jueves, 15 de octubre de 2020

ALBERTO FERNÁNDEZ

 


contra la Hermandad de la Rosa; declaración de guerra al espionaje

 

El Ojo Digital, 08 de Octubre de 2020

 

'¿Tienes idea de lo idiotas y tontos que pueden llegar a ser los políticos? Esta es la cruda realidad; la realidad de las estúpidas decisiones tomadas por políticos, que cuestan miles de vidas y miles de millones de dólares...'

The Brotherhood of the Rose (Dir: Marvin Chomsky; 1989)

* * *

En la que numerosos analistas políticos interpretan como el momento de mayor fragilidad de su gestión, el Presidente Alberto Angel Fernández ha decidido, en apariencia, embarcarse en una guerra sin cuartel contra los ecosistemas del espionaje civil y militar de la República Argentina. La maniobra cobró vigor a partir de la extendida y comentada filtración de las identidades de activos situados bajo el payroll de AFI (Agencia Federal de Investigaciones), en los albores de octubre. En el andarivel táctico, la información filtrada no solo involucra a agentes desplegados en regiones denominadas 'calientes' de Oriente Medio, sino también a otros que venían desempeñándose en la Triple Frontera (TBA), en distintas naciones de América Latina (muchos de aquéllos, convenientemente insertados en el áspero circuito del negocio de la droga), y en otras geografías que no sería conveniente mencionar al detalle.

 

Alberto Fernández y Cristina Caamaño, AFI, FiltraciónLas responsabilidades políticas sobre este particular, que conducen directamente a la más desaprensiva e inédita violación de secretos -reprimida por legislación nacional-, ya han comenzado a ser achacadas no sólo al propio Fernández, sino también a la interventora en AFI, Cristina Caamaño, y a un nutrido coro de fiscales y funcionarios judiciales abrazados al siempre vigente librillo de la persecución política, cuya retorcida perspectiva exige considerar la sentencia de muerte de activos extranjeros como una cuestión meramente circunstancial y poco digna de atención.

 

En lo inmediato, emergen dos sencillas conclusiones. La primera de ellas permite inferir que el evento de referencia hace su aparición como subproducto de los recurrentes sainetes y torpezas de una gestión cuya verdadera cúpula y/o conducción se desconoce -trátese de albertistas convencidos, o de aviesos ultracristinistas. En segundo orden, viene a la mente el Affaire Revista Veintitrés, turbio backchannel del desaparecido businessman Sergio Szpolski que César Milani, general caído en desgracia, utilizara en su oportunidad para publicar el listado de Los 4.300, pretendidos ex agentes conocidos como PCIs o personal civil de inteligencia, pertenecientes a la órbita castrense. Es decir que el kirchnerismo -en cualesquiera de sus mascaradas o presentaciones, y tomándose en consideración sus nutridos antecedentes en la materia-, termina hoy de confesar su visceral desprecio por los organismos dedicados a la recolección de información o, si se quiere, por cualquier reflejo siquiera remotamente compatible con una agenda estratégica.

 

Para infortunio de los damnificados del Inframundo, Alberto Fernández también ha ingeniado un correlato militar para la destructiva mecánica perpetrada por su íntima Caamaño en AFI, y por sus socios políticos de este infértil 2020; y ese correlato no está exento de incoherencias. En tal sentido, y amén de haber procedido recientemente a enmendar la anomalía registrada en el abono de sumas fijas no remunerativas para el personal de las Fuerzas Armadas -llevadas a su máxima expresión por gentileza del viejo Decreto 1305/12-, por estas horas los Estados Mayores se rehúsan a reconocer y aplicar las liquidaciones y el blanqueo que debieron beneficiar a elementos de inteligencia castrense en actividad. Conocedores periféricos del problema han exteriorizado que la autoría intelectual de la rebeldía remite, casi sin escalas, al Director de Inteligencia del Ejército Argentino, Coronel Gabriel Pietronave, y al casi saliente Ministro de Defensa -protegido del Presidente Alberto Fernández- Agustín Rossi. El poco perspicaz Pietronave, en el ínterin, ya portaba consigo el poco honroso prontuario de haber dejado sin percibir sus salarios a los agentes activos, durante un lapso de noventa días. No conforme con ello, el mes de octubre lo sorprende planificando metodologías y protocolos desde los cuales eliminar de cuajo los suplementos salariales que se abonan a ese personal. Cierto expresionismo suburbano podrá ir anticipando lo obvio: habrá consecuencias.

 

Sin distinción de uniforme de paisano -sea civil o militar-, el albertocristinismo desprecia al espionaje -verdad evidente, si las hay. El resultado de fomentar esa tóxica interpretación ideológica no necesariamente podría conducir a un formato de represalias. Antes, bien; con un tórrido verano en el horizonte (en donde la variable no será la temperatura, precisamente), el Presidente de la Nación podría quedarse -de súbito- sin ojos, ni oídos. O toparse (Dios no lo permita) con el refritado de poco confortables archivos que retozan en el baúl de los recuerdos.

 

Contexto en el cual no sería sensato hacer a un lado que los espías jamás le deben lealtad a la dirigencia política; sólo se la deben a sus pares.

 

Sobre Matias E. Ruiz

Es Analista en Medios de Comunicación Social y Licenciado en Publicidad. Es Editor y Director de El Ojo Digital desde 2005.

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