Jorge Fontevechia
Perfil, 31 OCT
2020
Argentina tiene
una de las menores densidades poblacionales del mundo. Con 16 habitantes por
kilómetro cuadrado, estamos en el puesto 208. La despoblada Uruguay tiene 19
habitantes por kilómetro cuadrado, Brasil 24, Estados Unidos 33, Venezuela 34,
México 64, España 97, Francia 104, China 144, Suiza 200, Italia 206, Alemania
225, Inglaterra 265, Vietnam 300, Japón 333, India 394 y Corea del Sur
555, siempre habitantes por kilómetro cuadrado. Solo tienen menos densidad
poblacional que Argentina los tres gigantes deshabitados del planeta: Rusia 8,
Canadá 4 y Australia 3 habitantes por kilómetro cuadrado con la ventaja para
Argentina de no tener mayoría de tierras desérticas como Australia, ni heladas
como Rusia y Canadá.
¿Cómo un país con
tanta tierra y proporcionalmente tan pocos habitantes no puede darle a cada grupo
familiar desamparado un terreno de 200 metros cuadrados equivalente al 0,02 de
una hectárea y a 0,0002 de un kilómetro cuadrado para que construya su casa? Un
kilómetro cuadrado es equivalente a 100 hectáreas y equivalente a un millón de
metros cuadrados. Desde una aritmética simple, si 2 millones de familias
(un 15% del total) no tienen vivienda propia y se repartieran 2 millones de
terrenos de 200 metros cuadrados cada uno, equivalentes a 400 millones de
metros cuadrados y a 40 mil hectáreas, se solucionaría el problema.
Estas 40 mil
hectáreas son 400 kilómetros cuadrados y el 0,00014 del total de kilómetros
cuadrados del país. Aun asumiendo que solo un décimo de nuestra geografía fuera
plenamente habitable, y que hubiera que adicionar un 25% a calles y espacios
públicos a esas nuevas urbanizaciones, igual se llegaría a apenas el 0,0005 del
total de la superficie del país. Nada. Obviamente aquí aparece el tema de la
inmigración interna y externa, y la comprensible predilección por vivir cerca
de la ciudad de Buenos Aires por todo tipo de cuestiones. Pero aun así, si
todos se concentraran solamente en la provincia de Buenos Aires, que tiene poco
más de 300 mil kilómetros cuadrados, esos 400 kilómetros cuadrados más el 25%
de calles y plazas, sería menos del 0,2% de la superficie bonaerense.
Aun considerando
el espacio público, el equivalente a 30 Nordeltas. Así como China
hizo centenas de millones de viviendas, el problema no es crear 2
millones de casas sino de empleos Dado que proporciones numéricas cuestan
representarse y para simplificar hasta por el absurdo digamos que habría que
urbanizar lo que queda de campo en el equivalente a tres kilómetros en el secirculo
que va del sur de Florencia Varela, el oeste de González Catán y Moreno, y el
norte de José C. Paz y Escobar. Exageradamente, que desde La Plata, Luján y
Campana no haya más campo y sea todo urbanización. No es inimaginable, a 20 mil
dólares la hectárea que el Estado con solo invertir 800 millones de dólares
podría comprarlas: es apenas el costo de una autopista o cuatro Paseos del Bajo
en la Ciudad de Buenos Aires frente a Puerto Madero.
El problema es
otro. Es que para urbanizar un campo se puede necesitar diez veces más que el
valor de la tierra –8 mil millones de dólares– para la suma de cloacas, calles,
electricidad y el resto de servicios. A modo de ejemplo, los barrios cerrados
hasta tuvieron que subsidiar el tendido de base para la llegada de los
proveedores de internet. Si como resultado de una especie de Plan Marshall que
en Alemania de posguerra permitió la construcción de casi la mitad de las casas
del país destruidas por la guerra, Argentina contara con financiación del Banco
Mundial para, además de esos 800 millones de dólares en terrenos y los 8 mil
millones de gastos en infraestructura para urbanizar el campo, también se
obtuviera la financiación para construir 2 millones de casas de 60 metros
cuadrados cada una a 300 dólares el metro: 18 mil dólares cada casa, esos 120
millones de metros cuadrados de construcción costarían 36 mil millones de
dólares.
La suma de los 800
millones de dólares de terrenos, los 8 mil millones de infraestructura pública
y los 36 mil millones de construcción de casas, hacen un total de 44.800
millones de dólares, algo tampoco impensado porque es muy parecido al crédito
del Fondo Monetario Internacional a Macri y un cuarto del ahorro de los
argentinos en el exterior. Tampoco sería imposible si simultáneamente a la
construcción de todas las casas, esos 2 millones de familias y alrededor de 8
millones personas pasaran a no precisar más ser subsidiadas con alrededor de 3
mil millones de dólares anuales ya sea con IFE, ayuda alimentaria, asignación
familiar por hijo, etc., porque pudieran pasar a tener un trabajo por familia y
en 15 años se repagarían el crédito del Banco Mundial genuinamente, ingresando
en el círculo virtuoso.
Nordelta, donde
viven 50 mil personas y podrían llegar a casi 100 mil, es el resultado de la
falta de inversión del Estado en urbanización, un siglo atrás los bisabuelos de
esas mismas personas vivían en barrios abiertos, en casas como las de San
Isidro y tantos barrios abiertos del Gran Buenos Aires con calles e
infraestructura construida por el Estado. Pero la población del Conurbano se
multiplicó por 5 en un siglo y por dos en los últimos cincuenta años sin que las
inversiones en urbanización pública hayan sido proporcionales. Los barrios
cerrados, como las tomas, son fruto del mismo problema: los que pueden pagar
financian su propia urbanización; los que no pueden viven hacinados sin
servicios mínimos. Un plan habitacional como el alemán de posguerra hasta
podría ser parte del motor de un verdadero plan de crecimiento para Argentina.
Pero para eso
hacen falta dos pilares más: un plan productivo que promueva el trabajo como el
propuesto por Lavagna para los nuevos empleos y una estabilidad macroeconómica
que rompa con el círculo vicioso. Nuevamente Alemania podría ser una
fuente de inspiración: resolvieron el problema de la hiperinflación entre
guerras creando un sistema monetario que garantizaba el total del dinero y bonos
emitidos en moneda local con tierras fiscales.
Volviendo al
comienzo de la columna sobre la cantidad de habitantes y territorio: la
superficie de Argentina es 8 veces mayor que la de Alemania y nuestra
población, la mitad. Hace falta un plan que aspire resolver al mismo
tiempo el problema de la falta de moneda, de trabajo y de espacio. No es
imposible, los tres tienen la misma solución: ponernos todos a trabajar.
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