjeros como una cuestión meramente circunstancial y poco digna de
atención.
En lo inmediato,
emergen dos sencillas conclusiones. La primera de ellas permite inferir que el
evento de referencia hace su aparición como subproducto de los recurrentes
sainetes y torpezas de una gestión cuya verdadera cúpula y/o conducción se
desconoce -trátese de albertistas convencidos, o de aviesos ultracristinistas.
En segundo orden, viene a la mente el Affaire Revista Veintitrés, turbio
backchannel del desaparecido businessman Sergio Szpolski que César Milani,
general caído en desgracia, utilizara en su oportunidad para publicar el
listado de Los 4.300, pretendidos ex agentes conocidos como PCIs o personal
civil de inteligencia, pertenecientes a la órbita castrense. Es decir que el
kirchnerismo -en cualesquiera de sus mascaradas o presentaciones, y tomándose
en consideración sus nutridos antecedentes en la materia-, termina hoy de confesar
su visceral desprecio por los organismos dedicados a la recolección de
información o, si se quiere, por cualquier reflejo siquiera remotamente
compatible con una agenda estratégica.
Para infortunio de
los damnificados del Inframundo, Alberto Fernández también ha ingeniado un
correlato militar para la destructiva mecánica perpetrada por su íntima Caamaño
en AFI, y por sus socios políticos de este infértil 2020; y ese correlato no
está exento de incoherencias. En tal sentido, y amén de haber procedido recientemente
a enmendar la anomalía registrada en el abono de sumas fijas no remunerativas
para el personal de las Fuerzas Armadas -llevadas a su máxima expresión por
gentileza del viejo Decreto 1305/12-, por estas horas los Estados Mayores se
rehúsan a reconocer y aplicar las liquidaciones y el blanqueo que debieron
beneficiar a elementos de inteligencia castrense en actividad. Conocedores
periféricos del problema han exteriorizado que la autoría intelectual de la
rebeldía remite, casi sin escalas, al Director de Inteligencia del Ejército
Argentino, Coronel Gabriel Pietronave, y al casi saliente Ministro de Defensa
-protegido del Presidente Alberto Fernández- Agustín Rossi. El poco perspicaz
Pietronave, en el ínterin, ya portaba consigo el poco honroso prontuario de
haber dejado sin percibir sus salarios a los agentes activos, durante un lapso
de noventa días. No conforme con ello, el mes de octubre lo sorprende
planificando metodologías y protocolos desde los cuales eliminar de cuajo los
suplementos salariales que se abonan a ese personal. Cierto expresionismo
suburbano podrá ir anticipando lo obvio: habrá consecuencias.
Sin distinción de
uniforme de paisano -sea civil o militar-, el albertocristinismo desprecia al
espionaje -verdad evidente, si las hay. El resultado de fomentar esa tóxica
interpretación ideológica no necesariamente podría conducir a un formato de
represalias. Antes, bien; con un tórrido verano en el horizonte (en donde la
variable no será la temperatura, precisamente), el Presidente de la Nación
podría quedarse -de súbito- sin ojos, ni oídos. O toparse (Dios no lo permita)
con el refritado de poco confortables archivos que retozan en el baúl de los
recuerdos.
Contexto en el
cual no sería sensato hacer a un lado que los espías jamás le deben lealtad a
la dirigencia política; sólo se la deben a sus pares.
Sobre Matias E.
Ruiz
Es Analista en
Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director
de El Ojo Digital desde 2005.
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