acumula críticas
desde distintas veredas políticas
por Antonio Rossi
Informador
Público, 12-10-20
La nueva versión
del “Plan Gas” que el Gobierno se apresta a lanzar en los próximos días con el
fin de reactivar las inversiones en el sector y garantizar el abastecimiento
interno se ha convertido tempranamente en el blanco de fuertes cuestionamientos
de especialistas y expertos energéticos de distintas veredas políticas e
ideológicas.
La prolongada
demora que registra la presentación oficial del plan de estímulo gasífero que
se viene barajando desde fines de mayo y la falta de precisiones de los
funcionarios del ministerio de Economía y de la Secretaría de Energía
encargados de definir las reglas de juego han potenciado las dudas e
interrogantes sobre los alcances reales y los costos fiscales de la iniciativa.
El plan para
incentivar la producción gasífera que la administración de Alberto Fernández
tiene en las gateras prevé la puesta en marcha de dos medidas clave. Una de ellas
es la realización de una mega subasta con precio tope para contratar todo el
gas que demandan las distribuidoras y las usinas térmicas. Y la otra es la
implementación de un nuevo esquema de subsidios para cubrir la diferencia que
surja entre el precio final de la subasta y el valor del gas que el Estado
decida trasladar a las tarifas finales de los usuarios.
El Instituto de
Energía Scalabrini Ortiz (IESO) -que agrupa a especialistas, académicos y ex
reguladores identificados con el Justicialismo- advirtió que ¨el Plan Gas puede
contribuir a la solución del problema gasífero y eléctrico si se modifican las
condiciones que perjudican las posibilidades de una alternativa nacional, ya
que tal como está planteado desangra al Tesoro con una carga de subsidios
impagables”.
En el último
documento de trabajo titulado “El dilema de YPF y el Plan Gas”, el IESO plantea
que es posible incrementar la actual producción diaria de gas de 130 millones
de metros cúbicos a 145 millones de metros cúbicos el próximo año si se aplica
“una política energética de Estado firme y concreta”.
“Con ello no
resultaría necesario importar GNL, ni ceder a la presión del lobby petrolero
para conseguir un plan que, tal como está diseñado, le permitiría una posición
de privilegio y una exagerada renta asegurada, con un precio fijo en dólares
por 4 años en plena época de emergencia económica pospandémica”, sostiene el
informe.
Con las firmas de
Marcos Rebasa, Andrés Repar, Ernesto Quiles y Juan Carlos Tesso, el trabajo del
IESO resalta los siguientes puntos:
--Con la capacidad
de producción de la zona madura de Vaca Muerta se podría superar el déficit
actual de abastecimiento interno en 3 o 4 años.
--La rentabilidad
de la producción no convencional es muy importante con los actuales precios de
venta al mercado de entre 2,50 y 3 dólares el MBTU que superan los costos
estimados en los balances de las propias empresas productoras.
--Si se mantienen
los precios actuales de la producción de gas -excepción hecha de los valores de
la resolución 46 de Aranguren que se extienden hasta finales de 2021-; además
de alentar el resurgimiento de la producción y el trabajo de nuestra economía,
podríamos optimizar notablemente el costo de la energía eléctrica, en cuya
matriz el gas tiene una importancia determinante. El precio actual que paga
Cammesa por esa energía ronda los 2,50 dólares el MBTU o menos, y, aplicado en
simultaneidad con otras medidas conexas, permitiría reducir el costo del MWh.,
con la consiguiente reducción sustancial de subsidios a la electricidad, cuya
carga aqueja hoy también al presupuesto nacional”.
--YPF representa
aproximadamente un tercio de la actividad hidrocarburífera del país y si encara
más perforaciones propias estaríamos en condiciones de resolver el
autoabastecimiento.
--Para ello se
necesita el financiamiento estatal y la reorganización de la estructura
societaria de YPF que debe volver a ser empresa de bandera, ya que actualmente
no responde a las necesidades de la expansión nacional de producción de
hidrocarburos a precios razonables.
Por último, el
documento del IESO considera que, para que el Plan Gas sea viable, se debería
limitar el precio techo a los valores actuales del mercado, adecuar su precio
en dólares y financiar la producción de nuevos pozos con la intervención de la
estatal IEASA asociada con YPF mediante un fideicomiso con recursos públicos y
aportes privados.
Por su parte, los
técnicos identificados con el radicalismo del Instituto Argentino de Energía
General Mosconi (IAE) también apuntaron sus dardos contra el proyecto oficial
que busca revertir la caída que se viene registrando en la producción gasífera
desde el segundo semestre de 2019.
El centro de
estudios que conduce el ex secretario de Energía del gobierno alfonsinista,
Jorge Lapeña, planteó que el Gobierno debe “explicitar cuanto antes cuál va a
ser la política tarifaria en materia de gas natural y energía eléctrica porque
con el nuevo plan se corre el riesgo de sumar un fracaso similar al registrado
con la reciente experiencia del ´barril criollo´, que podría condenar al
aparato productivo y a las familias a tener que pagar un precio del gas
innecesariamente alto en los próximos años”.
Los técnicos del
Instituto Argentino de Energía (IAE) destacaron que, de acuerdo con los datos
que figuran en el Presupuesto 2021, las partidas previstas para el Plan Gas
solo alcanzarían para cubrir alrededor del 10% del monto total del subsidio que
estaba previsto inicialmente para reactivar la producción gasífera.
Advirtieron que
tanto el crédito de 20.645 millones de pesos (poco más de 200 millones de
dólares), como las metas físicas de producción de sólo 2.525 millones de metros
cúbicos anuales que aparecen en el Presupuesto 2021 “resultan realmente exiguas
frente al total del gas consumido en el país”.
Ante esta
situación, el IAE planteó la siguiente disyuntiva: “O el Gobierno planea
aumentar el precio del gas que paga la clientela más de un 40% en dólares o
bien los recursos presupuestarios resultarán insuficientes”.
Para los
especialistas del Mosconi, con la nueva versión del Plan Gas 4 solo se estaría
asegurando el abastecimiento que tienen actualmente las distribuidoras y usinas
térmicas, pero no el incremento de la demanda que se espera para los próximos
meses por la reactivación del consumo y de la actividad económica.
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